'100 años al servicio de la clase trabajadora'
Escribimos estas letras a las puertas de la celebración del primero de mayo, día de la clase trabajadora. Una celebración que este año tiene una significación muy especial, ya que recuperamos la calle poco a poco, la normalidad después de unos fatídicos meses en los que nuestra realidad ha cambiado de forma drástica, a la vez que dramática. Son muchos los cambios que vemos en el mundo que nos rodea, cambios a los que hay que dar una respuesta desde la clase trabajadora y desde las organizaciones que pretenden ser herramientas a su servicio. Una de esas herramientas es el PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA, que este año cumplirá 100 años de existencia, “100 años al servicio de la clase trabajadora”.
Queremos que estos artículos nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos
En este espacio que nos brinda El Independiente de Granada, a quienes agradecemos su siempre sincera generosidad, queremos desarrollar una serie de artículos que nos lleven hasta el mes de noviembre, en el que se hace efectivo ese siglo de servicio y de lucha por la conquista de los derechos sociales en beneficio de la mayoría social. Queremos que estos artículos nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos, y eso sí, siempre desde una perspectiva granadina, como lo es el carácter del diario que nos acoge, y la naturaleza propia del que escribe estas líneas.
Hoy se habla constantemente de “comunismo”, utilizándose más que otra cosa como un arma arrojadiza, obviando la profundidad del concepto político al que representa
Hoy se habla constantemente de 'comunismo”, utilizándose más que otra cosa como un arma arrojadiza, obviando la profundidad del concepto político al que representa. Una y otra vez vemos aparecer en el debate parlamentario y electoralista, acusaciones de “ustedes son comunistas”, “el gobierno social-comunista”… un constante manoseo que resulta odioso, porque lo convierte en algo vacío, sin sentido y con un carácter claramente peyorativo, sin saber exactamente el porqué. Un poco al estilo de la escena final de la magnífica obra cinematográfica dirigida por José Luís Cuerda y protagonizada por Fernando Fernán Gómez, La lengua de las mariposas, ¡rojo!, ¡comunista!, ¡negro!, ¡pobre!... ¡espiritrompa!. Y es que vivimos en un mundo que se vacían de contenido los conceptos que han marcado el devenir de nuestra especie, donde se dicen cosas como las que la candidata por el PP a la Comunidad de Madrid, la Sra. Ayuso, expresó recientemente en un programa de televisión: “Cuando te llaman fascista, es que estas en el lado bueno de la Historia”. Si el lado bueno de la Historia es el de Hitler, Mussolini, Goebels, los campos de exterminio… y como diría Quino a través de su personaje mítico, Mafalda, ¡que paren el mundo que me bajo!
Vivimos en un país en el que las organizaciones comunistas han pasado una buena parte de su existencia ilegalizadas. Ilegalizadas porque suponían un gran peligro, como anunciaba Rafael Alberti en su poema ´Un fantasma recorre Europa':
cerremos pronto las fronteras.
Vedlo avanzar de prisa en el viento del Este,
de las estepas rojas del hambre.
Que su voz no la oigan los obreros,
que su silbido no penetre en las fábricas,
que no divisen su hoz alzada los hombres de los campos.
¡Detenedle! (…)
Hay que reconocer que la propuesta comunista causa estupor entre los poderosos ante el temor a perder su situación de privilegio, ante la posibilidad de que los explotados, los oprimidos… puedan levantarse frente al yugo que les mantiene presos, inmóviles. Por ello lo mejor era negar su existencia, prohibirla, eliminarla físicamente si es necesario.
Pero si algo he aprendido en todos estos años de estudio y de militancia política, es que las personas comunistas a las que conozco, son gente humilde que siempre ha luchado por la libertad y por la democracia en este país, gente honesta que sufrió años de cárcel, exilio… ante su voluntad inquebrantable de construir un mundo mejor sobre la base de la justicia social
La política del miedo y el odio ha cargado siempre contra el movimiento comunista en nuestro país, siendo la ilegalización, la cárcel, el ostracismo, el exilio, la muerte… las armas con las que han intentado acabar con una ideología que se fundamenta en poner en el centro de todo a las personas, por encima de Dios, por encima del dinero… así lo explicaban Karl Marx y Friedrich Engels en El Manifiesto Comunista. Se acusó a la República de comunista, y un golpe de estado desató la guerra de España; se acusó a Negrín de apoyarse en los comunistas para gobernar, y a los comunistas de ser los causantes de todos los males de la República a la que sostenían, y el coronel Casado junto a otros les golpeó, asedió, asesinó y encarceló, dejándoles a merced de los fascistas a los que entregaba la moribunda esperanza republicana; se redactaron y aplicaron leyes como la Ley de la Represión de la Masonería y el Comunismo (1/03/1940) y se crearon unidades como la Brigada Político Social o el Tribunal de Orden Público; se firmaron pactos internacionales que blanquearon la dictadura del general Franco sobre un anticomunismo militante; y mil y una historias más, que pasan desde los intentos por que la RAE definiera el Comunismo como un totalitarismo, hasta por las controvertidas declaraciones del Parlamento Europeo y las voces que pedían nuevamente, la ilegalización del PCE.
Pero si algo he aprendido en todos estos años de estudio y de militancia política, es que las personas comunistas a las que conozco, son gente humilde que siempre ha luchado por la libertad y por la democracia en este país, gente honesta que sufrió años de cárcel, exilio… ante su voluntad inquebrantable de construir un mundo mejor sobre la base de la justicia social, sabiendo que la peor de las violencias que se ejerce es la de la explotación, la opresión fruto de la lucha de clases que enfrentan a quienes todo lo tienen, y a los que ya no tienen nada que perder.
Por otros cien años más, feliz primero de mayo.