CADA VEZ MÁS ENSOMBRECIDA POR NUEVAs EDIFICACIONES

De cómo ha menguado la montaña pétrea de la Catedral de Granada

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 7 de Abril de 2024
Gabriel Pozo Felguera nos ofrece un espectacular reportaje sobre la evolución de las zonas que rodean la Catedral, que, con el paso de los años, parece empequeñecida por los edificios que la tapan, aunque hubo un momento en el que pudo ser diferente, cuando comenzó la construcción de la Gran Vía, pero se desaprovechó la oportunidad. Por el mejor cronista de Granada.
Girola a principios del siglo XX, desprovista de pegadizos y antes de que comenzara la construcción de la Gran Vía, a finales del XIX.
ARCHIVO CARLOS SÁNCHEZ
Girola a principios del siglo XX, desprovista de pegadizos y antes de que comenzara la construcción de la Gran Vía, a finales del XIX.
  • La construcción de la Gran Vía supuso una oportunidad para clarear la girola y hacer una plaza que le diera vistas, pero la ineficacia del Ayuntamiento y los intereses de constructores acabaron con esta posibilidad

La montaña pétrea que se alza en el centro de Granada, la Catedral (Sagrario, Capilla Real y Lonja), parece haber ido empequeñeciendo con el paso de los años. Una somera mirada a su evolución con relación al caserío que la circunda nos da esa sensación. En los grabados y pinturas que la han plasmado desde que sus naves fueron cerradas en el XVII aparece como la gran masa que es, rodeada de edificios civiles que apenas la tapaban hasta la primera de las tres cornisas, la de las capillas laterales. Poco a poco, sobre todo a partir de mediados del XIX, el volumen de la Catedral ha continuado siendo el mismo, en tanto que el resto de las edificaciones de la ciudad han ido ganando en altura. Hubo una oportunidad de dejar limpio y despejado el ábside trasero cuando se empezó la Gran Vía, pero el Ayuntamiento no quiso aprovecharla. Lo peor es que hoy se continúa en esa línea.

La imagen de las primeras fotografías de Granada, de una ciudad homogénea en la que sobresalía mucho la Catedral y sólo despuntaban unas cuantas iglesias y chapiteles más, ha desaparecido por completo en la actualidad

La imagen de las primeras fotografías de Granada, de una ciudad homogénea en la que sobresalía mucho la Catedral y sólo despuntaban unas cuantas iglesias y chapiteles más, ha desaparecido por completo en la actualidad. La Catedral de Granada, a pesar de ser de las más voluminosas y altas de España, con sus 115,4x65 metros, se nos presenta un tanto encanijada. Además, su ubicación tan acosada por edificios cercanos no facilita su contemplación en toda su magnificencia. Los intentos históricos por “limpiar” su entorno de edificios no han tenido demasiado éxito; incluso ha ocurrido todo lo contrario.

En los casos de las capitales del Reino de Granada, especialmente su capital alhambreña, se tomó la decisión de construir su sede obispal sobre un edificio que anteriormente había tenido también uso religioso: la mezquita o gima mayor

Hay una diferencia muy importante entre las catedrales españolas levantadas en tierras de cristianos viejos y las construidas en ciudades a partir de 1492. Las primeras se hicieron en terrenos abiertos, diáfanos y libres. Generalmente, a partir del límite de los cascos urbanos. En los casos de las capitales del Reino de Granada, especialmente su capital alhambreña, se tomó la decisión de construir su sede obispal sobre un edificio que anteriormente había tenido también uso religioso: la mezquita o gima mayor. Tal como se había venido haciendo con las mezquitas y oratorios islámicos, es decir, reconversión de sus plantas en iglesias y sus alminares en campanarios.

