'Mitski se pasa al country con buenos resultados'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 27 de Septiembre de 2023
Mitski – 'The Land Is Inhospitable and So Are We'.
Portada de The Land Is Inhospitable and So Are We, de Mitski.
Indegranada
Portada de The Land Is Inhospitable and So Are We, de Mitski.

La semana pasada ya hablé de alguien que había recuperado la buena forma perdida al reseñar el nuevo disco de James Blake, y esta semana seguimos con buenas noticias. La artista estadounidense de origen japonés Mitski empezó a hacerse un nombre con discos de indie rock lo-fi con querencias punk como Bury Me at Makeout Creek (2014) o Puberty 2 (2016) gracias a sus exquisitas letras, apasionadas interpretaciones vocales y peculiares composiciones. Pero ni ella misma se esperaba el salto cualitativo en cuanto a impacto mediático que supuso Be the Cowboy (2018). Aquel álbum planteó sonoridades más pulidas y más pop, aunque con mucha diversidad interna, y este nuevo sonido le valió para ampliar exponencialmente su público y ser coronado como el mejor disco del año por la prensa musical anglosajona. Sin embargo, cuatro largos años después Laurel Hell (2022) nos presentó a una Mitski bastante perdida, tanto a nivel musical como personal. Los pastiches sonoros con que intentó envolver una colección de canciones faltas de desarrollo delataban una desorientación que las letras, siempre interesantes, no hacían más que corroborar: la fama había cogido a Mitski con el pie cambiado.

La producción toma elementos del country, el indie folk y el chamber pop para dar con un hilo conductor sonoro para el álbum, un tono más bien sombrío y melancólico aunque animado por una paradójica esperanza

Año y medio después, parece que la cantante está algo más ubicada. Al menos musicalmente: lo primero que llama la atención de su nuevo disco, el espectacularmente titulado The Land Is Inhospitable and So Are We, es que es mucho más coherente estéticamente que su predecesor. La producción toma elementos del country, el indie folk y el chamber pop para dar con un hilo conductor sonoro para el álbum, un tono más bien sombrío y melancólico aunque animado por una paradójica esperanza. Pero no solo estamos ante un disco más coherente que Laurel Hell, sino sobre todo ante uno mucho mejor, en gran medida debido a que las canciones parecen mucho más maduras. Salvo por alguna excepción, como “Buffalo Replaced”, todos los temas se sienten completos, incluso los que son muy breves, como “When Memories Snow”: sus menos de dos minutos transcurren en un constante crescendo instrumental mientras Mitski compara el peso de sus recuerdos a una copiosa nevada, tan peligrosa cuando cae como cuando se derrite.

Esta canción, con sus reminiscencias al Scott Walker de finales de los sesenta, es un buen ejemplo de cómo el disco incorpora una orquesta y un coro de diecisiete personas con muy buen gusto: no hay nada de sentimentalismo facilón, sino que se usan estos arreglos de forma selectiva para complementar ciertas canciones con un gran rango de emociones

Esta canción, con sus reminiscencias al Scott Walker de finales de los sesenta, es un buen ejemplo de cómo el disco incorpora una orquesta y un coro de diecisiete personas con muy buen gusto: no hay nada de sentimentalismo facilón, sino que se usan estos arreglos de forma selectiva para complementar ciertas canciones con un gran rango de emociones. Así, la sorprendente entrada del coro en el estribillo de “Bug Like an Angel”, el primer corte del álbum, pone los vellos de punta en gran parte por la simplicidad de la melodía y el contraste con la suavidad de la música. Dicho sea de paso: esta es una de las mejores canciones de la carrera de Mitski, una brutal reflexión sobre el alcoholismo cuajada de imágenes de una sórdida belleza (“Did you go and make promises you can't keep?/Well, when you break them, they break you right back”). Y es que si algo es una constante en el trabajo de la estadounidense es su talento lírico. Por destacar otro buen ejemplo, en “The Frost” juega con la ambigüedad al hablar de un futuro en el que su soledad sea completa: ¿será porque es la única superviviente del fin del mundo, o porque ha expulsado de su vida incluso a su mejor amigx, de modo que ni siquiera tiene nadie a quien contarle que ha perdido a su mejor amigx?

Muchas de las canciones de la sección media del tracklist exploran estas mismas sonoridades

Por otra parte, este tema también es una buena muestra del juicioso uso de las cuerdas, que entonan la melodía central junto a un laúd y una steel guitar que introducen ese elegante toque country del que antes hablaba. Muchas de las canciones de la sección media del tracklist exploran estas mismas sonoridades. “My Love Mine All Mine” quizás sea la mejor y más redonda de ellas: esta breve pieza de orfebrería compositiva recuerda a los cantautores clásicos de Nashville, con una progresión perfecta en la que cada detalle instrumental está cuidadísimo. En cambio, “I Don't Like My Mind” busca la misma estética pero tiene un sonido algo apelmazado, sin espacio para que los instrumentos respiren, de modo que la voz de Mitski también queda ahogada. Así, se pierde su desoladora letra sobre el terror que tiene a quedarse sola en una habitación y empezar a dar vueltas a sus errores pasados. Tampoco “Heaven”, que va en la misma línea, termina de funcionar, pero esta vez se debe más bien a que la melodía vocal de Mitski se queda algo floja para ser un single.

 Por fortuna, inmediatamente después llega la canción más optimista del disco, la última: “I Love Me After You”

Tampoco termino de verle el punto a ese otro single tan diferente del resto del disco, “Star”. De nuevo tenemos una melodía falta de gancho, pero aquí además los solemnes arreglos con órgano, cuerdas y sintes resultan un poco obvios, de modo que la canción es bastante olvidable se mire por donde se mire. Más éxito tiene con su acercamiento al folk minimalista en “I'm Your Man”, donde solo la guitarra acústica y la percusión acompañan la brutal letra en la que Mitski se expone sin ninguna piedad para consigo misma (“One day you'll figure me out/I'll meet judgment by the hounds”), hasta que el coro y unos sonidos ambientales de insectos y animales sustituyen la voz de la cantante para guiar la canción a su oscuro final. Por fortuna, inmediatamente después llega la canción más optimista del disco, la última: “I Love Me After You”. Pese al tono lúgubre con el que empieza, todo acordes de piano imponentes y una guitarra lenta y tensa, el tema acaba abriéndose hacia un pasaje distorsionado y extrañamente eufórico, mientras Mitski habla de cómo salir de una relación amorosa le ha permitido liberarse de sus miedos y obsesiones.

Este séptimo álbum de Mitski es una excelente manera de volver por el buen camino

En fin, aunque sigue habiendo momentos que no terminan de cuadrarme (como me ocurre, por otro lado, con todos sus discos), este séptimo álbum de Mitski es una excelente manera de volver por el buen camino. Como he ido indicando, no es una obra redonda, pero sí un trabajo coherente y de altísima calidad que contiene unas cuantas perlas. Al final, y esto es lo más importante, que una compositora y cantante de tanto talento vuelva a tener buenas sensaciones es una gran noticia. Y quién sabe: quizás a la próxima consiga dar en el clavo y dejarnos un LP intachable.

Puntuación: 7.5/10

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com