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Artículo de opinión

La violencia contra la niña y la mujer y los trastornos alimentarios

Ciudadanía - Patricia Cervera Valencia, presidenta de la Asociación TCA Andalucía - Lunes, 25 de Noviembre de 2019
Con motivo del 25 de noviembre y el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos Alimentarios, el 30 de este mismo mes, Patricia Cervera, presidenta de la Asociación TCA Andalucía y promotora de la campaña para la apertura en Andalucía de unidades especializadas en trastornos de la conducta alimentaria, destaca la conexión entre la experiencia personal con los trastornos alimentarios y la violencia que se ejerce contra la niña y la mujer por las grandes estructuras económicas, políticas y sociales, para reivindicar la acción colectiva para un problema colectivo.
Patricia Cervera al entregar las cerca de 350.000 firmas que reunión reclamando unidades especializadas para TCA.
EP
Patricia Cervera al entregar las cerca de 350.000 firmas que reunión reclamando unidades especializadas para TCA.

¿Qué circunstancias pueden coadyuvar en la génesis de los trastornos alimentarios? ¿Qué mano invisible activa el mecanismo de estas enfermedades?  

La Asociación Española para el estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria alerta que más de 400.000 jóvenes en España padecen un trastorno de este tipo; siendo los más conocidos la anorexia y la bulimia junto al trastorno por atracón. Estos trastornos se presentan en edades cada vez más tempranas; y, a la vez, se mantienen hasta edades más avanzadas. La mayoría de los casos de anorexia se inician entre los 12 y 18 años. En la bulimia, la edad prevalente de inicio es posterior, entre los 16 y los 25 años. 

Los trastornos alimentarios constituyen actualmente la tercera enfermedad crónica entre la población femenina adolescente-juvenil de las sociedades desarrolladas y occidentalizadas. Es la enfermedad mental con mayor índice de mortalidad. Las causas más comunes son la inanición, alteración electrolítica o suicidio (una de cada cinco personas fallecidas se había suicidado). Un porcentaje muy elevado no llega a curarse del todo y termina sufriendo recaídas a lo largo de su vida. Ante la ausencia de un tratamiento adecuado muchas de ellas se convierten en enfermas crónicas con graves consecuencias para la salud física y mental y con un profundo deterioro en el ámbito personal, familiar, social, académico y laboral.  

Las causas, aún, no son lo suficientemente conocidas. Se sabe que tienen un origen multifactorial, y se establecen una serie de factores predisponentes, desencadenantes y mantenedores de la enfermedad; perteneciendo al primer grupo, el factor genético, que predispone a padecer este tipo de trastornos con la confluencia de los desencadenantes. Por el momento y hasta que la ciencia consiga encontrar el remedio a este componente hereditario, como sociedad tenemos una gran responsabilidad en la evitación y, en su caso, reparación de los daños causados por la cultura imperante, y aquí es donde, voy a poner el foco, para apelar a la conciencia y a la acción de la ciudadanía y por ende, de los poderes públicos, porque todas las personas podemos y debemos actuar para frenar este problema de salud pública, silencioso y silenciado. 

La 'dictadura de la delgadez' impone cánones imposibles, en los que muchas de nuestras pequeñas se fijan cuando aún no tienen capacidad de comprender todo lo que se esconde detrás de este mito: cadenas impuestas por un capitalismo atroz

