'Abigarrada catetez del PP'

Y no es porque lo diga yo, que también. Durante el proceso de debate de los organismos metropolitanos de Granada, allá por la década de los 90 del siglo pasado, un antiguo Delegado Provincial de Obras Públicas comentaba que la actitud de los representantes del PP ante esa realidad, evidentemente física y aún por regular, parecía querer recuperar la figura del “fielato”, que la gente más veterana recordará, aquellas casetas de cobro de tasas sobre el tráfico de mercancías, que existían a la entrada de las poblaciones y donde se cobraban esos arbitrios por la entrada y salida de productos. El coqueto edificio, bien conservado, aunque sólo de fachada, sito en la Estación de tren granadina en Avenida de Andaluces bien ilustra lo que digo.
Años más tarde, cuando ya estaban constituidos algunos entes metropolitanos de prestación de servicios comunes, el entonces alcalde popular de Granada, sr. Torres Hurtado vino a resumir esa actitud cicatera y pobre de nuestra derecha local, en una frase laudatoria, “catetos a sus pueblos”
Años más tarde, cuando ya estaban constituidos algunos entes metropolitanos de prestación de servicios comunes, el entonces alcalde popular de Granada, sr. Torres Hurtado vino a resumir esa actitud cicatera y pobre de nuestra derecha local, en una frase laudatoria, “catetos a sus pueblos”. Pues bien, hoy, la aventajada alumna de aquel alcalde, doña María Francisca Carazo, al mando del ayuntamiento granadino, ha venido a culminar la labor, con la implantación de la Zona de Bajas Emisiones. Tan abigarradamente cateta manera de entender la realidad metropolitana de Granada alcanza así su máxima expresión.
Si se piensa que quienes vienen a Granada a trabajar, a estudiar, a visitar familiares, a hacer uso de los servicios esenciales, en busca de ocio, cultura o restauración o por la razón que sea, están “invadiendo” el sagrado e intocable territorio granadino, y además (y pese a las tozudas cifras económicas) esa invasión es gratuita y no revierte en resultados económicos para la sociedad granadina, como piensa buena parte de nuestra cateta sociedad y de nuestra derecha política, el resultado no puede ser más que el que es.
La creación de una Zona de Bajas emisiones que, lejos de servir al objetivo de restringir el tráfico de vehículos y permitir una mejor calidad del aire que respiramos, tan sólo parece servir al objetivo de intentar expulsar a decenas de miles de vecinos y vecinas de la ciudad o de extorsionarlos cada vez que se les ocurra traspasar la barrera imaginaria que “defiende” Granada de sus potenciales invasores
La creación de una Zona de Bajas emisiones que, lejos de servir al objetivo de restringir el tráfico de vehículos y permitir una mejor calidad del aire que respiramos, tan sólo parece servir al objetivo de intentar expulsar a decenas de miles de vecinos y vecinas de la ciudad o de extorsionarlos cada vez que se les ocurra traspasar la barrera imaginaria que “defiende” Granada de sus potenciales invasores. La discriminación no está basada en las tasas contaminantes del vehículo, que debería ser el dato determinante, sino en el padrón municipal, lo que bien poco tiene que ver con el objetivo perseguido.
Cómo no, nuestra cateta derecha local, ha vuelto a (intentar) dar con la piedra filosofal, causante de todas las culpas y todos los males que imaginarse pueda sufrir nuestra Granada. Y es que la Zona de Bajas Emisiones es un invento del malvado Sánchez, que no para de maquinar catástrofes con las que condenarnos. Y que el Ayuntamiento granadino, pobrecitos ellos y ellas, no tiene más remedio que aplicar. ¡Vano intento de desviar el tiro, señores y señoras del PP! Muchas ciudades gobernadas por ustedes están desarrollando y aplicando Zonas de Bajas Emisiones (en adelante, ZBE) razonablemente consensuadas, con reparto de cargas en función de los niveles de contaminación de los vehículos, con potenciación del transporte público para limitar los efectos de las restricciones y, sobre todo, con consenso ciudadano y social. La implantación de ZBE es una exigencia para intentar vivir un poco mejor y más sanamente. Es una política con dotación económica suficiente (esa sí es decisión del Gobierno de España, que rácanamente intentan ocultar) para que cada ciudad aplique las restricciones y limitaciones que considere, desde la óptica ambiental, y no, desde luego, desde la visión cateta de intentar discriminar a los habitantes de nuestra aglomeración, insisto, en base al Padrón municipal.
Señalización de la Zona de Bajas Emisiones en los accesos a Granada por el Zaidín. IndeGranada.
El censo de habitantes de la ciudad seguramente aumentará. Y qué decir del importe total de la recaudación del Impuesto de Vehículos en la ciudad. Pero resulta evidente que los objetivos de la ZBE no son esos, ni pueden serlos
Seguramente, la alcaldesa Carazo y su equipo sueñan con aumentar el número de habitantes censados en Granada, pues quien puede dudar que el pequeño y mediano empresario dueño de un bar, taller, tienda, academia, peluquería o cualquier otro negocio en cualquiera de nuestros barrios, pero residente en Cenes, Monachil, La Zubia, Armilla o Jun, más pronto que tarde, se empadronará en la granadina residencia de un familiar, amigo o conocido. ¿Acaso las personas con familiares dependientes que precisan asistencia sanitaria no van a empadronarse en Granada para poder venir en sus vehículos a los centros hospitalarios? ¿Alguien en su sano juicio considera que los miles de estudiantes que, a diario, vienen a estudiar, no se van a empadronar en el domicilio de algún compañero? El censo de habitantes de la ciudad seguramente aumentará. Y qué decir del importe total de la recaudación del Impuesto de Vehículos en la ciudad. Pero resulta evidente que los objetivos de la ZBE no son esos, ni pueden serlos.
Una vez más y ya se pierde la cuenta, el cuidado del medio ambiente es algo secundario y lejano para el PP
Lamentablemente, se habrán perdido 2 años preciosos, cuando en 2027 ocurran alguna de estas dos cosas, sino las dos. Que los resultados en cuanto a mejora de la calidad del aire sean tan pobres, si es que lo son, que haya que volver a diseñar medidas, esta vez sí, más duras y contundentes. O que los recursos planteados a la ZBE por razones de inequidad e injusta discriminación quiten la razón a la abigarradamente cateta derecha granadina y haya que dar marcha atrás. ¡Para cubrirse de gloria doña Marifrán!























