Inagra en Navidad

‘Jóvenes, viejos, reyes, profetas: las culturas del hip hop en transición’

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 11 de Diciembre de 2024
Portada de 'Alligator Bites Never Heal', de Doechii.
Discos Marcapasos.
Portada de 'Alligator Bites Never Heal', de Doechii.

Hace apenas tres meses de mi último repaso al estado de la nación hip hop, pero ha dado tiempo de sobra a que pasasen bastantes cosas importantes y, en general, sorprendentes. Han sucedido, además a varios niveles, de modo que casi parecen comentarios a cada una de las reflexiones y preguntas que me hacía hacia el final de aquel artículo. Me planteaba allí qué sería del género en el futuro, una vez que la polvareda levantada por el beef del siglo entre Kendrick y Drake se disipase del todo. ¿Seguiría siendo el estilo dominante en la cultura musical estadounidense? ¿Se convertiría en algo de nicho? ¿Encontraría formas de renovarse? De fondo, una de las preguntas era qué voces estaban autorizadas para comentar sobre estas cuestiones. Y lo que han demostrado estos meses es que el golpe sobre la mesa de Kendrick ha tenido efectos sensibles y probablemente irreversibles.

En el mismo momento en que escribía aquellas palabras y me cuestionaba si habría voces jóvenes capaces de renovar el género en el futuro, resulta que Doechii estaba sacando uno de los proyectos más interesantes y que más ruido han hecho este año por parte de MCs jóvenes

Por ejemplo, en el mismo momento en que escribía aquellas palabras y me cuestionaba si habría voces jóvenes capaces de renovar el género en el futuro, resulta que Doechii estaba sacando uno de los proyectos más interesantes y que más ruido han hecho este año por parte de MCs jóvenes. Alligator Bites Never Heal, la última mixtape de la rapera de Florida, fue lanzada el 30 de agosto por Top Dawg Entertainment, el antiguo sello de Kendrick; y el de Compton le dio públicamente su bendición a través de las redes sociales, algo poco habitual viniendo de alguien que apenas usa ese medio para comunicarse con el mundo. No es de extrañar este apoyo: Doechii representa buena parte de lo que Lamar valora en el hip hop, y no son pocos quienes la han comparado con él. Es versátil, tan capaz de rapear de forma agresiva sobre bases amenazantes y adictivas como de adoptar registros más melódicos, incluso con un lado espiritual. Y también se le da bien darle un aspecto conceptual a su música usando su voz de forma teatral, interpretando distintos personajes y haciendo viajes introspectivos, sin dejar de lado el sentido del humor.

Portada de 'The Thief Next to Jesus', de Ka.

No estoy convencido de que los chavales que escuchan obsesivamente a Playboi Carti y los artistas de su sello Opium vayan a tener mucho interés en su propuesta

Dicho lo cual, está claro que este disco no termina de ser un producto redondo, una muestra definitiva de lo que Doechii es capaz; no en vano ella misma lo ha considerado una mixtape. Las expectativas de cara a un debut de estudio, eso sí, están por las nubes, como demuestra la viralidad instantánea de su reciente Tiny Desk. Aun así, Doechii solo representa a un sector muy concreto de la comunidad hip hop. No estoy convencido de que los chavales que escuchan obsesivamente a Playboi Carti y los artistas de su sello Opium vayan a tener mucho interés en su propuesta. Como sin duda tampoco habrán prestado demasiada atención (si es que siquiera se han enterado) a la muerte, este último octubre, del legendario rapero del underground neoyorquino Ka. Comentaba en mi anterior artículo que el de Brownsville había lanzado un LP que, como había sucedido con los últimos, al principio solo estaba disponible para su compra física. The Thief Next to Jesus ha resultado ser su último trabajo, y el impacto del mismo se ha visto intensificado por su fallecimiento, que ha devastado a ese sector del hip hop que lo veía como un héroe.