La mayoría de ciudades con catedrales (como Segovia y Sevilla) no han escondido tanto sus edificios religiosos como ha ocurrido con Granada. FOTOS DE INTERNET

La mezquita mayor de Granada estaba situada en el piedemonte de la Garnatha musulmana, el lugar de expansión de la dinastía nazarita por colmatación de la Alcazaba vieja zirí (Albayzín) y el Barrio de los Alfareros (Realejo). Quizás también los árabes y bereberes colonizadores a partir del siglo VIII habían elegido este lugar para su gima porque aquí se encontró en época tardorromana y visigoda el complejo de edificaciones públicas, sin descartar un coliseo, teatro, templo o nuevo foro. Eso es una incógnita.

La gima, de construcción pobre, constaba de un edificio rectangular de 53 metros de longitud por 42 de anchura. Más o menos el solar que ocupa hoy la iglesia del Sagrario y la Lonja

Lo seguro es que en el siglo XI (año 1055) ya se empezó a construir la mezquita mayor de Garnatha en este solar catedralicio. La gima, de construcción pobre, constaba de un edificio rectangular de 53 metros de longitud por 42 de anchura. Más o menos el solar que ocupa hoy la iglesia del Sagrario y la Lonja. A su noreste contaba con una placeta, con el aljibe y el minarete conocido como Torre Turpiana. Al noroeste tenía el habitual patio de los naranjos, casi prolongándose hasta la calle de los Genoveses que recogía las acequias y el Darro turbio que bajaban del Albayzín (actual calle de la Cárcel-Capuchinas).

Todavía en este grabado de finales del último tercio del XVI aparece la Torre Turpiana en pie (derribada en 1588).
1567. A. Van der Aerden la dibujó recién cubierta la capilla mayor y todavía sin asomar la torre, en medio de un abigarrado caserío de tres plantas a lo sumo.
1613. La Catedral estaba a medio construir; delante se situaban los dos colegios (59 y 61) que fueron demolidos para sacar la plaza de las Flores y dar vistas a la fachada de Alonso Cano. PLATAFORMA DE VICO
1801. Antony Devis la pintó enseñoreándose sobre el caserío.
1853. La ciudad era una profusión de iglesias y torres, en la que sobresalía sobre todas ellas el volumen de la Catedral. ALFRED GUESDON

Este fue el terreno elegido por la nueva jerarquía episcopal cuando a principios del siglo XVI decidieron construir una magna catedral para la metrópoli granadina. Mientras tanto, actuaría de catedral transitoria el monasterio de San Francisco Casa Grande (calle Pavaneras)

Este fue el terreno elegido por la nueva jerarquía episcopal cuando a principios del siglo XVI decidieron construir una magna catedral para la metrópoli granadina. Mientras tanto, actuaría de catedral transitoria el monasterio de San Francisco Casa Grande (calle Pavaneras). Se decidió que al gima quedaría como sacristía de la futura Catedral; aunque con el tiempo se vio que la torre Turpiana estorbaba (fue demolida en 1588) y la mala calidad de la mezquita aconsejó demolerla para levantar en su solar la iglesia del Sagrario. No obstante, el gran solar resultante presentaba grandes irregularidades que hizo necesario adquirir varias casas pequeñas que había pegadas a la mezquita. De esta forma se consiguió un solar más o menos regular, pero agobiado y angustiado por edificaciones muy cercanas.

Imaginamos las grandes estrecheces que presentó el desarrollo de cimentación y construcción de la Catedral, con espacios tan angostos para la extracción de escombros, acopio y almacenamiento de materiales y colocación de andamiajes y mecanos. Piénsese que el entramado de maderas y tramoyas para cerchas era muy aparatoso; se empleaban vigas de hasta doce metros para formar estructuras que se talaron de las sierras de Puebla de Don Fadrique; es inimaginable la dificultad de maniobras para introducirlas por un caserío tan sobrecargado.

