Punto y final para un festival que regresa a sus raíces

Mujeres Mediterráneas y Pep Gimeno ‘Botifarra’ clausuran el Parapanda Folk, del que han disfrutado 4.000 personas

Cultura - IndeGranada - Lunes, 1 de Agosto de 2022
Te ofrecemos un balance de un festival que regresa a sus orígenes en una gran edición.
Pep Gimeno ‘Botifarra, en plena actuación.
Parapanda Folk
Pep Gimeno ‘Botifarra, en plena actuación.

Pep Gimeno ‘Botifarra’ es un artista totémico en la zona levantina. Con 13 años se lanzó a recorrer pueblo por pueblo grabando a las personas mayores para rescatar del olvido y preservar una tradición que estaba a punto de desaparecer. Es sin duda un personaje irrepetible. Atesora entre pecho y espalda la sabiduría milenaria de la huerta y la ribera valencianas. Sus dotes teatrales, casi de monologuista, recitando muy apropiadamente frases hechas, trabalenguas, romances, cuentos acompañando su canto, le convierten en un gran comunicador, de ironía compartida y carcajada comunal. En compañía del guitarrista Miquel Pérez, interpretó jotas, fandangos, cants de batre, habaneras, granaínas y romances… Y recordó a Carlos Cano con aquellas ‘Habaneras de Cádiz’, la única pieza que no interpretó en valenciano.

El Parapanda Folk es un Festival organizado por el Ayuntamiento de Íllora y patrocinado por la Delegación de Cultura y de Turismo de Diputación de Granada, con la colaboración Fundación SGAE, Hispanaweb, Aguasvira y Fundación Caja Rural de Granada.

A partir del proyecto de Flamenco Oriental ‘Anlage Fusión’, surgió la idea de ‘Mujeres Mediterráneas’. El núcleo fundacional lo componían la guitarrista granadina Pilar Alonso, la cantante marroquí Habiba Ouakhchachi, una flautista suiza Fauzia Benedetti, la percusionista argentina Juana Larreta y la saxofonista Mixtlán Salomón. Con el tiempo Mujeres Mediterráneas se ha ido transformando en una plataforma de encuentro de mujeres músicas que se reúnen para crear diferentes estilos aprovechando la personalidad que aporta cada una, esta vez en sexteto.

Los ‘pellizcos’ de la guitarra flamenca, las variaciones rítmicas del cajón bajo La Meri, las voces biculturales de Habiba y de Ana Sola, la flauta mágica de Elena Botica se pasean entre Marruecos, Oriente y España transportándonos a paisajes exóticos. Así en el Parapanda estuvieron revolviendo esencias con desparpajo, también oral, soleas con moaxas, cantos bereberes, colombianas con malouf argelino… Asomando en algunas esquinas el bolero ‘Alma corazón y vida’ o el Lorca de ‘La leyenda del tiempo’. Aportaron armonías y ritmos, con sutileza y frescura, hermanando culturas y conexiones musicales andalusíes de ida y ya de vuelta. Un broche de 10 para un festival que ha remontado la pandemia.

Según la organización, unas 4.000 personas han participado en alguna de las actividades de su programa, fuesen los conciertos en directo en el Auditorio, la música de calle, los talleres, conferencias o rutas. Su director, Antonio Caba, asegura haber quedado «muy satisfecho», de la edición, máxime cuando los dos últimos años han sido irregulares por la situación de la pandemia. Para él ha sido muy emocionante el hermanamiento con el Festival Xera de Jerez, así como la respuesta a las «propuestas muy renovadoras que hemos hecho este año, que permiten el acceso de nuevo público, más joven, al mundo de las músicas tradicionales».