Luis Fajardo, el alcalde que escribió una carta desde la cárcel, antes de ser fusilado
La represión franquista se ensañó con la corporación municipal granadina, llegando a fusilar, en las tapias del cementerio, nada menos que a 5 alcaldes y 10 concejales. De aquellos días marcados por la violencia, resulta especialmente estremecedor el testimonio de Luis Fajardo Fernández, que llegó a ser alcalde de Granada por Izquierda Republicana. Sucedió en la Alcaldía a Constantino Ruiz Carnero, el director de El Defensor de Granada, también fusilado por los golpistas.
Luis Fajardo fue designado alcalde el 1 de marzo del 36, un momento muy difícil, cuando la ciudad estaba a punto de convertirse en un polvorín. Aquel mes de marzo resultó especialmente tenso en Granada
Luis Fajardo fue designado alcalde el 1 de marzo del 36, un momento muy difícil, cuando la ciudad estaba a punto de convertirse en un polvorín. Aquel mes de marzo resultó especialmente tenso en Granada. El Frente Popular estaba muy descontento con el comportamiento antidemocrático de la derecha. El bloque de izquierdas acusó a la CEDA de cometer fraude electoral en los comicios municipales del 16 de febrero y puso en marcha una campaña para promover la anulación de las elecciones en Granada. El Defensor publicó en sus páginas las pruebas del fraude, denunciando las coacciones de los caciques en muchos pueblos para que los simpatizantes de izquierdas no se atrevieran a ejercer su derecho al voto.
Como militante de Izquierda Republicana, el alcalde Fajardo asistió al mitin de los Cármenes, organizado por el Frente Popular, dentro de la campaña por la anulación de las elecciones. Y tras el mitin, participó también en una manifestación multitudinaria por el centro de la ciudad, que alertó a la derecha granadina. Fue la mayor concentración ciudadana que la izquierda había logrado organizar en Granada, lo que causó estupor en sus adversarios políticos. Entonces, ocurrió lo inesperado. Varios pistoleros falangistas mataron a dos trabajadores en respuesta al alarde del Frente Popular.
Indignado por la provocación, el Frente Popular convocó huelga de 24 horas para protestar contra la violencia de Falange. Pero la huelga exaltó aún más los ánimos y se produjeron graves disturbios
Indignado por la provocación, el Frente Popular convocó huelga de 24 horas para protestar contra la violencia de Falange. Pero la huelga exaltó aún más los ánimos y se produjeron graves disturbios. Desde la Alcaldía, Luis Fajardo llamaba a la calma para contener la ira de los huelguistas que querían vengar a sus compañeros asesinados. Así estaba la ciudad cuatro meses antes de la sublevación. El Frente Popular había caído en la trampa. Los pistoleros de Falange habían conseguido crear el caos y desorden que necesitaban los militares golpistas para justificar su intervención.
“No he hecho nada delictivo, busca influencias”
Luis Fajardo estaba en casa cuando se produjo el golpe militar, el 20 de julio de 1936, con la única compañía de su hijo mayor. Su esposa y otros dos hijos se encontraban veraneando en la Alpujarra. Preocupado por el caos y la confusión que había provocado el golpe militar, consideró que su deber era acudir al Gobierno Civil, actual Facultad de Derecho, para ponerse a disposición de las autoridades republicanas. Allí fue detenido por los golpistas y trasladado a la Prisión Provincial, en la carretera de Jaén. Su hijo mayor le llevaba todos los días la comida a la cárcel, por lo que Luis Fajardo aprovechó una de las visitas para pasarle discretamente una nota escrita a lápiz en la que decía: “Yo no he hecho nada delictivo. Busca influencias”.
Es decir, Luis Fajardo pedía a su hijo que buscar a algún amigo próximo al régimen para que intercedierea por él, ante el ambiente de terror que se vivía en la cárcel de Granada, con sacas nocturnas en los camiones de la muerte y fusilamientos en las tapias del cementerio
Es decir, Luis Fajardo pedía a su hijo que buscara a algún amigo próximo al régimen para que intercediera por él, ante el ambiente de terror que se vivía en la cárcel de Granada, con sacas nocturnas en los tristemente célebres camiones de la muerte y fusilamientos en las tapias del cementerio. Sobre todo, desde que los golpistas dejaron de respetar los derechos del detenido y anunciaron un aumento de las ejecuciones en represalia por los bombardeos republicanos, que se mantuvieron durante un mes, desde el 29 de julio hasta el 28 de agosto del 36.
El 8 de agosto del 36, Ideal publicó la carta que destacados presos políticos escribieron desde la cárcel para condenar estos bombardeos sobre la ciudad de Granada. En la carta, apelaban a la “caballerosidad de los militares españoles” en un intento, tan desesperado como inútil, de ganarse la clemencia de los golpistas. Y expresaban su indignación en los siguientes términos: “Nuestro dolor ha llegado a su colmo cuando por la prensa de esta mañana nos hemos enterado del imperdonable atentado artístico que supone el bombardeo de la Alhambra, el más inapreciable tesoro de Granada, y de las víctimas producidas”.
