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Últimas horas de Federico en el Gobierno Civil, lugar de violencia, terror y represión

Blog - Foro de la Memoria - Miguel Ángel del Arco Blanco - Sábado, 29 de Junio de 2019
Reconstruimos las últimas horas de Federico García Lorca en el Gobierno Civil, un edifico clave en la represión en Granada.
Entrada principal del edificio del antiguo gobierno civil, el 20 de julio de 1936. A sus puertas se agolpaban militares y voluntarios, donde conducían a los detenidos tras el golpe de estado. Fuente: Joaquín Gil Honduvilla, Y cayó Granada. La sublevación de julio de 1936 en la capital y la provincia, Comares, Granada, 2019, pág. 168.
Entrada principal del edificio del antiguo gobierno civil, el 20 de julio de 1936. A sus puertas se agolpaban militares y voluntarios, donde conducían a los detenidos tras el golpe de estado. Fuente: Joaquín Gil Honduvilla, Y cayó Granada. La sublevación de julio de 1936 en la capital y la provincia, Comares, Granada, 2019, pág. 168.
Un espacio para rescatar del olvido: la Facultad de Derecho y el asesinato de Federico García Lorca es el último trabajo del prestigioso historiador Miguel Ángel del Arco Blanco. Publicado en el último número de la Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, el artículo, del que reproducimos un extracto, pretende ser una aportación a las investigaciones sobre el asesinato de Federico García Lorca. Se centra especialmente en el tiempo que, a partir de la tarde del 16 de agosto, pasó arrestado en el Gobierno Civil de Granada, hasta que fue conducido a Víznar para ser fusilado.

Reconstruye las últimas horas de Federico allí, pero también recrea el espacio donde fue retenido: el edificio del antiguo Gobierno Civil de Granada, que ocupaba parte de la actual Facultad de Derecho de la Universidad de Granada. Y trata de discernir en qué habitación pasó horas difíciles antes de su brutal ejecución a manos de las autoridades que se rebelaron ante el gobierno republicano. De esta forma recupera la memoria de un espacio que, por lo menos hasta ahora, no ha recibido la atención que merece: el antiguo Gobierno Civil de Granada, eje y parte esencial de la violencia y el terror desencadenados en Granada tras el golpe de estado de julio de 1936.

Esos días de mediados de agosto, cuando la toma de Loja y el levantamiento del sitio de la zona rebelde granadina era un hecho, fueron claves en la cronología de la detención y asesinato de Federico García Lorca. El 16 de agosto fue arrestado y fusilado, entre el 17 y 18 de agosto, según la versión de los investigadores. Como sabemos, las últimas horas del poeta en la ciudad de Granada están repletas de misterio. Son varios los estudiosos que, desde algunos años después del asesinato del poeta, trataron de conocer la verdad. Pero todavía hoy parece que tratar de hacerlo, de arrojar luz sobre cualquier aspecto relativo a sus últimas horas de vida y a los responsables de su asesinato sea, como afirmase en algún momento Agustín Penón, entrar en el terreno del “miedo, el olvido y la fantasía”.

El cerco comenzó a cerrarse sobre García Lorca a comienzos de agosto. El 9 de agosto, se produjo un registro en la Huerta de San Vicente, residencia entonces de la familia del poeta. Los hombres que intervinieron en la acción procedían de Valderrubio, conocida, entonces, como Asquerosa-, que detuvieron al casero de la vivienda, Gabriel Perea Ruiz

El poeta regresó a Granada a comienzos de julio, con la intención de pasar unos días en la ciudad y estar en ella el día de San Federico el 18 de julio, fecha importante en la familia por celebrarse conjuntamente su onomástica y la de su padre, Federico García Rodríguez.

Debió ser una celebración fría, pues ese día se produjo el golpe de estado contra la República en la mayor parte de la Península. El cerco comenzó a cerrarse sobre García Lorca a comienzos de agosto. El 9 de agosto, se produjo un registro en la Huerta de San Vicente, residencia entonces de la familia del poeta. Los hombres que intervinieron en la acción procedían de Valderrubio, conocida, entonces, como Asquerosa-, que detuvieron al casero de la vivienda, Gabriel Perea Ruiz. Pero todo apunta a que Lorca fue incordiado e insultado por los asaltantes, lo que haría que días después buscase el refugio de la familia Rosales.