A pesar de tanta dificultad, la Catedral fue levantándose lentamente a partir de 1528. Lo seguiría haciendo durante los ciento ochenta años siguientes

A pesar de tanta dificultad, la Catedral fue levantándose lentamente a partir de 1528. Lo seguiría haciendo durante los ciento ochenta años siguientes. Para empeorar su situación de angostura, en 1526 dispuso el Emperador Carlos V que se levantaran en las manzanas de su frontal una serie de edificios religiosos complementarios: colegio Imperial de Santa Cruz de la Fe, de San Miguel (dedicado a educación de niños moriscos) y San Ildefonso y Santa Catalina. Son los que hoy están reconvertidos en Curia y Palacio Arzobispal, más la Plaza de las Pasiegas.

Comienza el clareo alrededor

Pronto se vio que de poco servía haber levantado una imponente catedral, con portada de estreno diseñada por Alonso Cano, cuando era prácticamente imposible de contemplar de cerca. La primera decisión, acertada, que se tomó fue abrir una plaza ante la entrada principal; para ello fue demolido el Colegio de Santa Catalina (en 1692); pero no se consideró suficiente y casi un siglo más tarde tocó el turno al de San Miguel. El nuevo espacio terrizo se llamó Plaza de las Flores o del Mercado en el siglo XVIII, y Plaza de las Pasiegas a partir de 1807, por su ubicación en el lugar de tiendas de tejidos regentadas por mujeres emigrantes del valle del Pas, en Cantabria. Sin pavimentar y como mercado improvisado permaneció este lugar hasta la reforma de Gallego Burín en 1943 en que fue construida la escalinata y enlosada con mármol de Sierra Elvira. Unos años antes había sido eliminado un primer cuerpo de la Curia y retranqueado hasta la línea de fachada actual. Salió la actual placeta de Alonso Cano, para dar amplitud y vistas al Sagrario.

Finales del XIX. El convento de trinitarios ha desaparecido, empieza la ordenación de la Plaza de la Trinidad. Los edificios de tres plantas dejan paso a los de 5, 6, 7…
Finales del siglo XIX. Todavía no habían comenzado los derribos para abrir la Gran Vía.
Hacia 1925, ya construidos los bloques de la Gran Vía que rapaban la girola.

En el siglo XIX ya se pensó que con el espacio de la plaza de las Pasiegas no era suficiente para hermosear la fachada de la Catedral. Se acometió una profunda reforma del vericueto de calles que conectaban, o impedían, la comunicación entre la calle Alhóndiga y Pasiegas. En medio había un tramo de la vieja muralla y la calle de Mariparda. Se pretendió abrir una plaza alargada desde la Alhóndiga, del ancho de Pasiegas. Pero, al final, se demolió la muralla, salió la plaza de la Pescadería en medio y la calle actual de Marqués de Gerona de poca anchura. No era el deseo original de ensanche, pero se consiguió dar vistas a casi toda la fachada catedralicia.

En 1868 y en 1943 se barajó la posibilidad de abrir una plaza de casi 200 x 30 metros para dar vistas a la Catedral. Las trazas rojas corresponden a la idea del siglo XIX; las azules, a la primera intención de Gallego Burín. En este plano de 1909 se ven las nuevas calles abiertas perpendicularmente a la Catedral. Pero, en realidad, no las ejecutaron en línea recta, sino ligeramente quebrada. Como curiosidad, se ve que la Plaza de la Trinidad se llamaba Melchor Almagro; Puentezuelas, de Martínez Campos; Mesones, del Poeta José Zorrilla; y la plaza del Carmen era de Cánovas del Castillo.

El siglo XIX tuvo sus luces, con el ensanche anterior, pero también muchas sombras. La explosión demográfica y las mejoras de técnicas constructivas acarrearon que los edificios comenzaran a crecer a lo alto. El caserío del centro de Granada, que a duras penas alcanzaba las tres plantas de alzada, empezó a subir hasta cinco. Y menos mal que tras el incendio de la Alcaicería (1843) se consiguió que en su reconstrucción no se elevaran más de tres plantas las antiguas tiendecillas de apenas cinco metros en origen.

