Del lugar que fue famosa imprenta de los herederos de Elio Antonio de Nebrija
-
El Doctor Sancho de Nebrija, su hermano Sebastián y su hijo Antonio montaron y mantuvieron el taller impresor en el Albayzín
-
Y después en el Carmen de Nebrija
-
Aquella imprenta suministró miles de libros para la incipiente ciudad castellana y renacentista que se estaba formando en el siglo XVI
-
El filólogo autor de la primera “Gramática” castellana, Elio Antonio de Nebrija, sólo estuvo una vez en Granada acompañando a su hijo mayor en el año 1500
Elio Antonio de Nebrija tomó el nombre de su pueblo y lo latinizó cuando empezó a ser famoso. Nació en Nebrija o Lebrija, Sevilla, hacia 1444, con el nombre de Antonio Martínez de Cala y Xarana. Humanista del Renacimiento que completó formación en Italia durante una década, la mitad en el Colegio de Bolonia español(1465-70). Fue profesor en Salamanca, Sevilla, Extremadura, Alcalá, etc. Fueron 78 años en los que se movió por media España enseñando, escribiendo e imprimiendo. Su obra más señera fue la Gramática castellana (1492), primer compendio de reglas para escribir la nueva lengua del nuevo estado formado por los Reyes Católicos.
Existe certeza de que acudió una sola vez a Granada. Pero ni se quedó ni adquirió casa o solar para establecerse con su numerosísima familia. Mucho menos para fundar negocio como impresor o librero. Fueron sus descendientes los que llegaron a esta ciudad, muchos años después de fallecer el filólogo, y aquí se quedaron para siempre
Existe certeza de que acudió una sola vez a Granada. Pero ni se quedó ni adquirió casa o solar para establecerse con su numerosísima familia. Mucho menos para fundar negocio como impresor o librero. Fueron sus descendientes los que llegaron a esta ciudad, muchos años después de fallecer el filólogo, y aquí se quedaron para siempre. De su extensa prole (5 niños y 4 niñas), fueron sus hijos Sancho y Sebastián de Nebrija y Solís quienes enraizaron en Granada. No vinieron precisamente a establecerse en esta ciudad como impresores y fabricantes de libros. Eso llegaría más tarde. Aunque su apellido se le relaciona únicamente con la primera gran imprenta estable de los textos de su padre e infinidad de libros y grabados de los que hicieron de Granada una potencia exportadora de textos castellanos.
1532, llega el Doctor Santius Nebrisensis
La historia de los Nebrija en Granada (apellido que pronto se vulgarizó como Lebrija) comenzó hacia 1532, justo una década más tarde de la muerte el humanista Elio Antonio (Alcalá, 1522). Por esas fechas recalaron en Granada los hermanos Sancho y Sebastián de Nebrija. Ambos habían seguido los pasos de su padre estudiando humanidades, pero Sancho parece que lo hizo con mayor provecho.
La historia de los Nebrija en Granada (apellido que pronto se vulgarizó como Lebrija) comenzó hacia 1532, justo una década más tarde de la muerte el humanista Elio Antonio (Alcalá, 1522). Por esas fechas recalaron en Granada los hermanos Sancho y Sebastián de Nebrija
Santius Nebrisensis fue enviado a estudiar al Colegio de Bolonia por el obispo de Ávila, Alfonso Carrillo de Albornoz. Así figura su biografía en el libro Proles Aegidiana de los colegiales boloñeses. Empezó sus estudios en la ciudad italiana el 20 de febrero de 1507 y se doctoró en Derecho Canónico y civil a mediados de 1515, sin que sus profesores considerasen necesario examinarlo. Durante los siete años que permaneció estudiando en Bolonia desarrolló importantes cargos para el Colegio español: consiliario cronista (1508-9); en 1510 se desplazó a España a ocuparse de la selección de nuevos alumnos; consiliario canonista (1511-12); ecónomo del Colegio (1513-14); y consiliario teólogo (1514-15). Regresó de Italia con una recia formación intelectual y el título de doctor en leyes y administración civil.
En infinidad de documentos del Cabildo tinerfeño aparece su nombre tomando decisiones, gobernando o viajando por las islas y pueblos limítrofes. Incluso fue gobernador suplente en diversas ocasiones
Recién doctorado en el Colegio de Bolonia, Sancho recibió su primer empleo en el reinado de Juana I, la Loca. Fue destinado a la isla de Tenerife. A finales del año 1515 llegó a las Canarias para ocupar el cargo de teniente del gobernador o adelantado del Cabildo de Tenerife, a las órdenes de Alonso Fernández de Lugo. En infinidad de documentos del Cabildo tinerfeño aparece su nombre tomando decisiones, gobernando o viajando por las islas y pueblos imítrofes. Incluso fue gobernador suplente en diversas ocasiones.
