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GRANADA A MEDIA LUZ

¿Por qué abundan tanto las farolas fernandinas o felonas en Granada?

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 31 de Julio de 2022
Una brillante historia la que nos ofrece Gabriel Pozo Felguera, en este singular reportaje en el que repasa las luminarias y farolas que han iluminado Granada. Si te gusta la historia poco conocida de Granada, no te pierdas esta nueva lección de un maestro de periodistas.
Farolas fernandinas de Bibarrambla, colocadas en 1909, las que más tiempo llevan en ese lugar.
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Farolas fernandinas de Bibarrambla, colocadas en 1909, las que más tiempo llevan en ese lugar.
  • Las primeras farolas que iluminaron con gas Lebón la ciudad datan de 1869; sólo se conserva el fuste de dos en el Albayzín

  • El modelo fernandino, de dos coronas superpuestas, se diseñó en 1832 como homenaje a la infanta Luis Fernanda, pero ha quedado asociada a su padre

El centro histórico de Granada está plagado de farolas fernandinas, antaño conocidas como felonas. Es un modelo diseñado para conmemorar el nacimiento de la infanta María Luis Fernanda de Borbón y Borbón, segunda hija de Fernando VII. Las originales llevaron impresa la fecha del 30 de enero de 1832, día del parto; pero con el tiempo desapareció esa inscripción y sólo quedó el escudo, la corona y la marca del VII de los reyes llamados Fernando (nadie lo ha usado después). Por supuesto, también relucen las dos coronas que rematan por arriba estas abundantes luminarias repartidas por toda España, especialmente en Madrid y Granada. Aunque en Madrid ya hubo farolas fernandinas de gas hace casi dos siglos, a Granada no llegó ese modelo hasta finales del siglo XIX. Pero desde entonces y hasta finales del siglo XX se han multiplicado como una plaga. Son las farolas que siguen homenajeando, dos siglos después, al que pasa por ser el peor rey de España, el Rey Felón.

La ciudad de Granada vivió siempre a media luz. Sus noches fueron oscuras y misteriosas hasta 1866 en que se instaló el primer sistema de iluminación nocturna generalizado

La ciudad de Granada vivió siempre a media luz. Sus noches fueron oscuras y misteriosas hasta 1866 en que se instaló el primer sistema de iluminación nocturna generalizado. Eso en cuanto a la zona céntrica, pues la periferia permaneció todavía como en la edad media. Quien precisaba callejear tras la puesta de sol no tenía más remedio que proveerse de una vela, un candil de aceite o un farol de mano. Las calles eran oscuras como la boca de un lobo. Mucho más en época invernal. A lo sumo, en las zonas céntricas había faroles de aceite que alimentaban los faroleros del Ayuntamiento, los propietarios de las casas donde colgaban, o el vecindario si se trataba de iluminar el Cristo de los Favores, el Cristo de las Azucenas o la infinidad de hornacinas que adornaban las fachadas. Un ejemplo: en todo el Campo del Príncipe sólo existían los faroles de aceite del Cristo. En 1861 se contabilizaban algo más de 1.400 faroles de aceite repartidos por la ciudad, cuya paupérrima iluminación duraba hasta que se agotaba el combustible o los apagaban las ráfagas de viento o la lluvia. Los faroleros tenían que estar recorriéndolos continuamente para encenderlos.

Granada se incorporó tardíamente a instalar un sistema público y generalizado de iluminación nocturna en sus calles y plazas más céntricas. Madrid y Barcelona empezaron a tener gas en la década de 1840-50, Málaga, Cádiz y Sevilla en la década siguiente. Se trató en su mayoría de ciudades costeras, a las que era fácil llegar con cargamentos de hulla para producir gas, el primer combustible que se utilizó con fines de iluminación.

Fábrica de Gas Lebón inaugurada en 1866. Esta foto es de una suelta de globos en 1914. MARTÍNEZ DE VICTORIA

Gas Lebón y las farolas más antiguas

Por fin, en 1866 comenzó a funcionar la fábrica de Gas Lebón de Granada, situada en una enorme parcela que cedió el Ayuntamiento a una empresa francesa (entre las actuales calles San Antón y Acera del Darro, en la margen derecha del río Genil.). Dicen que el empresario francés Charles Lebon no tenía a Granada entre sus objetivos, pero la mediación de la granadina Eugenia de Montijo, la emperatriz de Francia, influyó en su decisión. Y luego le salió cara la apuesta, ya que el Ayuntamiento acumuló una deuda multimillonaria en los siguientes años.

