Dee Dee Bridgewater deslumbra en el Jazz en la Costa
Indegranada
Dee Dee Bridgewater, en un momento de su actuación.
Dee Dee Bridgewater es una de las grandísimas voces del jazz actual y parece ser que también una mujer incansable y llena de ideas y glamour. Durante más de dos horas regaló música y espectáculo con mayúsculas a los que llenaron de nuevo el aforo -muy ampliado de nuevo- de su concierto en el Parque El Majuelo de Almuñécar con el que abría su gira europea.
Aunque el disco que traía para presentar, ‘Dee Dee’s Feathers’, se realizó con orquesta, su recreación con un sexteto fue memorable. Expresiva y sensual, guapísima con un vestido de seda claro y unas sandalias de con tacón de aguja, la cantante se movió por el escenario como por su casa, o mejor dicho como si estuviera en un club en vez de ante casi dos mil personas.
Su disco, y su concierto fue un completo y continuo homenaje a la ciudad de Nueva Orleans, secundada por un equipo con espíritu de pandilla y sonido de Marching Band (de ida y de vuelta) a lo Hot Seven dirigido por el trompetista Irvin Mayfield con el que mantuvo durante toda la noche un autentico romance en vivo y en directo intercambiando todo tipo de piropos y bromas, alguna incluso llena de picardía.
Dee Dee es una cantante de jazz, pero además una gigante del escenario y una entretenedora como pocas. Es de una espontaneidad desarmante y charlotea y dialoga con el público, sin distancias, irradiando tal autoridad escénica que consiguió un silencio total de admiración cuando la pieza lo requería, y hubo algunas de una solemnidad total. Dee Dee puede scatear como Ella Fitzerald, arrastrar su fraseo como Bessie Smith o hacer por un rato que Billie Holiday suene en presente -no en vano alguna vez fue la voz del musical Lady Day, y dedicó su álbum anterior a la genial cantante- pero es sobre todo ella, con su voz expresiva, áspera, llena de recovecos y timbres distintos y de inequívoco metal blues. Anoche se movió en una gran cantidad de registros, los que requiere un programa muy variado que acude estándares clásicos y contemporáneos: Hoagy Carmichael, Harry Connick Jr., Duke Ellington, algunos tradicionales, temas de su autoría y hasta a citar a James Brown. El resultado fue un concierto riquísimo y vibrante, contagioso que a los diez minutos (con ‘Big Chieff’) ya tenía al público entero de pie aplaudiendo volcado, por no decir con lágrimas en los ojos minutos después ante emocionantísimas interpretaciones de ‘What a Wondeful world’, ‘Cest ici que je t’aime o la impresionante recreación de ‘House of the rising sun’ que fue el bis, dejando rendido definitivamente al auditorio entre exclamaciones de asombro y emoción. Sin duda un concierto de los que gusta decir ‘yo estuve allí’, y que con los años serán muchos miles de personas lo que aseguren haber estado.
El mítico Marcus Miller cierra esta noche el Jazz en la Costa
Es difícil enumerar todas las facetas que abarca la trayectoria profesional de Marcus Miller (Brooklyn, 1959), ya que además de ser uno de los mejores bajos eléctricos de la historia del jazz, destaca de manera extraordinaria como productor, arreglista, compositor y multinstrumentista.
En su casa siempre sonaba la música, por lo que no sorprende que el adolescente Miller mostrara pronto un increíble talento para interpretar varios instrumentos. Después de estudiar clarinete y bajo eléctrico, Bobby Humprey y Lonnie Smith fueron los primeros músicos a los que acompañó. De la noche a la mañana se convirtió en un solicitado músico de sesión en los estudios de grabación de Nueva York, donde trabajó con Aretha Franklin, Roberta Flack, Grover Washington Jr. o Bob James.
Un año clave en su carrera fue 1981, cuando Miles Davis lo llama para que le acompañe en sus giras y grabaciones. Comienza así una estrecha y duradera colaboración entre ambos músicos; Miller participó en los álbumes The Man with the Horn, We Want Miles y Star People, de la discográfica Columbia. El 1986 regresa con el trompetista para hacer la producción del disco Tutu (1986), uno de los trabajos más emblemáticos de la etapa eléctrica de Miles; también compuso con él la banda sonora de la película Siesta y participó en Amandla (1987), tres discos del sello Warner Bros.
Después de muchos años trabajando como productor y músico de sesión, Miller publicó en 1983 su primer álbum: Suddenly, también para Warner Bros, al que sigue una extensa discografía en la que destacan Tales, uno de los discos grabados para el sello francés Dreyfus; M2, ganador de un Premio Grammy como Mejor Álbum de Jazz Contemporáneo; y Tutu Revisited, donde rinde homenaje a Miles Davis, o Renaissance, con Gretchen Parlato y Rubén Blades, alabado por la crítica especializada.
Además de compositor de bandas sonoras, trabajos en los que ha colaborado con figuras como Spike Lee o Eddie Murphy, Miller destaca sobre todo como productor, con una amplia nómina de músicos entre los que se cuentan, además de Miles, David Sanborn, Dizzy Gillespie, Wayne Shorter, George Benson, Dave Liebman o Kenny Garret.
En los últimos años, Miller ha seguido desarrollando una intensa y polifacética carrera marcada por su faceta solidaria, que le ha reconocido la UNESCO con la mención de Artista por la Paz y como portavoz del proyecto La Ruta del Esclavo, que ayuda a difundir este mensaje a través de su música: «La historia de la esclavitud nos muestra que se puede superar, que el mundo puede mejorar y que podemos hacer algo más que simplemente sobrevivir. ¡Podemos volar!». Afrodeezia, un tributo a las melodías de sus ancestros africanos con una poderosa puesta en escena, es su más reciente proyecto, que viene a presentar al Festival de Jazz en la Costa.