Los Rosales eran una acomodada familia granadina. Miguel Rosales Vallecillos, el cabeza de familia, era propietario de los almacenes La Esperanza, ubicados en la plaza de Bib-Rambla. La vinculación de algunos de los hermanos con Falange Española era total antes del golpe de estado, consolidándose tras éste. Alguno de ellos, como José Rosales, conocido como Pepiniqui, estaban entre los camisas viejas más señalados de Granada, participando en las conspiraciones contra la República antes del golpe e incluso participando en el asalto del gobierno civil cuando fue tomado por los conspiradores.



Vista del antiguo colegio San Pablo y, tras él, el edificio del antiguo Gobierno Civil junto a la calle Duquesa. Fuente: Archivo personal Carlos Sánchez.

Pero sin duda era con Luis Rosales, joven poeta y también falangista activo desde el día de la rebelión, con el que García Lorca tenía más amistad y compartía la inquietud por la literatura.

El 16 de agosto, hacia las 13.00-13.30 horas, acudieron varios hombres para detener a Federico García Lorca. Así fue como, tras caminar hasta el vehículo -un Oakland- que le esperaba en la calle de las Tablas, el poeta fue conducido al gobierno civil. La detención no fue algo espontáneo sino premeditado por las autoridades rebeldes, como evidencia el importante dispositivo policial dispuesto para llevarla a cabo

El 16 de agosto, hacia las 13.00-13.30 horas, acudieron varios hombres para detener a Federico García Lorca. Así fue como, tras caminar hasta el vehículo -un Oakland- que le esperaba en la calle de las Tablas, el poeta fue conducido al gobierno civil. La detención no fue algo espontáneo sino premeditado por las autoridades rebeldes, como evidencia el importante dispositivo policial dispuesto para llevarla a cabo. Varios testigos certifican la existencia de numerosos guardias armados tanto en la calle como en los tejados de la zona, así como que la acción fuese realizada a plena luz del día. Algo que cuestiona la versión oficial sostenida por la dictadura sobre el asesinato del poeta en sus largos años de existencia, que trataría de deformar lo sucedió, colmándolo de silencios.

Franco, en una entrevista concedida en 1937, al ser preguntado por el fusilamiento del poeta respondería: “Lo cierto es que en los momentos primeros de la revolución en Granada, ese escritor murió mezclado con los revoltosos; son los accidentes naturales de la guerra. Granada estuvo sitiada durante muchos días, y la locura de las autoridades republicanas, repartiendo armas a la gente, dio lugar a chispazos en el interior, en alguno de los cuales perdió la vida el poeta granadino. Como poeta, su pérdida ha sido lamentable”.

Es ese 16 de agosto cuando, cruzando la plaza de la Trinidad y girando posteriormente por la calle Duquesa, Federico García Lorca es conducido al gobierno civil.

Federico, en el Gobierno Civil

Lorca llegó al Gobierno Civil la tarde del 16 de agosto de 1936. Allí pasó sus últimas horas hasta que fue trasladado a Víznar, donde sería fusilado. A partir de aquí, los escritos de los investigadores lorquianos se llenan de argumentos, a veces coincidentes, a veces contradictorios y a veces complementarios. También contamos con testimonios orales recogidos en esas investigaciones que nos pueden ayudar a reconstruir las horas y el espacio en el que Federico García Lorca estuvo en el Gobierno Civil.

Miguel Rosales afirmó hace años que acompañó a Lorca al Gobierno Civil desde el momento en su detención. Estuvo con él también en sus primeros minutos en el edificio, tratando de evitar que lo maltratasen. Así, confesó a Agustín Penón: «A muchos se les daba allí unas palizas brutales. Había una habitación destinada a interrogatorios. Yo no quería que Federico pasase por aquello y podía conseguirlo. Ya en el Gobierno hablé con algunos amigos, me prometieron que no le golpearían, me lo prometieron. Y pasamos de largo por delante del cuarto donde se les pegaba. Al menos lo salvé de eso».

