Granadinos en las minas nazis del 'oro negro' del Noroeste (Orense-León)
Cientos de presos republicanos, y entre ellos varios granadinos, trabajaron en la conocida como la 'Mina de los Alemanes', situada cerca del mayor campamento guerrillero del noroeste y que, durante un tiempo, explotaron los nazis. Eran las minas de wolframio que se encontraban en la parroquia orensana de Casaio. Sobre ellas, y el papel que jugaron en Ia II Guerra Mundial, se hicieron dos películas: La batalla desconocida y Lobos sucios. Esta última, dirigida en 2016, por Simón Casal, en una versión libre, cuenta cómo dos mujeres mineras gallegas, pudieron cambiar el curso de la historia. Pero nosotros queremos contar otra historia, la de varios granadinos –y en esta ocasión la de un iliturgitano-, presos republicanos, que redimieron condena en esas minas de la comarca del Bierzo y su implicación posterior con la Federación de Guerrillas de León-Galicia. Pero antes de iniciar la historia apasionante que vamos a contar, resumidamente, permítannos agradecer profundamente la labor de investigación del historiador Santiago Macías (Ponferrada, 1972), que nos ha facilitado los nombres de los granadinos y jienenses que protagonizan este artículo y que nos ha contado sus sorprendentes historias sepultadas en el olvido. Casi todo lo que contamos se lo debemos a Santiago. Nosotros hemos añadido nuestro trabajo biográfico del Diccionario de la represión en Granada (1931-1981), inacabable, para acercar sus historias a la tierra que los vio nacer.
El wolframio fue conocido el oro negro porque su punto de fusión (3.422 ºC más alto de todos los metales conocidos), lo hacían ideal para la fabricación de tanques –sobre todo el fuselaje- y toda clase de parafernalia bélica. Ese mineral, escasísimo en el planeta, se encontraba en varios lugares de Galicia (Bergantiños y la Costa da Morte) y en las montañas de Ourense, de León y de Zamora
El wolframio fue conocido el oro negro porque su punto de fusión (3.422 ºC más alto de todos los metales conocidos), lo hacían ideal para la fabricación de tanques –sobre todo el fuselaje- y toda clase de parafernalia bélica. Ese mineral, escasísimo en el planeta, se encontraba en varios lugares de Galicia (Bergantiños y la Costa da Morte) y en las montañas de Ourense, de León y de Zamora. El interés de los nazis por el mismo fue evidente y la colaboración del régimen de Franco una obviedad desde que esas zonas cayeron en poder de los sublevados. Por mor de síntesis, los historiadores gallegos y leoneses han constatado el tráfico de wolframio desde Galicia en dirección a Berlín, pero nos centraremos la mina de Valborraz (en Casaio, Carballeda de Valdeorras, Ourense) que fue particular, entre otras razones, porque sus instalaciones fueron de las pocas que se gestionaron directamente por los nazis y, por ello, en la comarca se conocía como “La mina de los alemanes”. Aunque había sido abierta en 1914 por una empresa belga, será en 1938 cuando sus terrenos fueron adquiridos por un conglomerado de empresas de propiedad nazi que, por supuesto, tenían una estrecha conexión con el régimen de Franco. No en balde, el Presidente de su Consejo de Administración fue el consuegro del dictador, el Conde de Argillo, de la familia de los Martínez-Bordiu. Todo se quedaba en casa. Ya se sabe: la patria empieza en el bolsillo.
Entre los granadinos que trabajaron en esa mina, y que hemos podido rescatar, los tres eran originarios de la comarca de Baza: Domingo López Masegosa (minero), Juan José Barea Gallardo (cantero) y Adolfo Cantón Moreno (chófer), el que luego pasaría a la guerrilla
La mina fue explotada desde 1938 -justo antes de la II Guerra Mundial- hasta 1945 y por ella pasaron cientos de trabajadores y trabajadoras de la comarca. Pero también funcionó en Casaio un Destacamento Penal entre 1942 y 1945 al que fueron destinados 463 republicanos, prisioneros de guerra que, con su trabajo en semi esclavitud, redimían sus condenas. Ya en 1945, fue cerrada después de que se produjeran varias fugas y de que algunos de los fugados, entre ellos un bastetano, entraran en contacto con los guerrilleros que movían por el entorno.