La década de 1860 se concluyó con una catedral bastante sobresaliente sobre el caserío. Los únicos edificios cercanos que competían con su mole eran la Curia, Palacio Arzobispal y el Palacio de Niñas Nobles. Como más cercanos

La década de 1860 se concluyó con una catedral bastante sobresaliente sobre el caserío. Los únicos edificios cercanos que competían con su mole eran la Curia, Palacio Arzobispal y el Palacio de Niñas Nobles. Como más cercanos. Pero era una sombra irrisoria. A partir de esa fecha empezaron a crecer los edificios de Plaza Bibarrambla, Zacatín y, sobre todo, los situados en el Pie de la Torre. En la época de Gallego Burín como alcalde, sobre todo en los años cuarenta, se tanteó la posibilidad de comprar/expropiar la manzana comprendida entre la calle Capuchinas, Colegio y Pasiegas para dar vistosidad a la Torre. Pero la economía y los intereses personales no dejaron prosperar su intento. De haberse hecho, hoy estaría conformado un gran espacio diáfano con la suma de la Romanilla.

El daño de la Gran Vía

Aunque si retrocedemos unos años, a principios del siglo XX, se comprueba la pérdida de una de las mejores oportunidades para hermosear la Catedral por la parte de su ábside. La clarificación de los barrios de San Gil, Santiago y San Andrés para construir la Gran Vía se llevó por delante 302 edificios antiguos. Se trazó la avenida rozando la Sacristía. En principio, la Reformadora Granadina (empresa que promovió y financió la magna obra) ofreció al Ayuntamiento que se quedara con los cuatro solares que salieron detrás del ábside de la Catedral; la intención era abrir una plaza alargada, sumada a los veinte metros de la Gran Vía, que daría unas imponentes vistas al escalonado de tejados, contrafuertes y vidrieras de la Catedral. Pero el Ayuntamiento no se implicó nada, incluso no aportó su parte para el pago de nueva vía pública ni para las obras de canalizaciones. Esos solares de los números 7, 9, 11 y 13 salieron a la venta y fueron de los primeros en ser adquiridos, por su inmejorable ubicación.

“Pues yo también subo”. Eso debió pensar el arquitecto Giménez Arévalo cuando vio lo que hacía su vecino de la izquierda. G. Arévalo levantó la casa número 9 de Gran Vía con bajo y 3 plantas (1907). Unos meses más tarde vio a Nicolás García levantar su Hotel París con bajo y 4 plantas. Entonces decidió añadirle una más como se ve en esta comparativa, para enrasar tejados. En 1924, el Banco Matritense le añadió dos nuevos forjados y acabó de fastidiar la línea. ARCHIVO M. G. Y.

Perdida la oportunidad de dar vistas al ábside, Ayuntamiento y Reformadora acordaron que los nuevos bloques de la Gran Vía no sobrepasaran la rasante de la segunda cornisa de la Catedral, es decir, la que cubre las cinco naves. Así fue como se estableció la altura máxima de los edificios de Gran Vía

Perdida la oportunidad de dar vistas al ábside, Ayuntamiento y Reformadora acordaron que los nuevos bloques de la Gran Vía no sobrepasaran la rasante de la segunda cornisa de la Catedral, es decir, la que cubre las cinco naves. Así fue como se estableció la altura máxima de los edificios de Gran Vía. No obstante, la mayoría de casas de esta avenida tiraron a la baja, en tanto que precisamente los cuatro que tapan el ábside se elevaron unos metritos por encima de lo acordado. Incluso unos años después, la casa número 11 (el Banco Matritense) alzó ilegalmente dos plantas más sin que el Ayuntamiento le ordenara su derribo. Las traseras de estos edificios las pegaron a los contrafuertes de la Catedral, de manera que hasta que se abrió el Pasaje Diego de Siloé, en 1983, no fue posible transitar por ahí.