Sobran evidencias para afirmar que el Gobierno Civil era un lugar de represión y tortura. Las investigaciones de Agustín Penón lo desvelaron hace tiempo, recogiendo los primeros testimonios sobre la brutalidad del comandante Valdés y de sus hombres, así como el terror que imperaba en la ciudad en aquel verano de 1936

Después, conforme le había prometido a un implorante Lorca, Miguel Rosales fue a buscar a su hermano José, Pepiniqui, al cuartel general de Falange (sito en el vecino Cuartel de San Jerónimo) para interceder por el poeta.

Sobran evidencias para afirmar que el Gobierno Civil era un lugar de represión y tortura. Las investigaciones de Agustín Penón lo desvelaron hace tiempo, recogiendo los primeros testimonios sobre la brutalidad del comandante Valdés y de sus hombres, así como el terror que imperaba en la ciudad en aquel verano de 1936. Ian Gibson apuntó también al Gobierno Civil como uno de los espacios clave de la represión en Granada: en todo ello jugaba un papel central el militar y falangista Valdés, así como un abigarrado grupo de falangistas, oficiales del Ejército, guardias civiles y policías. Miguel Caballero rastreó sus vidas y su experiencia política, evidenciando su compromiso total con las derechas y el autoritarismo desde por lo menos los años de la República. Ha destacado especialmente a la figura de Nicolás Velasco Simarro, teniente coronel de la guardia civil retirado, conectado además con la familia Roldán, secretario personal y hombre de confianza de Valdés Guzmán en el Gobierno Civil, quien le sustituiría en sus ausencias.



Detalle y diagrama ortofotográfico del antiguo Gobierno Civil y de la Universidad de Granada. Hacia 1930. Fuente: a partir de fotografía aérea de Granada hacia 1930, Archivo personal de Agustín Gil García. 
 
El compromiso de Velasco Simarro con las ideas de orden se refleja también en las excelentes relaciones que guardaba con una de las familias más acaudaladas de la capital granadina, los banqueros Rodríguez Acosta, a cuyo domicilio acudía con cierta frecuencia.

Los detenidos pasaban por el Gobierno Civil para ser finalmente conducidos a los lugares de fusilamiento, especialmente el Barranco de Víznar. No era, desde luego, un edificio donde se celebrase ningún tipo de procedimiento judicial, sino que seguramente los trámites se limitaban a identificar a los detenidos. Tampoco se les conducía después a ninguna de las cárceles habilitadas en la ciudad. Más bien los testimonios evidencian guardias y voluntarios de las milicias controlando férreamente sus accesos, agolpados en algunas habitaciones y transitando de un lado a otro trayendo y llevando detenidos.

Las torturas eran moneda común, posiblemente aplicadas especialmente sobre aquellos que podían tener más vínculos con partidos u organizaciones sindicales de izquierda, con el fin de forzar la delación de sus compañeros. Varios testimonios citan la brutalidad del personaje conocido como Italobalbo, así como la existencia incluso de instrumentos de tortura

Las torturas eran moneda común, posiblemente aplicadas especialmente sobre aquellos que podían tener más vínculos con partidos u organizaciones sindicales de izquierda, con el fin de forzar la delación de sus compañeros. Varios testimonios citan la brutalidad del personaje conocido como Italobalbo, así como la existencia incluso de instrumentos de tortura. Los porteros del edificio con los que habló Gibson para sus investigaciones, “oían constantemente los gritos de las víctimas”. En varias ocasiones se lanzaron prisioneros por las ventanas para escapar de la tortura, pero también lo hicieron al pequeño patio interior o incluso al Jardín Botánico.

Cuando Lorca llegó al Gobierno Civil, todavía acompañado por Miguel Rosales, tuvo un encuentro con el teniente coronel Velasco Simarro. Este sustituía ese día al gobernador José Valdés, que esa misma mañana había partido hacia las Alpujarras y regresaría por la noche, hacia las 21.45 horas. Tras ver a Velasco Simarro, el poeta fue cacheado y encerrado en una habitación.