En este álbum, sobre bases a menudo sin percusión que insertan samples de música gospel, Ka repasa la compleja y oscura historia del cristianismo en relación con la población afroestadounidense, y lo hace con la misma serena intensidad en sus flows y la misma maestría lírica que siempre lo caracterizó

Ahora que se puede escuchar en streaming, los elogios se han demostrado merecidos. En este álbum, sobre bases a menudo sin percusión que insertan samples de música gospel, Ka repasa la compleja y oscura historia del cristianismo en relación con la población afroestadounidense, y lo hace con la misma serena intensidad en sus flows y la misma maestría lírica que siempre lo caracterizó. Mientras desgrana la complicidad de la iglesia con la esclavitud y la segregación (“Tested Testimony”, “Cross You Bear”), no se corta en reclamar que, en lugar de poner la otra mejilla, su gente debería responder defendiéndose (“Many disciples beating they bibles/Jesus, we need leaders with rifles”, en “Hymn and I”). La profundidad emocional de canciones como “Lord Have Mercy” es incuestionable; al escucharlas después de su fallecimiento, el escalofrío de versos como “Hope it's borrowed time when my time come” (“Borrowed Time”) o “When I part, they grieve, pray the mark I leave is beautiful” (“Beautiful”) es aún mayor. Al mismo tiempo, ya desde la primera canción, “Bread, Wine, Body, Blood”, Ka marca distancia con los raperos más jóvenes: critica la superficialidad y falta de ética de quienes solo rapean sobre dinero, drogas, sexo o violencia, señalando de manera bastante directa a las estrellas del trap, a las raperas que hablan abiertamente de su sexualidad y a los chavales de la escena drill. Esto no hace sino reforzar la separación entre todas estas distintas partes de una cultura hip hop que tal vez sea ya demasiado amplia como para mantenerse unida.



Portada de 'CHROMAKOPIA', de Tyler, The Creator.

Quizás solo haya dos artistas en este momento que sean capaces de ejercer de puente entre todas (o casi todas) estas subculturas del género. Los dos son californianos, y los dos han sacado álbum por sorpresa en este otoño

Quizás solo haya dos artistas en este momento que sean capaces de ejercer de puente entre todas (o casi todas) estas subculturas del género. Los dos son californianos, y los dos han sacado álbum por sorpresa en este otoño. Primero vino Tyler, The Creator. Tras lanzar tres álbumes excelentes y muy diferentes entre sí, y gracias también al éxito continuado de su festival y su marca de ropa, Tyler está en una posición envidiable: se ha convertido en uno de los artistas más exitosos y, al mismo tiempo, respetados del mundo, y tiene tanto el pedigrí hip hop de los MCs más grandes de la historia como una visibilidad pop comparable a la de Jay-Z o Kanye West en sus momentos de mayor gloria. Así pues, cuando anunció con apenas diez días de antelación su nuevo trabajo, el mundo de la música en pleno contuvo la respiración. Además, su decisión de lanzar el disco un lunes, contraviniendo las convenciones de la industria para favorecer una escucha más activa y atenta, mostraba la determinación propia de quien sabe que está en una posición de poder y liderazgo y tiene la voluntad de usarlo.

Como cabía esperar con estos antecedentes, CHROMAKOPIA, que es como se llama este octavo álbum de estudio de Tyler, es otra obra compleja y madura, que muestra a un artista en el cénit de su carrera

Como cabía esperar con estos antecedentes, CHROMAKOPIA, que es como se llama este octavo álbum de estudio de Tyler, es otra obra compleja y madura, que muestra a un artista en el cénit de su carrera, desplegando todas sus habilidades. Algo que, no obstante, tiene un punto paradójico cuando entramos en el aspecto conceptual del disco. Si en CALL ME IF YOU GET LOST (2021) nos encontramos a un Tyler ebrio de éxito, CHROMAKOPIA nos lo muestra más vulnerable y con más dudas que nunca. En su espectacular canción inicial, “St. Chroma”, Tyler rapea entre susurros y rodeado de sonidos marciales acerca de las dos energías que lo han traído hasta aquí: la “luz” de su creatividad artística y el “fuego” de la ambición, del deseo de triunfar. En este punto, sin embargo, parece que su carrera tiene demasiados aspectos negativos, que le están pesando y están haciendo que se plantee abandonar. Después de que “Rah Tah Tah” amague con volver al power trip como respuesta a estos problemas, el resto del álbum va desgranando estos conflictos y dudas que asolan a Tyler, simbolizados por la máscara que lleva en la portada y los vídeos promocionales.