Fusilamientos en represalia por los bombardeos
Luis Fajardo fue uno de los presos políticos que firmó desde la cárcel esta carta, pero no hubo ni caballerosidad ni clemencia por parte de los militares golpistas, que siguieron fusilando en represalia por los bombardeos. Aquella carta hacía referencia al bombardeo del 6 de agosto de la aviación republicana, que arrojó por error una bomba en el Hotel Washington Irving, cerca del conjunto monumental. Un error fatal que aprovecharon los franquistas, en su campaña de propaganda, para denunciar la barbarie de la República, “que no respeta ni el arte ni la cultura”, decía la prensa del régimen.
La bomba que cayó sobre el hotel alhambreño apenas afectó al monumento nazarí, pero sí causó víctimas entre los residentes
La bomba que cayó sobre el hotel alhambreño apenas afectó al monumento nazarí, pero sí causó víctimas entre los residentes. Y entre las víctimas, una mujer embarazada de gemelos que la prensa sensacionalista no dudó en aprovechar en contra de la República: “Se podía oír claramente llorar a los gemelos dentro del vientre de su madre fallecida. Los gemelos fueron extraídos vivos, pero murieron en segundos, siendo inmediatamente bautizados y enterrados con su madre”. Los militares sublevados respondieron a este bombardeo con un fusilamiento “ejemplar” (dijo la prensa del régimen) de veinte presos. Es decir, los golpistas violaron los convenios internacionales que protegen a los detenidos y llevaron a cabo la primera ejecución de presos en respuesta a los bombardeos republicanos.
La noticia apareció en la prensa del 8 de agosto, con un titular contundente, como advertencia a la aviación republicana: “Fusilamientos en represalia por los bombardeos”. Y reproducía, además, la siguiente nota facilitada por la Comandancia Militar: “En la madrugada de hoy, y como represalia de guerra por el bombardeo que sufrió esta ciudad, han sido fusilados 20 individuos presos en la Prisión Provincial. Así estaba ordenado en el bando del día 31 del pasado mes de julio”. Tres días después, el 11 de agosto de 1936, Luis Fajardo era fusilado en las tapias del cementerio de Granada. En aquel muro de la muerte, también fueron ejecutados otros cuatro alcaldes: José Palanco Romero, Ricardo Corro Moncho, Constantino Ruiz Carnero y Manuel Fernández Montesinos, además de sindicalistas, trabajadores, periodistas, maestros o estudiantes.
Al día siguiente, el 12 de agosto de 1936, la familia de Luis Fajardo recibió devuelto el cesto de la comida, junto a una carta escrita con tinta, horas antes de ser fusilado. El alcalde Fajardo tuvo el coraje y la entereza de escribir, ante su ejecución inminente, una carta dramática que decía así:
“A mi esposa, mi hijos y mis hermanos: Escribo estas líneas ante la perenne eventualidad de mi fusilamiento, de día en día más posible. Y quiero que sean en forma de testamento y como despedida de todos ellos a los que les hago presente, en estos momentos trágicos por los que paso, el desvelo y profundo cariño ue por todos siempre sentí. Escribo hoy viernes 7 de agosto de 1936 y son las ocho de la noche. No sé lo que me sucederá esta noche. Y por ello quiero dejar ordenadas mis cosas dentro de lo posible. Cuanto hay en la casa y pueda perteneceros de la tienda son herederos obligatorios mi mujer y mis tres hijos. Aquellas de mis ropas que no puedan ser aplicadas a mi hijo Enrique, serán entregadas a mi hermano Miguel. En el escritorio de mi casa había 3.000 pesetas, en una caja de lata, y 400 en otras fosforeras de plata también. Ese dinero es mío y se harán cargo de él mi mujer y mis hijos para que vayan defendiéndose hasta que puedan ir normalizando sus vidas… Al suceder lo que espero, todos los días, tened la seguridad de que mi último recuerdo será para vosotros. Os abraza vuestro esposo, padre y hermano, Luis”.
A partir de este momento, su familia tuvo que sobrevivir con muchas dificultades. La viuda se vio obligada a coser para el Ejército que había ejecutado a su marido y una hija logró colocarse en la fábrica de cartón. El hijo mayor, Enrique Fajardo, fue movilizado como soldado de segunda y tuvo que combatir en las filas de los que habían asesinado a su padre. Eso permitió que su madre pudiera cobrar el subsidio de combatiente, unos 30 duros. El menor de la familia, que también se llamaba Luis, consiguió estudiar y hacerse odontólogo.
El nombre del alcalde republicano Luis Fajardo Fernández figura hoy en el Memorial de las tapias del cementerio de Granada, junto a 4.000 granadinos más, que fueron asesinados en aquel muro del terror por defender la legalidad democrática de la República.
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Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.
Puedes consultar los reportajes de la primera temporada del Foro de la Memoria en los siguientes enlaces:
- La historia de la familia Miranda, masacrada por el fascismo
- Manuel Valor Cara, de la cuesta del Pino al campo de concentración de Albatera
- Carmen López Iglesias, superviviente de la Desbandá
- 'Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada'
- El Fuerte del Horror. Torturas y ejecuciones extrajudiciales en Carchuna y Castell de Ferro en julio de 1947
- La lucha de un hijo para que no se olvide a su padre, el concejal Juan Fernández Rosillo
- Natividad Bullejos, una mujer libre
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