La República de nuestros abuelos
El 14 de abril de 1931, hace 89 años, fue proclamada la II República. El nuevo gobierno republicano, salido de las urnas, intentó hacer la reforma agraria para llevar la justicia social a los jornaleros del campo; la reforma educativa para erradicar un analfabetismo endémico que lastraba el progreso del país; los estatutos de autonomía para resolver las tensiones con nacionalidades históricas como Catalunya, Euskadi y Andalucía; y la reforma militar para poner fin al ruido de sables en los cuarteles. Estos cambios, progresistas y democráticos, fueron los verdaderos motivos que provocaron el golpe militar de 1936, apoyado por la oligarquía terrateniente y la jerarquía católica, que se resistían a perder sus privilegios.
Sin embargo, el golpe fracasó y los militares sublevados, que habían violado su juramente de lealtad y deshonrado el uniforme, provocaron una guerra de tres años. Es necesario recordarlo para poner fin a los bulos que el franquismo levantó con el objetivo de desacreditar el periodo de la II República y justificar el golpe fascista que derribó al gobierno constitucional. Falacias que todavía perduran, 80 años después, a causa de una dictadura que manipuló la historia y una transición, basada en el olvido y la desmemoria, que ha mantenido en la ignorancia a las nuevas generaciones sobre lo que fue y significó la República de nuestros abuelos.
Los bulos franquistas
En estos años, el movimiento memorialista está desmontando los bulos del franquismo con el apoyo de historiadores como José Ángel Sánchez Asiaín, Francisco Sánchez Pérez, Ángel Viñas o José Babieno, que han contribuido a recuperar el relato democrático. Por ejemplo, los detractores la República afirman que el asesinato de Calvo Sotelo precipitó el golpe militar. Falso. Ahora sabemos que el 1 de julio, antes del atentado contra el líder de la CEDA, los golpistas ya habían firmado un contrato con la Italia fascista de Mussolini para “la compra de una espectacular cantidad de material bélico”, tal y como demuestra el investigador Ángel Viñas, al conseguir una copia de dicho contrato. Y ¿por qué hicieron esta compra masiva de armamento? Porque los fascistas sabían que el golpe iba a fracasar, como así sucedió, dando lugar a una cruenta guerra de tres años contra las milicias populares que se movilizaron para defender el orden constitucional de la República.
Otro bulo es afirmar que el movimiento obrero inició la guerra civil con el intento revolucionario de Asturias, en 1934. Sería tan absurdo como decir que la guerra comenzó en 1932, con la primera intentona golpista del general Sanjurjo, conocida como sanjurjada, que también fracasó
Otro bulo es afirmar que el movimiento obrero inició la guerra civil con el intento revolucionario de Asturias, en 1934. Sería tan absurdo como decir que la guerra comenzó en 1932, con la primera intentona golpista del general Sanjurjo, conocida como sanjurjada, que también fracasó. Ahora sabemos que la conspiración de las derechas para poner fin al orden constitucional republicano comenzó el mismo 14 de abril de 1931, cuando los golpistas se reunieron en casa del conde de Guadalhorce para derrocar ‘por todos los medios’ a la recién proclamada República. Es más, en 1932, los conspiradores ya habían conseguido 20 millones de pesetas para financiar el golpe contra la joven República, aportados por monárquicos que residían en Francia. Así lo hemos conocido por el libro La financiación de la Guerra Civil, del historiador José Ángel Sánchez Asiaín. También ha caído el bulo de que el golpe de Estado del 18 de julio puso fin al “terror rojo” o a la “primavera sangrienta de 1936”. Según el historiador José Luis Ledesma, antes de la Guerra Civil, no había una ‘violencia revolucionaria o terror rojo”‘. Tampoco había liquidación de los enemigos de clase o se asesinaba a las ‘gentes de orden’. Y en los meses anteriores al 18 de julio, el número de religiosos asesinados fue inexistente.
Asimismo, la dictadura franquista justificó la sublevación militar como respuesta a un inminente levantamiento comunista. Otra falacia, según nos dice el embajador estadounidense Claude Bowers en su libro Los mitos del 18 de julio: “Hemos escuchado con machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelión era para impedir una revolución comunista, puede sorprenderles saber que durante tres años y medio nunca oí semejante sugestión de nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe de Estado militar”. Es necesario recordar que en 1936, el PCE apenas tenía 3.000 militantes y 16 diputados en el Congreso, por tanto, no representaba ninguna amenaza. Otros acusan a la Unión Soviética de planear la invasión de España. Falso también, pues la Unión Soviética, en contacto directo con el PCE, no tenía prevista una intervención revolucionaria. De 1918 a 1939, nos dice el investigador Francisco Sánchez, no triunfó ninguna revolución obrera, ni hubo “expansión comunista” en ningún país de Europa, “pues el comunismo no pudo o no supo salir de la URSS”.
El triunfo de la democracia sobre las tentaciones fascistas
Y el mayor de todos los bulos. El franquismo difundió que el Frente Popular había ganado las elecciones de febrero de 1936 con trampas; por tanto, su gobierno era ilegítimo y se justificaba así el golpe de Estado. Esta falacia fue defendida por el historiador Stanley G. Payne y por los profesores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, de la Universidad Juan Carlos I, autores de libro: 1936 Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular. Semejante falsificación histórica fue portada en importantes medios de comunicación, protagonizó tertulias radiofónicas e incluso llegó a la televisión. Hasta la Fundación Francisco Franco pidió al Congreso de los Diputados que el PSOE, ERC, PNV, PCE, UGT y CNT fuesen declaradas organizaciones golpistas. Sin embargo, diversos historiadores han desmentido que el Frente Popular ganara aquellas elecciones mediante un pucherazo.
Ángel Luis López Villaverde, doctor en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha, descarta que “los resultados del Frente Popular fueran producto del fraude y da por sentado que obtuvo más escaños que sus oponentes”. José Luis Martín Ramos, catedrático de Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Barcelona, afirma que, “a pesar de algunas irregularidades en el escrutinio, la victoria de las fuerzas de izquierdas se mantuvo”. Y Martín Ramos, catedrático de Historia, también lo confirma: “A pesar de los pucherazos e irregularidades, el Frente Popular ganó las elecciones de 1936 con mayoría absoluta y con todas las de la ley. Fue el triunfo de la democracia sobre las alternativas autoritarias y las tentaciones fascistas”. Nuestros estudiantes deberían conocer la verdad, por eso es prioritario que la memoria republicana y democrática entre en el sistema educativo. Los jóvenes tienen que saber que la efemérides del 14 de abril simboliza el proyecto de cambio y justicia social que tanto ilusionó a sus bisabuelos. Un proyecto inacabado, que ellos deberán concluir con la III República.