Los genocidios no se celebran
Hace 525 años, Cristóbal Colón pisaba tierra del nuevo continente, en nombre de los Reyes Católicos, y comenzaba la gran pesadilla para las comunidades indígenas de América. El propio Almirante dirigió en persona la primera campaña militar y diezmó a los indígenas de la Dominicana. Más de 500 fueron enviados a España y vendidos como esclavos, donde murieron miserablemente. Los conquistadores llegaron al nuevo mundo con la cruz y la espada, el mismo método evangelizador que antes habían utilizado con musulmanes y judíos.
A Cristóbal Colón le siguieron muchos otros "conquistadores", gente sin escrúpulos y con mucha ambición, como Hernán Cortés, que asedió la capital mexicana, provocando la muerte de más de 100.000 aztecas. Y más tarde, Francisco Pizarro, conquistador del Perú, que ordenó abrir fuego contra los indígenas rebeldes y ejecutó a Atahualpa. La conquista de América es pues la historia del genocidio y saqueo que sufrieron las comunidades precolombinas. Y cuando la población indígena quedó gravemente diezmada por la explotación y las epidemias traídas del viejo continente, entonces fue sustituida por esclavos procedentes de África, un crimen contra la humanidad que se prolongó hasta el siglo XIX y en la que participaron negreros españoles. Es la gran contribución de España al esclavismo.
Sin embargo, el Ayuntamiento de Granada perece haber olvidado los abusos cometidos contra las comunidades indígenas de América Latina. Sólo así se entiende que, actualmente, Cristóbal Colón e Isabel la Católica presidan una plaza en esta ciudad, que un monumento rinda homenaje a Francisco Pizarro en Trujillo o que una escultura, dedicada a Hernán Cortés en Medellín, recuerde como un héroe a quien fue un exterminador de indios. Tan sólo la figura de fray Bartolomé de las Casas, defensor de la población indígena, es digna de admiración y respeto, pero no entendemos que un gobierno municipal democrático rinda, una vez más, homenaje a los Reyes Católicos, máximos responsables de la conquista y saqueo del Nuevo Mundo.
'Eduardo Galeano nos dice que América Latina es la región de las venas abiertas'
Eduardo Galeano nos dice que América Latina es la región de venas abiertas. Desde el Descubrimiento hasta nuestros días, la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos se acumulan en lejanos centros de poder. Entre los 280 millones de latinoamericanos, hay 50 millones de desocupados o subocupados, cerca de 100 millones de analfabetos y la mitad de los latinoamericanos vive apiñada en viviendas insalubres. Si algo hubiera que celebrar, no serían las masacres y el genocidio cultural. Por el contrario, nosotros reivindicamos los proyectos liberadores de Simón Bolívar, José Martí o Salvador Allende.
Desde Granada Abierta declaramos que los genocidios no se celebran y enviamos un mensaje de solidaridad a los pueblos hermanos de América Latina. Rechazamos el nuevo muro que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, intenta levantar contra los emigrantes mexicanos. Este muro de la vergüenza demuestra que la organización racista Ku Kux Klan ha entrado en la Casa Blanca. Celebramos el proceso de paz en Colombia, para luchar por la vía política contra la injusticia y la desigualdad. Y denunciamos el intento de desestabilizar a la revolución bolivariana de Venezuela, con una campaña de acoso y derribo dirigida por Estados Unidos.
Apostamos por convertir el 12 de octubre en una jornada de diálogo intercultural con los inmigrantes iberoamericanos que nos han devuelto la visita. Vecinos nuestros, que viven y trabajan con nosotros para dar prosperidad a Granada. Sabemos que muchos no se atreven a participar en nuestro acto solidario, ya que son clandestinos y tienen temor a ser detenidos y deportados. Consecuencia de una Ley de Extranjería que vulnera los derechos humanos y es impropia de una sociedad plural y democrática. Quinientos años después del genocidio contra las comunidades indígenas de América, ha llegado el momento de reconciliarnos y recordar el 12 de octubre de 1492 con espíritu de reencuentro y desde la igualdad y la justicia histórica.