A nivel narrativo y lírico, pues, estamos ante un álbum fascinante, capaz de reflejar con mayor profundidad que nunca estas tensiones que vive Tyler; siendo quizás el mejor ejemplo “Hey Jane”, donde aborda la reacción a un embarazo no deseado tanto desde su perspectiva como desde la de la mujer

La paranoia y el miedo causados por la fama en “Noid”, el rechazo a la monogamia y la paternidad contrastado con el miedo a estarse perdiendo algo importante en “Darling, I” y “Tomorrow”, sus problemas con su identidad como afroamericano simbolizados a través de su pelo en “I Killed You”, su no-relación con su padre y el espectro que este ha dejado en su vida en “Like Him”, la hipocresía y la falta de confianza en sí mismo en “Take Your Mask Off”... A nivel narrativo y lírico, pues, estamos ante un álbum fascinante, capaz de reflejar con mayor profundidad que nunca estas tensiones que vive Tyler; siendo quizás el mejor ejemplo “Hey Jane”, donde aborda la reacción a un embarazo no deseado tanto desde su perspectiva como desde la de la mujer. Esta madurez habría sido impensable hace unos años en este artista. No obstante, la sensación que deja el disco es que las canciones en sí mismas, en tanto que composiciones, son un poco menos redondas, que la producción tiene un punto menos de brillantez, que los ganchos son algo menos pegadizos. Con dos excepciones claras: “Sticky” sí es la explosión de color y fuerza que prometía el título del álbum, con Tyler y sus colaboradores Glorilla, Sexyy Red y Lil Wayne dando el máximo; y “Balloon”, la divertidísima colaboración con Doechii, ha servido para terminar de situar a esta MC en la conciencia mainstream como la próxima gran estrella.

El propio Tyler se atrevió a decir que nadie del mundo del hip hop en Los Ángeles puede toserle... salvo Kendrick (“The biggest out the city after Kenny, that's a fact now”, en “Rah Tah Tah”)

En cualquier caso, CHROMAKOPIA ha funcionado a las mil maravillas a nivel comercial a pesar de su lanzamiento heterodoxo y dominó la conversación en el hip hop durante su primer mes en la calle, planteando el debate de si es posible hacer una lista de los tres raperos más importantes del mundo (el famoso “big three” que generó todo el beef entre Drake y Kendrick) sin incluir a Tyler. El propio Tyler se atrevió a decir que nadie del mundo del hip hop en Los Ángeles puede toserle... salvo Kendrick (“The biggest out the city after Kenny, that's a fact now”, en “Rah Tah Tah”). Y ese fantasma que llevaba planeando sobre el género a lo largo de todo el año acabó tomando forma el 22 de noviembre, cuando K Dot lanzó sin anuncio previo GNX, su sexto álbum de estudio, generando el mismo tipo de histeria colectiva que habían provocado sus diss tracks contra Drake y rompiendo una vez más récords de streaming para el hip hop.



Portada de 'GNX', de Kendrick Lamar.

De inmediato se hizo evidente que este disco no iba a ser el tipo de obra conceptualmente intrincada a la que el de Compton nos tiene acostumbrados

De inmediato se hizo evidente que este disco no iba a ser el tipo de obra conceptualmente intrincada a la que el de Compton nos tiene acostumbrados. GNX contiene, sobre todo, hits bailables y que reivindican el sonido de la costa oeste, en la estela marcada por “Not Like Us”, la canción con la que derrotó definitivamente a Drake y el single más exitoso de su carrera. En algunos casos, de manera muy evidente: “squabble up” replica la estructura de llamada y respuesta del outro de aquel tema, mientras que “tv off” prácticamente es un remix creado por el mismo productor, Mustard (cuyo nombre grita Kendrick en el momento más icónico y memeable del disco). Está claro que, con este álbum, el objetivo no era tanto hacer un sesudo análisis psicológico o sociológico, sino consagrar de manera incuestionable el ascenso de su autor al trono de rapero más importante del mundo, acabando con cualquier debate basado en las mayores ventas de su némesis. Así, “wacced out murals” pasa revista a los odios y envidias despertados por su éxito, señalando directamente a gente como Lil Wayne o Snoop Dogg; mientras que en “man at the garden” no se corta en afirmar que merece todo lo bueno que le pase, y que a ver qué hemos hecho nosotros para merecerlo a él, “el mejor de todos los tiempos”.

