La Fundación CajaGranada inicia con despidos una etapa de máxima incertidumbre sobre su viabilidad
Ya muy lejano, hubo un tiempo en que la Obra Social de la caja era omnipresente. Como un dios menor, no había pueblo al que no llegara, por alejado y remoto que estuviera, de Granada y Jaén. A veces, atendiendo solicitudes que a pequeños centros sociales o ayuntamientos les costaba afrontar, pero para ellos de gran utilidad, como cajas con fichas de dominó, sillas o mesas, hasta bolsas de caramelos para las cabalgatas. Más tardes los parques infantiles y deportivos. El emblema de la Obra Social se dejaba ver por todos los rincones. Pocos son los que alguna vez tuvieron en sus manos, camisetas o gorras, que bien que se lucían.
Al mismo tiempo, acercaba Cultura, con grandes exposiciones y patrocinios, excelentes colecciones literarias, publicaciones, proyecciones de cine. El colegio para sordos. Y ayudas directas a organizaciones no gubernamentales, entre sus múltiples actividades. Hasta se abrió una sala expositiva en la calle San Antón, complementaria en el centro con la de Puerta Real, la bandera de la Obra Social cultural.
Con los años se modernizó, desprendiéndose de esa ligera caspa. Para ello, un salto cualitativo y cuantitativo fue la construcción junto al Cubo del majestuoso Centro Cultural, con su flameante museo sobre la historia de Andalucía, un espléndido teatro, sus salas expositiva y sus talleres, en un edificio emblemático, construido como la sede central, por Alberto Campo Baeza.
Teatro del Centro Cultural CajaGRANADA P.V.M.
Un centro cultural, dirigido por Enrique Moratalla, -entonces, consejero de Cultura y de los más prestigioso gestores culturales-, que por su puntera oferta situaba a Granada y a su caja, en el siglo XXI, por delante de otras muchas, con una orgullosa Obra Social, que miraba sin complejos a las de La Caixa o Caja Madrid.
Pese a las expectativas despertadas sobre la continuidad de la apuesta, la sustitución de Antonio Claret por Antonio Jara en la presidencia de la caja, supuso, al final, la agonía de un modelo. Nunca entendió la Obra Social ni le prestó importancia, más que para fotos.
Bajo la sombra de la incertidumbre
Los tiempos gloriosos ya son historia. Como a la historia pasó CajaGranada. Lo que queda de ella, su Obra Social, se enfrenta a un presente plagado de incertidumbre. No le cuadran las cuentas.
El presupuesto de la Fundación, que permite la actividad de la Obra Social, provenía de la propia caja. Tras su integración en BMN, se nutría de su participación en el banco liderado por Caja Murcia, más otro montante que la entidad aportaba directamente.
Ahora, la Fundación CajaGranada, como accionista minoritario de Bankia, tras la absorción, apenas contará con una financiación en el reparto de dividendos que no alcanza el millón de euros, de los más de 340 millones que el banco madrileño repartirá el 20 de abril entre sus accionistas. Es lo que hay.
Bankia ya luce en el Cubo. P.V.M.
Esa cantidad del reparto de dividendos, que apenas deja margen para actividades, tras cubrir gastos de instalaciones y de personal, la Fundación espera incrementarla mediante acuerdo directo con Bankia.
En esa negociación con Bankia, no cerrada, están puestas las esperanzas de la Fundación para sobrevivir. Le pide al banco matriz, al menos, dos millones, que en el caso de obtenerlos, tendría que justificar y destinarlo en gran medida a las directrices que le marque la entidad
Bankia, tras desembarcar en Granada, no renuncia a impulsar en la provincia su potente Fundación, para contrarrestar el negativo efecto de la absorción. ¿Complemento o competencia?, una cuestión que debe responder Bankia. Si quiere ir de la mano con la Fundación de una caja inexistente o potenciar su marca.
Pero Bankia, tras desembarcar en Granada, no renuncia a impulsar en la provincia su potente Fundación, para contrarrestar el negativo efecto de la absorción. ¿Complemento o competencia?, una cuestión que debe responder Bankia. Si quiere ir de la mano con la Fundación de una caja inexistente o potenciar su marca.
