'Federica Montseny: Un icono del anarquismo y el feminismo español'
hechizo difuso de su aire, con su ambiente, con su
gracia sutil, con su cielo, con el encanto inexplicable
que de ella emana, me tuvo ganada:
-¡Oh, tierra ideal! ¡Si algún día puedo elegir
remanso de paz, donde gustar la vida; un rincón
donde vivir y morir feliz, vendré aquí! - dije.
Escrito por Federica en Granada el 9 de Diciembre de 1932
El Alcazar de las Perlas
Federica Montseny nació en 1905 en Madrid, en el seno de una familia profundamente arraigada en las corrientes libertarias de la época. Hija de Teresa Mañé y Juan Montseny, conocidos en el ámbito anarquista bajo los seudónimos de Soledad Gustavo y Federico Urales respectivamente, Federica fue educada en un ambiente donde la política y el activismo eran el pan de cada día. Desde pequeña, fue imbuida con las ideas de libertad y justicia social, educada en casa por su madre, quien le proporcionó una sólida formación intelectual y moral en un contexto donde la educación formal era vista con cierto recelo por su potencial para perpetuar el estatus quo.
Desde joven, Federica mostró una inclinación natural hacia la escritura y la oratoria, habilidades que más tarde canalizaría hacia su carrera como periodista y activista
Desde joven, Federica mostró una inclinación natural hacia la escritura y la oratoria, habilidades que más tarde canalizaría hacia su carrera como periodista y activista. A los veinte años, ya era una figura prominente dentro del movimiento libertario español, diferenciándose de sus padres en su elección por la acción sindical a través de su afiliación con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Esta decisión fue en parte motivada por la brutal represión que sufrieron los trabajadores por parte del gobierno y los poderes empresariales, una realidad que ella describió conmovedoramente en diversas entrevistas, destacando la necesidad de luchar por un ideal y unirse a la causa obrera.
La participación de Montseny en la CNT no solo fue ideológica sino también práctica y decisiva en muchos de los momentos cruciales de la organización. Decía en su despedida de la ciudad de Granada a finales de 1932:
Transcurrió rápida la mañana. Salía el tren antes de la una. Habíamos de hacer dos cambios de tren:
en Moreda primero y después en Baeza, cogiendo el directo Sevilla-Barcelona.
Me despidieron en la estación un grupo de buenos amigos. Con la mano, con emoción en los ojos y en el corazón, me despedí de Granada entera, en la que había vivido la comunión moral de unas horas de peligro, de angustia y de dolor.
Tampoco he de decir más que: Hasta la vista. Me espera Granada, ante la que aún no he hablado; me espera Sierra Nevada, con sus picos ingentes, cubiertos de nieve impoluta y pálida. Me esperan Luz y Dalita, los pequeños de Crespo que, según me dice su padre, cada vez que oyen pararse un auto, se asoman al balcón, diciendo con sus lenguas infantiles:
-¡Quizá es Federica!
¡Cómo es posible que no cumpla yo estas múltiples palabras dadas de regreso no lejano y de visita próxima!
Desde su trabajo en el semanario El Luchador durante las crisis internas de la CNT hasta su influencia en la redacción del "Concepto Confederal del Comunismo Libertario" en el Congreso de Zaragoza en 1936, su compromiso con la causa anarquista fue inquebrantable. Sin embargo, su rol alcanzó una dimensión aún mayor durante la Guerra Civil Española, cuando se convirtió en la primera mujer en ocupar un ministerio en España y en Europa, al ser nombrada ministra de Sanidad y Asistencia Social en el gobierno de la República.
Durante su mandato, Montseny fue responsable de varias medidas progresistas, incluyendo la promulgación de un decreto que legalizaba el aborto, una decisión revolucionaria en aquel tiempo y que demostraba su compromiso con los derechos de las mujeres
Durante su mandato, Montseny fue responsable de varias medidas progresistas, incluyendo la promulgación de un decreto que legalizaba el aborto, una decisión revolucionaria en aquel tiempo y que demostraba su compromiso con los derechos de las mujeres. Además, su actuación durante los sucesos de mayo de 1937 y su participación en el exilio tras la derrota de la República subrayan una vida dedicada a la lucha por la justicia y la libertad.
