Sierra Nevada, ¿desarrollo o conservación?
Siempre que me han hecho esta pregunta trampa he contestado de manera rápida: CONSERVACIÓN, y he continuado explicando que no hay auténtico desarrollo sin conservación. Puede que haya crecimiento económico, o enriquecimiento, de algunos, pero el único desarrollo que merezca denominarse de esta manera, muy especialmente en un espacio protegido tan singular como Sierra Nevada, es el que va ligado a la protección y conservación de su rico patrimonio natural y cultural. Es lo que viene a denominarse desarrollo sostenible aunque este adjetivo esté tan manoseado que vamos a ir teniendo que echarnos mano a la cartera cuando lo oigamos, ya que se aplica en ocasiones con una soltura que le hace ir perdiendo su original sentido.
Lo curioso de esta ocasión es que el ataque efectuado hace unos días, haya sido en pleno verano y con una ‘Sierra’ absolutamente desprovista de mancha alguna de nieve y que el instigador sea un particular, un ‘filántropo’ que pone su dilatada experiencia en el sector, de manera altruista, al servicio de la Junta de Andalucía, entiéndase y permíntame la ironía
Traigo a colación este eterno debate desarrollo versus conservación con la enésima campaña desatada a favor de la ampliación de la estación de esquí de Sierra Nevada, de nuevo con abundante artillería propagandística en algún medio de comunicación. De manera renuente, normalmente tras una nevada copiosa, con la ‘deslumbrante’, (en el doble sentido), capa de nieve cubriendo todo el macizo nevadense, o tras una jornada de colas en la carretera, resurge en los medios de comunicación el debate sobre la necesidad y la conveniencia de la ampliación de la estación de esquí y las supuestas bondades económicas y “para generar riqueza y empleo” con las que se adorna.
Lo curioso de esta ocasión es que el ataque efectuado hace unos días, haya sido en pleno verano y con una ‘Sierra’ absolutamente desprovista de mancha alguna de nieve y que el instigador sea un particular, un ‘filántropo’ que pone su dilatada experiencia en el sector, de manera altruista, al servicio de la Junta de Andalucía, entiéndase y permíntame la ironía.
Y la otra gran novedad es que el debate se produce ahora con un gobierno andaluz de las derechas que históricamente han declarado estar a favor de dicha ampliación e incluso lo han reflejado sistemáticamente en sus programas electorales.
La propuesta lanzada ahora consiste básicamente en tres elementos:
- La creación de un inmenso aparcamiento de 5.500 plazas en la Fuente del Mirlo, más del doble del actual de Pradollano, lo que supone un efecto llamada, este sí que es real, al uso del transporte privado. Por ahora no sabemos qué iría en lo alto del aparcamiento, pero yo entiendo que no se va a ‘desaprovechar’ el espacio.
- La mejora de las carreteras de acceso, con la adaptación de la antigua carretera desde el Dornajo y el desdoble del tramo desde la cantera del Barranco de las Víboras hasta el Centro de Visitantes, punto cero del sendero circular de gran recorrido GR240 que circunvala toda Sierrra Nevada y conocido como Sulayr.
- La ampliación del dominio esquiable con el objetivo de ¿duplicar? la presencia diaria de esquiadores hasta los 33.000. La propuesta ha puesto el ojo en tres zonas: Montebajo, Valle de San Juan y Tozal del Cartujo. La primera está enclavada en Parque Natural, (lo que los promotores consideran de ‘autorización fácil’). Sólo indicaré al respecto, por ahora, que es una zona muy escasa de nieve durante toda la temporada en la actualidad, y que en el futuro las previsiones son menos halagüeñas incluso. Las otras dos zonas previstas están dentro del Parque Nacional en las que la normativa actual prohíbe expresa y taxativamente la creación de pistas de esquí y las infraestructuras necesarias en ellas por lo que es un ejercicio gratuito debatir al respecto sin antes iniciar, al menos, la tramitación de la modificación legal necesaria. Un apunte al respecto. Una de las leyes estatales que impide estas actuaciones fue aprobada por el Partido Popular en 2014, cuando tenía mayoría absoluta en las Cortes Generales y tuvo la oportunidad de modificar los límites del Parque o las actividades prohibidas y digamos que ‘no se atrevió a hacerlo’ aunque sé que lo plantearon en algunas instancias para responder a la presión de algún lobby empresarial. Además, para más inri, una de las nuevas zonas, la situada en el Barranco del San Juan, está incluida en una propiedad pública del Estado de gran interés ecológico, que precisamente se compró, entre otros motivos, para evitar la especulación con su inclusión como zona esquiable y para salvarla de las intenciones de sus anteriores propietarios. No se me ocurre que un gobierno de coalición progresista autorizara en una finca que gestiona esta barbaridad. Hay muchas razones ambientales y de otra índole que desaconsejarían ‘okupar’ estos terrenos pero dejaremos el análisis para otra ocasión.
