Una alerta sobre el Metro de Granada y el PP
A estas alturas de vida del metropolitano de Granada no creo que exista una sola persona en la ciudad y área metropolitana que no alabe y además disfrute las ventajas de este medio de transporte, por su comodidad, fiabilidad, utilidad y buen servicio. Si alguna "crítica" ha recibido y recibe nuestro Metro es que no se hubiera puesto en marcha con anterioridad, y que su recorrido no abarque más municipios y por tanto pueda ser usado por muchas más personas. Considero que esa perspectiva ha de ser desde la que se parta a la hora de abordar el futuro desarrollo de esa infraestructura, que no olvidemos contó, desde el inicio, con la incomprensión, cuando no directamente el torpedeo y el boicot del PP a todos los niveles.
Se aprecia en los primeros movimientos y manifestaciones de las nuevas personas responsables de la administración andaluza, una vuelta a las andadas, un "revival" de las resistencias, las fobias y los recelos ante un medio de transporte que, insisto, ha acreditado, incluso para los mayores reticentes, su solvencia, su utilidad y su perfecto encaje en la vida diaria de decenas de miles de personas, que ya no conciben la misma sin el metro
La satisfacción generalizada de la ciudadanía resulta obvia, basta observar el recorrido del Metro por los municipios para comprobar que va lleno y que la demanda aumenta. Varios responsables municipales se han pronunciado por la ampliación de recorridos y cualquier persona con un mínimo de sentido común apostaría porque el Metro tuviera una parada en nuestro aeropuerto y alcanzara también a los municipios de la cornisa sur del área metropolitana. No creo equivocarme si afirmo que esta es la percepción y la expectativa muy mayoritaria de la ciudadanía respecto al Metro.
Corresponde, por tanto, a los poderes públicos de todos los niveles, dar cumplida, eficaz y satisfactoria respuesta a esta evidencia. Cómo diría el castizo "para una vez que estamos de acuerdo en algo". Y sin embargo, se aprecia en los primeros movimientos y manifestaciones de las nuevas personas responsables de la administración andaluza, una vuelta a las andadas, un "revival" de las resistencias, las fobias y los recelos ante un medio de transporte que, insisto, ha acreditado, incluso para los mayores reticentes, su solvencia, su utilidad y su perfecto encaje en la vida diaria de decenas de miles de personas, que ya no conciben la misma sin el metro.
Nadie discute que cualquier proyección sobre el número de viajeros haya podido quedarse un poco corta. Si es así, ajústese. Ya quisieran otras muchas infraestructuras haberse quedado tan cerca de las previsiones iniciales. Y ya desearían los responsables públicos de otras muchas administraciones, tener que realizar un ajuste tan mínimo. Tampoco nadie discute que sea necesario ajustar determinadas variables, como costes de explotación del Metro, política tarifaria o compensaciones entre administraciones. Ocurre a diario a todos los niveles y en todas las infraestructuras, diríamos que es el "Abc" de las políticas de transporte público. Existen instrumentos y mecanismos perfectamente establecidos para ello. Y el mensaje que se debe lanzar a la ciudadanía es que el engranaje administrativo está capacitado para dar respuesta a esos retos.
Alerta que aumenta al apreciar el indisimulado cariño mostrado por los mismos (y recientes) responsables del PP ante otra infraestructura, como el teleférico a Sierra Nevada, que parecía olvidada, que no está en el ánimo ni la necesidad de la mayoría de la población, que ofrece innumerables sombras sobre sus hipotética sostenibilidad, ambiental, económica y social
Por tanto, sólo cabe alertarse ante los mensajes sibilinos lanzados por personas responsables del PP en relación a nuestro Metro, y por lo poco que han tardado en intentar sembrar dudas y sospechas sobre el mismo, procurando convertir en mensajes negativos lo que deberían ser propuestas de mejora, ampliación y aumento de líneas y recorridos. No para mañana, de acuerdo, pero sí para pasado mañana, y como horizonte irrenunciable de consenso y trabajo. Alerta que aumenta al apreciar el indisimulado cariño mostrado por los mismos (y recientes) responsables del PP ante otra infraestructura, como el teleférico a Sierra Nevada, que parecía olvidada, que no está en el ánimo ni la necesidad de la mayoría de la población, que ofrece innumerables sombras sobre sus hipotética sostenibilidad, ambiental, económica y social, cuyos mecanismos de financiación presente y futura aparecen bastante poco claros, y cuyas teóricas ventajas para la mayoría nadie ha sido capaz de siquiera esbozar en los muchísimos años que se lleva hablando del citado teleférico.
De momento, esperemos que fruto del trasiego que acompaña a todas las mudanzas, parece sólo una alarma, como es el título de estas reflexiones. Pero una alarma que debe concienciar y movilizar a la ciudadanía en pro de aquellas infraestructuras que realmente favorecen y facilitan la vida de la mayoría de la gente. Por si de la alarma alguien tuviera la tentación de pasar a la siguiente fase.