¿El bicho, los Italianos y las golondrinas?

Ciudadanía - Gabriel Pozo - Lunes, 30 de Marzo de 2020
Una reflexión de Gabriel Pozo, que te sorprenderá, que hila el cierre obligado de la heladería 'Los Italianos' y la no presencia aún de las golondrinas.
Fachada de la mítica heladería de la Gran Vía,
Indegranada
Fachada de la mítica heladería de la Gran Vía,

La primavera extraoficial llegaba a Granada cuando Heladería los Italianos abría sus puertas; era al mismo tiempo en que las golondrinas volvían a mi balcón sus nidos a colgar. Así ha sido sin fallo durante el último medio siglo.

Los Italianos retiraban su vieja castañera entre el  9 y 14 de marzo, como un reloj; las golondrinas venían a llamar, jugando, con sus alas en mis cristales (siempre, siempre, siempre) antes del 19 de San José.

Los Italianos abrieron este año el 12 de marzo y el maldito bicho les cerró las cristaleras al día siguiente. Cuando escribo esto –en la tarde del 29 de marzo– compruebo que los nidos de golondrinas de mis aleros continúan deshabitados. No es que hayan abandonado mi casa albayzinera y se hayan mudado a la del vecino. Es que no veo ni una golondrina sobrevolando el casquete límpido de la ciudad. Me dicen que los pueblos ocurre lo mismo. El cielo de Granada está más claro y más triste que nunca. Reina un silencio, casi absoluto, donde su gorjeo resaltaría como en las silenciosas cortijadas estivales.

Pero como no soy  griego antiguo ni vivo en la edad media, sino hombre del siglo XXI, me pregunto si tiene algo que ver este invierno primaveral que hemos atravesado, o esta primavera invernal que nos anuncian. O es que mayo va a marcear porque hemos vuelto loco al clima

Hasta principios de los años 60, la fecha media de llegada de las golondrinas a Granada estaba fijada el 30 de marzo. Los estudios de los ornitólogos han constatado que el cambio climático ha ido adelantando cada año su llegada. La fecha media de su presencia en estas tierras estaba  fijada para el 16 de marzo desde hace medio siglo. Pero han pasado ya dos semanas y no se las ve llegar… ni venir a lo lejos.

Si yo viviera en la edad media, o incluso fuese morisco de principios del XVI, tan aficionados y temerosos a jofores, predicciones, sortilegios y adivinanzas, tendría que concluir que el augurio de una Granada sin golondrinas no es bueno. Nada bueno. Y si me remonto más atrás, a la Grecia clásica, correría a preguntar al Oráculo de Delfos; a ver qué nos depara el futuro más inmediato, sin falciformes alegrando nuestro despertar desde sus alambres.

Pero como no soy  griego antiguo ni vivo en la edad media, sino hombre del siglo XXI, me pregunto si tiene algo que ver este invierno primaveral que hemos atravesado, o esta primavera invernal que nos anuncian. O es que mayo va a marcear porque hemos vuelto loco al clima.

A lo mejor no vienen porque nos observan enjaulados dando vueltas infinitas en patios interiores, como los tigres famélicos de los circos de zíngaros de mi infancia; o como los topos emparedados durante la guerra civil y principios del franquismo.

Es innegable que el bicho de supuesto origen chino ha sellado la Heladería los Italianos ¡por vez primera desde su fundación en 1939! Cosa nunca vista.

Quedo en espera y ardo en deseos de ver muy pronto a mis oscuras golondrinas

“aquellas que el vuelo refrenaban/

tu hermosura y mi dicha contemplar/

aquellas que aprendieron nuestros nombres…/

esas… ¡ volverán/

Con mi deseo de que todos, y todas, pronto podamos seguir viéndolas en los aleros de nuestros tejados.

(Repito, no soy supersticioso: No quiero ni imaginar que su ausencia tenga algo que ver con la pandemia del maldito bicho que nos acojona en nuestras celdas domiciliarias).