Feminista
Feminista por aprendizaje y por convicción. Por una comprensión global del mundo y de la realidad. Como un paso más en la causa de la igualdad entre mujeres y hombres, algo que siempre estuvo en el ADN del socialismo democrático. Nunca como una moda o una reivindicación de conveniencia o de oportunidad, sino como un contenido esencial de un pensamiento transformador de la realidad que, justamente por ello, parte en su análisis, de la desigualdad existente y no la edulcora ni la adorna con verborrea. Sino que la afronta de cara y plantea soluciones y medidas políticas. Naturalmente, que políticas¡. No van a ser medidas cosméticas. Políticas, porque en la acción política radican las soluciones.
El feminismo, hoy, es una acreditada credencial del pensamiento y la acción socialista. Bienvenidos y bienvenidas a la causa quienes ahora lo descubren. Pero, a la tarea, sin palabrería equidistante. La lucha por la igualdad radical entre mujeres y hombres y la imbricación social del feminismo son una realidad
El feminismo, hoy, es una acreditada credencial del pensamiento y la acción socialista. Bienvenidos y bienvenidas a la causa quienes ahora lo descubren. Pero, a la tarea, sin palabrería equidistante. La lucha por la igualdad radical entre mujeres y hombres y la imbricación social del feminismo son una realidad. Y admite poquísimos matices, y desde luego, ninguna equidistancia ni apoyo condicionado o matizado. Quien se sienta feminista está tardando en trasladar la lucha a sus partidos políticos, colectivos, asociaciones, medios de comunicación y sociedad civil. La tarea es ardua y, como ya he dicho, no precisa de mucha explicación ni aclaración, salvo que se esté a otra cosa.
La existencia de desigualdades sociales no la discute nadie. Más del 80% de la población española cree que existe desigualdad entre hombres y mujeres. Desigualdad laboral, salarial, de oportunidades. Y violencia machista en sus diversas formas. Reconocer esa realidad no es patrimonio de nadie, cierto. Pero incorporar la lucha contra esa desigualdad y la lucha contra la violencia machista a un programa nítido de gobierno, claro que es patrimonio de la izquierda y del socialismo. Atacar las causas de la misma, ir a la raíz del problema con propuestas educativas, invertir fondos públicos en ello, dotar los instrumentos jurídicos y técnicos encargados de esa labor, claro que es patrimonio de la izquierda y del socialismo. Defender con uñas y dientes la libertad de las mujeres para decidir sobre la maternidad y para no mercantilizar su cuerpo, claro que es patrimonio de la izquierda y del socialismo.
Atacar las causas de la misma, ir a la raíz del problema con propuestas educativas, invertir fondos públicos en ello, dotar los instrumentos jurídicos y técnicos encargados de esa labor, claro que es patrimonio de la izquierda y del socialismo
Por eso, el 8 de marzo y su significado constituye una fuerza incontenible. Una reivindicación y un clamor de justicia, de libertad y de igualdad. De derechos y de oportunidades. Y también de denuncia de actitudes equidistantes, calculadoras y oportunistas, de quienes no pueden ponerse en contra, porque serían arrastrados y arrastradas, pero tampoco se ponen claramente a favor, simple y llanamente, porque no están a favor. Porque su modelo de sociedad, de familia y de convivencia rezuma miedos paternalistas y actitudes conservadoras. Y hay que proclamarlo a los cuatro vientos. Ahora que es 8 de marzo y siempre.