De lo anunciado en noviembre sobre dos nuevas zonas residenciales, una de ellas en pleno espacio natural protegido, en suelo no urbanizable, por ahora, no se habla y respetaremos el silencio, (también por ahora).
De lo conocido hasta el momento se desprende que los promotores deben ser unos negacionistas del cambio climático, tan evidente en Sierra Nevada que lo ha convertido en uno de los principales Observatorios de este fenómeno, de referencia mundial. También se advierte que ocultan que para convertir un terreno virgen en zona esquiable no basta, y mucho menos a nuestra latitud tan meridional, con ‘colocar banderitas y pasar una máquina’ para preparar la nieve
De lo conocido hasta el momento se desprende que los promotores deben ser unos negacionistas del cambio climático, tan evidente en Sierra Nevada que lo ha convertido en uno de los principales Observatorios de este fenómeno, de referencia mundial. También se advierte que ocultan que para convertir un terreno virgen en zona esquiable no basta, y mucho menos a nuestra latitud tan meridional, con ‘colocar banderitas y pasar una máquina’ para preparar la nieve. En Sierra Nevada el acondicionamiento de pistas de esquí supone la instalación de empalizadas, drenajes, preparación de pistas, movimientos de tierras, desbroces de la vegetación, innivación… actuaciones que suponen una transformación total del suelo, eliminación de la vegetación e impactos graves sobre la fauna. Las comparaciones son odiosas pero pretender comparar, para lo que nos interesa, los Alpes y sus estaciones de esquí, (por cierto muchas de ellas en grave crisis también por el cambio climático), con la nuestra evidencia un grave desconocimiento geográfico, geológico, climático, biológico…
Pero no todo es negativo en la exposición pública del proyecto de ampliación de la estación de esquí revelado estos días. En el mismo se reconoce que el teleférico desde Granada a Pradollano no es viable y que no tendría utilidad para los esquiadores, y recoge también su promotor que hay que quitarse de la cabeza “soluciones siderales como la de Nigüelas, Lanjarón y otras...”. ¡Con la que me ha caído a mí por decir eso mismo! Muchos me calificaron entonces de ‘ecologista radical’ -sin saber qué querían decir con ello y si era una acusación o una calificación-.
Volviendo al debate del título, a la Junta de Andalucía sí que le toca ahora decidir entre conservación y desarrollo, no puede querer a la vez, como el cura de Almería, joder y letanía; teta y sopa no caben en la boca. No se puede apostar por un modelo de desarrollo sostenible, (por cierto hay un Plan de Desarrollo Sostenible del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, aprobado en Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, en octubre de 2018, del que no sabemos nada), y defender la ampliación de la estación de esquí y el desarrollo de nuevas infraestructuras y equipamientos en las altas cumbres.
No es compatible que la estación crezca invadiendo el parque nacional y produciendo graves impactos irreversibles en la flora y la fauna, necesarios para el acondicionamiento de pistas, con la conservación de la extraordinaria y singular biodiversidad nevadense. No es viable hacer una ampliación de la estación de esquí ‘sostenible’, como se predica
No es compatible que la estación crezca invadiendo el parque nacional y produciendo graves impactos irreversibles en la flora y la fauna, necesarios para el acondicionamiento de pistas, con la conservación de la extraordinaria y singular biodiversidad nevadense. No es viable hacer una ampliación de la estación de esquí ‘sostenible’, como se predica. “Eso se lo cuentas al Pichi y te pela de balde”, como decía mi padre.
El gobierno de la Junta debe elegir si hace caso a los científicos que pronostican escenarios climáticos de disminución de la capa de nieve y de aumentos de la temperatura (que ya se han evidenciado en las últimas décadas) o si hace caso a los del “contri más kilómetros de pistas mejor”, los que creen que en economía multiplicar por dos una variable, (por ejemplo el número de kilómetros de pistas), supone directamente el doble del beneficio, (doble de empleos, doble de visitantes, de millones de euros…). Se ve que el día que explicaron lo de los rendimientos decrecientes y las externalidades negativas, por apuntar algunos elementos más a considerar, les pilló en la cafetería de la Facultad.
