Sierra Nevada, Ahora y siempre.

'LUMP enamoran con su electropop sencillo e hipnótico'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Martes, 2 de Noviembre de 2021
LUMP – 'Animal'
Portada de 'Animal', de LUMP.
Indegranada
Portada de 'Animal', de LUMP.

Los proyectos musicales paralelos, lo que en inglés llaman side projects, están muy bien. Suelen ser una vía eficiente para que artistas de cierto impacto den rienda suelta a algunas tendencias o sonidos que no exploran tanto con su grupo habitual o en solitario. Resultan en algunos encuentros curiosos y suelen tener un aire de diversión, de menos presión y más libertad para hacer cualquier cosa. Pero a cambio, la mayoría de proyectos paralelos no pasan de eso. Se quedan en anécdotas, entretenidos añadidos a una discografía que, sin embargo, tiene un canon claro que no incluye esos trabajos. El proyecto paralelo suele estar condenado a ser una nota a pie de página, por más cariño que el o la artista le tenga.

Hay proyectos paralelos que acaban devorando la carrera anterior del artista, dándole nueva vida y renovando su propuesta

Pero hay ocasiones en que no es así en absoluto. Hay proyectos paralelos que acaban devorando la carrera anterior del artista, dándole nueva vida y renovando su propuesta. Un caso sorprendente sería el de Gorillaz, originalmente un side project irreverente y (literalmente) caricaturesco de Damon Albarn, “El Cantante de Blur”. Pero ¿quién piensa en Blur hoy en día, más allá de las discusiones retrospectivas sobre el Britpop? Mientras tanto, Gorillaz se han convertido en uno de los grupos definitorios del pop del siglo XXI. Aún más radical es el ejemplo de Run The Jewels, el dúo de rap formado por Killer Mike y El-P. Ambos artistas eran conocidos y respetados entre los fans más apasionados del hip hop, pero tenían poco impacto más allá. Ahora Run The Jewels es uno de los dúos más exitosos y aclamados de la historia del hip hop. Ni Mike ni El piensan ya en sus carreras en solitario: sus caminos están ya inextricablemente unidos.

Es imposible saber qué camino seguirá LUMP, el grupo formado por la cantautora de folk Laura Marling y el miembro de Tunng, Mike Lindsay, pero para mí está claro que esto es más que una anécdota. Su primer disco homónimo, de 2018, ya me intrigó, pero Animal, lanzado este julio, me ha maravillado. Y lo ha conseguido a través de la sencillez más absoluta. No hay nada ostentoso en este álbum, ni falta que le hace. Su gran éxito radica en tejer elementos muy simples y similares entre sí, pero tremendamente efectivos y elegantes, en sus diez canciones y 44 minutos. El más evidente de estos elementos es sin duda la versátil voz de contralto de Marling, que entona melodías muy directas e inmediatas que ganan con cada repetición. Parte de esta magia está también en las letras, profundas y líricas, pero con rimas sencillas y sonoras, que invitan a cantar con ella.

Este cóctel da casi siempre un resultado óptimo, y la coherencia de esta paleta sónica, combinada con la diversidad de las melodías propuestas por Marling, son el secreto del álbum

Marling trabaja sobre la base de las imaginativas texturas compuestas por Lindsay, que suelen consistir en hipnóticos arpegios de sintetizador (como el que abre el disco en la fantástica “Bloom at Night”), bajos densos y resonantes, bucólicas pero melancólicas flautas, a veces una batería eficiente y propulsiva y otros toques que enriquecen y dan un carácter singular a cada composición. Este cóctel da casi siempre un resultado óptimo, y la coherencia de esta paleta sónica, combinada con la diversidad de las melodías propuestas por Marling, son el secreto del álbum. Sea en “Gamma Ray”, con su yuxtaposición de estrofas ominosas y estribillo ambiguamente luminoso; en la más bailable y experimental “Animal”; en la profundamente pop “We Cannot Resist”, con esa historia de amor adolescente; o en “Climb Every Wall”, con su irresistible línea de bajo y desoladora letra, LUMP dan con distintas variaciones de la misma fórmula ganadora, a medio camino entre el indie folk y el electropop más minimalista.

Cuando se alejan un poco de esta fórmula, los resultados son mixtos. “Red Snakes” suena más al tipo de baladas que produce Marling en solitario, con ese piano sucio y triste como protagonista. Pese a ello se trata de una de las mejores canciones del disco, y su desesperanzada letra (“Grew enemies to avoid pain/Sold them in pills for your own gain/You’ll never get back to the old ways/So despise what you’ve lost, for your own sake”) resuena con una fuerza especial. En cambio, y pese a un buen estribillo, “Paradise” es con diferencia la peor canción del álbum. No solo sus estrofas son algo irritantes, especialmente cuando Marling empieza a hacerse los coros a sí misma (quizás porque la canción está en otro tono y no encaja), sino que el solo de guitarra del final es horroroso, romo y como pegajoso: es el único momento del álbum en que su sonido da dentera. Por otra parte, hay un interludio, “Hair on the Pillow”, cuyo sonido como de arpa no aporta gran cosa pero tampoco molesta mucho y pasa rápido. Por último, “Oberon” fue compuesta con cierta prisa, según los propios artistas, y aunque se nota en su estructura como incompleta, tiene su encanto y es un buen puente hacia el final del álbum.

Y qué gran final es ese. “Phantom Limb” también introduce pequeñas variaciones en la fórmula, pero mantiene el espíritu: su base son dos guitarras tocando arpegios ligeros y nostálgicos, mientras que el toque extra se lo dan unos arreglos de viento igualmente emotivos. La letra, por su parte, en lugar de contener un mensaje claro o contar una historia, es un collage de frases graciosas que Marling había encontrado en la prensa, situadas de tal forma que riman y rematadas por la repetida, enigmática y magnética frase: “we have some work to do”. Da la sensación de que la canción podría alargarse infinitamente y acunarnos hasta quedarnos dormidos, pero entonces Marling empieza a recitar ¡los créditos del disco! Mientras tanto, unos sintes ambient se tragan a las guitarras y poco a poco se desvanecen, dejándonos con una mezcla de profunda satisfacción y ganas de más.

En fin, me ha encantado este álbum. No inventa nada nuevo, es simple y bastante uniforme, pero hace de todo ello una virtud, creando un sonido hipnótico y agradable que invita a reescucharlo una y otra vez. De nuevo, es imposible saber qué será de LUMP como proyecto. La carrera en solitario de Marling va francamente bien: el año pasado Song for our Daughter fue nominado a un Grammy y al Mercury Prize. Tunng también prosigue su actividad a su propio ritmo, y Lindsay tiene otros proyectos paralelos, como Throws, además de mucho trabajo como productor. Los propios Laura y Mike no sabían si habría un segundo LP, y sin embargo aquí está. Esto en sí mismo es razón para el optimismo, y más viendo el resultado y lo cómodos que dicen sentirse como grupo. Teniendo en cuenta la mitología que rodea al personaje de LUMP, ese cuasi tercer miembro de la banda que protagoniza sus videoclips, el potencial para que el proyecto siga creciendo sin duda está ahí. Quizás no se trate de uno de esos proyectos paralelos que se convierten en el proyecto principal de sus integrantes, pero con suerte puede llegar a ser, al menos, tan importante como sus otros proyectos, y así seguir dándonos alegrías durante muchos años.

Puntuación: 8.7/10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com