Y junto a Sancho se fueron también sus hermanos Sebastián e Isabel. A Sebastián se le ve ocupando cargos de ayudantía o supletorios de su propio hermano en la administración de justicia y gobierno municipal. A la hermana Isabel, Sancho acabó dándola en matrimonio al gobernador de la isla vecina de Las Palmas; casó con Juan García y debió regresar con su marido a Sevilla, donde falleció en 1553. (Sancho sólo faltó de Tenerife unos meses de 1522 en que regresó a Alcalá a hacerse cargo de la herencia de su difunto padre).
Y en Granada se presentaron los dos; Sancho venía casado y traía un hijo. Justo el año que comenzaba el curso de las cinco primeras facultades de la UGR
Los pasos de Sancho y Sebastián de Nebrija ya siempre fueron en paralelo, desde agosto de 1525 en que abandonaron Tenerife. El emperador Carlos V nombró a Sancho como gobernador de los presidios de Orán; en el norte de África estuvieron los dos un tiempo impreciso, pues en 1532, Sancho consiguió la plaza de oidor de la Real Chancillería de Granada. Y en Granada se presentaron los dos; Sancho venía casado y traía un hijo. Justo el año que comenzaba el curso de las cinco primeras facultades de la Universidad de Granada.
Conocemos que Sancho llegó casado a Granada con Catalina de Patres. No sabemos el origen de Catalina, pero sí que al menos traían ya a un niño llamado Antonio de Nebrija y Patres. Todo apunta que los dos hermanos y sus respectivas familias se establecieron en la parroquia de San José, precisamente el barrio donde se ubicaba provisionalmente la Real Chancillería mientras se construía el palacio de Plaza Nueva. En esta parroquia comenzaron a bautizar a sus primeros hijos nacidos en Granada. Y también en algún lugar de este barrio del bajo Albayzín debieron instalar, ya en 1534, su primer taller de impresión. Ellos no eran del oficio de imprimir, sólo capitalistas; contaron inicialmente con cajistas que habían trabajado para otras imprentas, quizás las de Juan Varela, Jacobo Cromberger, Andrés de Burgos…).
Por aquellos años finales de la década de 1530 fue cuando se empezó a llamar en Granada a Sancho como el Doctor Nebrija, muestra de respeto por su talla intelectual entre los oidores
Aquí entramos en el terreno de las especulaciones. Aquel incipiente y reducido taller impresor albayzinero debió ser la ocupación principal del hermano Sebastián, pues no se le conocía otro oficio. Mientras que Sancho era oidor de la Audiencia e incluso con el tiempo ascendió a juez del crimen de la misma. Uno sería el que se dedicaba a la tarea manual mientras el otro llevaría la parte más intelectual en los ratos que le dejara libre su trabajo en la magistratura.
Por aquellos años finales de la década de 1530 fue cuando se empezó a llamar en Granada a Sancho como el Doctor Nebrija, muestra de respeto por su talla intelectual entre los oidores. De la propiedad compartida de la primitiva imprenta albayzinera comenzaron a salir las primeras impresiones de las obras de su padre. Los Nebrija habían conseguido de Carlos V un permiso para imprimir y comercializar en exclusiva los libros escritos de su padre; se habían quejado que otras imprentas del país llevaban tres décadas abusando de publicar sus textos, con añadidos, recortes y erratas. Ellos querían garantizar la pureza de las obras de su progenitor.
El negocio comenzaba a funcionar, con una ciudad que parecía haber sido la elegida como capital por el Emperador Carlos V, donde se centralizaba la nueva Real Chancillería del Tajo hacia abajo, donde se construía una de las catedrales más grandes de España, el lugar elegido como panteón real por los Reyes Católicos y Carlos V
El negocio comenzaba a funcionar, con una ciudad que parecía haber sido la elegida como capital por el Emperador Carlos V, donde se centralizaba la nueva Real Chancillería del Tajo hacia abajo, donde se construía una de las catedrales más grandes de España, el lugar elegido como panteón real por los Reyes Católicos y Carlos V. Con decenas de órdenes religiosas llegando a establecerse. Y para colmo, con una Universidad que echaba a andar y necesitaba de libros de texto. Imprimir libros y opúsculos daba dinero. Paralelamente a la llegada de su imprenta se experimentó una eclosión de construcción de molinos de papel en los ríos y acequias de la ciudad, la materia prima básica. Y para 1550 se constituyó el gremio de fabricantes de tinta, señal de que había un grupo de personas ocupadas en ello. (Las ordenanzas municipales de 1552 dan cumplido reflejo de todos los oficios relacionados con el arte de imprimir).