Ahora bien, ¿en qué lugar del gobierno civil estuvo detenido Federico García Lorca? Según Miguel Rosales, dejó al poeta en “una habitación pequeña de las que habían habilitado para los detenidos”. Eduardo Molina Fajardo es todavía más preciso: el “despacho”, como lo llama el antiguo director del diario Patria estaba “cercano al del gobernador”, donde Lorca “quedó sentado junto a una mesa”. Y da todavía más datos: “La habitación era un poco alargada y tenía una mesa cuadrada, un sillón y un par de sillas. El balcón daba al jardín botánico”. Recoge numerosos testimonios que demuestran esta idea, además de ofrecer todavía más detalles, no existiendo contradicción alguna en ninguno de ellos. En síntesis, se trataba de una habitación emplazada en el primer piso, pequeña, algo rectangular, de unos cuatro metros de lado, que estaba cerca de la secretaría particular y del despacho del Gobernador Civil y cuya ventana “enrejada por tres varas de hierro” daba al Jardín Botánico. También conocemos el mobiliario: los testimonios coinciden en señalar que había una mesa de despacho con cajones, un sillón y dos sillas; alguno afirma incluso que había un perchero y un mueble castellano. Carlos Jiménez Vílchez, colaborador estrecho del comandante Valdés y del jefe de policía Julio Romero Funes en aquellos días, llegó incluso a dibujar un croquis del edificio a Molina Fajardo.

Aunque la distribución de las habitaciones respecto al edificio antiguo cambió, y también la altura donde estaban emplazadas, podemos por tanto lanzar una hipótesis de dónde estaba emplazada la habitación donde García Lorca estuvo retenido. La hemos marcado con un rectángulo sobre el plano del proyecto de 1944, situándola junto al Jardín Botánico pero sin lindar con la calle Duquesa, a donde la ventana original no tenía vistas. En la actualidad correspondería con un parte del espacio que ocupa el Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada.

Aquellas horas debieron ser terribles para el poeta. Miguel Rosales ya apuntó su estado al llegar al gobierno civil: en ese trance, Lorca “se esforzaba por parecer tranquilo”, pero “no dejó de fumar en todo el tiempo”. Uno de sus visitantes describió su estado de ánimo y gesto en aquella sala: “Me impresionó verle, sentado en una butaca, solo, absorto y preocupado, hora tras hora, con la mano en la mejilla y la cabeza baja”

En total son cinco las personas, además de Miguel Rosales, que afirman haber visto y hablado con García Lorca en esa habitación de la primera planta. A primera vista, y asumiendo la teoría de Molina Fajardo de que Lorca estuvo preso en el gobierno civil tan sólo unas horas y, esa misma noche del día 16 a 17 de agosto fue traslado a Víznar, puede parecer un número excesivo. No obstante, a nuestro juicio fue algo factible por diversos motivos: primero, por el interés despertado por la preeminencia del preso; segundo, porque se encontró en una habitación solo, al contrario que otros detenidos, recibiendo un trato especial y muy cercano al despacho de Velasco Simarro y de Valdés; tercero, porque todos los testimonios coinciden de forma sorprendente al describir la habitación; y en cuarto lugar, porque se trataba de personas de confianza de las autoridades rebeldes, altamente comprometidas con la sublevación y con la maquinaria represiva cuyo centro era el gobierno civil, donde desempeñaban sus labores.

Aquellas horas debieron ser terribles para el poeta. Miguel Rosales ya apuntó su estado al llegar al gobierno civil: en ese trance, Lorca “se esforzaba por parecer tranquilo”, pero “no dejó de fumar en todo el tiempo”. Uno de sus visitantes describió su estado de ánimo y gesto en aquella sala: “Me impresionó verle, sentado en una butaca, solo, absorto y preocupado, hora tras hora, con la mano en la mejilla y la cabeza baja”.

Ya a la noche, cuando tanto José como Luis Rosales regresaron del frente, los Rosales y otros falangistas, entre ellos Cecilio Cirre acudieron al Gobierno Civil a hablar con Valdés. El teniente coronel Velasco Simarro, al mando, les dijo que el gobernador civil dormía. Según confiesa Luis Rosales, prestó declaración -le acompañaban su hermano José, Cecilio Cirre y alguien más en una “sala inmensa que había allí”, atestada por unas “cien personas”. Fue entonces cuando se produjo un conflicto verbal con Ruiz Alonso, que se encontraba en dicha habitación y con quien se encaró Luis Rosales.