Si aquel crimen urbanístico de los inicios de la Gran Vía se asumió pronto, todavía estaban por llegar otros dos muchísimo más graves. El primero de ellos fue continuado durante las décadas de 1960-70. Durante esos años fueron demolidos nueve edificios originales de la Gran Vía y sustituidos por otros monstruosos. Esas nuevas pantallas son las que dieron la puntilla a la montaña pétrea catedralicia, sobre todo si se la contempla desde el Albayzín, Alhambra o desde el Noroeste. No sólo tapan la Catedral con sus excesivos volúmenes, también vistos desde sus traseras son los bloques más horrorosos y antiestéticos que hay en el centro de Granada. Los peores son los números 10, 24, 26, 28 y 21.

El resultado, un enorme mamotreto que acabó por fastidiar la vista de la Catedral desde las laderas del Albayzín.  Aquella aberración urbanística fue denunciada en prensa por el dibujante Enrique Villar Yebra; le costó su puesto en Ideal, pero poco más ocurrió en una ciudad demasiado indolente

He dejado el caso de Gran Vía 16 por ser especialmente sangrante. Ya dediqué un estudio a este tema hace algunos años en este diario, del que me voy a guiar para explicarlo. Este bloque era propiedad del Banco de Granada. En 1969 proyectó su derribo con la permisividad del Ayuntamiento. Lejos había quedado la normativa que impedía levantar fachadas en esta calle con más de 17,5 metros de altura. La familia Rodríguez-Acosta obtuvo licencia para construir cuatro sótanos y 9 plantas sobre rasante. El proyecto era del arquitecto madrileño García de Paredes. El volumen edificado se multiplicó por cinco veces lo permitido hasta entonces. El resultado, un enorme mamotreto que acabó por fastidiar la vista de la Catedral desde las laderas del Albayzín.  Aquella aberración urbanística fue denunciada en prensa por el dibujante Enrique Villar Yebra; le costó su puesto en Ideal, pero poco más ocurrió en una ciudad demasiado indolente.

Incluso el propio arquitecto García de Paredes, cuando fue consciente del bodrio que había levantado, propuso a los propietarios la demolición de las plantas superiores. El asunto no fue aceptado y ahí sigue intacto el armatoste.

Perspectiva actual desde la calle Ruedabolas, en la ladera del Albayzín.
Vista desde la Plaza del Almirante.
El campanero de la torre de la iglesia de los Hospitalicos dejó de ver la Catedral hace muchos años. Esta foto está tomada desde el cuerpo de campanas y ya sólo se divisan la torre del reloj y la linterna de la capilla mayor.

Velázquez no dibujó la Catedral

Uno de los argumentos barajados para criticar el edificio-pantalla del Banco de Granada era que la obra acababa con la vista pintada por Diego Velázquez en la que se cree su única visita a Granada. Supuestamente, el pintor de cámara de Felipe IV habría recalado en la ciudad en los meses de diciembre de 1648 y enero de 1649; esperaba embarcar en Málaga camino de Génova y Trento a recoger a la nueva esposa del rey, Mariana de Austria. Habría hecho el rápido esbozo sobre un papel verjurado, de 183 x 303 milímetros, con tinta sepia y una pluma de caña basta.

La falta de argumentos sólidos ha llevado a la Biblioteca Nacional a catalogarlo como una obra de autor desconocido del siglo XV

El dibujo perteneció a la colección del crítico Valentín Carderera. El erudito Cea Bermúdez lo adjudicó a la mano de Diego Velázquez. La obra fue adquirida por la Biblioteca Nacional en 1867. Desde entonces, ha habido varios defensores de la autoría de Velázquez (Francisco Sánchez Cantón, Alfonso E. Pérez Sánchez, ambos directores de El Prado) y muchos más que lo han cuestionado. La falta de argumentos sólidos ha llevado a la Biblioteca Nacional a catalogarlo como una obra de autor desconocido del siglo XVII. La inscripción o supuesta firma en el ángulo izquierdo se ha demostrado que fue añadida a lápiz a principios del XIX, así como una leyenda que figuró al pie del papel como “Catedral de Granada”.

