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A IMITACIÓN DE LOS PASAJES DE MODA EN EUROPA

La galería acristalada que vetó el Ayuntamiento en la Gran Vía

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 25 de Julio de 2021
Excepcionales reportajes de Gabriel Pozo Felguera han denunciado atrocidades urbanísticas en Granada, pero esta vez nos revela un proyecto arquitectónico que hubiera contribuido a embellecer la ciudad. No te pierdas esta nueva y brillante aportación fruto de sus investigaciones, si te gusta como a nosotros la historia oculta o poco conocida de esta tierra.
Fachada a Gran Vía, 47, con enorme puerta de acceso a la galería que distribuiría los accesos a las calles traseras.
AHPGR.
Fachada a Gran Vía, 47, con enorme puerta de acceso a la galería que distribuiría los accesos a las calles traseras.
  • El proyecto de 1909 pretendía conectar la Avenida del Azúcar con el Barrio del Boquerón mediante un edificio-pasaje comercial

  • Fue promovida por el banquero Gustavo Gallardo; diseñada por el arquitecto Prieto-Moreno, padre; y frenada por Modesto Cendoya y el alcalde Lachica

A mediados del siglo XIX se pusieron de moda los grandes pasajes o galerías en las ciudades. La mayoría son de estructura metálica y techos acristalados. Con el tiempo se han ido convirtiendo en el origen de los centros comerciales de lujo. Granada no iba a ser menos cuando los potentados azucareros comenzaron la reforma urbana de la Gran Vía. A uno de ellos se le ocurrió construir un pasaje con fachada a esta avenida y conexiones a las calles traseras del barrio del Boquerón. El proyecto estuvo hecho y los solares adquiridos… pero hubo manos negras que se cargaron el proyecto. Fue el único edificio “vetado” de toda la calle.

El archivo del banquero-empresario Gustavo Gallardo García guardaba esta sorpresa, entre otras: todos los planos del proyecto de la que pretendía ser el pasaje o galería comercial de Granada. Quedó alguna referencia en el Archivo Histórico Municipal, pero el resto de documentación estaba perdido. Hasta el año pasado en que apareció tirada en un contenedor buena parte de la historia de aquel empresario y sus descendientes; fue llevado al Archivo Histórico Provincial, donde se está procediendo a su clasificación.

Empezó a invertir en empresas, azucarera de San Torcuato, plantaciones de azúcar en la comarca de Guadix (donde construyó la Casa Rosada, en El Marchal), y se implicó en levantar edificios en la Gran Vía

Gustavo Gallardo García fue un empresario de origen catalán que llegó a Granada a finales del siglo XIX, como representante de una compañía de seguros. Muy pronto invirtió en la compra de la Banca González-Aurioles; emparentó con la familia Rodríguez-Acosta al casarse con la hija pequeña de la familia (Ignacia). Empezó a invertir en empresas, azucarera de San Torcuato, plantaciones de azúcar en la comarca de Guadix (donde construyó la Casa Rosada, en El Marchal), y se implicó en levantar edificios en la Gran Vía. Sus hermanas levantaron varios edificios modernistas en el centro de Madrid. Durante más de medio siglo, Gustavo Gallardo y sus descendientes tuvieron una presencia muy importante en los negocios de Granada (Aguas de Lanjarón, por ejemplo).

Pasajes Víctor Manuel, en Milán, y Umberto en Nápoles, que debieron inspirar al promotor y al arquitecto para el frustrado proyecto granadino.

El empresario fue muy viajero, tuvo muchas relaciones con empresas y bancos de Europa. En 1909 decidió secundar a sus cuñados Rodríguez-Acosta y también adquirió solares en la Gran Vía para levantar edificios. El primero de ellos corresponde a la actual casa número 29 (esquina a Azacayas), el que tiene dos plantas postizas de los años setenta.

En la parte más estrecha, el Ayuntamiento había planteado abrir callejón para comunicar la nueva avenida con el barrio del Boquerón

El otro fue un solar alargado y estrecho, el del número 47. Era un solar de los considerados peores: estaba delimitado por la Gran Vía y la trasera daba a la Placeta del Azúcar y calle Navarrete. Además, había una diferencia de alturas de unos 2,5 metros entre la rasante de la Gran Vía y la calle Navarrete. En la parte más estrecha, el Ayuntamiento había planteado abrir callejón para comunicar la nueva avenida con el barrio del Boquerón.

Plano de 1909 de cómo estaba trazada la Gran Vía en esa fecha. Estaba sin construir todavía buena parte del tramo final de la Avenida.
Propuesta de urbanización de la zona que presentó el promotor Gustavo Gallardo al Ayuntamiento en 1909, con su galería comercial en cruz.