Entre los granadinos que trabajaron en esa mina, y que hemos podido rescatar, los tres eran originarios de la comarca de Baza: Domingo López Masegosa (minero), Juan José Barea Gallardo (cantero) y Adolfo Cantón Moreno (chófer), el que luego pasaría a la guerrilla y del que nos ocuparemos más detenidamente.
El bastetano Adolfo Cantón Moreno, en la guerrilla galaico-leonesa
La comarca de la que nos ocupamos fue un espacio difuso que, desde la aldea de Casaio, se extendía por los montes de la comarca ourensana de Valdeorras, limítrofe con el Bierzo y la Cabrera. Inicialmente, como en otros lugares que caían en manos de los rebeldes, se produjo el fenómeno conocido como “huidos a la sierra”. León, junto a Asturias, fueron dos de las regiones españolas más represaliadas. La actividad minera de la zona del El Bierzo con un importante movimiento obrero dio un triunfo claro al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, pero tras el triunfo de los sublevados el 18 de julio, dejó la zona en sus manos. La represión fue inmediata y la comarca se sembró de innumerables fosas comunes donde yacen militantes republicanos de todo tipo. Muchos de los dirigentes políticos y sindicales, como en otras zonas del país, se echaron al monte desde los primeros momentos; otros, se incorporaron al frente en Asturias y, tras caer este, después de fracasar numerosos intentos de huida hacia Francia o Portugal, algunos regresaron al Bierzo y las comarcas limítrofes, concretamente a la comarca Valdeorras y Cabrera, que sería el principal bastión donde se desarrollaría la guerrilla galaico-leonesa. Una guerrilla que se nutriría con gente de la zona, también de otros antifranquistas gallegos de zonas limítrofes con Lugo o dirigentes políticos asturianos –con una dilatada experiencia política y militar- que tampoco pudieron evadirse.
Desde los primeros momentos y, sobre todo a partir de 1940, estos “huidos” fueron creando pequeños “grupúsculos” llegando a establecer hasta cinco campamentos que, en conjunto, recibieron popularmente el nombre de 'Ciudad de la selva' y que estuvieron en funcionamiento, con sus altibajos, entre 1941 y 1946
Desde los primeros momentos y, sobre todo a partir de 1940, estos “huidos” fueron creando pequeños “grupúsculos” llegando a establecer hasta cinco campamentos que, en conjunto, recibieron popularmente el nombre de Ciudad de la selva y que estuvieron en funcionamiento, con sus altibajos, entre 1941 y 1946. Llegó a acoger más de 100 guerrilleros, creándose en 1942 la Federación de Guerrillas de León y Galicia, momento en que pasó de ser un mosaico de pequeños grupos guerrilleros a un intento de ejército organizado. Fue el 24 de abril de 1942 cuando veinticuatro guerrilleros de todas las tendencias se reunieron en la aldea de Ferradillo, al sur de Ponferrada, dando origen a la primera organización armada de la postguerra española y con la estructura mejor organizada de la guerrilla en todo el Noroeste de la Península. Contaba con un Estado Mayor, celebró siete congresos en cinco años, se regía por un reglamento cuyo incumplimiento era sometido a un tribunal de disciplina, editaba un periódico clandestino y tuvo el apoyo de una tupida red de enlaces, organizados en el Servicio de Información Republicano (SIR) que sería la “guerrilla del llano”.
