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y, mientras, que sigan blanqueando

Ideología del odio

Opinión - Juan I. Pérez - Sábado, 11 de Septiembre de 2021
Bancos pintados con la bandera arcoíris en Vegas del Genil.
Ayto. Vegas del Genil
Bancos pintados con la bandera arcoíris en Vegas del Genil.

Cuando una mujer es asesinada por su pareja, expareja o conocido, o le dañan física o psíquicamente; cuando a un chico le revientan de una paliza, o a otra u otro le insultan, porque lo perciben como homosexual; cuando violan en solitario o en manada a una joven; cuando se menosprecia, en todas sus formas, a un migrante o un indigente…. Cuando sucede todo eso, cuando se ejecuta, no sólo cometen actos de odio contra la integridad física de las víctimas, también atentan contra la libertad de todas y todos nosotros, porque la libertad debe ser una aspiración indivisible y es toda la sociedad la ultrajada.

Cuando una mujer, un o una homosexual, un migrante o un indigente es atacado o atacada, nos atacan a todas y todos, porque quiebran su libertad, pero también la nuestra

Cuando una mujer, un o una homosexual, un migrante o un indigente es atacado o atacada, nos atacan a todas y todos, porque quiebran su libertad, pero también la nuestra.

La violencia machista, la agresión homófoba, el racismo, la aporofobia son manifestaciones extremas de supremacismo, avivada por una ideología.

Es una ideología ultra, tosca, retrógada, que no puede tener cabida en una sociedad avanzada, que confina a la mujer a la calidad de propiedad del hombre, al hombre distinto a la categoría de diversidad insoportable, al migrante en una amenaza y al mendigo en un estorbo indigno.

(Tan extrema y atrevida, que avergüenza que nada pase, cuando ellas y ellos, herederos ideológicos del franquismo, aseguran sin rubor que le votaría el mismísimo Federico García Lorca, asesinado por sus admirados. Y tratan de rescribir la historia, no condenar el golpe de estado de 1936 al gobierno legitímo de la República, ni la dictadura).

Es una ideología ultra, tosca, retrógada, que no puede tener cabida en una sociedad avanzada, que confina a la mujer a la calidad de propiedad del hombre, al hombre distinto a la categoría de diversidad insoportable, al migrante en una amenaza y al mendigo en un estorbo indigno

Si la opaca respuesta de parte de la presunta derecha moderada y, sin fisuras, de la ultraderecha, repugna frente a semejantes delitos, cuando se produce una denuncia falsa, como la del joven que se inventó ser atacado por ocho enmascarados en el portal de su domicilio en el barrio de Malasaña, es igual de repugnante porque les sirve para reafirmar el supremacismo y tratar de eliminar una evidencia: el incremento de los delitos machistas, homófobos…

Niegan que la ideología de la ultraderecha tenga ninguna responsabilidad. ¿Estamos seguros? Porque sin soporte ideológico, a veces no muy consciente, estos delitos no tendrían el más mínimo respaldo, la menor duda de rechazo. La ausencia absoluta de ambigüedad.

No es necesario remover demasiado para encontrar síntomas de distinto grado: desde la obstinación por segregar a niños y niños en colegios, al obispo que pide curar a los homosexuales porque asegura que es una enfermedad... 

"Hay actividades como el toreo o deportes como el fútbol que no tienen el mismo atractivo si los hace un hombre como si los hace una mujer porque, evidentemente, ellos tienen mucho más rendimiento que ellas, o que al frente de ese 8 de marzo hay mujeres que no son mujeres", dijo un concejal de la ultraderecha en Baza, al que contestó con valentía la laureada marchadora olímpica accitana María Pérez.

Es un virus que contagia a la derecha presuntamente moderada que por necesitarla para gobernar cada vez le compra más los discursos o no se atreve a importunarle. Como los que le ríen las gracias en redes sociales, algunos, sin ser sospechos de compartir sus postulados.

Es esa ideología el caldo de cultivo en el que fermenta el odio, la violencia de género, la negación de la libertad a todos los demás.

No hay espacio para la equidistancia.

Que sigan blanqueando.