Traslado al pago Aynadamar
La imprenta en alguna casilla del bajo Albayzín debió quedarse pequeña muy pronto. Una imprenta de entonces precisaba de bastante personal para preparar los pliegos, componer textos, matriz a matriz, línea a línea, galerada a galerada, batir tintas, imprimirlos y encuadernarlos. Ya para el año 1542 se observan entre los documentos de los Nebrija dos hechos importantes: el primero es que Sancho de Nebrija debe haber enviudado de la Sra. Patres y se ha vuelto a casar con una granadina, de nombre María de Carranza; esta segunda esposa debió ser bastante más joven que el Doctor Sancho, pues le dio varios hijos y todavía estaba viva en el año 1591. (Debió ser hija del rico Ginés de Carranza, Caballero XXIV entre 1543 y 1570 en que falleció. Fue enterrado en la capilla de la Antigua de la Iglesia de San Jerónimo).
Aquella huerta de Aynadamar tenía derecho al agua de riego de un ramal que bajaba por el barranco, atravesaba el pago jesuita de Tallacarne y se deslizaba hacia el Cercado alto de Cartuja, para morir en el pilón y huertas de Fuentenueva. Muy pronto se llamó a aquel sitio el Carmen del Doctor Lebrija
El segundo hecho importante de los Nebrija es que aparecen viviendo e imprimiendo en un lugar mucho más amplio, un verdadero taller con varias personas en él: este lugar se ubicaba en la parte baja del pago de Aynadamar, justo por encima del Cercado Alto de Cartuja. Era una antigua almunia nazarita situada frente y debajo de las extensas posesiones donde los Cartujos habían comenzado a construir su Cartuja. Aquella huerta de Aynadamar tenía derecho al agua de riego de un ramal que bajaba por el barranco, atravesaba el pago jesuita de Tallacarne y se deslizaba hacia el Cercado alto de Cartuja, para morir en el pilón y huertas de Fuentenueva. Muy pronto se llamó a aquel sitio el Carmen del Doctor Lebrija. Y al callejón de la acequia que subía hasta el Manflor (por encima de Fajalauza), como Callejón de Lebrija.
Los Nebrija debieron tener bastante cultivo en su huerto de más de una hectárea, pues en los documentos del juzgado municipal de aguas hay continuas referencia a denuncias cruzadas y pleitos por riegos del Doctor Nebrija y su mujer María de Carranza por temas de aguas
La finca tenía unos 25 marjales (13.200 metros), con derecho a agua de riego del ramal de la acequia. En su interior dispuso de un enorme albercón para almacenar el agua. Además, por encima, en lo que después fue Mirador de Rolando, hay una mina que da un importante aforo de agua. Los Nebrija debieron tener bastante cultivo en su huerto de más de una hectárea, pues en los documentos del juzgado municipal de aguas hay continuas referencias a denuncias cruzadas y pleitos por riegos del Doctor Nebrija y su mujer María de Carranza por temas de aguas (El primer pleito ya lo mantuvo Sancho de Nebrija con el Monasterio de la Cartuja en el año 1542, con lo cual ya debía estar casado con la señora Carranza. Esta mujer es probable que aportase la almunia como dote y trasladaran allí la residencia y la imprenta).
No obstante, a pesar de que el taller se instalara por encima del Cercado de Cartuja, los Nebrija continuaron empadronados alternativamente en las collaciones de San José y San Ildefonso, pues sus hijos aparecen bauzados en las dos parroquias
No obstante, a pesar de que el taller se instalara por encima del Cercado de Cartuja, los Nebrija continuaron empadronados alternativamente en las collaciones de San José y San Ildefonso, pues sus hijos aparecen bautizados en las dos parroquias. Se dio el hecho curioso de que Sancho de Nebrija alternó el nacimiento de los hijos de su segundo matrimonio con la joven María de Carranza con los de su primogénito Antonio de Nebrija y Patres, que se había casado con María de Robles; hubo algunos nietos de Sancho que nacieron antes que alguno de sus hijos. Así, a Sancho y María de Carranza le nacieron hijos en 1545 (Sancho, bautizado en San José), 1546 (Clemente, en San José), 1549 (Juan, en San José), 1553 (Lorenzo, en San Miguel) y 1555 (Mariana, San José). Al año siguiente, en 1556, el Doctor Sancho figura como difunto, probablemente a la edad de 68 años. Al primogénito Antonio y María Robles les nacieron Sabina (1551, en San José), Juana (1553, en San Ildefonso, donde se dice que sus padres moran en el Carmen de Lebrija), Sancho (1556, en San José, fallecido bebé), Sancho (1558, en San Ildefonso), Francisca (1559, San Ildefonso). Los nietos continuaron bautizándose indistintamente en San José, San Miguel y San Ildefonso.