Farola de gas instalada en el Ayuntamiento a finales del siglo XIX. Ese fuste es como el que pervive en el Mirador de San Nicolás.

El sistema de iluminación nocturna con gas Lebón se puso en marcha en Granada en noviembre de 1866. La empresa tendió varios kilómetros de tuberías de hierro por las calles del casco histórico para llevar el gas a las farolas públicas y a los clientes particulares que lo contrataron. Las acometidas de los edificios se hicieron con tubos de plomo (todavía suelen aparecer algunos tramos durante obras en las calles, con olor a naftalina). El primer contrato con el Ayuntamiento estipulaba la instalación de 600 farolas por las calles de Granada en el periodo 1866-71; lucirían todas las noches durante cinco horas y media. La hulla que se precisaba para producir gas era descargada en la costa de Motril y transportada con carros hasta la capital, a razón de 16 toneladas diarias.

Farolas más antiguas de Granada, en el Mirador de San Nicolás. Izda., de Planas (1876) y de Nuevo Vulcano (1869), con sus respectivos sellos de fabricación.

Excepto dos fustes que se conservan de manera simbólica y descontextualizados de su ubicación primigenia; los dos fueron reaprovechados y colocados sobre el pretil del Mirador de San Nicolás

Los soportes o farolas de aquel primer sistema de iluminación por gas Lebón procedían de fundiciones catalanas. Todavía no habían tomado fuerza en Granada las grandes fundiciones de metales (Roca, Castaños, Pastor…) Aquellas primeras 600 farolas de gas que se instalaron en Granada han desaparecido del paisaje urbano. Excepto dos fustes que se conservan de manera simbólica y descontextualizados de su ubicación primigenia; los dos fueron reaprovechados y colocados sobre el pretil del Mirador de San Nicolás. Son vestigios de otro tiempo. Los dos conservan aún el sello de marca del fabricante: uno fundido por Nuevo Vulcano, en 1869. Se trató de una fundición barcelonesa nacida en 1834; la misma que en 1840 fabricó la primera máquina de vapor y en 1859 el submarino Icteo de Narciso Monturiol. Este fuste de farola es el más viejo que se conserva en Granada, similar a los primeros que aparecen en las fotografías del tercio final del siglo XIX en calle Reyes Católicos y Plaza del Carmen.

En el pretil de enfrente del Mirador existe otra farola muy similar, también fabricada en Barcelona, pero en 1876. Su sello de fabricante indica que la fundieron Josep Plana, Sebastián Agustí y Dionís Escorsa. Es, por tanto, la segunda farola más antigua de Granada. Es de suponer que estuvieron colocadas en calles o plazas de la ciudad baja, hasta que las desmontaron a principios del siglo XX y fueron arrumbadas en algún almacén municipal.

Plaga de farolas fernandinas

Se entiende por farola fernandina la que está formada por una luminaria cilíndrico-cónica, normalmente de cuatro cristales, rematada por dos coronas en su parte superior; la corona mayor representa a Fernando VII (1814-1833), la más pequeña, a su hija la infanta María Fernanda de Borbón y Borbón. Fue ideada como un homenaje de Madrid a la niña nacida el 30 de enero de 1832. Aquellas farolas originales fueron fundidas en Londres e instaladas en Madrid. Incluían las coronas tradicionales en el remate del farol, una inscripción con la fecha de nacimiento de la infanta y el escudo de Fernando VII con el ordinal en números romanos.

Las primeras cuatro farolas eléctricas fernandinas fueron colocadas en la Plaza del Carmen, frente al Ayuntamiento, como anuncio de la feroz competencia que empezaba entre la iluminación por gas y la eléctrica

Muy pronto aquellas farolas de fuste se extendieron por las ciudades españolas, reproducidas por infinidad de fundiciones nacionales que empezaban a nacer. A mediados de siglo ya contaban con gas para sus bombos. Pero en el tránsito, desapareció la inscripción con la fecha de nacimiento de la infanta (incansable aspirante al trono tras el destronamiento de su hermana Isabel II, junto a su marido el Duque de Montpensier).