La sala debía ser la que precedía a la secretaría y al despacho del gobernador civil, no muy lejos de donde estaba preso Federico; sería en la primera planta, dado que en la segunda estaban las habitaciones privadas de Valdés y de su familia.

Es preciso responder a otra cuestión importante: el tiempo que Lorca estuvo en la habitación del Gobierno Civil. A la mañana siguiente José Rosales volvió al Gobierno Civil con una orden de la comandancia militar para liberar a Federico García Lorca.

Sí consiguió ver entonces a Valdés, quien le dijo que Federico ya no estaba allí y que, además, ahora perseguiría a su hermano Luis. Es aquí cuando las interpretaciones de los historiadores lorquianos se bifurcan, aunque a nuestro juicio no cuestionan lo sostenido respecto al lugar donde fue recluido el poeta. Algunos sugieren que Lorca fue trasladado a Víznar la noche del 16 al 17 de agosto, siendo ejecutado de madrugada.

Es preciso responder a otra cuestión importante: el tiempo que Lorca estuvo en la habitación del Gobierno Civil. A la mañana siguiente José Rosales volvió al Gobierno Civil con una orden de la comandancia militar para liberar a Federico García Lorca

Gibson, por el contrario, considera que Valdés mentía, y que Lorca estuvo dos días más en el gobierno civil. Fundamenta esta tesis en que, para ejecutar al poeta, quiso consultar antes con el general Queipo de Llano en Sevilla; también en la visita que Angelina Cordobilla, criada de la familia de los Fernández-Montesinos, haría durante dos días al poeta para llevarle comida a la habitación donde estaba recluido.
 

Recientemente, Miguel Caballero ha cuestionado esta versión uniéndose a la de Molina Fajardo y subraya que Valdés no pudo comunicarse con Sevilla: en primer lugar porque las comunicaciones no se reestablecieron hasta el 18 de y en segundo lugar porque el superior del gobernador civil de Granada no era Queipo de Llano, sino el comandante militar de la ciudad dela Alhambra, el coronel González Espinosa.



Posible distribución de la primera planta del Gobierno Civil. Fuente: Eduardo Molina Fajardo, Los últimos días de García Lorca, op. cit., pág. 370. Parece que le fue dibujado por Carlos Jiménez Vílchez (pág. 232).

Más recientemente, Gibson parece haber matizado su postura, y señala que Lorca no fue trasladado a Víznar la noche del 18 al 19, sino la del 17 al 18. Por tanto, habría estado en el Gobierno Civil un día y medio. Este cambio de fecha viene justificado por el hispanista porque el día 18 de agosto se corrió el rumor por Granada que Lorca había sido asesinado en esa madrugada, como ha quedado demostrado por un esclarecedor testimonio sacado a la luz por Manuel Titos Martínez: una carta redactada ese mismo día por el hombre de confianza de los banqueros Rodríguez-Acosta, José María Bérriz. En ella afirmaba que unos familiares cercanos, voluntarios de la milicia de Españoles Patriotas, le habían comunicado al regresar de hacer una guardia a las 13.30 horas “que han matado anoche” a Federico García Lorca. Gibson alude también al testimonio de Emilia Llanos a Agustín Penón, a quien le confesó que el día 18 de agosto por la mañana varias personas le comunicaron la noticia de la muerte de Federico; el testimonio más directo parece ser el de un amigo que le informó “que se habían llevado a García Lorca a Víznar, y de madrugada lo habían fusilado”.

En suma, las últimas investigaciones apuntan a dos días distintos en los que pudo ser asesinado Lorca: el 17 y el 18 de agosto de 1936. Ambas tesis cuentan con argumentos, pero siempre hay elementos que no encajan plenamente. Quizá el más evidente sea el testimonio de Angelina Cordobilla, sirvienta de la familia Fernández-Montesinos.