De Sebastián de Nebrija no se tienen noticias de su matrimonio ni probable descendencia. Sólo se sabe que era uno de los copropietarios de la imprenta Nebrija, pero nada más
En cambio, de Sebastián de Nebrija no se tienen noticias de su matrimonio ni probable descendencia. Sólo se sabe que era uno de los copropietarios de la imprenta Nebrija, pero nada más. Debió fallecer en 1572, ya que aquel año todavía hizo un trabajo. La línea sucesoria del taller de impresión la iba a continuar el primogénito de Sancho, Antonio de Nebrija y Patres. Tanto en Granada como posteriormente en Antequera.
Amplia producción editorial
La imprenta de Nebrija no fue la primera de Granada, aunque sí la más estable de los inicios de la reproducción de escritos mecanizados y repetitivos. Aunque el invento de Johannes Gutemberg llegó a la Península ibérica en 1472, nunca fue utilizado por la cultura musulmana del reino nazarita. La primera imprenta de tipos móviles que llegó a Granada fue de la mano de Hernando de Talavera, en 1496; el religioso trajo de Sevilla a los artesanos Meinar Ungut y Johan Pegnitzer. Estos dos alemanes compusieron e imprimieron Vita Christi, una historia de Jesucristo a partir de un manuscrito del franciscano Francesc Eiximenis. Y un par de libros más para Talavera.
Los dos maestros impresores y dos ayudantes estuvieron cuatro meses componiendo e imprimiendo aquellos ejemplares; fundieron los tipos de letra en Granada, e incluso ya hicieron aquella impresión a dos tintas, negra y roja. Habían llegado a Granada con su imprenta desarmada y cargada sobre caballerías. Entre aquella primera impresión granadina de 1496 y hasta 1534 en que se ve plenamente en funcionamiento la imprenta estable de los Nebrija, hubo un ramillete de impresores que llegaron a la ciudad con sus imprentas móviles para hacer trabajos puntuales, pero ninguno de ellos prolongó mucho su estancia: Valera de Salamanca (1504-8); Andrés de Burgos (1518 y pocos años más), etc. Y seguramente algún desconocido más que no ha dejado su nombre.
Su primer libro lleva fecha de noviembre de 1534 y se trató de opúsculos filosóficos de su padre Aelio Antonio. Precisamente uno de los motivos por los que montaron su imprenta en Granada fue evitar copias “piratas” de las obras de su padre, con las consiguientes erratas, cortes y añadidos
Los hermanos Sancho y Sebastián de Nebrija y Solís encontraron en 1534 el terreno abonado por las cuestiones descritas con anterioridad (Universidad, Arzobispado, Chancillería, Capitanía general, el primer Ayuntamiento recién constituido). Su trabajo debió ser frenético, a juzgar por la infinidad de libros que imprimieron con su imagen de marca o pie de imprenta Apud inclytam Garnatam. Su primer libro lleva fecha de noviembre de 1534 y se trató de opúsculos filosóficos de su padre Aelio Antonio. Precisamente uno de los motivos por los que montaron su imprenta en Granada fue evitar copias “piratas” de las obras de su padre, con las consiguientes erratas, cortes y añadidos. Solicitaron y obtuvieron autorización de Carlos V, renovada después por Felipe II, para explotar “derechos de autor” durante tres vidas (generaciones). Algunas de sus tiradas superaron los 1.500 ejemplares, una proeza que incluso hoy resulta abultada para el 99% de las publicaciones.
Las impresiones de libros de los hermanos Nebrija se sucedieron prácticamente todos años, aunque existen lagunas que no sabemos explicar: si fue porque no imprimieron o no ha sobrevivido ninguno de los ejemplares. Muy pronto, a partir de 1550, ya se nota la presencia en el taller impresor del Carmen de Lebrija del hijo mayor de Sancho, Antonio de Lebrija y Patres, y sobrino de Sebastián. Aquella coincidencia en el nombre con su abuelo es la que llevó durante varios siglos a pensar que el humanista lebrijano había estado en Granada componiendo y escribiendo su famosa Gramática castellana en 1492.
Antonio de Lebrija y Patres seguramente no nació en Granada, debió hacerlo en Canarias, Orán o cualquiera de los destinos anteriores de sus padres. Pero desde muy joven cogió el testigo de su padre, de su tío Sebastián y capitaneó la segunda generación de la imprenta Nebrija
Antonio de Lebrija y Patres seguramente no nació en Granada, debió hacerlo en Canarias, Orán o cualquiera de los destinos anteriores de sus padres. Pero desde muy joven cogió el testigo de su padre, de su tío Sebastián y capitaneó la segunda generación de la imprenta Nebrija. Incluso en 1572, recién muerto su tío Sebastián, tomó la decisión de abrir otra imprenta más en Antequera. El motivo no se conoce, pero quizás lo hiciera buscando una ubicación en el centro geográfico de Andalucía, para servir a Sevilla, Córdoba, Málaga y Granada. O quizás por la caída de ventas causada por la guerra de los moriscos y el cierre temporal de la Universidad.
