GENERAL LÓPEZ DOMÍNGUEZ

El misterioso caso del expresidente del Gobierno perdido en el osario del cementerio de Granada

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 19 de Noviembre de 2017
Un fascinante reportaje fruto de la investigación del periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera, quien desvela uno de los pasajes ocultos de la historia de Granada: ¿De quién eran los restos que han permanecido enterrados un siglo en un monumental panteón en el camposanto de San José? No te pierdas este excepcional relato.
Panteón “General López Domínguez”, en el Cementerio de Granada. Hoy vacío. Los restos de sus ocupantes pasaron a una fosa común. Fue diseñado por Loyzaga.
Indegranada
Panteón “General López Domínguez”, en el Cementerio de Granada. Hoy vacío. Los restos de sus ocupantes pasaron a una fosa común. Fue diseñado por Loyzaga.
  • Durante casi un siglo se ha creído que el mausoleo “General López Domínguez” era el correspondiente al famoso militar y político de finales del XIX y principios del XX

  • Los huesos de otro general de brigada (su hermano) que había en el Cementerio de San José han pasado a una fosa común por impago de la tasa correspondiente

  • El General López Domínguez era ministro de Guerra cuando el gobierno de Sagasta decidió eliminar la Capitanía General de Granada en 1893

Siempre asombraba ver su panteón lleno de coronas de flores y banderas. Al menos hasta finales del siglo XX. La tumba está situada en el patio primero del Cementerio de Granada, la número 70 de la zona monumental. Imponente, ocupa diez sepulturas normales. La diseñó el escultor Pablo Loyzaga. No era para menos, pues allí estuvo enterrado un siglo el General López Domínguez; al menos eso dice su placa. El ilustre militar fue presidente del Gobierno de España con Alfonso XIII, varias veces ministro de Guerra, diputado en 14 legislaturas, senador vitalicio y presidente del Senado. Pero recientemente se contaba en los mentideros de Granada que era un deshonor arrojar su cadáver al osario común por parte de la empresa del cementerio. Al igual que está ocurriendo con otros granadinos ilustres de la historia local. Pero el asunto no era tan sencillo.


Moret sale del Palacio Real de presentar su dimisión al rey Alfonso XIII y, minutos después, hace lo mismo el General López Domínguez con el encargo de formar nuevo gobierno. Julio de 1906.

Granada se ha enorgullecido de tener enterrado en su cementerio de San José a un expresidente del Gobierno y del Senado. Se trataría de José López Domínguez, un malagueño de origen que vivió la convulsa España de mitad del siglo XIX, con sus guerras, revoluciones, restauraciones y turno de partidos. Liberal hasta contribuir al derrocamiento de Isabel II, precursor de partidos izquierdistas y, sin embargo, secretario de Amadeo de Saboya y después capitán general de los ejércitos españoles. Todo ello, en principio, a la sombra de su tío el general Francisco Serrano Domínguez, el amante de la propia reina y tantas veces presidente del Consejo de Ministros.



Parte inferior de la inscripción (está rota) donde se intuye que ponía 'DEL GENERAL LÓPEZ DOMÍNGUEZ'. Hasta finales del siglo XX la placa estuvo completa.

Y sin saber cómo, sus huesos habían venido a parar al cementerio de Granada. Allí habrían permanecido entre 1914 y 2014.

Pero ¿quién fue el General López Domínguez? Todas las referencias de prensa y literarias (incluido Pérez Galdós, que lo menciona en sus Episodios Nacionales) le nombran por su cargo y sus apellidos, casi nadie sabía que se llamaba José. Había nacido en Marbella, de una familia modesta procedente de Vélez-Málaga. Su padre, guardia de Corps con Fernando VII, se casó con Rosario Domínguez Alburquerque, quizás la familia más rica y linajuda del lugar: los Domínguez. Rosario y Rafael López Pardo engendraron siete hijos: Antonio (1827), José (1829), Rafael (1831), Francisco (1834), Ramón (1836), Isabel (1840) y Fernando (1844).



Foto de la familia López Domínguez, en 1873: Francisco, Fernando, Rafael, José, Antonio y Ramón; sentadas, Isabel y la madre Rosario. Fuente: Archivo Domínguez.


Avenida General López Domínguez en Marbella, su localidad natal.