La “dictadura de la delgadez” impone cánones imposibles, en los que muchas de nuestras pequeñas se fijan cuando aún no tienen capacidad de comprender todo lo que se esconde detrás de ese mito: cadenas impuestas por un capitalismo atroz. La industria de la belleza mueve millones en todo el mundo: la moda, los cosméticos, los productos adelgazantes y una infinidad de servicios destinados a impedir cualquier tipo de diferencia, por pequeña que esta sea. Un largo etcétera de agentes dedicados al culto de un capital, desnudo de principios y valores éticos y morales, que obtienen pingües beneficios, maquiavélicamente, justificando los medios para lograr sus fines, fomentando y promoviendo el culto al cuerpo imposible, con especial intensidad, al cuerpo femenino esbelto y con una delgadez enfermiza, asociándolo al éxito y al reconocimiento social, frente al ataque feroz hacia las personas que padecen obesidad, dando lugar a una nueva fobia asociada a la imagen y a la forma de estar en el mundo: la denominada “gordofobia”, fenómeno emergente a finales del S. XX, que vincula a las personas afectadas con el fracaso personal, profesional y social. Serán las mujeres, objeto de especial desaprobación, si sobrepasan las medidas deseadas, sin necesidad de alcanzar valores de sobrepeso u obesidad, y muchas se someterán al imperio de la industria de la delgadez y consumirán todo tipo de productos y servicios adelgazantes durante el resto de su vida, arrastrando como una pesada losa el no poder ajustar su cuerpo al modelo único, considerado como válido. Muchas otras, se rendirán ante la magia de la cirugía estética y abominaran de su cuerpo, buscando las siete diferencias con el ideal anhelado, para que con el bisturí en una mano y la cartera en la otra, atrofien su forma única de ser y de existir. Mutilación física, mental y espiritual. Culto al cuerpo que aniquila el ser y rinde homenaje a la apariencia, a lo que nunca fue ni será. Cuerpos y almas presas de la dictadura del canon de la “locura”, que atrapa cada vez a niñas más pequeñas que buscan la aprobación y el elogio, y que ante los vaivenes emocionales de la pubertad encontrarán un aliciente en la pleitesía que le rinde su entorno a la belleza y a los ideales, actuales, asociados a ella.  

Niñas que serán mujeres amputadas en su más profundo ser, alienadas por un modelo imposible que les prometía la aceptación social. Adolescentes que podrán caer en las garras de una enfermedad devastadora, bajo cuyo yugo perece la libertad y la dignidad. 

Proteger, con especial celo, la salud física y mental de las niñas, adolescentes y jóvenes es un requisito indispensable para terminar con los factores que perpetúan la vulnerabilidad, generando profundas brechas, por donde penetran diversas formas de violencia ejercidas contra las mujeres. 

Violencia contra la niña y la mujer, incrementada, exponencialmente, al no encontrar la ayuda necesaria y la reparación del daño por los problemas generados por una sociedad manipulada por intereses económicos, donde los poderes públicos miran para otro lado, cuando no, fomentan un consumismo desaforado bajo argumentos falaces que atacan en su raíz más profunda al Estado de Bienestar y a los Derechos Humanos más básicos. 

Violencia que escala posiciones en el árbol genealógico de la mujer hasta culminar en nuestra madre Eva, mujer de mujeres, madre de madres y como ella, así también, somos castigadas  con un dolor ensordecedor. Y tras el anuncio de tan terrible diagnóstico, diversos factores confluyen en el germen de la culpa que nos atrapa y ya, no solo somos madres, sino malas de adjetivo, y responsables de la enfermedad de nuestra hija. Violencia contra nuestra integridad moral que nos empequeñece como sujetos de pleno derecho. Estigma que nos acompaña silenciando nuestras voces.  

Hoy, alzo la voz para decir que la violencia contra la mujer se ejerce cuando llevas a tu hija enferma buscando auxilio y escuchas, una y otra vez, que la culpa es de la madre

Hoy, alzo la voz para decir que la violencia contra la mujer se ejerce cuando llevas a tu hija enferma buscando auxilio y escuchas, una y otra vez, que la culpa es de la madre. Cuando agachas la cabeza entonando el “mea culpa” y tu libertad y dignidad perece junto a la enfermedad de tu hija y sufres en silencio, día tras día, hasta pensar lo indecible. La violencia contra la mujer se ejerce cuando pierdes tu identidad para convertirte, en exclusiva, en madre cuidadora, vigilante de una enfermedad que no duerme ni deja dormir, sin fecha de caducidad.  

Mujeres: madres e hijas olvidadas en el cuarto oscuro del anonimato: invisibles a la agenda política y social porque la puerta permanece cerrada. 

Con motivo del día 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer, y del día 30 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimentarios, quiero poner de relieve la conexión entre la experiencia personal con los trastornos alimentarios y la violencia que se ejerce contra la niña y la mujer por las grandes estructuras económicas, políticas y sociales, para reivindicar la acción colectiva para un problema colectivo, haciendo propio el lema feminista: “Lo personal es político”. Porque solo abriendo la puerta podremos ver lo que se esconde tras ella y actuar en consecuencia. 

Patricia Cervera Valencia 

Presidenta de la Asociación TCA Andalucía

Promotora de la campaña change.org/TratemosLaAnorexia

Twitter: @PatriciayAleix