Proyecto atractivo al estilo europeo

El arquitecto que hacía las obras para Gustavo Gallardo era Francisco Prieto-Moreno y Velasco, 1877?-1921 (padre del más conocido Francisco Prieto-Moreno y Pardo, 1907-1985). También fue autor de los tres bloques de El Americano, al final de Gran Vía. Prieto Moreno, padre, planteó al Ayuntamiento un ingenioso y novedoso proyecto que pretendía solucionar los condicionantes de estrechez del solar y de comunicación entre el viejo barrio de la puerta medieval del Boquerón y la moderna Gran Vía. Es decir, dejaría la solución de la calle lateral en rampa (la que hoy es una escalinata) para salvar las distintas cotas y continuar por la calle Almona del Boquerón, que se abrió nueva. Su solución fue adquirir todas las casas y solares delimitados entre la Gran Vía, Lavadero de Zafra y Plaza del Azúcar. Sobre esos solares planteó levantar un edificio-pasaje en forma de cruz. El acceso principal de este pasaje de cuatro brazos lo tendría por un inmenso portón a la Gran Vía, que daría acceso a una plaza central cubierta por una cúpula octogonal de hierro y cristal. Desde Gran Vía se accedería a pie llano hasta esta rotonda central; después se comenzaría a bajar en las tres direcciones (Zafra, Azúcar y Navarrete) mediante respectivas escalinatas.

Plano de la cimentación y bajos comerciales que daban a la Gran Vía y calles traseras. AHPGR.

Evidentemente, esta solución interrumpiría el tráfico rodado entre las calles Santos y Navarrete. Para ello, el proyecto planteó ensanchar al doble la calle Zafra, de modo que los coches de caballos rodearan el nuevo edificio-complejo comercial.

La idea, aunque un tanto atrevida, no dejó de ser provinciana, pues en realidad la zona acristalada se limitaba a la cúpula central, mientras que sobre los cuatro brazos habría viviendas a partir del segundo forjado

La idea, aunque un tanto atrevida, no dejó de ser provinciana, pues en realidad la zona acristalada se limitaba a la cúpula central, mientras que sobre los cuatro brazos habría viviendas a partir del segundo forjado.

El promotor planteó todos los bajos de las fachadas traseras como espacios comerciales y/o servicios, y sótanos donde lo permitían las alturas; más cuatro plantas sobre ellos dedicadas a viviendas de lujo con dimensiones enormes. En la fachada de la Gran Vía planteó grandes tiendas, mientras que en la parte trasera del pasaje la idea inicial era hacer viviendas más pequeñas.

Plano de los pisos inmensos en las plantas 3 y 4, con la cúpula central de hierro y cristal. AHPGR.
Detalle de la decoración interior del pasaje y lucerna acristalada. AHPGR.

En realidad, más que un pasaje de estilo europeo (sobre todo con la luminosidad y apertura de los italianos), el proyecto de la Gran Vía de Granada parecía más inspirado en las agrupaciones de casas de paso y pasajes que existían a mansalva en París y Madrid. Habían surgido en el siglo XVIII como agrupaciones de patios de vecinos. Incluso todavía pervivía en la memoria de los granadinos la Casa de los Miradores, uno de cuyos arcos era el Postigo de las Cucharas que unía Bibarrambla con la Carnicería y Mesones. En cierto modo, el pasaje también tenía una larga tradición en Granada desde la etapa renacentista con el modelo de cobertizos (Santo Domingo, Gadeo, Santa Inés, de la Botica, Zárate, etc.).

El acabado de la fachada se desarrollaba en una mezcla de clasicismo y modernismo, muy similar al que el autor plasmó poco después en los edificios de El Americano. Pero por el alzado se aprecia un porte más señorial como solución a este edificio no nato

La fachada que diseñó Prieto-Moreno, padre, iba un poco en ese sentido: una arcada de la altura de dos pisos que crecía hasta tres plantas en las calles laterales y traseras. El acabado de la fachada se desarrollaba en una mezcla de clasicismo y modernismo, muy similar al que el autor plasmó poco después en los edificios de El Americano. Pero por el alzado se aprecia un porte más señorial como solución a este edificio no nato.

Extrañamente vetado por el Ayuntamiento

El proyecto inició su tramitación en el Ayuntamiento de Granada en abril de 1909. Uno de los primeros que entraban referidos a la parte final de la Gran Vía, ya que por entonces la mayoría de obras se concentraban en el tercio más cercano a Reyes Católicos. Aquella novedad edilicia se topó con el primer escollo al plantearse por el arquitecto municipal, Modesto Cendoya Busquet, unos problemas de rasantes de altura; el alcalde era José Gómez Tortosa, que no puso objeción. Para agosto de 1909, el empresario promotor volvió a entregar el proyecto reformado para que lo viera la Comisión Municipal de Ornato e informara el arquitecto. No obstante, el alcalde acababa de ser renovado, empezaba la segunda etapa (de las cuatro que tuvo) de Felipe Lachica y Mingo.

Y ahí acabó la vida de aquel proyecto de pasaje-galería. La Comisión de Ornato no volvió a intervenir, todo se limitó al informe que dio el arquitecto Modesto Cendoya. Informó diciendo que, en general, “reúne todos los requisitos exigidos por las ordenanzas locales, y en este sentido sólo cabe lamentar que no guarda una ejecución inmediata por cuanto exige la financiación de un expediente que autorice al propietario a edificar sobre parte de la vía pública, dejando un pasaje en escalinata y que no sería preciso ni todo el solar que se proyecta edificar fuese propiedad del Sr. Gustavo Gallardo”. No obstante, el arquitecto ni lo autorizaba ni lo desechaba, dejaba la decisión en manos del nuevo alcalde.