A esta misma familia pertenecía Francisco Serrano Domínguez (1810-1885). El general Serrano fue militar y diputado de renombre en el reinado de Isabel II. También regente, presidente del Gobierno y de la I República. Además, se le conocía como el General Bonito, apodo puesto por la propia reina a raíz de sus escarceos amorosos con el joven oficial en el Palacio Real. Este hecho provocó que el gobierno destinara obligatoriamente a Serrano como capitán general de Granada en octubre de 1847, precisamente para evitar el escándalo que corría por todo Madrid y presagiaba una crisis de gobierno. El “destierro” de Serrano en Granada sólo duró unos meses, el tiempo que tardó Isabel II en meter a otro oficial en su cama.

Pues a la sombra de su tío Francisco Serrano comenzó José López Domínguez una meteórica carrera militar y política. Estuvo presente en todos los grandes acontecimientos de la época, algunas veces junto a su tío y otras solo. Participó en las guerras carlistas, en la revolución Gloriosa, en la importación de Amadeo de Saboya (de quien fue secretario particular), en la proclamación de la I República, en la represión cantonal de Cartagena, etc. Cuando llegó Alfonso XII, el General López Domínguez era uno de los cuatro primeros del generalato español. Pero no sólo destacó en el campo militar, también en política resultó elegido diputado por Málaga y Canarias durante catorce legislaturas, entre 1858 y 1891; después prosiguió como senador entre 1893 y 1911. Presidió el Senado entre 1905 y 1907. Ocupó el Ministerio de Guerra/Marina en varias ocasiones entre 1883 y 1906. Y, finalmente, el 6 de julio de 1906 fue llamado por Alfonso XIII para que se hiciera cargo de la Presidencia del Gobierno; duró en el puesto sólo hasta el 30 de noviembre de aquel año.


Retrato de José López Domínguez en 1905, vestido de general y recién nombrado Presidente del Senado.

En lo personal, el General López Domínguez se mantuvo soltero hasta casi sus 63 años. En 1892, siendo ministro de Guerra, conoció a Manuela Liaño y Liaño, lozana viuda de 40 años del diputado Cecilio de Lora Castro. Era oriunda de Barcarrota (Badajoz), inmensamente rica y con una hija de su anterior matrimonio, Pilar de Lora Liaño.



Manuela Liaño Liaño, casada en 1892 con José López Domínguez. Tenía 40 años y era viuda. Falleció en 1909.

Fue la primera vez que el Senado organizó un funeral de Estado: el cadáver fue expuesto en el gran salón desde primera hora de la mañana hasta la hora del entierro. Los periódicos madrileños de la época relatan el acontecimiento como una de las mayores manifestaciones de duelo vistas por entonces en la  capital

Aunque seguía siendo senador perpetuo, una penosa enfermedad le retuvo en su casa madrileña a partir de 1909. Falleció el 17 de octubre de 1911. Fue la primera vez que el Senado organizó un funeral de Estado: el cadáver fue expuesto en el gran salón desde primera hora de la mañana hasta la hora del entierro. Los periódicos madrileños de la época relatan el acontecimiento como una de las mayores manifestaciones de duelo vistas por entonces en la  capital. Presidió el sepelio el mismísimo Canalejas, entonces presidente del Gobierno, seguido de los diputados, senadores, representaciones de los ejércitos, embajadas, etc. La comitiva llegó ya anochecido al cementerio sacramental de San Isidro; su cadáver fue introducido en un panteón propiedad de la familia de su esposa, precisamente donde en 1889 había sido enterrado el primer marido de Manuela Liaño Liaño.



Misa de funeral por ex presidente del Gobierno, unos días después de su fallecimiento.

En la Sacramental de San Isidro de Madrid (patio IV, galería 6, sepultura 5) parecía haber acabado la memoria del ilustre malagueño que llegó a ser presidente del Gobierno de España.



José López Domínguez, en una litografía conservada en el Congreso con motivo de su elección hacia 1875.

1914: comienza el misterio en Granada

El 13 de junio de 1914 fue estrenado un panteón en el cementerio de San José de Granada. Está situado en un lugar privilegiado, el número 70 del primer patio. Había sido diseñado por el escultor Pablo Loyzaga; está hecho en piedra, un tanto sobrio, con un medallón de bronce incrustado en el monolito que lo preside (no es una cruz), más otros dos medallones laterales (hoy desaparecidos). La placa de mármol identificaba la tumba como la del General López Domínguez.