Esa guerrilla contaría con numerosos apoyos. Uno de ellos, excepcional, sería el ingeniero Alexander Easton, conocido como “El Inglés”, pese a su origen escocés, un espía del Gobierno británico que vivía en el Bierzo y que les proporcionó contactos con grupos políticos en el exilio
Esa guerrilla contaría con numerosos apoyos. Uno de ellos, excepcional, sería el ingeniero Alexander Easton, conocido como “El Inglés”, pese a su origen escocés, un espía del Gobierno británico que vivía en el Bierzo y que les proporcionó contactos con grupos políticos en el exilio, una máquina de escribir, una multicopista, una radio y otros útiles, además de habilitar la buhardilla de su casa en Carracedo como ambulatorio clandestino donde curaban a los maquis heridos. Y otros contactos como el de José María Urquiola Chema, que establecería relaciones con el PCE y se integraría en la Unión Nacional Española (UNE), que intentaba derrocar a Franco desde Francia.
Las autoridades no sabían exactamente dónde se ocultaban y tampoco se atrevían a entrar. La dificultad del paisaje montañoso había facilitado la instalación de un campamento permanente en un espacio fronterizo conectado con diversas zonas controladas por otras guerrillas
Las autoridades no sabían exactamente dónde se ocultaban y tampoco se atrevían a entrar. La dificultad del paisaje montañoso había facilitado la instalación de un campamento permanente en un espacio fronterizo conectado con diversas zonas controladas por otras guerrillas. Algunas investigaciones arqueológicas han demostrado que la Federación de Guerrillas tuvo un grado muy alto de organización. Los cerca de 68 objetos de armamento utilizados por la guerrilla han revelado no solo la presencia de material procedente de Francia, Grecia o México, sino también el uso de las armas más modernas de la época, como el fusil de tipo mauser M1943 o mosquetón Coruña, fabricado a partir de 1943, o pistolas semiautomáticas derivadas de la mauser C-96 o su variante vasca Astra 900. O que tenían un alto grado de higiene personal por la presencia de productos como espejos individuales, pastas de dientes o cremas de manos.
Será la reorganización del PCE en Asturias, León y Ponferrada durante 1944 el que produzca nuevas incorporaciones a las filas guerrilleras de varios evadidos de los destacamentos penales y batallones de trabajadores de la provincia de León y limítrofes. Una de ellas será la del bastetano Adolfo Cantón Moreno
Sin entrar en las numerosas acciones que desplegó esta guerrilla, durante 1944 se producirá, siguiendo a Santiago Macías, “una calma tensa, con ausencia de enfrentamientos, a causa del devenir de la II Guerra Mundial, cuando ya se vislumbraba la derrota de las potencias del Eje”. Y, aunque la guerrilla hizo numerosos actos de sabotaje y de propaganda en pueblos y aldeas, las fuerzas franquistas y estos evitaron el choque. Será la reorganización del PCE en Asturias, León y Ponferrada durante 1944 el que produzca nuevas incorporaciones a las filas guerrilleras de varios evadidos de los destacamentos penales y batallones de trabajadores de la provincia de León y limítrofes. Una de ellas será la del bastetano Adolfo Cantón Moreno que, junto a Eduviges Orozco Palacín, Miguel Cardeñas Lozano, Florencio Pérez Moreno y Manuel Moreno Casado, entre otros, se habían fugado entre el primer tercio y mediados de 1944 del destacamento penal de las minas de wólfram de Casaio. No obstante, estas y otras nuevas incorporaciones no fueron del agrado de algunos veteranos guerrilleros que, siempre preocupados por la seguridad y alertados de posibles infiltraciones, no vieron con buenos ojos a personas que no conocían ni ellos ni los enlaces, lo que les provocó no pocos problemas logísticos y de seguridad.
Como en otros artículos, nos aproximamos a la biografía de alguno de estos protagonistas, en este caso inicial la de Adolfo Cantón Moreno.
Fotografía de Adolfo Cantón, cedida por la familia a Santiago Macías.
Las delaciones y las infiltraciones estuvieron a la orden del día y muchos de los guerrilleros murieron porque otros compañeros que se habían entregado, declararon bajo tortura el lugar donde podían encontrarlos; otros declaraban porque les prometían una rebaja sustancial de pena...