Nuestra sociedad granadina, por distintas circunstancias, en este y en otros asuntos relativos a las infraestructuras como el mal llamado ‘cierre del anillo’ o la conexión ferroviaria con la Costa, se ha dejado llevar por prejuicios o sesgos ideológicos o corporativos y no ha ‘digerido’ adecuadamente estos asuntos, en parte porque hemos estado huérfanos de liderazgos que nos hubieran orientado a qué ser de mayores
¿Qué Sierra Nevada queremos?, y me refiero aquí al conjunto y no a la parte. Esta es una decisión trascendental que requiere de menos pulsos políticos y de más meditación, visión de futuro y planificación. Quizás, desgraciadamente no se haya producido en la sociedad granadina el necesario debate público, sereno, real y riguroso al respecto y por el contrario se ha derrochado demagogia, publicidad y propaganda. Nuestra sociedad granadina, por distintas circunstancias, en este y en otros asuntos relativos a las infraestructuras como el mal llamado ‘cierre del anillo’ o la conexión ferroviaria con la Costa, se ha dejado llevar por prejuicios o sesgos ideológicos o corporativos y no ha ‘digerido’ adecuadamente estos asuntos, en parte porque hemos estado huérfanos de liderazgos que nos hubieran orientado a qué ser de mayores. Necesitamos más debate social y no ‘licencias exprés’ como reclaman algunos gurús.
En mi modesta opinión, en estos momentos parece más acertado orientar nuestro futuro en una apuesta clara por la cultura y el medio ambiente que por el monocultivo del turismo y en todo caso virar hacia un turismo sostenible en todo el conjunto del macizo nevadense, que ya está bien de centrar y concentrar las inversiones y el ‘desarrollo’ en la misma esquina ignorando el resto de Sierra Nevada y condenando a la despoblación y al subdesarrollo al resto de municipios nevadenses, a las comarcas del Marquesado del Zenete, del río Nacimiento, de la Alpujarra (granadina y almeriense) y del Valle de Lecrín, que también son Sierra Nevada. No estamos apreciando adecuadamente la capacidad de creación de tejido empresarial y de empleo que el ecoturismo está demostrando y para los que el Parque Nacional y el Parque Natural es un lugar privilegiado y una ‘montaña de oportunidades’ en múltiples facetas: turismo botánico y de naturaleza en general, turismo activo, astroturismo, geoturismo, turismo cultural y etnográfico, birdwatching…
Me extrañaría mucho que los promotores de la ampliación de la estación de esquí desconocieran que sus proyectos chocan con la legislación actual, nacional y autonómica, (sin contar con la eventual autorización de la Unión Europea por estar incluida Sierra Nevada en la Red Natura 2000 y afectada por las directivas Hábitat y Aves), y que en su caso incluso requeriría un informe favorable de la UNESCO al afectar a la ‘zona núcleo’ de la Reserva de la Biosfera
Me extrañaría mucho que los promotores de la ampliación de la estación de esquí desconocieran que sus proyectos chocan con la legislación actual, nacional y autonómica, (sin contar con la eventual autorización de la Unión Europea por estar incluida Sierra Nevada en la Red Natura 2000 y afectada por las directivas Hábitat y Aves), y que en su caso incluso requeriría un informe favorable de la UNESCO al afectar a la ‘zona núcleo’ de la Reserva de la Biosfera. Se me ocurre entonces que lo que se pretende es aprovechar la coyuntura política y económica y la desmoralización y depresión social en torno a la pandemia para colarnos un gol por la escuadra de uno de nuestros iconos colectivos al grito de (lo escribiré en inglés que queda más fino): “Labour goes first”. Eso y que hay varios interesados particulares en la cuestión que se disputan el protagonismo y el modelo a aplicar (pero eso ya lo dejo para otra ocasión).
En esta dicotomía conservación o desarrollo, he leído, con pena, incluso a alguna gente decir que si hay que sacrificar el Parque Nacional, o una parte de él, pues que no hay problema y a otros decir que “a ver si van a ser más importantes las planticas y las mariposas que las personas”. Contra estos argumentos ‘tan serios’ y documentados me declaro incapacitado, me rindo. Necesitaría horas para explicar el funcionamiento de los ecosistemas, el origen de la biodiversidad nevadense y los bienes y servicios ecosistémicos, (de abastecimiento, de regulación y culturales), que aporta Sierra Nevada a nuestra sociedad, a nuestro bienestar, y lo que supone ese sacrificio del becerro de oro, esa concentración de huevos en la misma cesta. No me caben en un artículo (ni en varios siquiera) ni mucho menos en un hilo, por muy largo que sea, de Twitter. Me conformaré con seguir divulgando, donde pueda, la grandeza, singularidad y extraordinaria biodiversidad de nuestro Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, para que sepamos de qué estamos hablando y qué nos jugamos en este debate sobre desarrollo o conservación.
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