Uno de los últimos en estudiar el dibujo fue el catedrático granadino Antonio Pérez Pineda. En su discurso de apertura del curso académico 1991-92 habló de la huella de Diego Velázquez en Granada. Comentó las características que contiene la obra que podrían acercarla a otros dibujos de Velázquez, pero se mostró más bien contrario. Ubicó el punto de mira del dibujante en el Callejón del Gato, en el Bajo Albayzín. No en la Casa del Almirante como lo han ubicado otros estudiosos. Pérez Pineda incluso cuestiona la presencia de Diego Velázquez en Granada.

En mí citada investigación, fui más allá para demostrar que este dibujo no salió de la mano de Diego Velázquez

En mí citada investigación, fui más allá para demostrar que este dibujo no salió de la mano de Diego Velázquez. Coincide plenamente con el profesor Pérez Pineda en que el punto desde donde fue pintado se situaba en el actual Callejón del Gato o en el solar que actualmente ocupa la casa número 5 de la Cuesta Marañas, a escasos metros. Lo demostró con un teodolito.

Además, hay dos detalles rotundos que demuestran que ese dibujo no pudo ser obra de un pintor (Velázquez u otro) en la fecha 1648-49: las torres del reloj de la Catedral y la de la antigua iglesia del Ángel Custodio. La torre del reloj que aparece en el dibujo es la nueva, la actual, ya que la tosca anterior fue demolida en mayo de 1681 y reconstruida cinco meses después. Y para esa fecha Velázquez llevaba muerto dos décadas. Tampoco podría haber hecho el dibujo Alonso Cano, por la misma razón.

Mi conclusión es que este dibujo de la Catedral tuvo que hacerlo algún pintor después de septiembre de 1681 en que fue acabada la torre del reloj de la Catedral

El segundo detalle es la presencia destacada de una torreta apuntada que se eleva desde el caserío, a la derecha del dibujo. Se trataba de la torre de la primera iglesia del Ángel Custodio, levantada con diseño de Alonso Cano entre 1653 y 1661 (en el actual lateral del Banco de España, en el número 18). Así pues, en caso de que Velázquez hubiese estado en Granada en 1648-9, difícilmente hubiese plasmado una torre que todavía no estaba construida (esta torre del Ángel Custodio fue demolida en sus cuerpos superiores por los franceses en 1810, debido a que presentaba riesgo; dejaron los dos cuerpos inferiores, que pervivieron hasta el primer tercio del siglo XX).

Mi conclusión es que este dibujo de la Catedral tuvo que hacerlo algún pintor después de septiembre de 1681 en que fue acabada la torre del reloj de la Catedral.

En la ilustración aparece delante del centro de la girola una torreta cuadrada que debió ser la del Palacio de los Infantes o Cetti Meriem, ocupando precisamente el solar del actual edificio de CaixaBank.

La propina. Añadido que ha sido montado recientemente sobre los tejados del edificio número 6 de la Gran Vía.
Desde los edificios altos del Camino de Ronda todavía se consigue ver esta magnífica perspectiva de la Catedral y la Alhambra. Foto de Juan Antonio Navarro, de su libro “Granada desde las azoteas”.
Azotea del número 14 de Gran Vía, con piscina, bar y zona verde del nuevo hotel.
Azotea del número 20, también con bar en la terraza del hotel, que ofrece vistas por los clareos que le dejan los feos bloques que la circundan.
Horroroso bloque de Gran Vía 10, que tapa las perspectivas de la Alhambra y la Sierra a los edificios de la otra acera.
Para contemplar esta panorámica parcial de la parte alta de la girola hay que subirse a la terraza del antiguo Hotel París.

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