'El hyperpop, un género en transición'
Esta semana examinamos uno de los géneros musicales más interesantes de los últimos tiempos: el hyperpop. Surgido hace ya una década y transformado en los últimos tiempos en una etiqueta que se aplica a casi todo, el hyperpop combina nostalgia y vanguardismo, culto al consumismo y discurso queer revolucionario. Actualmente hay quienes consideran que se encuentra en crisis, pero al mismo tiempo hay cada vez más artistas de más tendencias que usan su estética de diversas maneras. A continuación, repaso la música de tres artistas españoles que han publicado álbumes afines al género en 2022 y reflexiono sobre el futuro del mismo.
Tras la muerte de SOPHIE a principios del año pasado y el giro de Charli XCX hacia la nostalgia ochentera, cabría preguntarse si el hyperpop, el género del que ambas artistas estaban entre sus principales exponentes, no estará realmente en las últimas. Hablar de la vitalidad de cualquier género es meterse en aguas pantanosas, no hay más que pensar en los usos del lema “Punk's not dead” y los debates a los que llevó y que siguen dándose en el seno del movimiento. Cualquier escena que empieza como algo pequeño, de nicho, y que de pronto aumenta en popularidad pasa siempre por una crisis identitaria, y eso parece ser lo que está pasando con el hyperpop. Los sonidos se están diversificando, la estética también, y el vínculo esencial entre el género y lo LGTBIQ+ se está poniendo en cuestión, llevando a acusaciones de apropiación. Pero, si acaso, lo que está ocurriendo es que cada vez hay más música que podría describirse como “hyperpop”, o que lleva claras marcas de la influencia de su sonido.
El hyperpop, surgido en torno al sello PC Music hace en torno a una década, se caracteriza principalmente por unir ritmos y texturas electrónicas futuristas con melodías de pop azucarado que recuerdan al teen pop del cambio de siglo (Spice Girls, Britney Spears, NSYNC, Backstreet Boys...), junto al uso agresivo de auto-tune y otros efectos en la voz
Recordemos que el hyperpop, surgido en torno al sello PC Music hace en torno a una década, se caracteriza principalmente por unir ritmos y texturas electrónicas futuristas con melodías de pop azucarado que recuerdan al teen pop del cambio de siglo (Spice Girls, Britney Spears, NSYNC, Backstreet Boys...), junto al uso agresivo de auto-tune y otros efectos en la voz. En cuanto a las letras, se combinan la fascinación con el consumismo y la superficialidad estilizada con un utopismo hipertecnológico y queer que busca la disolución de toda frontera: hombre/mujer, humano/máquina, superficial/profundo, estas dicotomías se derrumban en el universo del hyperpop. Pues bien, lo que ha ocurrido es que otros movimientos musicales populares se han empapado de las características sonoras, sin incorporar necesariamente los presupuestos filosóficos que las acompañaban. Nada nuevo: es el sino de todo género que se populariza. Pero el caso es que ahora nos encontramos con artistas muy distintos entre sí que tienen algo que nos recuerda a esos primeros singles de PC Music, hasta tal punto que incluso en España, y solo este año, tenemos álbumes que ilustran al menos tres tendencias.
En la senda marcada por esta y otras canciones similares a las que se está clasificando como “digicore”, pero trayendo una sensibilidad “sad trap” que la emparenta también con la Drain Gang, la granadina Albany ha compuesto su último disco, XXX, lanzado en febrero pasado
Por un lado está el género más importante de nuestro tiempo, el hip hop. Inmerso en una diversificación interna brutal, convertido en el nuevo pop y al mismo tiempo plagado de subgéneros (trap, drill, ahora rage) y sonidos underground, el rap estaba en una posición privilegiada para incorporar la influencia del hyperpop. Está el cloud rap etéreo y tristón de los suecos Drain Gang, cuyas relaciones con el género vienen de largo hasta el punto de que se puede decir que la influencia ha sido mutua. Y sobre todo fue decisiva la colaboración de Rico Nasty, una de las MCs más innovadoras de los últimos años, con Dylan Brady, la mitad del emblemático dúo 100 gecs. Gracias al tremendo carisma de Rico y la potentísima base de Brady, el single “IPHONE” es un auténtico vendaval. En la senda marcada por esta y otras canciones similares a las que se está clasificando como “digicore”, pero trayendo una sensibilidad “sad trap” que la emparenta también con la Drain Gang, la granadina Albany ha compuesto su último disco, XXX, lanzado en febrero pasado.