Pese a todo, hay espacio para cortes más conceptuales, como el brillante “reincarnated”, donde vuelve a encarnar a varios personajes: primero sus vidas pasadas, después un diálogo entre él mismo y Dios en el que hace examen de conciencia sobre sus propias intenciones en esta guerra santa que ha emprendido por la pureza del hip hop

Pese a todo, hay espacio para cortes más conceptuales, como el brillante “reincarnated”, donde vuelve a encarnar a varios personajes: primero sus vidas pasadas, después un diálogo entre él mismo y Dios en el que hace examen de conciencia sobre sus propias intenciones en esta guerra santa que ha emprendido por la pureza del hip hop. Todo ello sobre un remix de Tupac, recuperando a esa referencia capital en su carrera y lanzando ya de paso otro dardo a Drake. Y también es fantástica la sexta entrega de su serie de canciones “the heart”, donde habla de su marcha de Top Dawg y rememora los viejos tiempos en el sello sobre una deliciosa base de G-funk. Menos efectiva es “gloria”, la última canción, donde usa un tropo algo trillado: el de hablar de su relación con el rap a través de la metáfora de su “enamorada”, que resulta ser su pluma. Ni siquiera la maravillosa voz de SZA puede elevar este cliché; si bien el precioso dueto entre ella y Kendrick en “luther” es otro de los momentos memorables del álbum.

Pero en último término, lo que rebaja la calidad de GNX por debajo del nivel habitual en K Dot es que una cuarta parte de sus canciones pretenden ser hits, pero tienen bases mediocres y flows poco inspirados

Pero en último término, lo que rebaja la calidad de GNX por debajo del nivel habitual en K Dot es que una cuarta parte de sus canciones pretenden ser hits, pero tienen bases mediocres y flows poco inspirados. “hey now”, “peekaboo” y “gnx” me suenan francamente mal, y aunque entiendo que la aparición en ellas de estrofas de raperos poco conocidos de su ciudad tiene la intención de darles visibilidad y consolidar con ello su nuevo rol como padrino del West Coast hip hop, el único que me parece que está a la altura es Hitta J3. No obstante, aunque para mí esté claramente un par de escalones por debajo incluso de DAMN., su disco más comercial hasta la fecha, este LP cumple las funciones para las que su autor lo diseñó: el baño de masas está siendo impresionante, marcando el inicio de una nueva etapa en su carrera y abriendo paso a su actuación en el descanso de la Super Bowl del año que viene.

No solo eso: creo que la consecuencia más importante de este 2024 que se ha marcado Kendrick, y que el éxito de GNX viene a confirmar, es que el hip hop se ha reestructurado

No solo eso: creo que la consecuencia más importante de este 2024 que se ha marcado Kendrick, y que el éxito de GNX viene a confirmar, es que el hip hop se ha reestructurado. El de Compton ha marcado una frontera, ha delimitado las formas aceptables para el hip hop de ahora en adelante, y ha conseguido que ese entramado de público, críticos, periodistas, figuras de la industria y comentaristas culturales que él ha venido llamando the culture responda cerrando filas. Pero eso no significa, en mi opinión, que vayan a desaparecer esas otras formas de hip hop que también existen. La carrera de Drake se ha visto afectada de manera decisiva, pero ni mucho menos está acabada. Nunca volverá a tener el respeto que tenía por parte de los fans acérrimos del género, ni de otros MCs; nunca volverá a ser considerado un igual a gente como Kendrick o J. Cole, ni podrá compararse su impacto con el de Jay-Z o Nas; pero volverá a sacar discos que llegarán al número 1. Kendrick solo nos ha recordado que al hip hop lo define algo más que la pulsión comercial: es un género que quiere dominar sin olvidar sus raíces en la cultura afroestadounidense, como voz de los desposeídos. Si alguien se olvida por completo de esto último, arguye, entonces no es auténtico hip hop.

La pregunta que me surge es si, a largo plazo, la consecuencia de todo esto será que la división en guetos de oyentes del hip hop se verá reforzada, pasando a tener varias versiones del género irreconciliables entre sí; o si directamente habrá algunas ramas del género que se emancipen y se conviertan en otra cosa

No obstante, ese es un equilibrio muy delicado y difícil de mantener; más en un momento en que la industria tiene más poder que nunca. La pregunta que me surge es si, a largo plazo, la consecuencia de todo esto será que la división en guetos de oyentes del hip hop se verá reforzada, pasando a tener varias versiones del género irreconciliables entre sí; o si directamente habrá algunas ramas del género que se emancipen y se conviertan en otra cosa, algo que no sea considerado parte del árbol común. No creo que esto pueda decidirlo Kendrick, ni nadie en particular, y desde luego los intereses comerciales tendrán mucho más peso de lo que a él le gustaría. Lo que está claro es que nadie en la historia del hip hop había tenido nunca tanto poder para influir en ese proceso. El 9 de febrero, en la Super Bowl, tendremos ocasión de saber más sobre la visión de K Dot para el futuro. Mientras tanto, seguiremos gritando “Mustaaaaaaaard!” a pleno pulmón.

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com