En Antequera volvió a casarse Antonio de Nebrija, nieto, esta vez con Beatriz Méndez de Baeza. Con ella tuvo un hijo y una hija; el descendiente se llamó Agustín Antonio de Nebrija. Antonio de Nebrija, nieto, falleció en 1590 dejando dos imprentas abiertas. La de Antequera estuvo regentada y alquilada por la viuda y los hijos, hasta que definitivamente la cerraron en 1606 y vendieron sus derechos a Madrid.
En cuanto a la imprenta Nebrija de Granada, también su última publicación se registró en el año 1590 con el pie de imprenta familiar. Unos años antes, Antonio de Nebrija se había asociado con dos de sus oficiales (René Rabut y Hugo de Mena)
En cuanto a la imprenta Nebrija de Granada, también su última publicación se registró en el año 1590 con el pie de imprenta familiar. Unos años antes, Antonio de Nebrija se había asociado con dos de sus oficiales (René Rabut y Hugo de Mena). No sabemos si Antonio de Nebrija, nieto, es que enfermó, murió o cedió el testigo a sus socios. Pero a partir de 1590 comenzaron a proliferar libros de Mena y nunca más los de Nebrija. La conclusión inmediata es que los oficiales continuarían utilizando los tipos y las máquinas del Carmen de Nebrija durante un tiempo, hasta que decidieran trasladarse a otros puntos de la ciudad ya a principios del siglo XVII. Cuando llegó 1600 es bastante probable que el Carmen de Lebrija ya no albergara la famosa imprenta.
En definitiva, la imprenta de Sancho y Sebastián de Nebrija estuvo activa entre 1534 hasta al menos 1590, secundados por el primogénito Antonio de Nebrija a partir de 1550, más o menos.
El Carmen y el Callejón persistieron
El Carmen de Nebrija estuvo todavía en manos de los descendientes del apellido al menos hasta comienzos del siglo XVIII, cuando ya aparece a nombre de otros propietarios en el Archivo Histórico Municipal y en el Registro de Archivos Notariales. Pero el callejón que subía desde la confluencia de las calles Real de Cartuja y la Cuesta de Poco Trigo (posterior Cuesta de los Cerdos y más actual Avenida de Murcia) fue bautizado como Callejón de Lebrija a finales del siglo XVI. Y así continúa. Hasta llegar a la carretera de Murcia.
Con posterioridad, a principios del XVII, llegó al lugar el genovés Rolando de Levanto, que casó con la granadina María de Vivaldo, y adquirieron todas las tierras que había por encima del Carmen de Lebrija y hasta los pagos de Tallacarne
Con posterioridad, a principios del XVII, llegó al lugar el genovés Rolando de Levanto, que casó con la granadina María de Vivaldo, y adquirieron todas las tierras que había por encima del Carmen de Lebrija y hasta los pagos de Tallacarne. Allí construyeron su Mirador de Rolando, sobre una gran meseta cimentada con grandes piedras. Rodearon la finca de un muro perimetral antes de que Rolando falleciera, en 1637. Ese muro se ha mantenido prácticamente intacto y encalado hasta la década de los años ochenta del siglo XX. (Hoy está sin encalar y desmoronándose, donde no ha sido eliminado por las urbanizaciones).
Con la nueva expansión de Granada, en 1990, las constructoras comenzaron a levantar varias urbanizaciones en lo que fueron las fincas de Rolando y parte del Carmen de Lebrija. La que fue casa del Carmen de Lebrija desapareció hace más de veinte años, en su solar hay construido un bloque de pisos que trepa callejón de Lebrija arriba. Sólo queda sin macizar del antiguo solar de la imprenta poco más de la mitad, lo que fueron huertos y el albercón (El Llano de Lebrija y su alberca fueron visitadas por Manuel Gómez Moreno en 1870, cuando la finca era propiedad de Ramón López Ponce de León; esta enorme alberca existía todavía en 1947, cuando Antonio Gallego Morell fue a verla).