El sonido consiste en bases trap (bombos profundos, bajos hipersaturados y platillos tintineantes e insistentes) aderezadas con breakbeats ocasionales, sintes retrofuturistas y un uso intensivo y muy expresivo del auto-tune en la voz
El sonido consiste en bases trap (bombos profundos, bajos hipersaturados y platillos tintineantes e insistentes) aderezadas con breakbeats ocasionales, sintes retrofuturistas y un uso intensivo y muy expresivo del auto-tune en la voz. El efecto es mareante, y a ello contribuye el hecho de que las canciones de la primera mitad del disco vuelven en varias ocasiones a los mismos ganchos y estribillos, que son en general muy buenos. Sin duda uno de los puntos fuertes del álbum es la capacidad de Albany de despertar emociones con su voz, sobre todo cuando da con frases particularmente agudas: “En el cuello no tengo ice, en verdad pesa tu recuerdo”, en “Ice”; o “Tengo tantas cosas que decirte que en verdad no debo” en “Me da igual tu dinero”. También hay un contrapunto humorístico a estos versos melancólicos: el “Interludio” no solo tiene una base dinámica y divertida, sino que es un auténtico salón de la fama de los memes españoles, con samples hilarantes de La Reina del Brillo, Encarnita del Baptisterio, Ana Botella o Yung Beef. Una pena que haya un par de temas bastante flojos a varios niveles (“G” y “(?)”, especialmente), porque en sus mejores momentos el disco es embriagador, te transporta a esa dimensión artificial que evoca su portada.
El jovencísimo y prolífico cantante catalán encarna como nadie en España el eclecticismo de ese otro fenómeno esencial en los últimos años, el bedroom pop
Precisamente en una de las mejores canciones de XXX, “Chobits”, aparece el artista que ilustra la segunda tendencia de la que quería hablar: Rojuu. El jovencísimo y prolífico cantante catalán encarna como nadie en España el eclecticismo de ese otro fenómeno esencial en los últimos años, el bedroom pop. Llamado así originalmente en referencia al hecho práctico de que cada vez más cantautores graban música en su propia casa, lo cierto es que se ha acabado desarrollando una estética que combina una cierta indolencia con letras profundamente románticas, inspirada quizás por un pionero como Mac DeMarco, y un sonido lo-fi y atmosférico heredado en parte del vaporwave, pero abierto a todo tipo de fusiones. El éxito de artistas como Rex Orange County o Clairo puso el término en el mapa, y Rojuu canaliza ese espíritu de forma ejemplar en su primer LP de este año, KOR KOR LAKE, lanzado en febrero. En él demuestra claramente su talento para crear melodías adictivas, si bien su estilo vocal es por lo general tímido y apagado, incluso cuando rapea; y luego llegan las tres últimas canciones, auténticos cañonazos de hyperpop, y las bases electrónicas parecen desperezarlo. “100XRE A TU LADO STARE”, en particular, es una especie de balada tecno que no podría ser más divertida.
