'Los moderaditos'
Constituyen una curiosa especie política dentro del, menos variado de lo que se piensa, universo de las derechas políticas españolas. Suelen identificarse con perfiles aparentemente amables y sencillos, las más de las veces desprovistos de ataduras ideológicas, como si la sonrisa Profiden y la vacuidad disfrazada de ausencia de radicalismo (en realidad, ausencia de opinión política) fuera, en sí misma, una ideología. No se les debe negar, a la vista de algunos resultados electorales, el éxito y el acierto a la hora de elegir la fórmula política para captar votantes, las cosas como son. Aunque seguramente, determinadas estrategias y mensajes provenientes de las izquierdas gobernantes a nivel estatal, puedan contribuir a que dicho éxito alcance dimensiones insospechadas.
También son conocidos como “barones” del PP, líderes de algunas comunidades autónomas a quienes, mediáticamente, se les ha fabricado el disfraz de “contrapesos” o “alternativas” al liderazgo nacional, seguramente para intentar alejarlos de la ruidosa y nefasta estrategia que lidera el señor Casado, e intentar proyectar a la sociedad, o a parte de ella, otros modos y otros estilos de hacer política
También son conocidos como “barones” del PP, líderes de algunas comunidades autónomas a quienes, mediáticamente, se les ha fabricado el disfraz de “contrapesos” o “alternativas” al liderazgo nacional, seguramente para intentar alejarlos de la ruidosa y nefasta estrategia que lidera el señor Casado, e intentar proyectar a la sociedad, o a parte de ella, otros modos y otros estilos de hacer política. Dicho de otro modo, para intentar salvarlos electoralmente de una quema que, encuestólogos de salón al margen, se antoja evidente. Repito, a la vista de ciertas realidades políticas regionales, parece que la fórmula podría funcionar.
De ahí la importancia y la necesidad de rearme político, programático, ciudadano y social de las izquierdas gobernantes en España. El debate político ha de versar sobre el proyecto político, económico y social de la recuperación del país, sobre las prioridades presupuestarias y sobre las personas y colectivos destinatarios de esas propuestas. Sobre para quienes se gobierna y para que se gobierna. Sobre cómo y para que gastar el presupuesto público. Ese debate no lo aguanta ningún moderadito ni cinco minutos. Por eso huyen de él. Por eso se esconden ante la evidencia de los datos y de las políticas. Por eso sonríen, incluso beatíficamente, intentando que escampe. Y de paso, enseñan la patita de su verdadera ideología (recortes, privatizaciones, política impositiva, ausencia de memoria democrática, deslealtad institucional, etc.), pues a la clientela hay que tenerla contenta. Esa clientela a la que no le basta la sonrisa y las buenas formas, sino que reclama “más madera”. Madera que, por cierto, se vende barata en el quiosco ultra de al lado. Y hasta ahí podíamos llegar, dirán los propios moderaditos.
Pienso que es un buen reto para las izquierdas gobernantes continuar en esa línea de acción, explicación, dialogo y cumplimiento. Con mucha complicidad e implicación ciudadana, y con toda la convicción
Creo que hay que sacar a los moderaditos del rincón de la comodidad en el que parecen sentirse cómodos. Situar el debate político en los términos en los que no valga el “parecer buena gente”, o si vale, que lo sea para lo que realmente ha valido siempre, es decir, para acreditar la falta de talla política. Hay que huir de los espacios comunes, esos que tan bien dominan los moderaditos, “búsqueda del interés general”, “trabajar para la mayoría”, “buscar los acuerdos y no la confrontación”, y hay que ponerle nombre y apellidos a lo que se hace desde el poder político, bien sea para criticarlo, para proponer alternativas o para explicitarlo ante la ciudadanía. Es la mejor manera (y la más democrática, en mi opinión) de darle todo el sentido a esa búsqueda del interés general, y que no quede en una frase más. Eso sí, pronunciada de muy buena manera.
Pienso que es un buen reto para las izquierdas gobernantes continuar en esa línea de acción, explicación, dialogo y cumplimiento. Con mucha complicidad e implicación ciudadana, y con toda la convicción. Los 'moderaditos' se irán diluyendo como azucarillos en el terreno auténtico de la política real, ese para el que no sirven.