Balance de dos meses, menos trece años
La risueña y muy interina portavoz del PP en el Ayuntamiento capitalino, doña Rocío Díaz, no ha esperado, siquiera, el protocolario plazo de los 100 días para valorar la gestión del nuevo gobierno municipal. Desconozco las razones, si las hay, por las que es norma aguardar la mágica cifra de 100 días antes de valorar la labor de ningún gobierno, sea nacional, autonómico o local. Lo que sí tengo claro es que, teniendo en cuenta, que el partido político de doña Rocío, ha (mal) gobernado Granada nada menos que los 13 años anteriores al 5 de mayo, y que su salida del gobierno, y por tanto el cambio en el mismo, no se produjo por conjunción astral, sino por la vergonzante y negra sombra de la corrupción urbanística, personalizada nada menos que en quien era alcalde, teniente de alcalde de urbanismo y teniente de alcalde de presidencia, parecería razonable, por sensato y prudente, haber respetado al menos ese plazo, sino haberlo alargado lo bastante como para evitar el sonado y patético ridículo de una valoración atolondrada, deslabazada, tópica a más no poder, y que revela, a la legua, las enormes dificultades que tiene y va a tener el PP nazarí, para hacer la digestión de esa corrupción, de la que cada día descubrimos un nuevo episodio, que los desalojó del poder. Por mecanismos estricta y rotundamente democráticos, lo que sin duda, dificulta dicha digestión.
Parálisis, desgobierno y desorganización son los 3 calificativos que adornan la valoración. Cómo si levantar alfombras y abrir cajones para encontrar, en forma de sapos, los despojos de 13 años de soberbia, favoritismos, nepotismo, esquilmación del patrimonio de todos y todas, despilfarro para los amigos y penuria para el resto, no fuera una acción de gobierno en sí misma, guiada por el principio de transparencia y la necesidad de que se conozca el estado real de la situación que dejó el anterior gobierno, del que formaba parte la risueña y muy interina portavoz. Cómo si el hecho de solventar 10 años, diez, de deudas con las ONGs granadinas, injusta y sectariamente perjudicadas por el PP, no fuera una acción positiva de un gobierno justo. Cómo si las acciones tendentes a paliar el desastre de nuestro transporte público, empezando por facilitar el acceso al nuevo hospital, no fueran decisiones equilibradas y reparadoras de un gobierno que piensa en el interés general.
Y podríamos seguir. El ahorro en coches oficiales, medida económica, y fundamentalmente ejemplarizante de una nueva manera de hacer. Las gestiones ante entidades bancarias para evitar algunos desahucios de ciudadanos de Granada, por cierto, sin necesidad de alharaca. La reivindicación indubitable de nuestras infraestructuras ferroviarias, no solos, sino en conjunción con la ciudadanía granadina y su tejido social y económico. En definitiva, un redimensionamiento de la labor municipal, destacando el espíritu colaborativo y participativo de quien gobierna, y desterrando las prácticas caciquiles y clientelares que han sonrojado y avergonzado nuestra vida ciudadana los últimos 13 años.
Descuente, pues, el PP, 13 años a ese balance superficial de 2 meses. Y cuente hasta diez, al menos, la risueña e interina portavoz, la próxima vez que pretenda valorar al nuevo gobierno. Por si las cañas se le vuelven lanzas.