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'Big Thief pierden el paso'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 24 de Septiembre de 2025
Big Thief – 'Double Infinity'
Portada de ‘Double Infinity’, de Big Thief.
Discos Marcapasos.
Portada de ‘Double Infinity’, de Big Thief.

Si juzgamos solo por el material editado en el tiempo que llevo publicando este blog, es decir, en el último lustro, creo que pocas personas en el mundo podrían toserle a Adrianne Lenker como compositora. Si su álbum en solitario songs (2020) ya dejó auténticas joyas, lo que vino después fue histórico. Dragon New Warm Mountain I Believe In You (2022), el monumental quinto álbum de su banda Big Thief, fue el momento en que la banda afincada en Nueva York conquistó definitivamente al público indie y alternativo, y se confirma cada vez más con el paso del tiempo como uno de los discos esenciales de esta década. Por su parte, Bright Future (2024), de nuevo en solitario, sirvió para confirmar que el inmenso talento de Lenker trasciende al grupo que lidera y puede brillar en el formato más sencillo y desnudo. Ambos discos son verdaderas clases magistrales compositivas, un derroche de buenas canciones que beben de toda la tradición musical estadounidense para contar historias con elegancia y emocionar hasta el tuétano.

'Double Infinity', lanzado el pasado 5 de septiembre, es un disco extraño, dividido en dos mitades: una no deja de ser interesante, aunque sea claramente inferior a sus últimos trabajos; la otra, en cambio, es sencillamente mediocre, el producto de una banda ensimismada y algo desorientada

Así pues, la expectación ante la vuelta de Big Thief era enorme. Sin embargo, la marcha el año pasado de Max Oleartchik, bajista del grupo desde su fundación, por “razones interpersonales”, inevitablemente generaba ciertas dudas. Su concierto en el Canela Party del año pasado me dejó convencido de su capacidad para hacer magia, pero también con la sensación de que no estaban del todo afinados, aunque en ese momento lo atribuí a que era el último concierto de una gira algo rara por la marcha de Oleartchik. Con todo, las señales de alarma siguieron acumulándose al conocer los singles del nuevo LP, y ahora que lo he escuchado completo y con atención, me muevo entre la decepción, la preocupación y cierta confusión. Double Infinity, lanzado el pasado 5 de septiembre, es un disco extraño, dividido en dos mitades: una no deja de ser interesante, aunque sea claramente inferior a sus últimos trabajos; la otra, en cambio, es sencillamente mediocre, el producto de una banda ensimismada y algo desorientada.

No por casualidad, temas como “Words” o “Los Angeles”, con una sección rítmica algo más robusta e interpretaciones más vigorosas, me desperezan un poco y me permiten engancharme algo más al álbum

El tono general del álbum lo marcan singles como “Incomprehensible” o “All Night All Day”, que optan por un sonido etéreo hasta lo inasible. La omnipresencia de las campanas tubulares, las guitarras flotantes y las baterías suaves resulta en un sonido de querencias New Age que me parece algo anémico, carente de la fuerza de sus mejores canciones. Este estilo me recuerda al de la versión de estudio de la canción que daba nombre al anterior álbum, que era una de las menos interesantes de aquel larguísimo tracklist. Y puntualizo lo de “versión de estudio” porque precisamente uno de los momentos más poderosos de su concierto en el Canela fue la interpretación electrificada y rabiosa de esta canción. Con la perspectiva que da el tiempo, me doy cuenta de que ahí está la cuestión. Las tendencias más hippies del grupo, que tanto me escaman, se ven compensadas cuando suenan más rústicos o más salvajes, cuando se asoman al folk o al rock. No por casualidad, temas como “Words” o “Los Angeles”, con una sección rítmica algo más robusta e interpretaciones más vigorosas, me desperezan un poco y me permiten engancharme algo más al álbum.

Más grave me parece esa segunda parte tan carente de ideas que inaugura la aburridísima “No Fear”, siete minutos de repetición de las mismas frases y melodías de la manera más plana imaginable

Pero si este fuera el único problema, no habría sido para tanto. Más grave me parece esa segunda parte tan carente de ideas que inaugura la aburridísima “No Fear”, siete minutos de repetición de las mismas frases y melodías de la manera más plana imaginable. Después llega “Grandmother”, que condensa muchos de los defectos del álbum. Primero está el sonido, que también aquí intenta ser ligero y resulta vacuo. Después hay que hablar de la aparición de Laraaji, que se dedica a murmurar de manera incomprensible, distrayendo por completo de la música. Pero esta es solo la más grave de sus faltas en este álbum: su aportación con la cítara en muchos otros cortes creo que contribuye a la falta de nervio y el exceso de ensoñación. Por último, y esto es lo más sorprendente, la letra intenta abordar el mismo tema que obsesiona a Lenker desde hace tiempo, el inevitable paso del tiempo, pero lo hace recurriendo a lugares comunes y giros gastados (“We are made of love/We are also made of pain”). La mayor ironía es cuando el estribillo repite una y otra vez “Gonna turn it all/into rock and roll”. De hecho, la banda ha reivindicado esta canción tan cansada y descentrada como la que más muestra su forma de entender el rock and roll.

Aquí se concentran dos de las fuentes de mis dudas y recelos con la banda: por un lado la sensación de que andan desnortados al evaluar su propia música, y por otro el vértigo al darme cuenta de que una letrista del nivel de Lenker solo deja un par de textos verdaderamente poderosos (diría que “Double Infinity” es el más logrado)

Así pues, aquí se concentran dos de las fuentes de mis dudas y recelos con la banda: por un lado la sensación de que andan desnortados al evaluar su propia música, y por otro el vértigo al darme cuenta de que una letrista del nivel de Lenker solo deja un par de textos verdaderamente poderosos (diría que “Double Infinity” es el más logrado). Este segundo problema se ve agudizado justo a continuación. No es que la estadounidense sea ajena a la repetición como arma compositiva, pero quizás “Happy with You” sea el ejemplo más extremo y embrutecedor de su carrera: se dedica a recitar las mismas dos frases varias decenas de veces, de modo que, a pesar de la bienvenida subida de revoluciones en lo musical, la canción me deja bastante indolente. Y qué decir de “How Could I Have Known”. Se trata del tema más folky del conjunto, recordando al Bright Future de Lenker con ese violín y ese sonido claramente en directo; pero todo lo que aquel LP tenía de espontaneidad, de medida y precisa imperfección, aquí suena casi amateur. Que el cierre del álbum sea su corte más chapucero es otra señal de alerta.

En fin, me temo que este álbum me ha parecido, no ya un paso atrás, lo cual habría sido comprensible dadas las circunstancias comentadas, sino un tropiezo en toda regla. Lo salva del desastre ese primer tramo más inspirado, junto a la calidad de estos tres como músicos, capaz de brillar incluso cuando el enfoque de conjunto está tan mal planteado, pero no creo que vuelva a escucharlo. Honestamente, pienso que lo mejor será olvidarlo lo antes posible y esperar que solo haya sido un desvío puntual en su camino como banda. Ya he expuesto los argumentos para creer en Lenker en particular, y aunque cualquiera puede pasar por un bache, me extrañaría que alguien con esa capacidad para producir obras maestras  perdiese por completo el toque durante mucho tiempo. Con mejores canciones, cabe confiar en que ni siquiera sus peores instintos podrán hacerles descarrilar de nuevo.

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com