La habitación donde estuvo retenido Lorca, y el funcionamiento del propio Gobierno Civil, ofrezcan pistas para clarificar completamente la fecha del fusilamiento del poeta

En los años cincuenta le confesó a Agustín Penón en dos ocasiones que sólo había visto a Lorca un día por la mañana, aunque al final del encuentro con el investigador hispano-estadounidense terminó afirmando que fueron dos. En 1975 Cordobilla afirmó en una entrevista (y antes a Gibson) que había llevado comida a Lorca en dos ocasiones: la primera el 17, la segunda el 18; cuando volvió la mañana del 19 de octubre le comunicaron que “García Lorca ya no está aquí”. Su testimonio no encajaría, como hemos afirmado, con la teoría de que Lorca abandonase el gobierno civil el 16 para ser ejecutado en las primeras horas del día 17, pero sí con que estuviese en el edificio del Gobierno Civil durante el resto de ese día para ser ejecutado la madrugada del 18 de agosto.

Llegados a este punto, puede que la habitación donde estuvo retenido Lorca, y el funcionamiento del propio Gobierno Civil, ofrezcan pistas para clarificar completamente la fecha del fusilamiento del poeta. Como ya afirmamos, se trataba de una habitación de tránsito para los detenidos, pequeña, cercana a los despachos del gobernador civil y de su secretario particular. Era más bien un despacho, con un sillón y dos sillas a ambos lados de una mesa con cajones.



Posible emplazamiento del lugar donde se encontraba la habitación donde estuvo detenido García Lorca, en el plano del proyecto de 1944. Fuente: AGA, Memoria del Proyecto de ampliación y cierre del recinto universitario – Granada, Caja 17331.

Un escolta de Valdés reconoció que dormían “en los bancos que había allí. Sentados como en las iglesias”. El Gobierno civil tampoco era lugar de impartición de justicia, sino más bien de correa de transmisión de las ejecuciones que se producían en toda Granada

No es creíble que Lorca pasase allí la tarde del 16, el 17 y el 18 (dos días y medio), como afirmaron en un principio algunos investigadores e incluso Angelina Cordobilla. Sí es más probable que permaneciese en ella durante un día y medio si fue conducido a Víznar la noche del 17. Si lo hizo sería sólo por la relevancia del poeta más prominente de la Generación del 27, encajando entonces con haber recibido al menos una visita de Angelina Cordobilla. Pero además, salvo por lo referido a las habitaciones privadas de Valdés Guzmán, en la segunda planta, el gobierno civil no disponía de espacios habilitados para alojar durante varios días a los presos; ni siquiera a los guardias que servían en él, tal y como nos consta de sus propios testimonios. Un escolta de Valdés reconoció que dormían “en los bancos que había allí. Sentados como en las iglesias”. El Gobierno civil tampoco era lugar de impartición de justicia, sino más bien de correa de transmisión de las ejecuciones que se producían en toda Granada.

La burocracia administrativa relacionada con la represión pudo limitarse a la elaboración de listas, expedición de órdenes de detención y comprobación de las identidades de los presos. Algo que encaja con lo sucedido en otras provincias, donde en aquel verano de 1936 las autoridades rebeldes ordenaron los paseos de forma inmediata, sin ningún tipo de juicio previo y sin dejar evidencias documentales. La única justificación puede residir en que Lorca fuese trasladado a alguna sala de detenidos, algo no apuntado por ningún testimonio ni investigación. Hubiese sido así para esperar el visto bueno de Queipo de Llano para el fusilamiento algo que, como hemos señalado, no tiene mucho sentido por la escala de mando y por la lógica de la violencia franquista.



Miguel Ángel del Arco Blanco es doctor en Historia, prestigioso historiador y director de la editorial Comares. Dirige el departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada. Autor de numerosos libros y artículos, entre ellos, relacionados con la dictadura franquista.
Este es un espacio para el recuerdo y homenaje de las víctimas del franquismo. Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.



 
En colaboración con: 

y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.

 

 

 

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Es doctor en Historia, prestigioso historiador y director de la editorial Comares. Dirige el departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada. Autor de numerosos libros y artículos, entre ellos, relacionadas con la dictadura franquista.