Primeros despidos en la Fundación
Ante la complicada situación financiera, la primera medida que ha adoptado la Fundación CajaGranada, que preside José Antonio Montilla -miembro de la ejecutiva socialista- es despedir a cinco trabajadores. Un responsable del centro cultural de Puerta Real, el responsable del área audiovisual y tres administrativos, la mayoría de ellos con muchos años de servicio en la Fundación.
En estos casos, a diferencia del ERE en BMN impulsado por Bankia, se les ha aplicado la legislación laboral sin contemplaciones y algunos de ellos la comunicación a los empleados afectados la realizó el despacho de abogados contratado, lo que causó estupor.
Los despidos merman la plantilla de la Fundación para dejarla en 17 trabajadores y trabajadoras. Y esta medida puede que se repita en el futuro, si no hallan la forma de garantizar la viabilidad económica. Y ello incluye también el colegio de sordos, que históricamente y sin éxito la caja ha querido que la Junta lo asuma. Y el colegio concertado, que para el curso próximo, al menos, garantizada su continuidad.
Para ello, la Fundación busca nuevas vías de financiación para garantizar su supervivencia. No solo con el alquiler de sus imponentes instalaciones. Pero los primeros contactos informales con instituciones y administraciones han resultado fallidos.
Además de José Antonio Montilla Martos, como presidente -en la imagen superior-, el patronato de la Fundación esta integrada por la vicepresidenta, María Luisa Grande Gascón, y los vocales Ricardo Flores López, María del Mar Holgado Molina, Rocío Laino Requena, Inmaculada López Calahorro, Mª Elena Martín-Vivaldi Caballero, Antonio Millán Moya, Ángeles Orantes Zurita López, Luis Recuerda Martínez y Carmen Solera Albero.
Afinar objetivos en un escenario complicado
La Obra Social que antes repartía, ahora pide fondos. Pero, ¿para qué? ¿Para asemejarse a lo que ya hacen los mismos a los que pide financiación?
Considerada como la razón de ser de las cajas, diferenciadas claramente de los bancos, sus fundaciones tenían todo el sentido, como almas o ADN de las entidades, para devolverle a la sociedad donde estaban implantadas lo que tanto recibía de ellas. Un lema no exento de cinismo, dado que lo que recibían eran los depósitos de los clientes, que tras la desaparición en masa para pasar a bancos puros y duros se replantearon.
La Fundación CajaGranada dispone de unas magníficas instalaciones, que podían volver a ser y, potenciadas con una dirección adecuada y de amplia visión, un centro de cultura de referencia nacional, de pensamiento, de todas las artes, sin abandonar la necesaria parcela social, útil y eficaz. Trabajadores y trabajadoras preparados aún dispone para ello
La Caixa y Bankia han mantenido, modernizadas, sus obras sociales como bancos. A todos los bancos se le debería exigir, aunque, primero, la mejor medida en este ámbito sería que no desahuciaran a nadie.
Pero, realmente, ¿tiene sentido una obra social de una caja desaparecida, que forma parte de forma residual de un gran banco, que tiene su propia actuación global?
¿Qué sensibilidad distinta a la de instituciones, administraciones, ongs, promotores privados…, en los campos de su competencia ofrece a la sociedad en esta nueva etapa? ¿Debería limitarse a ayudas directas a organizaciones sin ánimo de lucro? ¿Becas? ¿Impulsar la formación pensando en el empleo? Acaso, ¿dar oportunidad a los creadores de cualquier área para darle visibilidad, cuando no encuentran forma en otros espacios de darse a conocer? ¿la investigación?
Por supuesto que cualquier iniciativa en el ámbito social, cultural es más que necesaria.
La Fundación CajaGranada dispone de unas magníficas instalaciones, que podían volver a ser y, potenciadas con una dirección adecuada y de amplia visión, un centro de cultura de referencia nacional, de pensamiento, de todas las artes, sin abandonar la necesaria parcela social, útil y eficaz. Trabajadores y trabajadoras preparados aún dispone para ello.
Es el reto al que se enfrenta, que requiere afinar los objetivos, ante la desorientación con la que afronta la compleja etapa, que ha iniciado con despidos.