'Lizzo ha perdido lo que la hacía especial'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 31 de Agosto de 2022
Lizzo – 'Special'
Portada de 'Special', de Lizzo.
Indegranada
Portada de 'Special', de Lizzo.

El jueves pasado, mientras veía la actuación de Derby Motoreta's Burrito Kachimba en el Canela Party (grandioso y divertidísimo festival, por cierto, a pesar de lo que estoy a punto de decir), me preguntaba horrorizado cómo pudo gustarme ese grupo alguna vez. Lo irónico del asunto es que había sido al verlos en otro concierto, el que dieron en el Primavera Sound de 2019, cuando me había aficionado. En aquel momento la energía, el desenfado y el humor de su directo me conquistaron. Posteriormente escuché su debut homónimo y me pareció que su producción algo amateur y su estética hortera eran precisamente lo que le daba su encanto, y hasta me alegré cuando ganaron el Premio Ruido. Sin embargo, con el lanzamiento de su segundo disco el año pasado, todo el cariño y la emoción se evaporaron: me pareció tan malo que toda mi experiencia anterior con el grupo me resulta irreal, y solo queda ese mal sabor de boca. Ahora, en las dos ocasiones en que los he visto en vivo, su propuesta me ha parecido torpe, grandilocuente y cutre al mismo tiempo, y su sonido huero.

El sonido en esta ocasión bebe más del funk y el disco, pero no es ese el problema: más bien es que los mismos mensajes motivacionales y el mismo entusiasmo expansivo de hace tres años ahora me parecen vacíos

Me temo que algo parecido me está pasando con Lizzo. El concierto de la cantante de Houston en ese mismo Primavera fue genial: con su humor y descaro se ganó a todo el público, y nos hizo bailar como locos. Cuando escuché Cuz I Love You (2019), aunque estuviera lejos de ser una obra maestra, me convenció gracias a ese carisma desbordante que la ha hecho triunfar. El R&B-pop con toques de hip-hop del disco no era nada nuevo, pero estaba ejecutado con suficiente personalidad y suficientes buenos estribillos para ignorar los defectos. Tres años después, en cambio, la sensación al escuchar su nuevo álbum, Special, ha sido bastante más amarga. El sonido en esta ocasión bebe más del funk y el disco, pero no es ese el problema: más bien es que los mismos mensajes motivacionales y el mismo entusiasmo expansivo de hace tres años ahora me parecen vacíos, desprovistos de personalidad o gracia, pura mercadotecnia.

Aunque es verdad que hay un cambio: si en Cuz I Love You Lizzo parecía invulnerable, ahora habla de la necesidad del autocuidado y de sentirse rechazada. Pero la continuidad de la marca Lizzo está asegurada: la chulería, la sororidad, el optimismo y las ganas de darlo todo bailando siguen presentes en estas letras, solo que expresadas de forma más torpe y, sobre todo, acompañadas de peores canciones. Los casos más ofensivos son los de “Grrrls” y “I Love You Bitch”: canciones planas con mensajes obvios que parecen sacados de unos azucarillos. Sería difícil encontrar temas pop más genéricos en 2022. Otros cortes resultan menos irritantes, pero tampoco ofrecen gran cosa: “Special” tiene un instrumental más orgánico y agradable, pero no evoluciona demasiado bien y su letra, amén de estar trufada de clichés, adopta una pose victimista que no encaja demasiado con la identidad artística que la texana se ha construido. “Naked” y “If You Love Me” dejan de lado la matraca motivacional, pero ambas tienen unos arreglos de viento romos y mal mezclados, amén de otras elecciones de producción de dudoso gusto.

Esto no significa que no haya nada salvable. Tres canciones destacan con claridad

Esto no significa que no haya nada salvable. Tres canciones destacan con claridad: el primer single, “About Damn Time”, es un hit disco cuyo éxito (ha sido número 1 en EE.UU.) se debe tanto al excelente groove como a la buena labor vocal de Lizzo. “Break Up Twice” seguramente es la mejor composición del álbum, con una progresión perfecta que desemboca en un estribillo exquisito coronado por unos fantásticos vientos. Por último, “Birthday Girl” consigue que renazca ese optimismo genuino y contagioso, combinando una base trap discreta y unos cálidos arreglos de R&B con aromas jazz. También está “Everybody's Gay”, cuyo disco-funk de sintes densos funciona francamente bien, aunque tenga algún pasaje más olvidable. Al mismo tiempo, también es en esta canción donde las insinuaciones de bisexualidad de Lizzo son más claras, y esto resulta algo molesto. No porque piense que es mentira que siente atracción por mujeres, sino porque esa sensación de artificialidad y uso instrumental de ciertos mensajes de moda hace que sus declaraciones al respecto parezcan algo interesadas (de forma más grosera que en el caso de su paisana Beyoncé, pese a su declarada heterosexualidad).

Pero aunque haya momentos que destacan para bien, es imposible no sentir que en conjunto estamos ante un trabajo menor, un producto poco cuidado en varios aspectos y demasiado pensado y procesado en otros. Lo peor es la impresión de que la frescura y la gracia de lo que hacía Lizzo se han evaporado. Me pregunto si, en caso de volver a verla en directo, tendría la misma decepción que con los Derby. ¿Volvería a dejarme llevar por el carisma y el buen rollo, o me sentiría estafado, como si ese buen rollo fuera una simple estrategia de márketing? Es poco probable que llegue a verla, y por tanto no puedo saberlo. Lo que sí tengo claro es que no voy a revisitar este Special.

Puntuación: 5.8/10

Pincha aquí para escuchar el disco

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com