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Artículo de Opinión

'Retroceder para avanzar'

Política - José Antonio Funes - Sábado, 18 de Marzo de 2023
José Antonio Funes reivindica la filosofía y el pensamiento en una reflexión que nace de sus experiencias en su regreso a las aulas y que te recomendamos.
Dos jóvenes con sus móviles.
I.G.
Dos jóvenes con sus móviles.

Solemos progresar en algunos campos mientras que en otros nos quedamos rezagados y no siempre se avanza a la misma velocidad ni de forma homogénea. No es difícil, por otra parte, encontrarnos a personas con alta cualificación técnica pero muy precaria capacidad de análisis cuando nos acercamos a otros campos ajenos al saber científico. Cultivar lo primero es bastante más fácil que alimentar lo segundo. Además para lo primero se cuenta con especialistas, cuyo criterio es considerado como argumento de autoridad, mientras que lo segundo se encierra en una suerte de almacén donde guardamos nuestros criterios envueltos en no pocas ocasiones con el aroma de los lugares comunes.

Por ello, damos por sentado que sólo los iniciados en una determinada disciplina pueden referirse con cierto rigor a los temas que atañen a esa ciencia, mientras que sobre lo segundo todos nos consideramos con los instrumentos necesarios y suficientes para emitir juicios de carácter ético o estético, sin darle más relevancia al que exprime adecuadamente su pensamiento que al que se deja llevar por los ríos del sentir común. Para lo primero consideramos oportuno que es necesario formarse, mientras que lo segundo parece acompañarnos de serie, como si de ideas innatas se tratara. Dicho de otra forma, consideramos que la aportación de Newton, Marie Curie o Einstein constituye peldaños fundamentales para el desarrollo humano, en tanto que Sócrates, Platón o Hegel, no pasan de ser mas que arquitectos de pensamientos confusos, creadores de laberinto de ideas, que los hace perfectamente prescindibles. Esta consideración de facto se traduce en un ejercicio de bilocación, porque si se nos pregunta sobre la conveniencia de la filosofía en el sistema tenemos asumido que es muy importante porque nos ayuda a pensar (sic). Pero a la hora de articular un determinado postulado nos sentimos perfectamente cualificados para dogmatizar al margen del histórico que el tema haya suscitado a través del tiempo. En cualquier caso, como acertadamente solía decir el profesor Cerezo, la filosofía ha gozado siempre de una extraordinaria mala salud.

Las nuevas tecnologías nos ofrecen la solución al momento y nuestro alumnado por lo general domina las herramientas y encuentra las respuestas precisas a todo aquello que lo tiene. Se facilita el acceso al conocimiento con el mínimo esfuerzo

Mi reflexión deriva de las experiencias que el regreso a las aulas me está deparando. Las nuevas tecnologías nos ofrecen la solución al momento y nuestro alumnado por lo general domina las herramientas y encuentra las respuestas precisas a todo aquello que lo tiene. Se facilita el acceso al conocimiento con el mínimo esfuerzo. Pero, ¿qué camino recorremos para ofrecer una opinión, construir una argumentación o exponer un punto de vista? Ah... Para eso no tenemos un recetario más allá de poder plagiar lo que otros han dicho, o echar mano del nuevo engendro para facilitarnos el aprendizaje, el chat gpt, que elabora textos sin acudir a la refundición. Aunque si particularizamos complicamos la tarea al chat y al chico o chica que quiere encontrar respuestas para todo a golpe de clic. Y es precisamente aquí, cuando las respuestas no están sujetas a una disciplina concreta y cada cual se ve obligado a encontrarse con su hemeroteca vital, el momento en que aparecemos desnudos, sin los añadidos que ilusoriamente nos prestan las nuevas tecnologías, engañándonos con un saber que sólo pertenece a ese concepto tan poético que denominamos “nube”. ¡Ay, qué tiempos aquellos en los que estar en las nubes era andar sumido en un descomunal despiste!

La IA, como última conquista para trasladarnos a una nueva época, no resuelve algo tan sustancial para el ser humano como es la capacidad de argumentar, que se logra dando pasos seguros por medio de una razón que se alza como brújula

La IA, como última conquista para trasladarnos a una nueva época, no resuelve algo tan sustancial para el ser humano como es la capacidad de argumentar, que se logra dando pasos seguros por medio de una razón que se alza como brújula. Cedemos el acceso y la resolución de problemas objetivos al banco de datos universal, una especie de leviatán tecnológico que nos guía sutilmente, pero nos quedamos huérfanos de referentes y de referencias que señalen los peldaños por donde construir lo que más y mejor define al ser humano, la razón.

La inmediatez del saber que nos ofrece un móvil es imposible de superar, y es bueno contar con instrumentos tan fabulosos, pero mientras seamos incapaces de cultivar el análisis, la reflexión, la comprensión lectora, la argumentación, en definitiva, desplegar las potencialidades de la razón, estaremos devaluando la esencia humana.

Quizá sea tiempo de recuperar algunas prácticas que exigen un mayor compromiso con el aprendizaje y de repensar invasiones desmedidas de las nuevas tecnologías, porque retroceder también puede ser sinónimo de avanzar. 

José Antonio Funes Arjona (Salar, Granada, 1964) es licenciado en Filosofía y Letras (Filosofía y Ciencias de la Educación) y Teología. Durante 30 años ha ejercido como docente. Parlamentario andaluz de Ciudadanos en la X Legislatura (2015-2018). Ha sido presidente del Consejo Escolar de Andalucía (2019-2022).