Durante el siglo XX esta zona estuvo muy deteriorada, convertida en cuadra, chatarrería y perrera. La construcción de la carretera de Murcia (en 1915), a instancias de la Fábrica de Pólvoras de El Fargue, se hizo bordeando la tapia baja de la finca, originaria del siglo XVII, que se respetó casi en su integridad
Durante el siglo XX esta zona estuvo muy deteriorada, convertida en cuadra, chatarrería y perrera. La construcción de la carretera de Murcia (en 1915), a instancias de la Fábrica de Pólvoras de El Fargue, se hizo bordeando la tapia baja de la finca, originaria del siglo XVII, que se respetó casi en su integridad. Se cegaron los accesos de algunas de las calles perpendiculares que unían el Carmen con la Calle Real de Cartuja (sobre todo la llamada Cazorla). Al hacer la carretera, un poco más arriba, fue rota la Cerca de Don Gonzalo en dos ocasiones (los trozos fueron empleados en la construcción de taludes, menos dos que están tumbados en la ladera). Y para rematar las cosas, la cercana ermita del Cristo de la Yedra fue demolida en 1962 y en su lugar habilitado un jardincillo y utilizado parte del terreno para ensanchar el tráfico al inicio de la Carretera de Alfacar/Carretera de Murcia. El entorno ha sufrido un cambio radical en el último siglo.
El agua de la gran mina que surtía en la parte alta del Carmen de Rolando continúa saliendo, con gran aforo, capaz de servir de riego a las cuatro urbanizaciones de los alrededores. En cambio, en ramal de la acequia Aynadamar que bajaba por el Callejón de Lebrija dejó de estar activo hace setenta años, cuando la empresa municipal de aguas de Granada llevó el suministro a las casas. Y cuando la Universidad adquirió las antiguas fincas de Jesuitas para construir el Campus Universitario de Cartuja (1971). Ya no corre agua de Aynadamar por allí ni los albercones ni paratas dan producción agrícola, todo está macizado de casas.
En la década de los cincuenta los jesuitas levantaron el colegio La Salle. En las excavaciones apareció una necrópolis ibera, de al menos siete siglos antes de Cristo
Estos pagos de Aynadamar, Tallacarne, Cartuja, Rolando y Lebrija y sus inmediaciones fueron zonas muy ricas desde el punto de vista arqueológico. Hay once hornos romanos, una necrópolis junto a la que fue Cuesta de San Diego (hoy San Antonio) y por debajo de la calle Real de Cartuja se extendió el cementerio de Ben Malik.
Pero sin duda lo más importante se encontró en la finca de Tallacarne. En la década de los cincuenta los jesuitas levantaron el colegio La Salle. En las excavaciones apareció una necrópolis ibera, de al menos siete siglos antes de Cristo. Nunca se supo lo que realmente encontraron, pero en 1965 el responsable del colegio entregó al Museo Arqueológico Provincial un conjunto de trece espadas del tipo falcata, abundante cerámica cineraria, un braserillo, una jarra de bronce, restos de ruedas de carros, puntas de lanzas, ajuares fenicios, etc. En 1990, antes de comenzar la masiva urbanización de toda la zona, un equipo de arqueólogos acometió una serie de catas. Halló ya todo muy revuelto por obras anteriores, con las acequias tapadas por los escombros de la construcción del Hotel Luna, una cantera de áridos, detritus de una vaquería y restos de vasijas descontextualizadas. Pareció que lo más importante desde el punto de vista histórico-arqueológico ya había sido arrasado sin contemplaciones.
En los restos del solar de lo que fue el Carmen de Lebrija hay previsto un proyecto de urbanización de 39 casas de calidad, cuyas excavaciones comenzaron el año pasado y están paralizadas en espera de que la gerencia municipal de Urbanismo sea capaz de ponerse al día (tras el parón político del último año) y resuelva los papeleos. La urbanización lleva el nombre de Terrazas de Rolando. Sugiero que se lo cambien por algo relacionado con Nebrija y con la imprenta que estuvo allí ubicada.
Un humanista en la Granada de 1500
Pues sí. Tal como avancé al principio, el filólogo, latinista, catedrático de varias universidades Elio Antonio de Nebrija estuvo en Granada. Pero no fue para escribir, enseñar ni imprimir sus obras. Pasó por Granada fugazmente. El resto del equívoco lo cometieron escritores de guías e historias de los siglos XVIII y XIX, que confundieron a su nieto Antonio de Nebrija y Batres con el abuelo Elio Antonio de Nebrija.
La única estancia, breve, que se le conoce a Elio Antonio de Nebrija en Granada fue en el otoño del año 1500
La única estancia, breve, que se le conoce a Elio Antonio de Nebrija en Granada fue en el otoño del año 1500. En aquel convulso año en que los moriscos estaban soliviantados por el incumplimiento de las Capitulaciones de 1491, el año en que el cardenal Cisneros decidió acabar con los libros en árabe (o llevarse los que le gustaron a su nueva universidad de Alcalá). El año 1500 en que la corte de los Reyes Católicos permaneció en Granada acometiendo importantes decisiones de gobierno para todos sus reinos de España y las Indias.