Según Santiago Macías, a partir de 1947, la guerrilla decae considerablemente por las numerosas infiltraciones, la persecución implacable de la fuerza pública o la depuración en la misma por los dirigentes del PCE contra quienes se opusiesen al rodillo de los dirigentes. Una de ellas fue la de Adolfo Cantón, asesinado por sus propios compañeros junto a una joven de Ferradillo, Sabina Blanco, con la que mantenía una relación sentimental. Se desconoce el lugar donde fueron enterrados y, sobre este hecho –y otros similares- la propia guerrilla mantuvo un silencio evidente. Casos como este hay que entenderlos en el contexto en que se produjeron, pues uno de los temas recurrentes entre la guerrilla fue, por mera supervivencia, su propia seguridad. Las delaciones y las infiltraciones estuvieron a la orden del día y muchos de los guerrilleros murieron porque otros compañeros que se habían entregado, declararon bajo tortura el lugar donde podían encontrarlos; otros declaraban porque les prometían una rebaja sustancial de pena; en algunos casos, se compraba directamente al delator o, simplemente, se les chantajeaba con la liberación de algún familiar preso. La casuística es mayor, pero en algunos casos, cuando se mantenían relaciones sentimentales, se ofrecía a los verdugos otro flanco más débil. La detención de la compañera y la tortura consiguiente exponían no solo a los dos, sino a todo el grupo. ¿Fue esta la razón de la muerte de Cantón y su compañera? ¿Fue que él quiso dejar la guerrilla y trazar una nueva vida con su compañera fuera de España o en otro lugar donde no se les reconociera? Es imposible, a día de hoy, responder a estas preguntas, pero una constante en casos similares siempre nos lleva a que la guerrilla intentó asegurarse su propia seguridad cuando ésta podía estar amenazada. De hecho, muchas de las muertes de los guerrilleros venían causadas por delaciones previas.
Fue uno de los hombres de confianza del mítico guerrillero Manuel Girón Bazán. Fue ejecutado por la propia guerrilla en 1949 en una vaguada contigua a un arroyo situado entre Ricosende y Sautadoiro
Otro que fue víctima de la misma estrategia de los dirigentes del PCE, pero por razones distintas, fue otro de los fugados de las minas de Casaio: Miguel Cardeñas Lozano (Andújar, 3 de febrero de 1911). Este barrenero en las minas de su tierra natal era miembro del PCE desde antes de la guerra civil, luego miliciano que ascendió a Sargento y, tras la guerra, condenado por el delito de “Adhesión a la rebelión” a 30 años de reclusión. Después de recorrer varias cárceles, a comienzos de julio de 1944, fue uno de los fugados del Penal de las minas de wólfram. Fue uno de los hombres de confianza del mítico guerrillero Manuel Girón Bazán. Fue ejecutado por la propia guerrilla en 1949 en una vaguada contigua a un arroyo situado entre Ricosende y Sautadoiro.