El confuso informe técnico da a entender que sobre el promotor recaían algunas dudas sobre su potencia financiera. Además, se le cuestionaba que construyese un pasaje escalonado uniendo las calles Santos y Navarrete (futuro suelo público). No se pararon a tomar en consideración que Gustavo Gallardo era uno de los empresarios más potentes de Granada, con banco propio y su esposa hija de Manuel Rodríguez-Acosta

El confuso informe técnico da a entender que sobre el promotor recaían algunas dudas sobre su potencia financiera. Además, se le cuestionaba que construyese un pasaje escalonado uniendo las calles Santos y Navarrete (futuro suelo público). No se pararon a tomar en consideración que Gustavo Gallardo era uno de los empresarios más potentes de Granada, con banco propio y su esposa hija de Manuel Rodríguez-Acosta. Tampoco le ofrecieron posibilidades de corregir el proyecto.

No sabemos si el cambio en la alcaldía y las distintas posiciones políticas de aquellos próceres tuvieron algo que ver en el descarte del proyecto. O quizás se debiera a las difíciles relaciones profesionales que mantenía el todopoderoso Modesto Cendoya con la mayoría de arquitectos contemporáneos. No olvidemos que Modesto Cendoya ostentaba un poder inmenso por aquellos años: era arquitecto municipal, director de la Alhambra y era de los que más edificios levantaba en la ciudad, diez de ellos en la misma Gran Vía (los números 4, 6, 7, 15, 17, 22, 36, 37, 38 y 46). ¿Celos profesionales?

Lo cierto es que aquel proyecto quedó dormido, por el momento: Prieto-Moreno se centró en los otros cuatro proyectos que tenía abiertos en Gran Vía (los de los números 29, 49, 52-54 y 56), el primero de ellos también propiedad del banquero Gustavo Gallardo.

Aquel estrecho solar frente al Palacete de los Muller (actual Subdelegación del Gobierno) pareció maldito durante los siguientes quince años; su obra se quedó rezagada hasta 1921 en que Prieto-Moreno, padre, decidió quitarse la vida. Modesto Cendoya fue apartado de las decisiones importantes en el Ayuntamiento a partir de la destitución de los Lachiquistas, en la convulsa lucha obrera y estudiantil de febrero de 1919.

El empresario Gallardo retomó la idea en 1925, pero ya de la mano de un arquitecto madrileño que le trabajaba a sus hermanas. El edificio-galería se esfumó y aparecieron bloques de viviendas y, algo después, el cine Gran Vía en la parte trasera de los solares

El empresario Gallardo retomó la idea en 1925, pero ya de la mano de un arquitecto madrileño que le trabajaba a sus hermanas. El edificio-galería se esfumó y aparecieron bloques de viviendas y, algo después, el cine Gran Vía en la parte trasera de los solares.

Edificio insulso de 1926

El autor del nuevo proyecto de edificio en Gran Vía 47 se llamaba Pascual Bravo Sanfeliú. Se limitó a hacer un proyecto de edificio, de los más insulsos de la calle, encima de un estrecho solar, aprisionado entre la Gran Vía y la calle Navarrete.  La memoria y los nuevos planos entraron al ayuntamiento en junio de 1926; era alcalde Antonio Díez de Rivera y Muro, nombrado por el dictador Primo de Rivera. El arquitecto que visó el proyecto era ya E. Esteve; éste le permitió al promotor toda serie de excepciones en cuanto a altura de la cornisa y saliente de los balcones, de manera que los forjados vuelan hasta 1,40 metros sobre la calle y el edificio fue el más alto hasta entonces (7 plantas sobre Gran Vía, 8 sobre la trasera Navarrete). Fue hasta 1972 una de las fachadas más feas de la Gran Vía, a pesar de que la decoración de fachada recordaba algunos rasgos de la hecha por Prieto-Moreno en 1909. Fue de las primeras estructuras de hormigón armado que se hicieron en Granada, con viguetas de doble T para los suelos.

Proyecto y realidad del edificio número 47, el que prosperó a partir de 1926, obra del arquitecto Pascual Bravo.

El banquero catalán Gustavo Gallardo falleció en 1938, pocas semanas antes que el arquitecto Modesto Cendoya. Varias viviendas de este bloque continuaron ocupadas por sus descendientes durante las décadas siguientes. Incluso prestaron espacios para organizaciones relacionadas con la Sección Femenina y otros colectivos ligados al Alzamiento de 1936. En los bajos que daban a la calle Navarrete tuvo la familia Gallardo sus oficinas y archivos; hace un par de años, esos bajos han sido reconvertidos en viviendas y arrojada a la basura la documentación de más de un siglo de actividad empresarial del banquero que vino de Cataluña.

Fernando Gallardo Rodríguez-Acosta (1898-1961), primogénito del empresario Gustavo Gallardo. Hizo carrera militar en la guerra de África de 1921.

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