Elio Antonio acompañó a su hijo, pero aprovechó para tratar asuntos con el cardenal Cisneros y con el confesor de la reina Isabel, el italiano Lucio Marineo Sículo
Elio Antonio de Nebrija llevaba en Sevilla desde 1498, bajo la protección y al servicio de Juan de Zúñiga; aunque unos años antes había convivido con su hijo Marcelo, el freire y comendador de Villanueva, en diversos lugares de Extremadura. Marcelo ostentaba el cargo de comendador de la orden de Alcántara; y el 22 de septiembre de 1500, aprovechando que la Corte estaba en Granada, se celebró en esta ciudad su capítulo, bajo la presidencia del gran maestre (el rey Fernando el Católico). Elio Antonio acompañó a su hijo, pero aprovechó para tratar asuntos con el cardenal Cisneros y con el confesor de la reina Isabel, el italiano Lucio Marineo Sículo. Con Cisneros porque le había llamado para ocupar una cátedra en su futura universidad de Alcalá de Henares y para el proyecto de la Biblia Políglota; con Marineo Sículo, para solucionar asuntos de sus publicaciones y aclarar sospechas de la Inquisición sobre él por provenir los Nebrija de una familia de judeoconversos y haberse opuesto a la expulsión de los judíos, con la consiguiente eliminación de la lengua hebrea y lo que conllevaba la desaparición de su cultura.
Él era un latinista y defensor del castellano como lengua aglutinadora de la nueva España unificada en lo religioso y en la lengua. Y a la Granada de 1500 le faltaba todavía mucho para castellanizarse, sólo se hablaba algarabía e infinidad de dialectos y acentos de los emigrantes castellanos e italianos
A Elio Antonio de Nebrija no debió gustarle nada Granada. No era una ciudad renacentista como las italianas en las que había vivido, como la Salamanca de su famosa universidad, ni tan siquiera como la cosmopolita Sevilla, o Córdoba, la Coca de Juan Rodríguez de Fonseca, Zalamea, Villanueva, La Serena… ciudades castellanas en las que había vivido y enseñado. Él era un latinista y defensor del castellano como lengua aglutinadora de la nueva España unificada en lo religioso y en la lengua. Y a la Granada de 1500 le faltaba todavía mucho para castellanizarse, sólo se hablaba algarabía e infinidad de dialectos y acentos de los emigrantes castellanos e italianos. Ni sus libros impresos ni sus textos podrían interesar en la Granada de 1500. Por eso regresó a la auténtica Castilla.
¿Cómo era la Granada que vivió y vio brevemente Elino Antonio de Nebrija?
Por estos días de otoño de 1500 estaban ocurriendo en Granada acontecimientos de sumo interés que cambiaron la historia de Europa e influyeron en la del resto del mundo. El cardenal Cisneros se afanaba en adquirir casas para ubicar a cristianos nuevos y a nuevas órdenes religiosas; también elaboraba ya la lista de libros arábigos que acabarían en el fuego en la explanada del Arenal (Plaza de Bibarrambla originaria). El 22 de septiembre celebraron capítulo los monjes-guerreros de la orden de Alcántara¸ y aquí estuvo Marcelo de Nebrija, comendador de la orden de Alcántara en Extremadura.
También en noviembre de 1500 se firmaba en la Alhambra el Tratado de Granada, un acuerdo secreto entre los reinos de Francia y España, con la bendición del Papado, que les permitía a ambas potencias repartirse casi media Italia
El 20 de noviembre de 1500, Isabel la Católica levantaba el luto establecido de cuatro meses para la ciudadela cortesana de la Alhambra; se cumplían los ciento veinte días de la muerte del Príncipe de Asturias y Gerona, su nieto y heredero de los tronos de España y Portugal, así como de sus inmensos territorios en América y África. También en noviembre de 1500 se firmaba en la Alhambra el Tratado de Granada, un acuerdo secreto entre los reinos de Francia y España, con la bendición del Papado, que les permitía a ambas potencias repartirse casi media Italia.
Granada era la capital de España en el tránsito de los siglos XV a XVI. La Corte ambulante se había establecido en la Alhambra a finales de 1499 y aquí permaneció hasta febrero de 1502. Fue el periodo más largo, en época de paz, que los Reyes Católicos permanecieron en Granada, su último viaje, ciudad a la que no regresarían vivos nunca más. Durante esta última residencia le sobrevendría el "tercer cuchillo" a la reina católica (el primero fue la muerte del Infante Juan, en 1497; el segundo, el de su primogénita Isabel, reina de Portugal, en 1498; el tercero, la muerte de su nieto Miguel de la Paz, en 1500).