¿Por qué es particular este caso para la memoria democrática y por qué debemos estar profundamente agradecidos a historiadores como Santiago Macías? La cuestión es que a lo largo de su investigación sobre la guerrilla leonesa, descubrió que Miguel Cardeñas se había casado en Andújar con Emilia Cantudo, con la que había tenido un hijo, Juan
¿Por qué es particular este caso para la memoria democrática y por qué debemos estar profundamente agradecidos a historiadores como Santiago Macías? La cuestión es que a lo largo de su investigación sobre la guerrilla leonesa, descubrió que Miguel Cardeñas se había casado en Andújar con Emilia Cantudo, con la que había tenido un hijo, Juan. Cual Sherlock Holmes, Macías buscó y rebuscó en Andújar los apellidos –listín telefónico en ristre- y localizó –feliz hallazgo- a la familia en Linares. Por desgracia, Juan había muerto cuatro años antes y no pudo satisfacer su deseo de saber qué había sido de su padre. Por esa misma investigación, Macías tuvo la fortuna de que se pusiera en contacto con él, Andrés Vázquez, que buscaba los restos de su tío, otro guerrillero. Pero Andrés, le ofreció una información valiosísima para dar con los restos de Miguel Cardeñas. Le contó que siendo un niño, mientras cuidaba un rebaño, se encontró unos restos óseos que sobresalían del suelo e, impresionado por el hecho, amontonó unas piedras sobre el hallazgo y señaló el lugar, como si adivinase que algún día aquello serviría para algo. Cuando se lo contó a la familia esa noche todos sabían que allí estaba enterrado “Cardeñas”, el andaluz. Y sabían que la Guardia Civil lo desenterró para comprobar su identidad y lo volvieron a enterrar. Por la información de Macías, ya en 2003, los nietos de Cardeñas, junto a varios voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, junto con arqueólogos vascos, llegaron al lugar y –aunque estaba lleno de maleza- encontraron felizmente el lugar. Y allí mismo, algunos ancianos del lugar, comenzaron a hablar de lo que todos sabían pero que nadie había dicho porque el miedo los había atenazado: que Cardeñas había iniciado una relación sentimental con una mujer de Soutadoiro, de la que había nacido un hijo que había muerto en 1982, pero que en la aldea vivía su viuda y dos de sus hijos nacidos de otro matrimonio. Después, sus restos, ya identificados por el forense, fueron llevados a Jaén donde fue enterrado el 16 de febrero de 2004.
Este hecho, demuestra con palabras del propio Macías, cómo es posible que todavía en España haya quien ponga piedras en el camino para recuperar la memoria de muchas familias que todavía, casi un siglo más tarde, buscan a sus seres queridos:
Santiago Macías, socio fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, escritor, colaborador de medios de comunicación, columnista, investigador sobre la guerrilla, biógrafo, asesor histórico de varios documentales, ha sido galardonado varias veces por su impresionante trabajo de investigación. Pero a él me ha unido, además de su colaboración desinteresada para este artículo, la desconocida coincidencia de que ambos fuimos amigos personales de Almudena Grandes y que, por razones distintas, nos incluyó en el epílogo de su libro El lector de Julio Verne (Tusquets, 2012). Almudena recoge del libro de Santiago Macías, El monte o la muerte. La vida legendaria del guerrillero antifranquista Miguel Girón, la historia de un enlace de la guerrilla que, con 26 años, se negó a consentir a que le aplicaran ley de fugas y, volviéndose a sus asesinos, puño en alto, le obligó a que lo mataran mirándolo a los ojos, al tiempo que gritaba dando vivas al PCE y a la República. Esa historia impresionó tanto a Almudena, que la tomó prestada y la usó, recreándola literariamente, para el personaje de Laureano, el hijo de Pesetilla. Lo dicho. Gracias, Santiago.
Alfonso Martínez Foronda
Bibliografía:
- GUERRA GARRIDO, Raúl, El año del wólfram, Ed. Planeta, Barcelona, 1984.
- GURRIARÁN, José Antonio, As mulleres do monte, Galaxia, Vigo, 2015.
- MACÍAS, Santiago, El monte o la muerte. Manuel Girón y la primera guerrilla antifranquista de la posguerra, Eolas ediciones, 2020.
- SERRANO, Secundino, Crónica de los último guerrilleros leoneses, Ámbito, Valladolid, 1986; y La guerrilla antifranquista en León (1936-1951), Ed. Siglo XXI, Madrid, 1986.
- https://www.publico.es/politica/ciudad-selva-gran-campamento-secreto-guerrilleros-antifranquistas.html
- Documental. Título original: Ciudad de la Selva; Fuxidos e guerrilleiros nos montes de Casaio. 2020. (director Miguel Riaño Roa).
- Archivo de la Real Chancillería de Granada (Caja 25987, Pieza 5, Caja 25960, Pieza 67 y Caja 25959, Pieza 64).