El exilio no mermó su activismo. Federica Montseny continuó trabajando junto a la CNT en el exilio, colaborando en publicaciones como "Espoir" y manteniendo viva la llama del anarquismo y la lucha obrera. Su regreso a Barcelona tras la muerte de Franco y su participación en el encuentro en Montjuic ante más de doscientas mil personas son testimonio de su perdurable influencia y carisma.
Federica Montseny, una figura emblemática del anarquismo español y destacada por su activismo político, se vio irremediablemente abocada al exilio tras la victoria de Francisco Franco en la Guerra Civil Española. En febrero de 1939, ante la inminente consolidación del régimen franquista, Montseny se trasladó a Francia, buscando refugio de la persecución política que ya se cernía sobre los opositores al nuevo régimen.
Este encarcelamiento la colocó en la compañía de otras figuras prominentes del republicanismo español, como Francisco Largo Caballero, lo que demuestra la continua represión y vigilancia a la que estaban sometidos los exiliados políticos, incluso fuera de España
El exilio de Montseny no fue un mero cambio geográfico, sino una profunda transformación de su lucha y su existencia. En 1941, dos años después de su llegada a Francia, fue encarcelada en la cárcel de Limoges. Este encarcelamiento la colocó en la compañía de otras figuras prominentes del republicanismo español, como Francisco Largo Caballero, lo que demuestra la continua represión y vigilancia a la que estaban sometidos los exiliados políticos, incluso fuera de España. Durante este período, su compañero, Germinal de Souza, también fue detenido en Toulouse, lo que evidencia la extensión de la red represiva franquista más allá de las fronteras españolas.
La solicitud de extradición por parte del gobierno franquista representa otro capítulo crítico en su exilio. La negativa de la Corte de Apelación de Vichy a conceder esta solicitud no solo fue un alivio temporal, sino que también marcó un punto de inflexión que le permitió continuar su vida en el exilio. Es crucial destacar que el embarazo de Montseny de su tercera hija, Blanca, jugó un papel decisivo en este proceso. La condición de Montseny como madre expectante probablemente influyó en la decisión de la corte, salvándola de un destino potencialmente fatal, en un momento en que otros líderes republicanos como Lluís Companys y Juan Zugazagoitia enfrentaban la ejecución.
Este período de su vida señala una transición de la acción política directa a una influencia ideológica a través del periodismo y la escritura
Tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, Montseny no regresó a España, sino que se estableció permanentemente en Toulouse con su familia. Este período de su vida señala una transición de la acción política directa a una influencia ideológica a través del periodismo y la escritura. Como redactora jefa del semanario “L’Espoir”, Montseny canalizó sus convicciones anarquistas y su compromiso con la libertad y la justicia social en el ámbito de la prensa escrita. Este rol no solo le permitió mantenerse activa en la política, sino también influir en la diáspora española y en la comunidad internacional respecto a la situación en España y los principios del anarquismo.
Montseny no solo sobrevivió a la represión y el exilio, sino que también se reinventó a sí misma y a su lucha, demostrando que el compromiso con los ideales políticos puede adaptarse y perseverar incluso en las circunstancias más desafiantes
El exilio de Federica Montseny, marcado por la adversidad y la resistencia, es emblemático de la experiencia de muchos intelectuales y políticos republicanos durante y después de la Guerra Civil Española. Su vida en Francia refleja la lucha continua contra el franquismo y la persistencia de sus ideales anarquistas. Montseny no solo sobrevivió a la represión y el exilio, sino que también se reinventó a sí misma y a su lucha, demostrando que el compromiso con los ideales políticos puede adaptarse y perseverar incluso en las circunstancias más desafiantes.
En conclusión, Federica Montseny fue mucho más que una militante anarquista; fue una pionera, una visionaria y una líder que, a través de su voz, su pluma y su acción política, luchó incansablemente por un mundo más justo. Su vida es un ejemplo luminoso de cómo la pasión y la política pueden entrelazarse para forjar legados duraderos que trascienden generaciones y fronteras.
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