'El ruido, las nueces, el teatro y la realidad'
La verdad es que ya no sabe uno cómo afrontar determinadas cuestiones con un mínimo, no ya de rigor, que parece que es mucho pedir, sino con algo de mesura, prudencia o cautela. Siquiera la imprescindible para permitir un hueco a la reflexión medianamente serena o a buscar un enfoque de las cosas que no conlleve obligatoria y necesariamente a enfilar el camino del desastre, del caos absoluto, de la destrucción de España (esta vez ya sí, a la vista de que las 748 veces anteriores no ha sido), de Europa y del sistema solar en su conjunto y por partes. Pero dado que el vocerío y la escandalera, ya cansina, repetitiva y, cada vez, más desesperada falta de argumentos y llena de exabruptos, de quienes se oponen (a la Amnistía, al Gobierno, al PSOE, a Sánchez, a lo catalán, al sistema métrico decimal y al sursum corda), no cesa ni parece atemperarse, pues uno, modestamente, tampoco va a cesar de señalar algunas obviedades, algunas evidencias y algunas reflexiones. Eso sí, con menos ruido, con menos teatro, desde luego, con más humildad e intentando destacar algunas nueces.
Bueno, da lo mismo, la opinión que aparenta ser mayoritaria (en editoriales, columnas, noticias, tertulias, etc.) es hoy una y mañana otra, aunque tiene un tronco común
Parto de la base de la absoluta legitimidad de cualquier crítica a cualquier acción política basada en cualquier motivo, o basada en ningún motivo. Igualmente, parto de la base de la absoluta legitimidad a cualquier crítica a todas las críticas citadas. Por más que estas aparenten ser mayoritarias (editoriales, columnas, noticias, tertulias, etc) y parezca que quieren sepultar cualquier otra opinión que no sea la suya, exactamente la suya. Que es exactamente que la amnistía que se está tramitando parlamentariamente es anticonstitucional. Ah no, ¡perdón! Eso era antes. Ahora ya parece constitucional. Ahora es que se opone al ordenamiento jurídico europeo. Ah no, de nuevo ¡perdón! Ahora ya parece que no se opone a dicho ordenamiento. Ahora es que.... Bueno, da lo mismo, la opinión que aparenta ser mayoritaria (en editoriales, columnas, noticias, tertulias, etc.) es hoy una y mañana otra, aunque tiene un tronco común. La amnistía que se está tramitando parlamentariamente no es buena porque no la recogía el Programa electoral del PSOE, porque supone una concesión al independentismo y porque no.
Tan cierto como lo anterior es que la amnistía sí aparecía en los programas electorales de los partidos con los que se ha conformado un Acuerdo político
Tan cierto como lo anterior es que la amnistía sí aparecía en los programas electorales de los partidos con los que se ha conformado un Acuerdo político (de investidura, de legislatura, de armonía parlamentaria, de contenido programático, presupuestario, tampoco me voy a detener, pero un Acuerdo político), con lo que ello supone en la mejor de las tradiciones políticas europeas de alianzas, negociaciones, cesiones, renuncias, etc, tan aclamadas cuando se producen fuera de nuestras fronteras. Y que, evidentemente, cualquier acuerdo en este sentido puede ser considerado una "cesión" por según quienes, sin necesidad de que dicha cesión alcance niveles apocalípticos. al menos, no los alcanza en casi ningún otra sociedad democrática y civilizada.
Pero mientras hay quienes lo empeñan todo al ruido, la bronca, el exabrupto (hablado o escrito o ambos) y a la teatralización, a veces hasta ridícula, el caso es que la realidad política y parlamentaria transita por la senda adecuada, constitucional y democrática señalada por las tozudas urnas españolas
Pero mientras hay quienes lo empeñan todo al ruido, la bronca, el exabrupto (hablado o escrito o ambos) y a la teatralización, a veces hasta ridícula, el caso es que la realidad política y parlamentaria transita por la senda adecuada, constitucional y democrática señalada por las tozudas urnas españolas. Quizá con menos (aunque también) ruido, parece que con menos bronca y no seré yo quien niegue que con similares dosis de teatralización, será cosa del carácter o la idiosincrasia de la política nacional. Pero eso es lo menos importante. Ese es el celofán de la cuestión, por más que guste, mole o hasta ponga dedicarse a ello.
Lo importante, lo que son las nueces del asunto, es que ya, la constitucionalidad de la medida parece asumirse hasta por los más recalcitrantes juristas de barra de bar que haberlos haylos en España. Que la concordancia con el ordenamiento jurídico europeo empieza también a abrirse paso en la opinión mayoritaria (pública, publicada o silenciada) de los sectores con capacidad de opinión, influencia y conformación de voluntad política españoles. Y que el tratamiento parlamentario de la tramitación de la ley es ajustado y acorde al planteamiento político (nunca fácil ni simple, sino extremadamente complejo, yo diría que endiabladamente complejo) que lo sustenta.