El Príncipe malogrado
El Principado de Asturias y Gerona, es decir, los derechos sucesorios a la corona española recayeron en Miguel de la Paz Avís y Trastámara (Zaragoza, agosto de 1498; Granada, 20 de julio de 1500) tras las sucesivas muertes de los dos hijos mayores de los Reyes Católicos, su tío Juan y su madre Isabel, casada con el rey Manuel I de Portugal. Del cuidado del pequeño infante se hicieron cargo los Reyes Católicos, en tanto le llegaba la mayoría de edad y se hacía acreedor a las coronas de España y Portugal. Pero murió con sólo dos años cuando la Corte estaba en Granada. Este pequeño príncipe estaba llamado a unificar bajo su corona los reinos de Castilla, Aragón y Portugal, que era tanto como decir buena parte de Europa, toda América y parte de África. Su muerte truncó esa unión ibérica y trajo la entrada de la casa de Austria a nuestro país. De no haber muerto el príncipe Miguel de la Paz en Granada, no hubiera reinado nunca el futuro emperador Carlos I. El cuerpo de Miguel de la Paz está depositado en un pequeño ataúd en la cripta de la Capilla Real de Granada, junto a los de los Reyes Católicos, Juana la Loca y Felipe el Hermoso.
La Corte de los Reyes Católicos permaneció en Granada para sofocar la rebelión mudéjar de 1499-1500 y pacificar el Reino. En dos años que permanecieron en la ciudad adoptaron importantísimas decisiones
La Corte de los Reyes Católicos permaneció en Granada para sofocar la rebelión mudéjar de 1499-1500 y pacificar el Reino. En dos años que permanecieron en la ciudad adoptaron importantísimas decisiones. Una de ellas fue el decreto de conversión o exilio para los mudéjares del reino (11 de febrero de 1502); se les impuso la adopción de religión y costumbres cristianas en un periodo escalonado de tiempo. Lo contrario supuso el abandono de las tierras europeas en dirección al exilio. Esta segunda opción la secundó casi la mitad de la población; fue la segunda salida de musulmanes del reino (la primera fue en 1492-93, tras la toma de Granada y la marcha de Boabdil). A partir de aquel momento dejó de haber, oficialmente, musulmanes en España, sólo había moriscos o cristianos nuevos.
Tratado de Granada
Se conoce con tal nombre el acuerdo suscrito entre los Reyes Católicos y Luis XII de Francia. Fue negociado unos meses antes y firmado primero por el monarca francés y ratificado el 11 de noviembre de 1500 por los Reyes Católicos en la Alhambra. También contó con el beneplácito de Alejandro VI, el papa Borgia.
El pacto contemplaba el reparto del reino de Nápoles entre francos y españoles. La parte más al norte quedó para los de París y el sur para los españoles, que ya tenían en su poder el ducado de Sicilia desde medio siglo atrás. Depusieron al rey Federico de Nápoles y lo compensaron con un ducado en Francia. Pero el Tratado de Granada no fue aplicado de manera escrupulosa por ambas partes y en pocos meses comenzaron las disensiones y la guerra. Nuevamente se recurrió a un ilustre andaluz, Gonzalo Fernández de Córdoba, para poner orden. El resultado final fue la expulsión de los franceses de la península italiana y la incorporación de todo el reino de Nápoles a la corona española durante casi los dos siglos siguientes.
La Corte de los Reyes Católicos se despidió de Granada para siempre en febrero de 1502, camino de Sevilla y Toledo, ciudad ésta donde fue declarada Juana I, la Loca, heredera al trono en sustitución del príncipe de Asturias fallecido en Granada
La Corte de los Reyes Católicos se despidió de Granada para siempre en febrero de 1502, camino de Sevilla y Toledo, ciudad ésta donde fue declarada Juana I, la Loca, heredera al trono en sustitución del príncipe de Asturias fallecido en Granada. La salud de Isabel I fue de mal en peor y ya no volvería a Granada hasta diciembre de 1504. Pero muerta.
Colón en la Alhambra
Hay en los anales de la Historia otro hecho importante referido a Cristóbal Colón y Granada. Ya conocemos que el almirante estuvo en el campamento de Santa Fe en abril de 1492 para pedir ayuda con que buscar una ruta más corta a las Indias. Y también que la Reina y un judío converso se la dieron. Pero es mucho menos conocido el hecho de que el navegante estuvo en una segunda ocasión, esta vez en la Alhambra, el 17 de diciembre de 1500, para pedir a la Reina la restitución de sus derechos como "descubridor". Había sido apresado en las Indias, junto a sus hermanos, y cargado de cadenas hasta el puerto de Cádiz. Se le acusaba de ciertos abusos. Los monarcas lo dejaron en libertad y le devolvieron sus privilegios para que organizase su cuarto viaje.