A Granada no llegaron aquellas farolas en la década de 1830 para prestar servicio en el sistema de faroles de aceite, porque no estaban preparadas para ello. No aparecieron hasta finales del siglo XIX, concretamente cuando se empezó a compaginar la iluminación del gas Lebón con la incipiente bombilla incandescente de la Compañía General de Electricidad, en 1892. Las primeras cuatro farolas eléctricas fernandinas fueron colocadas en la Plaza del Carmen, frente al Ayuntamiento, como anuncio de la feroz competencia que empezaba entre la iluminación por gas y la eléctrica. Aquella batalla ya sabemos quién la ganó (Gas Lebón cerró su fábrica de Granada en 1960).

Poco a poco, el modelo de farola fernandina o felona empezó a hacerse hueco en Granada. Sobre todo, en las calles del casco histórico; a la periferia le faltaba todavía mucho para verla siquiera medianamente iluminada, daba igual el tipo y la belleza de la farola elegida, lo importante era poder ver por la noche.

Postes del Salón, procedentes de las que hubo en Gran Vía, con tres faroles fernandinos añadidos.

Las columnas laminadas del Salón fueron reaprovechadas en 1981-82 para soportar la iluminación del nuevo Ferial de Almanjáyar

Desde el comienzo de la generalización de la iluminación eléctrica, cada zona empleaba fustes de farola diferentes, en función de la oferta de las fundiciones y su catálogo de productos. Y de los políticos del momento. Por ejemplo, los paseos del Salón y la Bomba se llenaron de columnas de hierro laminado, con traviesas o cables de los que colgaban las luminarias. Aquellas feas columnas de roblones o soldadas permanecieron en estos paseos muchos años, hasta que fueron retiradas para ser sustituidas por otras más artísticas. Las columnas laminadas del Salón fueron reaprovechadas en 1981-82 para soportar la iluminación del nuevo Ferial de Almanjáyar. Las coquetas farolas actuales, de robusto fuste y tres luminarias fernandinas, tienen una doble procedencia: los fustes proceden de los instalados originalmente para iluminar la Gran Vía (hacia 1905-1920); más tarde, cuando se eliminaron los tranvías y se renovó la iluminación, fueron a parar a los paseos del Salón-Bomba; si bien, hubo de añadírseles los dos brazos laterales y la luminaria superior. Llevan el sello de Fundición Roca (que estuvo ubicada desde 1870 hasta mediados del siglo XX en la calle Rejas de la Virgen).

Farolas de Bibarrambla

Se puede decir que las farolas de Bibarrambla son las más antiguas de Granada, al menos si se atiende al tiempo que llevan prestando servicio en el mismo lugar y con las mismas condiciones. Son cuatro los conjuntos que hay demarcando las cuatro esquinas por dentro del arbolado. Están soportadas sobre enormes plintos de piedra que hacen de asientos, con tres pesadas patas que soportan un fuste corto y cuatro luminarias fernandinas. Estos pesados vestigios de la época dorada de la fundición en hierro no fueron fabricados en ninguna de las tres potentes fundiciones de Granada; los regidores de principios del siglo XX eligieron el modelo 1892 (el del IV Centenario) que había diseñado, patentado y fabricado la Fundición San Antonio de Sevilla.

Modelo V Centenario, instalada en Bibarrambla en 1909.

Desde Granada sólo se les impuso la condición de que las luminarias fuesen del modelo fernandino

Desde Granada sólo se les impuso la condición de que las luminarias fuesen del modelo fernandino. El encargo municipal a la fundición fue hecho en 1900, cuando se diseñó la remodelación de la Plaza de Bibarrambla para colocar la estatua de Fray Luis de Granada en el centro (donde hoy está la fuente de los Gigantones). Pablo Loyzaga empezó sus trabajos de modelado y fundición, pero la colocación y remate de la reforma no se concluyó hasta 1909.

El trampantojo de Plaza Nueva

La gran eclosión de las farolas fernandinas en Granada no llegó hasta el prolijo programa de reformas interiores urbanas que pensó el alcalde Gallego Burín a partir de 1940 y que se empezó a ver en 1943. En este año comenzaron a rehacer calles y plazas a mansalva. Todas estas obras afectaron a la iluminación de Granada.

Primera farola que tuvo Plaza Nueva de arco voltaico, hacia 1898.
En 1905, se añadió otro arco voltaico colgado de un cable en la parte baja de Plaza Nueva. Un operario debía subir cada día a cambiar los carbones con esa enorme escalera.

