'Gerda Grepp: pionera del periodismo bélico y testigo de La Desbandá'
Gerda Johanne Helland Grepp, nacida el 26 de mayo de 1907 en Oslo, no solo fue una destacada periodista y traductora noruega, sino también una pionera en el campo del periodismo de guerra, siendo una de las primeras mujeres noruegas en ejercer este arriesgado oficio.
En 1936, Gerda tomó la decisión de viajar a España, sumida en la Guerra Civil, como corresponsal y fotógrafa para el periódico del Partido Laborista noruego, Arbeiderbladet. Al llegar a Barcelona y luego trasladarse a Madrid, se integró en el grupo de intelectuales antifascistas que participaban en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura
Hija del expresidente del Partido Laborista Noruego, Kyrre Grepp, y de la periodista Rachel Grepp, Gerda estaba predestinada a seguir una carrera en el ámbito intelectual y político. Su infancia estuvo influenciada por el ambiente político y social de su hogar, lo que sin duda marcó su posterior compromiso con las causas laboristas y antifascistas. A una edad temprana, Gerda se casó con Mario Pietro Mascarín, con quien tuvo tres hijos antes de su divorcio, un evento que precipitó su posterior carrera en el periodismo bélico.
En 1936, Gerda tomó la decisión de viajar a España, sumida en la Guerra Civil, como corresponsal y fotógrafa para el periódico del Partido Laborista noruego, Arbeiderbladet. Al llegar a Barcelona y luego trasladarse a Madrid, se integró en el grupo de intelectuales antifascistas que participaban en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. En Madrid, Grepp trabajó junto a figuras como André Malraux y Ludwig Renn, y estuvo presente en el frente de Toledo, un testimonio de su compromiso no solo como periodista sino como partícipe activa en la lucha contra el fascismo.
Durante su estancia en Madrid, Gerda también colaboró con otros corresponsales noruegos en España, como Nordahl Grieg y Nini Gleditsch, en la instalación de proyectos sanitarios, incluyendo el hospital sueco-noruego de Alcoy. Su labor periodística y humanitaria demostró su versatilidad y compromiso con las causas que afectaban directamente a la población civil afectada por el conflicto.
En el camino de salida Gerda Grepp coincidió con La Desbandá, la huida de miles de refugiados de Málaga hacia Almería, la única salida de la ciudad ante el avance del ejército sublevado
Uno de los momentos más dramáticos de su carrera ocurrió en finales de enero de 1937, cuando viajó a Málaga con Arthur Koestler, corresponsal del periódico británico News Chronicle, justo antes de que la ciudad fuera arrasada por las tropas italianas aliadas de los sublevados. Grepp logró salir de la ciudad el 6 de febrero, pocas horas antes de la caída de Málaga y del arresto de Koestler, quien más tarde sería canjeado por los fascistas a través del cónsul ingles de Malaga.
La historia de Grepp es una ventana a la desesperación, el valor y las paradojas políticas que definieron aquellos tiempos convulsos
En el camino de salida Gerda Grepp coincidió con La Desbandá, la huida de miles de refugiados de Málaga hacia Almería, la única salida de la ciudad ante el avance del ejército sublevado.
El episodio de Gerda Grepp en Málaga durante la Guerra Civil Española es un relato que encapsula no solo el fervor y la tragedia de la época, sino también la complejidad de la intervención internacional en el conflicto. La historia de Grepp es una ventana a la desesperación, el valor y las paradojas políticas que definieron aquellos tiempos convulsos.
Durante su estancia, Grepp y sus compañeros no solo se limitaron a observar, sino que activamente buscaron pruebas de la implicación de tropas extranjeras en el asalto a Málaga
En los primeros días de febrero de 1937, cuando Málaga ya se tambaleaba bajo el peso de un asedio inminente, Gerda, acompañada de figuras tan prominentes como Arthur Koestler y Mihail Koltsov, logra llegar a la ciudad con documentos especiales proporcionados por el Estado Mayor del Ejército en Valencia. Este acceso no era trivial; detrás de la operación se encontraba Koltsov, conocido como el hombre de Stalin en Madrid. La ironía del destino querría que tanto Koltsov como Grepp no sobrevivieran más allá de 1940, él ejecutado y ella fallecida por enfermedad.
La llegada a Málaga no ofreció a Grepp un escenario de guerra convencional, sino una ciudad ya casi rendida a su suerte por un gobierno republicano que había cesado el envío de armas y municiones. Lo que encontró fue una población hambrienta y desesperada, subsistiendo apenas con naranjas y caracoles. Durante su estancia, Grepp y sus compañeros no solo se limitaron a observar, sino que activamente buscaron pruebas de la implicación de tropas extranjeras en el asalto a Málaga.
Los reportajes de Grepp sobre la situación en Málaga, redactados con valentía y claridad, se vieron inicialmente censurados por la República, que prohibió publicar sobre la caída de la ciudad. No obstante, su testimonio eventualmente encontró la luz y ofreció al mundo una crónica vital de los eventos
Los reportajes de Grepp sobre la situación en Málaga, redactados con valentía y claridad, se vieron inicialmente censurados por la República, que prohibió publicar sobre la caída de la ciudad. No obstante, su testimonio eventualmente encontró la luz y ofreció al mundo una crónica vital de los eventos. La tarde del 6 de febrero marcó su salida de Málaga, llevando consigo una nota de Koestler que sería clave para la comunicación de la caída de la ciudad al exterior.
El relato de Grepp no solo documenta la agonía de Málaga sino que también refleja un profundo conflicto interno. En sus escritos, confiesa sentirse cobarde al abandonar la ciudad, consciente del destino que aguardaba a sus habitantes. Este sentimiento resalta la complejidad moral y emocional de ser periodista en tiempos de guerra, especialmente en un contexto donde las líneas entre el bien y el mal se difuminan con facilidad bajo el peso de la política y la supervivencia.
La historia de Gerda Grepp en Málaga es, por tanto, más que una mera crónica de guerra; es un testimonio de la resistencia humana frente a la adversidad, de la lucha por la verdad en medio de la censura y del doloroso coste de la guerra. Es un recordatorio de que, en tiempos de conflicto, las decisiones más difíciles son a menudo aquellas que llevan consigo el peso de lo irrevocable, moldeando no solo el curso de una vida sino también la historia misma.
En mayo de 1937, su salud se deterioró gravemente debido a la tuberculosis, lo que la obligó a abandonar el frente y regresar a Noruega
En mayo de 1937, su salud se deterioró gravemente debido a la tuberculosis, lo que la obligó a abandonar el frente y regresar a Noruega. Trágicamente, Gerda Grepp murió a los 33 años el 29 de agosto de 1940, en una Noruega ocupada por los nazis. Fue enterrada en el cementerio de Vestre Gravlund en Oslo, dejando un legado de valentía y compromiso con la verdad. Su vida y obra continúan inspirando a generaciones de periodistas, especialmente mujeres, que ven en ella un modelo de integridad y coraje en la profesión periodística.
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
Si no tuviste la ocasión de leer los anteriores capítulos o quieres volver a leerlo:
-
'Adelita del Campo. ¡Aquí, radio París!'
-
'Federica Montseny: Un icono del anarquismo y el feminismo español'
-
Manuela del Arco Palacios, una de las mujeres que más tiempo permaneció encarcelada bajo la dictadura franquista: 19 años
-
María Casares, hija de Santiago Casares Quiroga, exiliada, actriz, pareja de Albert Camus, republicana antifascista
-
'Isabel Oyarzabal Smith: pionera y embajadora de la Resiliencia Española'