Y los directores de las dos escuelas de maestros de Granada fueron fusilados
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Segundo Arce Manjón y Agustín Escribano Escribano se formaron en el Ave María y eran seguidores de los métodos del Padre Manjón
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Al director del Seminario de Maestros lo fusilaron los republicanos; al director de la Normal lo ejecutaron los nacionales
Las vidas de juventud de Segundo Arce Manjón y Agustín Escribano Escribano están llenas de muchos paralelismos. Llegaron a Granada a finales del siglo XIX a estudiar bajo la protección de sus respectivos tíos, dos rudos burgaleses asentados tiempo atrás en esta Universidad. Fueron Andrés Manjón Manjón (Sargentes de Lora, 1846-Granada, 1923) y Víctor Escribano García (Pedrosa del Príncipe, 1870-Granada, 1960). El primero llegó como catedrático de Derecho y en Granada decidió profesar en el sacerdocio. El segundo vino como catedrático de Medicina. Ambos habían rechazado ir a Galicia debido a su humedad. Sus orígenes burgaleses y el profundo catolicismo les unió e intimó inmediatamente cuando se conocieron en Granada.
Los dos catedráticos actuaron de una manera muy similar con sus respectivos sobrinos: se los trajeron de Burgos a estudiar Magisterio a Granada. El primero en llegar, en 1896, fue Segundo Arce Manjón (nacido en 1880 en la pedanía de Ayoluengo). En 1908 recaló en el Seminario de Maestros del Ave María el joven Agustín Escribano Escribano. El primero ya era profesor y sacerdote cuando se vieron; el segundo iniciaba su carrera como estudiante de Magisterio y futuro director. Los dos se formaron en el ambiente avemariano, continuadores de la obra puesta en marcha por el Padre Manjón. Aunque sus caminos se iban a convertir en divergentes dos décadas más tarde.
En su madurez, cuando llegó la II República, Segundo Arce Manjón estaba enfrascado en la dirección del Seminario de Maestros del Ave María, donde se formaban profesores en ambientes del catolicismo; además, era canónigo y párroco del Sacromonte. Agustín Escribano, por su parte, se había orientado a sus tareas como enseñante laico
En su madurez, cuando llegó la II República, Segundo Arce Manjón estaba enfrascado en la dirección del Seminario de Maestros del Ave María, donde se formaban profesores en ambientes del catolicismo; además, era canónigo y párroco del Sacromonte. Agustín Escribano, por su parte, se había orientado a sus tareas como enseñante laico. Cuando la división se hizo total entre los españoles, en aquel julio de 1936, a Segundo le sorprendió en Guadix en compañía de su arzobispo, preparando la causa de beatificación de su tío Andrés Manjón. Agustín, por su parte, se empeñaba en consolidar la nueva Escuela Normal de Magisterio en la Gran Vía; a Granada habían venido importantes representantes de los gobiernos de izquierdas de la II República. Sus relaciones con el republicanismo pesaron mucho en su destino final.
Recientemente, la Universidad de Granada ha comenzado a recuperar la figura de Segundo Escribano; la institución Avemariana lo ha hecho con los dos al mismo tiempo
A uno y a otro se le apuntaron en el “debe” las relaciones que mantenían con sus respectivos círculos profesionales. Segundo Arce continuó toda su vida la línea de enseñanza católica y apostolado marcada por su tío Andrés Manjón. Segundo Escribano derivó a posiciones de enseñante marcadamente próximas a la izquierda republicana. Recientemente, la Universidad de Granada ha comenzado a recuperar la figura de Segundo Escribano; la institución Avemariana lo ha hecho con los dos al mismo tiempo. La Iglesia católica ha beatificado a los religiosos que fueron asesinados en los Pozos de Almería en el verano de 1936, entre los que se encontraba Segundo Arce.
Los actos organizados hace unos meses por la Facultad de Ciencias de la Educación de la UGR y la semana pasada por el Ave María Casa Madre han contado con intervenciones del profesor Andrés Palma Valenzuela. El texto biográfico que sigue está tomado de la laudatio que dedicó a ambos enseñantes.
Segundo Arce Manjón (1880-1936)
Nació en 1880 en Ayoluengo (Sargentes de Lora, Burgos). Su madre era prima carnal de Don Andrés (hija de Esteban Manjón Puente, tío materno de Don Andrés). Llegó con 17 años a Granada, en octubre de 1896, para estudiar Magisterio. Se Licenció en Teología en la Abadía del Sacromonte, siendo ordenado sacerdote en mayo de 1904 en Guadix.
En 1905 comenzó a prestar sus servicios como capellán del Ave María y profesor del Seminario de Maestros y en 1917 fue elegido capellán de coro del Sacro Monte, en cuyo Colegio fue también profesor de diversas materias, encomendándosele con el tiempo ciertas responsabilidades educativas desde la Federación estatal de Maestros Católicos
En 1905 comenzó a prestar sus servicios como capellán del Ave María y profesor del Seminario de Maestros y en 1917 fue elegido capellán de coro del Sacro Monte, en cuyo Colegio fue también profesor de diversas materias, encomendándosele con el tiempo ciertas responsabilidades educativas desde la Federación estatal de Maestros Católicos. Durante el tiempo en que Manuel Medina Olmos fue Obispo Auxiliar de Granada (1925), Segundo actuó con frecuencia como secretario del mismo. Entre 1917 y 1936 fue director de la Escuela de Magisterio del Ave María; desde 1918 ya era administrador general de la Institución. Tras la muerte de Andrés Manjón, en 1923, se constituye el Patronato del que es nombrado tesorero y miembro de su junta directiva. Víctor Escribano, el decano de Medicina, forma parte de la institución.