Gallego Burín eligió la farola original fernandina para instalarla en las plazas Nueva y de Santa Ana, cerca del lugar de su residencia. Las dos docenas de farolas fernandinas tomaron justo el modelo original madrileño de 1832. O eso debieron creer, pues el fundidor omitió, o copió mal, el modelo original con la fecha de nacimiento de la infanta María Fernanda. La fundición Sociedad Jareño, de Madrid, hizo las reproducciones que hay actualmente colocadas en este espacio tan céntrico de la ciudad. Donde resaltan las dos coronas sobre la luminaria y, en su pedestal, el esbozo de escudo real y la inscripción VII, por Fernando VII, el felón.

Modelo fernandino instalado en Plaza Nueva. A la derecha, inscripción con referencias al rey Fernando VII. No son originales de 1832, sino reproducciones de 1943. Los guías las dan por bicentenarias.

Más de una vez he oído a los jóvenes guías turísticos del paraguas decir a sus clientes que esas farolas se conservan en el mismo sitio desde 1832. Eso es incierto por lo que ya he explicado; además, en la parte de la Plaza de Santa Ana en aquella fecha no existía todavía cubierta la bóveda. Dos de estas farolas de Plaza Nueva debieron romperse, desaparecer o faltaron, pues llevan placa de fabricación por J. Ruiz (Málaga) y Fundición la Nave (Miranda de Ebro).

Gallego Burín llenó de farolas fernandinas, tanto sobre fuste como en soporte de pared, las calles laterales de la Gran Vía, Mesones, Trinidad, barrio de la Duquesa

Gallego Burín llenó de farolas fernandinas, tanto sobre fuste como en soporte de pared, las calles laterales de la Gran Vía, Mesones, Trinidad, barrio de la Duquesa, etc. Las fue cambiando de unos lugares a otros. Las de la zona de Duquesa acabaron en el barrio de la Virgen. También de época de Gallego Burín son las luminarias tan particulares instaladas en la Carrera de la Virgen; fueron fundidas por Roca, con la omnipresente luminaria rematada por un corona fernandina.

Modelo de la fundición Roca instalado en la Carrera. No se libró de colocar la corona sobre el bombo de la luminaria.

La historia de este modelo de farol fernandino ha arraigado tanto en la ciudad de Granada que ha sido el elegido para iluminar casi todas las reformas que se han hecho hasta principios del siglo XXI. Las farolas-florero que iluminan y adornan la mediana entre Puerta Real y el Puente Blanco también eligieron el farol fernandino; en este caso fueron fundidas por J. Ruiz en Málaga. Unos años después, en las obras de reforma de la Fuente de las Batallas, una vez más el modelo de farola elegido fue la felona. Algo similar se hizo en la Plaza de los Girones, aunque con un fuste de Roca que presenta enredadera liada al fuste.

La Fuente de las Batallas (arriba) incorporó también la farola fernandina hace un cuarto de siglo, al igual que todas las de dos brazos y floreros de la mediana de la Acera del Darro-Puerta Real
Farola de pared fernandina, en el centro de la ciudad, incluye el escudo de Granada. A la derecha, farola del resto de barrios no céntricos, pero del casco antiguo. En este caso, el modelo que abunda en el Albayzín y Realejo (original de Fundición Castaño).

Las calles y plazas de Granada que no se pueden considerar casco histórico se han tenido que conformar con farolas sencillas, cuadradas y sosas. Solamente el brazo que las sostienen es de fundición modelo antiguo. Se diría que el centro de Granada sigue el modelo de farola monárquica, y el resto de la ciudad es de luminarias pobres. ¿Republicanas?

Al menos, cuando se construyó el pretil sobre las márgenes del río Genil (en 1995) se decidió colocar sobre sus pilares unos pies de farola con luminaria circular; ahí se eliminó la fernandina y se recuperó un molde de Fundición Castaño de los que fabricaban para los jardines de las villas y palacetes surgidos en el Salón y la Quinta en el intersiglos XIX-XX. El molde había sido recuperado de la chatarra por el ingeniero Miguel Giménez Yanguas.

Todo lo contado hasta ahora fue válido hasta que a principios del siglo XXI aparecieron las reformas de la Avenida de la Constitución y el Triunfo. Además de la tremenda expansión urbanística de la periferia. En estos casos, cada arquitecto eligió su modelo favorito de farola: de cubo de Rubick en Gran Vía, paelleras en el Triunfo… e infinidad de alambres y rarezas en el extrarradio. Existen en Granada centenares de tipos de farolas, sembradas sin orden ni concierto. Lo bueno es que casi todas funcionan.