'Los niños, pacientes de segunda'
Durante toda la pandemia hemos asistido inauditos a la imagen de nuestros hijos encerrados en las casas incluso cuando el resto podíamos salir porque los parques se mantuvieron clausurados por temor al contagio durante muchos meses. Se les culpó de ser los principales focos de infección y, pese a que llegó un momento en el que estaba claro que sus síntomas no eran tan graves como en adultos se les incitó a vacunarse no especialmente para protegerles a ellos sino por el beneficio del resto de la sociedad, aun a sabiendas de que los efectos a largo plazo de la vacuna no se pueden conocer. Tal vez influya el hecho de que los más pequeños de la casa no tengan ni voz ni voto, que basta con convencer a los padres, y que el temor generalizado que se extendió por el mundo era suficiente para justificar que la pandemia les arrinconara sin pensar en las consecuencias que tendría sobre ellos.
Lo que parece un avance después de meses de escuchar recortes y carencias en la Sanidad, se convierte en un nuevo abuso hacia los niños pues de esta medida quedan excluidos los pediatras que atienden a los menores de catorce años
Ahora nos enteramos de que la Junta de Andalucía ha aprobado, después de quince años de espera, el complemento de continuidad asistencial que establece un logro para tratar de reducir las listas de espera: en los centros de salud con demoras, donde la dirección puede ofertarlas, los médicos de familia podrán hacer de forma voluntaria dos tardes al mes, es decir, un total de diez horas, retribuidas con 43,77 euros la hora. Lo que parece un avance después de meses de escuchar recortes y carencias en la Sanidad, se convierte en un nuevo abuso hacia los niños pues de esta medida quedan excluidos los pediatras que atienden a los menores de catorce años.
Alguien no muy bien pensado podría relacionar la puesta en marcha de este complemento con el anuncio de elecciones andaluzas para el 19 de junio próximo, lo cual no quita para que sea bienvenido. Y ahondando más, incluso a la hora de establecerla, se deja de lado otra vez a los niños, que no tienen voto, ahorrándose ese dinero a pesar de que se trate de una desigualdad intolerable.
El Sindicato Médico Sevilla y la Asociación Andaluza de Pediatría de Atención Primaria (AndAPap) se han apresurado a denunciar esta marginación en toda regla y han remitido a la Junta una carta en la que expresan su descontento que se viene a unir al hecho de que los menores carezcan «de una enfermera de referencia aún o que sea el colectivo con más plazas no cubiertas por ningún profesional, o por profesionales sin ninguna especialidad, o por profesionales con una especialidad distinta a la de Pediatría y sus Áreas Específicas, que es la que el propio Servicio Andaluz de Salud entiende que debe atender a este grupo de población especialmente sensible».
Los profesionales aluden a que las demoras se producen igualmente en los pacientes infantiles y en los adultos y no existe, por tanto, una razón objetiva para esta desigualdad, más allá del hecho de que ellos no puedan quejarse
Los profesionales aluden a que las demoras se producen igualmente en los pacientes infantiles y en los adultos y no existe, por tanto, una razón objetiva para esta desigualdad, más allá del hecho de que ellos no puedan quejarse. Y finalizan su escrito esperando del presidente de la Junta «que intervenga directamente para corregir, lo que queremos entender son “errores” cometidos por la Gerencia del Servicio Andaluz de Salud» y que «dé las instrucciones precisas para que se corrijan a la mayor brevedad posible».
Las últimas veces que he solicitado una cita médica para mis hijos en mi centro de salud de referencia, se me ha concedido de forma telefónica para un plazo de unos diez días. De hecho, el resfriado del niño ya había desaparecido cuando llegó el momento de la llamada. Además, la mayoría de los medicamentos para ellos cuestan lo mismo sin receta o con ella y en muchos municipios pequeños no hay un pediatra y deben desplazarse al pueblo contiguo.
Sería encantador poder ver una manifestación de niños atravesando la Gran Vía para quejarse por las continuas discriminaciones de las que son víctimas, pero su corta edad lo impediría
Sería encantador poder ver una manifestación de niños atravesando la Gran Vía para quejarse por las continuas discriminaciones de las que son víctimas, pero su corta edad lo impediría. El dibujante italiano, escritor y pedagogo Francesco Tonucci, que firma como Frato, ya exponía hace unos años en sus viñetas sus ideas acerca de cómo debían construirse los municipios en relación con ellos. En el programa «La ciudad de los niños» se desarrolla la forma en la que los pequeños deberían poder moverse solos en las poblaciones en base a la eliminación de barreras que hoy en día lo impiden. Faltan parques, falta imaginación para crear lugares específicos en los municipios para los más pequeños, sobran carreteras y literalmente los chiquillos se pueden jugar la vida si sus padres les permiten caminar en solitario. Todo porque las ciudades están confeccionadas alrededor de los vehículos y no de los más vulnerables: los más mayores y los más pequeños. No obstante, un espacio seguro para ellos permitiría municipios más habitables, más reposados y felices. El problema es que siempre prevalecen las necesidades del adulto sobre las del niño.
Por eso, a la hora de legislar, los menores siempre están en inferioridad de condiciones para ser escuchados, aunque es especialmente fragrante cuando se trata de su salud
El caso es que los pequeños no pueden votar y sus prioridades están supeditadas a las de sus padres y a las del resto de la sociedad. Por eso, a la hora de legislar, los menores siempre están en inferioridad de condiciones para ser escuchados, aunque es especialmente fragrante cuando se trata de su salud.
En este caso, los chiquillos cuentan con la ventaja de que los pediatras han decidido luchar contra esta discriminación y que las elecciones están a la vuelta de la esquina, lo cual facilita que la Administración deba estar interesada en resolver conflictos con rapidez con tal de añadir votos a su saca electoral. Así que, podría suceder que fueran escuchados esta vez, aunque seguirán sufriendo una infancia con deberes indiscriminados a diario, pocos parques y demasiado saturados y escasas ideas para hacerles la vida más feliz. Y luego nos quejaremos de que se pasan el día viendo las pantallas sin comprender que somos los adultos quienes los abocamos a ellas porque tienen el resto de opciones cada vez más restringidas.