Pedro Sánchez Rodrigo (Burgos, 1960). Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, donde cursó la especialidad de Historia Contemporánea. Ha ejercido como profesor de Secundaria de Geografía e Historia desde 1984. Desde hace años colabora con la Fundación de Estudios Sindicales- Archivo Histórico de CC.OO.-A.. Ha participado en la obra colectiva “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81)”, publicada por la Editorial El Páramo en el año 2012, y, junto con Alfonso Martínez Foronda, es autor de “La cara al viento. Memoria gráfica del movimiento estudiantil de Granada durante la dictadura y la transición”, obra publicada por la Universidad de Granada, también en 2012. Ha colaborado en el volumen La Resistencia andaluza ante el tribunal de orden público en Andalucía. 1963-76, editado en 2014 por la FES/Archivo Histórico de CC.OO.-A y la Junta de Andalucía, y en otros trabajos colectivos, como De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978 (Diputación de Granada, 2016) y La Universidad de Granada, cinco siglos de historia. Tiempos, espacios y saberes, coordinado por Cándida Martínez López (III Volúmenes, EUG, Granada, 2023) con el artículo “Antifranquismo en las aulas. El movimiento estudiantil”. También con Alfonso Martínez Foronda ha publicado el libro “Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981)”, publicado en 2016 por la Fundación de Estudios y Cooperación de CC.OO. Actualmente está jubilado y colabora en la elaboración del Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981.
Alfonso Martínez Foronda (Jaén, 1958). Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Desde 1984 es profesor de Enseñanza Secundaria. Actualmente es profesor del IES Albayzín. Ha sido secretario general de CCOO de Jaén desde 1993-2000 y desde 2004 es miembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO-A, desde donde ha presidido hasta 2103 las Fundaciones de Estudios Sindicales-Archivo Histórico y la de Paz y Solidaridad.
Como investigador, ha publicado numerosos artículos de opinión sobre aspectos docentes y sociales. Colaborador habitual del Diario Jaén desde 1994-2000 publicó La firma del viento (2007), una antología de artículos de opinión. Como investigador del movimiento obrero andaluz ha publicado La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-1977), en 2005; De la clandestinidad a la legalidad (Breve historia de las Comisiones Obreras de Granada), en 2007; sobre las Comisiones Obreras de Jaén desde su origen a la legalización del sindicato (2004); la unidad didáctica El sindicalismo durante el franquismo y la transición en Andalucía; diversas biografías de dirigentes sindicales andaluces como Ramón Sánchez Silva. Al hilo de la historia (2007); Antonio Herrera. Un hombre vital, en 2009; Andrés Jiménez Pérez. El valor de la coherencia, en 2010, entre otros. En 2011 su investigación La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, (2011), fue premiada por la Junta de Andalucía como la mejor investigación social de ese año. Posteriormente, ha publicado La “prima Rosario” y Cayetano Ramírez. Luchadores por la libertad en una provincia idílica (2011); sobre el movimiento estudiantil en la UGR, con otros autores, “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81); sobre la historia del movimiento obrero granadino, con su investigación La lucha del movimiento obrero en Granada. Paco Portillo y Pepe Cid: dos líderes, dos puentes“, 2012; sobre el Tribunal de Orden Público, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976); Diccionario de la represión sobre las mujeres en Granada (1936-1960) o La resistencia malagueña durante la dictadura franquista (1955-1975). Actualmente, junto a Pedro Sánchez Rodrigo, está confeccionando un diccionario sobre la represión en Granada desde la II República al golpe de estado de 1981.
Nueva serie de Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo sobre granadinos en prisiones de horror y muerte en la Guerra Civil y el franquismo:
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Republicanos granadinos en San Simón: La isla de la muerte (I)
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San Simón: La isla de la desmemoria (y II)
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Republicanas granadinas en cárceles vascas (I): La Prisión Central de Mujeres de Saturrarán (Guipúzcoa)
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Republicanas granadinas en cárceles vascas (II): La Prisión Central de Mujeres de Amorebieta (Vizcaya)