Medallón de bronce de Pablo Loyzaga, incrustado en el monolito que preside la fosa.

Con este nombre y cargo, en España sólo se conocía a una persona famosa, fallecida pocos años atrás y enterrada en Madrid. Todo el mundo debió pensar que se trataba de los restos del insigne militar y político fallecido pocos años antes. ¿Habrían sido exhumados los restos en el Cementerio del San Isidro y trasladados a Granada? La creencia o leyenda urbana se extendió rápidamente. Los políticos liberales, incluso monárquicos izquierdistas que le admiraban y alguna corporación municipal progresista acudieron periódicamente a depositar flores y banderas en señal de homenaje. Esta costumbre perduró incluso hasta finales del siglo XX. Parientes lejanos llegaron a asociar esta tumba con la del general López Domínguez (José), el destacado político.

Por eso, cuando en 2009 expiraron los 99 años de concesión de la tumba, la empresa municipal del cementerio (Emucesa) se dirigió a sus herederos comunicándoles la situación. No renovar el alquiler supondría su vaciado y puesta en venta. El procedimiento es el mismo que se está siguiendo con otras miles de sepulturas. Por circunstancias que desconozco –aunque imagino que no deben quedar descendientes directos- el panteón no fue renovado; los restos del General López Domínguez fueron exhumados y depositados hace tres años en una fosa común. Junto a él estaban los cadáveres de nueve personas más, de apellidos muy diversos.

¿Habrían sido exhumados los restos en el Cementerio del San Isidro y trasladados a Granada? La creencia o leyenda urbana se extendió rápidamente. Los políticos liberales, incluso monárquicos izquierdistas que le admiraban y alguna corporación municipal progresista acudieron periódicamente a depositar flores y banderas en señal de homenaje

El nombre del General López Domínguez se sumaba, por boca de los críticos, a la lista de granadinos ilustres que corrían el riesgo de acabar con sus huesos en el osario común. Eso siempre que alguien no afrontara los gastos de actualizar el alquiler. O de que la Corporación municipal los declare hijos ilustres y los traslade al panteón creado al efecto. Y así han desaparecido sus huesos. Pero…

… era el hermano pequeño del expresidente

En el cementerio de San Isidro de Madrid aseguran que el panteón IV, galería 6, sepultura 5 contiene los restos del general José López Domínguez; nunca fueron trasladados al cementerio de Granada. El panteón madrileño fue abierto por última vez para dar sepultura a la hijastra Pilar de Lora Liaño, en 1930.

Evidentemente, alguien con los mismos apellidos y también general del Ejército debía haber sido enterrado allí. A no ser que se tratase de una tumba-homenaje vacía, pues no hay ninguna inscripción más por fuera. La solución nos la han dado los archivos históricos municipales y del Ejército.

Resulta que el hermano pequeño de José López Domínguez, Fernando (nacido en 1844), también encaminó su vida a la carrera militar. En 1870 llegó destinado en Granada, donde contrajo matrimonio con Encarnación de la Cámara y Martínez de Terroba. Aunque su hoja de servicios le llevó a varios destinos más por España, su residencia la fijaron en al número 29 de la calle Recogidas. Así aparece y lo demuestra un censo de 1884, cuando hicieron reforma de la casa. El 15 de abril de 1906 (siendo su hermano capitán general y pocas semanas antes de que fuese nombrado presidente del Gobierno) fue ascendido a general de brigada, encontrándose en la plaza de Granada; tras el ascenso marchó a Sevilla a ocupar el cargo de Comandante General de la Artillería de la 2ª Región Militar (había sido eliminada pocos años antes la Capitanía de Granada).



Ampliación de foto de Fernando López Domínguez (Málaga, 1844-Granada, 1914), también general como su hermano José, que es quien estuvo enterrado en el panteón de Granada.

El 26 de octubre de 1910 dejó el cargo por motivos de edad. Fijó de nuevo su residencia en Granada. Una semana después de su jubilación, se dirigió al Ayuntamiento y adquirió el espacio de diez fosas para construir un mausoleo en el cementerio de San José. El mausoleo está situado en el patio primero, a la derecha. Fernando López Domínguez falleció en su casa de Granada el 12 de junio de 1914; le dijeron misa en la iglesia de la Magdalena y lo enterraron al día siguiente. Fue el primero el ocupar este panteón familiar en el cementerio. No sabemos por qué motivo fue identificado el mausoleo con el cargo y apellidos que solía usar su hermano mayor. Este hecho fue el origen de la confusión entre ambos hermanos. De todas formas, el General López Domínguez ha acabado con sus huesos perdidos en una fosa común.

