'Xiu Xiu recuperan el pulso'
No hay nada mejor que descubrir a un grupo gracias a la recomendación de un amigo o amiga. Podemos escuchar música en soledad, por supuesto, pero el aspecto social de la música hace que el disfrute sea mucho mayor, y esta es una manera especialmente bonita de darle esa dimensión. Cuando te enamoras de un grupo que te han recomendado, su obra se vuelve más significativa para ti al mismo tiempo que se afianza la amistad: se convierte en otro puente, en otra fuente de bromas, en otro lenguaje desde el que expresar el cariño. Desde hace algún tiempo, mi amigo Antonio es mi fuente más confiable de recomendaciones musicales. Y eso en buena parte se debe a la efectividad de una sola de ellas, una que me ha cambiado la vida: Xiu Xiu. Cuando en enero del año pasado por fin hice caso a sus exhortaciones para que escuchase A Promise (2003), me quedé impactado. La combinación de ruidismo electrónico industrial, melodías pop y letras perturbadoras y extremas me abrió un nuevo mundo. No en vano, fueron uno de mis grupos más escuchados según el Spotify Wrapped de ese año.
Estos sí son los Xiu Xiu que me gustan, y en efecto, '13” Frank Beltrame Italian Stiletto with Bison Horn Grips' (sí, ese es el título) ha acabado por ser en uno de los mejores discos del grupo en la última década
Sin embargo, esto se debió más bien a mi escucha obsesiva de su discografía anterior, y no tanto a Ignore Grief (2023), el disco que lanzaron apenas un par de meses después de descubrirlos. Al contrario, fue una decepción: sus canciones apenas daban al oyente nada a lo que agarrarse a nivel melódico o rítmico, de modo que las terroríficas texturas y las desoladoras letras me llegaron más como puras agresiones sonoras que como invitaciones a sublimar lo más oscuro de la psique humana, como creo que pretendían. Por eso escuchar “Common Loon”, el primer single de su decimocuarto álbum de estudio, hace unos meses fue tan emocionante: sobre una base rock tradicional en sus formas (esos repetitivos acordes de guitarra, esa batería sencilla y primaria) pero absolutamente distorsionada y atronadora, Jamie Stewart canta con su habitual combinación de fragilidad y fuerza, y la superposición progresiva de más y más sonidos (efectos, sintetizadores, guitarras, el precioso glockenspiel del estribillo) acaban abrumando al oyente de manera sublime. Estos sí son los Xiu Xiu que me gustan, y en efecto, 13” Frank Beltrame Italian Stiletto with Bison Horn Grips (sí, ese es el título) ha acabado por ser en uno de los mejores discos del grupo en la última década.
Para conseguir este éxito han tirado del músculo rítmico que tanto les faltó en el anterior LP. Desde luego, el esquema rockero de “Common Loon” les funciona bien en temas como “Veneficium”, con ese riff de sintetizadores tan efectivo en el estribillo
Para conseguir este éxito han tirado del músculo rítmico que tanto les faltó en el anterior LP. Desde luego, el esquema rockero de “Common Loon” les funciona bien en temas como “Veneficium”, con ese riff de sintetizadores tan efectivo en el estribillo, o “T.D.F.T.W.”, con esas guitarras que suenan especialmente a post-punk y esa batería tan contundente que parece que va a partirte el pecho. “Sleep Blvd.”, por su parte, empieza creando tensión, con una solitaria nota de guitarra y efectos puntuales, antes de que el estribillo estalle en el pasaje más bailable del álbum: su batería sencilla y cadenciosa se complementa a la perfección con una instrumentación tan ruidosa como siempre, pero menos densa de lo habitual, que deja los huecos justos para mover el cuerpo en esos espacios vacíos. No por casualidad, la letra de la canción referencia la mítica discoteca LGBT neoyorquina Crisco Disco.
No obstante, el disco también brilla en momentos muy diferentes a estos despliegues de potencia
No obstante, el disco también brilla en momentos muy diferentes a estos despliegues de potencia. De hecho la primera canción, “Arp Omni”, es el corte más calmado del álbum con diferencia; una decisión arriesgada que les sale muy bien gracias a que es una de las mejores baladas de su carrera. Las desnudas notas de unos violines y violonchelos conducen la mayor parte de la canción, mientras Jamie Stewart entona una de sus clásicas cartas de amor desesperanzado y desgarrador. Incluso para un letrista de su talento, los versos “I have done almost nothing right/My entire adult life/But having dared to touch the fire with you/Breaks the chain of my being nothing too” son de una perfección que rara vez se alcanza, y consiguen cortarme la respiración cada vez que los escucho. Por otra parte, el disco lo cierra “Piña, Coconut & Cherry”, otra canción relativamente pausada (“A ballad rather than a rocker”, comenta precisamente la letra), con más presencia de esos sintes espeluznantes que tanto poblaban su anterior disco. Aquí, sin embargo, están usados de forma más calculada, y los demenciales y desesperados gritos de Stewart producen una última sacudida emocional que deja al oyente tan conmocionado como satisfecho.
Esto no quiere decir que el álbum no tenga sus defectos: cuando uno hace música tan extrema y extraña, es casi imposible que todo salga bien a lo largo de todo un tracklist
Esto no quiere decir que el álbum no tenga sus defectos: cuando uno hace música tan extrema y extraña, es casi imposible que todo salga bien a lo largo de todo un tracklist (ni siquiera A Promise me parece perfecto; es algo mucho más interesante que eso). “Maestro One Chord”, por ejemplo, es en general bastante efectiva gracias a su producción llena de percusión industrial y sintetizadores de ecos orientales y a esos terroríficos y repetitivos “ooh-ooh-ooh-ooh-ooh”. No obstante, sospecho que en realidad es una canción meramente correcta, con un no-estribillo donde los efectos hacen irreconocible la voz de Stewart de forma algo innecesaria y que no progresa en una dirección muy interesante; es esa presentación tan atractiva la que engaña un poco al oyente. Más obvio me parece que “Pale Flower” no funciona en todas sus fases. Sí me gustan las estrofas, con esos acordes insistentes de sintetizador y todos los zumbidos y chirridos que lo adornan tan bien. En cambio, el estribillo me vuelve a parecer mediocre, nada atractivo a nivel melódico y con una combinación de sonidos más bien molesta. Por no hablar de la última fase, que extiende estas cualidades negativas durante un minuto final que se vuelve algo insoportable.
Pese a todo, ninguna de estas canciones llega a ser tan desagradable como para llegar a estropear el fluir del álbum
“Bobby Bland”, por último, es quizás la más floja de todas, pese a su excelente letra sobre traumas familiares marca de la casa (“A mother and father do not have to be a biological disaster/They could be kindred spirits and weirdly moving”). El esqueleto percusivo resulta algo simplón, mientras que muchos de los otros elementos sonoros en la segunda mitad se vuelven disonantes sin complementarse demasiado bien. Pero sobre todo tiene una estructura algo rara, con ese momento en que la canción se descompone a mitad para recomponerse en una forma menos lograda que la anterior. Pese a todo, ninguna de estas canciones llega a ser tan desagradable como para llegar a estropear el fluir del álbum. Lo cual, combinado con el altísimo nivel del resto de temas, convierte a 13” Frank Beltrame... en un disco imprescindible tanto para los aficionados al rock que no temen a los experimentos como para los aficionados a las vertientes más extrañas de la música popular a los que les gusta un buen ritmo de rock and roll.
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Puntuación: 8.2/10
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