Campaña contra la violencia digital

'Young Fathers vuelven con más alma que nunca'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 15 de Febrero de 2023
Young Fathers – 'Heavy Heavy'.
Portada de 'Heavy Heavy', de Young Fathers.
Indegranada
Portada de 'Heavy Heavy', de Young Fathers.

Hacía ya cinco largos años que no teníamos nuevas de uno de los grupos más singulares del pop de la última década. Los escoceses (con raíces en Liberia y Nigeria) Young Fathers lanzaron el interesante Cocoa Sugar, su tercer LP, en 2018. A esas alturas, ya habían completado un arco fascinante en su carrera, pasando de publicar un par de mixtapes de forma independiente a conseguir firmar con un sello (gracias en parte a una crítica positiva de Anthony Fantano), y de ahí a ganar nada menos que el Mercury Prize por su álbum debut, DEAD (2014). Aún mejor que aquel fue su segundo LP: Black Men Are White Men Too (2015) llevaba un título polémico e incluía su canción definitiva, la maravillosa “Shame”. Pero sobre todo con ese disco se consolidaba definitivamente el sonido del grupo: un pop lo-fi y algo psicodélico de fuerte impronta electrónica, con influencia del hip hop, tremendamente sensual y al mismo tiempo con un punto espiritual. Destacan además por el uso protagonista de las voces de sus tres carismáticos cantantes, tanto en primer plano con grandes ganchos vocales como en los coros.

Este largo hiato parece haber estado relacionado con la pandemia: dice Alloysious Massaquoi, el más hablador de sus miembros, que “durante el COVID [la música] me resultaba redundante. Lo que me importaba era cuidar de mi familia”

Este largo hiato parece haber estado relacionado con la pandemia: dice Alloysious Massaquoi, el más hablador de sus miembros, que “durante el COVID [la música] me resultaba redundante. Lo que me importaba era cuidar de mi familia”. Esa sensación se disipó, aclara, con “Rice”, la primera canción de este Heavy Heavy que acaban de lanzar como su cuarto LP. Ese reenamoramiento parece haber venido de cambiar el proceso compositivo en favor de una forma de trabajar más sencilla: han creado el disco los tres solos, con menos recursos pero con más inmediatez. El resultado es fresco y vibrante, un disco pequeño en sus dimensiones pero de emociones exuberantes, que transmite el vigor de sus alucinantes directos. No hay más que ver esa “Rice”, donde ya se detectan algunas de las claves del álbum: han intensificado sus influencias gospel (los enfebrecidos coros de “these hands can heal!”) y africanas (los tonos de las guitarras, esa imagen de “I need to catch more fish baby/I need to eat more rice”) hasta hacer su disco de mayores ecos religiosos.

Pero cuando digo “religioso”, no me refiero a esa visión mojigata de lo religioso que domina el cristianismo, especialmente el europeo. Como diría el escritor y pensador afroestadounidense James Baldwin, esta es una religiosidad que va de la mano de una profunda sensualidad. “Holy Moly” es el mejor ejemplo de esa combinación. Las palmas, el bajo y la sucia percusión de la base le dan muchísima fuerza y, junto a esa forma de cantar que rezuma pasión aun en los momentos más serenos, la convierten prácticamente en un spiritual; pero al mismo tiempo la letra es más directa que nunca en su forma de plasmar el juego de seducción (“Holy, moly/You'd better take your chance/I'm here for one night only/No procrastinating/Oh won't you come over, come over, come over?/Better grab your chance/With both hands if you want it”). En la misma línea se mueve la letra de “Sink or Swim”, aunque aquí tanto la base como las voces transmiten una energía más juvenil, cercana al rock and roll clásico o incluso al doo-wop. El punto más religioso lo encontramos de nuevo en “Drum”, con las palmas marcando el contratiempo de ese insistente bajo. Aquí además tenemos a Kayus Bankole cantando en su lengua natal, el yoruba: el cantante ha comparado la canción con una posesión espiritual benéfica.

En otros puntos del álbum hay también canciones que exhiben una espiritualidad más reposada, contemplativa, sublime

En otros puntos del álbum hay también canciones que exhiben una espiritualidad más reposada, contemplativa, sublime. “Tell Somebody”, en particular, sigue una progresión extremadamente simple pero con resultados sobrecogedores, al ir envolviéndote con su órgano y sus coros angelicales hasta que una percusión de dimensiones catedralicias propulsa la canción hasta el cielo. “Geronimo”, por su parte, quizás sea la más completa de las composiciones del álbum. Su base es sencilla pero tremendamente dinámica, las voces van de lo sutil a lo exaltado pasando por lo socarrón y la progresión es perfecta, creciendo poco a poco hasta llegar a un clímax festivo y después sosteniendo una suave deriva hasta su final. Ojo en particular al piano, que acompaña todos estos cambios a la perfección. Y también hay canciones arriesgadas, como “Shoot Me Down”, que empieza con samples agresivos y un bajo frenético en una mezcla algo caótica para acabar convirtiéndose en una bonita marcha guiada por un órgano sintético cuyos tonos transportan al África Occidental.

El último corte, “Be Your Lady”, es una de las canciones más extrañas que han sacado nunca, y no en el buen sentido

Es verdad que no todos estos momentos arriesgados salen bien. El último corte, “Be Your Lady”, es una de las canciones más extrañas que han sacado nunca, y no en el buen sentido. Empieza como una balada bastante obvia, después entra una percusión cacofónica que no pega ni con cola con lo demás que está pasando, después vuelve a los tonos melosos para a continuación meter un ritmo de baile bastante divertido y acabar nuevamente pasándose un poco de ruidosa con esa vorágine de voces superpuestas. Por otra parte, “Ululation” quizás se pase de esquemática, apenas una parte de “estrofa” muy sencilla y una de “estribillo” más estruendosa que se repiten. Pero la decisión más llamativa que toman aquí es la que mejor expresa el sentido de la canción y del disco: en “Ululation” no oímos lo más característico de la música de Young Fathers, las voces de sus cantantes. En su lugar oímos a una amiga de Bankole que se pasó por el estudio porque estaba en medio de una crisis vital y que, al oír la base, se puso espontáneamente a cantar en yoruba sobre la necesidad de sentir gratitud. Eso es, creo yo, Heavy Heavy: una liberación de energía física y espiritual. Escucharlo es contagiarse de esa energía, y para mí no hay duda: merece la pena hacerlo.

Puntuación: 7.9/10

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com