En casos como este o el de la británica PinkPantheress, vemos cómo incluso los cantautores de nuestros días están dejándose influenciar por el chicloso y espídico sonido del hyperpop, en la estela de algunos temas en solitario del líder de PC Music, A.G. Cook. Pero Rojuu es un alma inquieta: en mayo, apenas tres meses después de KOR KOR LAKE, lanzaba Starina, un disco claramente más experimental, menos pulido, menos pop. Dividido en dos mitades, una primera más electrónica y una segunda más cercana al cloud rap, el disco intenta ser provocador y chulesco sin lograrlo del todo. Aun así, también en este disco aparecen destellos hyperpop, sobre todo en la primera parte, donde el popurrí de estilos electrónicos diversos queda unido por giros humorísticos propios de 100 gecs. También es destacable algún guiño lírico a las temáticas habituales del género: “No te me confundas, Roku-Roku es andrógino”, canta en su ambivalente oda a las redes, “Internet”. Pero es evidente que tanto Rojuu como Albany, tanto cantantes pop eclécticos como raperas vanguardistas, toman del hyperpop solo algunos de sus elementos, sin casarse necesariamente con sus presupuestos ideológicos implícitos. Ante este tipo de derivas, es comprensible que surjan respuestas proteccionistas e identitarias que defiendan una esencia del género que se estaría perdiendo.
Para este tipo de fans, sin duda el disco ideal es JÁJÁ ÉQÚÍSDÉ (Distopía aburrida), de PUTOCHINOMARICÓN. La música de Chenta Tsai siempre ha estado cercana al hyperpop, uniendo querencias pop y glitches electrónicos, con el añadido de un agudo sentido del humor muy propio de internet y unas letras explícitas contra el racismo y la LGTBIfobia. Sin embargo, en su último álbum, lanzado en abril, el madrileño de origen taiwanés ha optado por una emulación absoluta del género, como muestra la participación de iconos del mismo como GFOTY o diana starshine. Encontramos canciones de pop electrónico tan deformadas que a ratos cuesta entender sus letras (“AliExpréss”, “Chique de Internet”, “Tamagotchi”), baladas almibaradas sobre las relaciones amorosas mediadas por la tecnología (“DM”, cuya letra es básicamente una actualización del “Email My Heart” de Britney Spears), interludios hilarantes (“Internacional Call”) y hits tan divertidos como melancólicos sobre ir a terapia (“Traumas”). Diría que se trata del disco más redondo de todos los que he mencionado: el de mejor producción, el de mejores letras (“Renacentista de tutorial/hago un poco de todo, pero todo un poco mal”), el de ideas más claras y mejor ejecutadas.
El dúo de St. Louis seguramente sea el eslabón más importante en la transformación del “sonido PC Music” en lo que ahora se llama hyperpop
Y sin embargo, se trata con diferencia del más conservador de ellos en términos estéticos. Los planteamientos de Tsai, tanto sonoros como líricos, son prácticamente los mismos que los del bubblegum bass que desplegaba SOPHIE en OIL OF EVERY PEARL'S UN-INSIDES (2018), aportando apenas su peculiar sentido del humor. En este sentido, esos fans que pueden preferir este álbum como un ejemplo más puro o real del hyperpop, aunque sin duda tienen razón en muchos sentidos, pueden ser también quienes coarten la capacidad del género de mutar y expandirse; en pocas palabras, quienes lo maten como movimiento artístico, quizás incluso expulsando a los artistas pioneros, aunque a su vez con ello consigan consolidarlo como una comunidad. De nuevo, es el mismo dilema de siempre, el que han enfrentado tantas escenas antes. Lo interesante en este caso es que uno de los grupos clave del género, 100 gecs, tienen que sacar disco este año. El dúo de St. Louis seguramente sea el eslabón más importante en la transformación del “sonido PC Music” en lo que ahora se llama hyperpop. Después de su legendario debut, 1000 gecs (2019), y de un colorido disco de remixes (2020), la expectación es máxima. Puede que el futuro del hyperpop dependa, en buena medida, de la dirección que emprendan estos dos. En cualquier caso, por el momento, y pese a todo, el género goza de buena salud. Cualquiera de los discos que he comentado es una buena muestra de ello.