Con su gestión, el Centro de Magisterio alcanzó gran esplendor. También se dedicó con ahínco a la revista Magisterio Avemariano. Realizó una gran actividad: viajes, conferencias en la Academia Pedagógica. Dirigió un Centro Obrero y tomó parte con otros maestros en el Primer Congreso Nacional de Educación Católica celebrado en Madrid en 1924. Presentó en este evento una Memoria sobre el Seminario de Maestros de Granada, como caso singular de “Normal Católica” que logró gran reconocimiento.
Al igual que Agustín Escribano, Segundo fue también detenido en julio de 1936. La diferencia en este caso es que sus captores y posteriores ejecutores fueron militares y milicianos de Guadix y Almería pertenecientes al sector más radical del régimen republicano
Al igual que Agustín Escribano, Segundo fue también detenido en julio de 1936. La diferencia en este caso es que sus captores y posteriores ejecutores fueron militares y milicianos de Guadix y Almería pertenecientes al sector más radical del régimen republicano. Su ejecución tuvo lugar en el Pozo de la Lagarta, Almería, siendo después su cuerpo quemado con gasolina y abandonado en el mismo lugar de su muerte, junto con el de algunas otras víctimas. Sus restos fueron trasladados a la Abadía del Sacromonte en noviembre de 2020.
Agustín Escribano Escribano (1892-1936)
Nació en 1892 en Pedrosa del Príncipe (Burgos) y se trasladó a Granada al amparo de su tío Víctor Escribano García, catedrático de Anatomía en la Universidad de Granada, UGR, desde 1897. Víctor era amigo del también catedrático de la UGR Andrés Manjón, y colaborador de sus proyectos como médico, benefactor de los mismos, miembro del Patronato de sus escuelas y presidente del mismo desde 1937. Agustín ingresó en 1908, con 16 años, en el Ave María, para estudiar en su centro de Magisterio, entonces llamado «Seminario de Maestros». Pronto destacó como alumno brillante, y en 1911, cursando 4º año de carrera, colabora como profesor auxiliar de Geografía y Agricultura en el primer curso. La calidad humana e intelectual del aspirante a maestro no pasó inadvertida para Manjón, siendo muchas las ocasiones en que éste haga referencia a Escribano en sus escritos considerándole inteligente discípulo y modelo de maestro cristiano y avemariano.
Gracias al Diario de Don Andrés, al órgano oficial de difusión de sus escuelas, Magisterio Avemariano, editado entre 1917 y 2005, y otras fuentes documentales, conocemos su admisión en 1914 en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid. Concluidos sus estudios en 1917 y superada la preceptiva oposición, ejerce en la Normal de Toledo para trasladarse posteriormente a Granada, en 1920, como numerario de Geografía. Tales fuentes informan de la hondura de la formación religiosa recibida en las aulas avemarianas y la fina sensibilidad social que adquirió en contacto con la obra educativa de Manjón durante sus años de estudio, que amplió después fuera de España. Valgan como elementos significativos de tal sensibilidad su compromiso con los desheredados, los ejercicios espirituales que anualmente realizaba con el resto de sus condiscípulos en el Colegio Máximo de los jesuitas de Cartuja o las muchas horas gratuitas de clase de Geografía que impartió como profesor de la Normal en el Seminario de Maestros siguiendo la metodología manjoniana.
Su aporte al campo educativo siempre se basó en sólidos principios sociales y democráticos y en un talante cristiano que le sensibilizó ante las necesidades de los desfavorecidos
En 1928 marcha a Francia para ampliar estudios, en 1931 es designado Director de la Escuela Normal granadina y, en 1933, adjunto a la Cátedra de metodología de la Geografía. Asumió con entusiasmo el desarrollo del plan de estudios de Magisterio de la II República, el «Plan profesional», contando para ello con una gran experiencia formativa y profesional en la que tanto influyó el pensamiento manjoniano. Su aporte al campo educativo siempre se basó en sólidos principios sociales y democráticos y en un talante cristiano que le sensibilizó ante las necesidades de los desfavorecidos.
Formó docentes para una nueva escuela, como realidad ya intuida de algún modo junto a Manjón, definido desde la Universidad de Lovaina como «precursor» de la Escuela activa en España. En un tiempo de gran inestabilidad social y política, luchó por concienciar a su alumnado de la importancia de su función docente y social. Dio gran relevancia a la actividad académica y a la preparación intelectual de los futuros maestros a quienes intentó inculcar una sincera preocupación y un compromiso real por su tarea educativa, más allá de todo partidismo político. Si bien su faceta como profesional políticamente comprometido es conocida, no ha sucedido igual con una parte de su trayectoria vital marcada por su relación con la figura de Andrés Manjón.
Destituido de la Dirección de la Normal en julio de 1936, fue fusilado el 11 de septiembre en las tapias del Cementerio municipal de Granada por responsables locales del alzamiento militar contra el Gobierno de la República. Su cuerpo fue arrojado a una fosa común.
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