El que suprimió la Capitanía de Granada

Granada había tenido Capitanía General desde que, en 1492, fue instituida por los Reyes Católicos. Abarcaba las actuales provincias de Granada, Málaga, Jaén, Almería y los presidios de África. En 1883, el Gobierno (con José López Domínguez como ministro de Guerra)  encargó a la Junta de Defensa del Reino que estudiara una nueva división territorial militar. La propuesta fue dividir España en 9 distritos o regiones militares.

No fue hasta 1887 cuando el general Cassola presentó un nuevo proyecto (dentro de las reformas propugnadas el Partido Liberal que comandaba López Domínguez), que incluía el servicio militar obligatorio y el reclutamiento regional. Las tropas se organizarían en divisiones y brigadas, ubicando una unidad armada en cada región.

Sagasta como presidente del Gobierno y José López Domínguez como ministro de Guerra, el 10 de febrero de 1893 establecieron una nueva organización militar, reduciendo las regiones a 7, más las capitanías y comandancias de las islas y África. El resultado para Granada fue nefasto: quedó suprimida su capitanía de cuatro siglos atrás y se englobaba en la llamada 2ª Región Militar (coincidente con Andalucía y con capital en Córdoba). Los distritos pasaron a llamarse regiones militares, aunque los jefes de los 7 respectivos cuerpos de ejércitos continuaron llamándose capitanes generales.

En Granada se tenía la mosca detrás de la oreja desde 1889; se sospechaba que su Capitanía iba a desaparecer. La reacción en Granada no se hizo esperar a partir de entonces:

  • El 8 de octubre de 1889, diputados y senadores protestan para que no sea llevada la Capitanía de Granada a Córdoba.
  • 24 de marzo de 1893, el Ayuntamiento aprobó una moción contra el traslado. A cambio, y como mal menor, solicitaban que se autorizara el cultivo de tabaco en la Vega, como así ocurrió finalmente.
  • Paralelamente, una comisión de concejales viajó a Madrid el 8 de abril de 1893. Se le sumaron diputados provinciales, con Natalio Rivas como presidente.
  • 5 abril de 1895, el Ayuntamiento volvió a la carga con las presiones, solicitando la restitución de su Capitanía. Al año siguiente, las cartas también fueron dirigidas a la Reina regente y a varios ministerios. No se consiguió nada.
  • En 1900, Granada veía desparecer el Centro Telegráfico, trasladado a Málaga. Se aprovechó  para protestar por esta nueva afrenta y se refrescó el tema de la Capitanía perdida. Granada entendía que se estaba mermando mucho su comercio con todas estas pérdidas administrativas y militares.

El tema de la Capitanía fue olvidado hasta que, sin esperárselo, Francisco Franco decidió reorganizar la estructura militar del nuevo Estado dictatorial. En 1942 creó la 9ª región militar, consecuencia de la partición de la anterior 2ª Zona. Granada volvía a recuperar la misma Capitanía perdida medio siglo atrás.

Así permaneció hasta el año 1984, cuando el Plan Meta de Felipe González, por Ley Orgánica 1/1984, reorganizó la defensa nacional. Volvió a desaparecer la Capitanía de Granada y menguadas unidades y tropas de la provincia. El Plan Meta integró el oriente andaluz en la Región Militar Sur, 2ª (Andalucía más África). Nuevamente, en 1997 hubo otra reforma por la que desaparecieron los gobiernos militares y fueron nombradas jefaturas logísticas territoriales y delegaciones de Defensa. A Granada le tocó el Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), además de unidades logísticas. Desapareció definitivamente el cargo de capitán general; el mando suele ostentarlo un teniente general o un general de división.

En 1984, último año de la Capitanía de Granada, había en Granada unos 1.800 mandos y 5.200 soldados repartidos entre las múltiples instalaciones militares. En la actualidad, esa cifra ha quedado reducida a unos 400 mandos y alrededor de 700 soldados. La importancia estratégica de este territorio ha cambiado sensiblemente.



Sede del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), que ocupa el antiguo edificio de la Capitanía General