La marcha del Tarajal cumple diez años
Este año, me he unido a la Marcha del Tarajal como enviado especial del Independiente de Granada. Un viaje reivindicativo y solidario que empieza con un madrugón. El autocar que nos llevará a Algeciras sale del Palacio de Congresos a las 5:30 de la madrugada. Va lleno de activistas granadinos comprometidos con los Derechos Humanos y en el maletero transporta medicinas y ropa para los inmigrantes.
Nosotros somos unos privilegiados, pues viajamos en un barco potente que resiste el fuerte oleaje. Pero muchos inmigrantes pierden la vida, cuando se arriesgan a cruzarlo de forma clandestina en frágiles pateras
Tres horas y media más tarde, llegamos al puerto de Algeciras para embarcar en el Ferry, que nos llevará al otro lado del Estrecho. El Peñón de Gibraltar emerge como una roca imponente para convertirse en un testigo de la travesía. Y el mar Mediterráneo nos recibe con una marejada, que produce más de un mareo entre los compañeros. Nosotros somos unos privilegiados, pues viajamos en un barco potente que resiste el fuerte oleaje. Pero muchos inmigrantes pierden la vida, cuando se arriesgan a cruzarlo de forma clandestina en frágiles pateras. Y entonces recuerdo que la Unión Europea, con sus malditas leyes de extranjería, ha convertido el Mare Nostrum en la mayor fosa común del mundo, con más de 209 inmigrantes ahogados, en lo que va de año.
El drama de la inmigración
Desde el puerto de Ceuta, nos dirigimos al Instituto de Enseñanza Secundaria Abyla, antiguo nombre de Ceuta y del monte Hacho que, según la leyenda, formaba con el peñón de Gibraltar las columnas de Hércules. En este centro educativo se celebra una mesa redonda sobre el drama de la inmigración. En el salón de actos no cabe ni un alfiler. Está abarrotado de voluntarios y cooperantes de Derechos Humanos, señal de que interesa el tema. Pero los organizadores me dicen que en Ceuta no es fácil que te cedan un local para hablar sobre los problemas de la población migrante.
Desde la mesa nos habla Vividane Ogou, activista marroquí de los Derechos Humanos. Nos dice que las vidas negras también importan y denuncia que el desierto del Sáhara se ha convertido en un cementerio, donde mueren al año centenares de migrantes, antes de llegar a Marruecos: "Están cometiendo un crimen contra la humanidad y estas muertes deben ser juzgadas por el Tribunal Internacional de Justicia".
También interviene Mouctar Bah, un inmigrante subsahariano que llegó en patera. Mouctar denuncia el riesgo de la travesía: "Marruecos no es un país seguro para las personas migrantes, nos dice, y el control del Estrecho, nos obligan a buscar vías más peligrosas, como la ruta Canaria".
Marcha al Tarajal
Sobre las tres de la tarde, centenares de personas se van concentrando en la Plaza de los Reyes de Ceuta para iniciar la marcha. Muchos pertenecen a colectivos de Derechos Humanos, que han viajado desde distintas ciudades de la península. Y en la Plaza se mezclan con inmigrantes magrebíes y sobre todo africanos, formando un grupo multiétnico, que simboliza la Europa solidaria con la que sueñan.
La marcha recorre el centro de esta ciudad norteafricana, con más de 80.000 habitantes, aunque hay pocos ceutíes en la calle apoyando la manifestación. Sólo algunos se asoman a las ventanas de sus casas, cuando escuchan lemas reivindicativos como: "Ningún ser humano es ilegal".
"Detrás de la valla está Marruecos, un país con ambiciones territoriales, que no respeta los Derechos Humanos y utiliza a los inmigrantes como arma de presión politica contra España"
Ceuta es una ciudad militarizada que desconfía de todo lo que venga del otro lado de la frontera. Detrás de la valla está Marruecos, un país con ambiciones territoriales, que no respeta los Derechos Humanos y utiliza a los inmigrantes como arma de presión politica contra España.
Igual que pasa en otras ciudades, los ceutíes suelen ver a los inmigrantes de origen africano como seres sumisos, que sobreviven con la venta ambulante. Parece que son invisibles. Pero no están acostumbrados a verlos al frente de una manifestación y gritando lemas reivindicativos como: "Tarajal, no olvidamos".
La marcha avanza lentamente por el paseo marítimo de Ceuta, encabezada por un grupo de inmigrantes africanos, con una pancarta que pide verdad, justicia y reparación para sus compañeros fallecidos. Después de caminar durante cuatro kilómetros y medio, llegamos a la playa del Tarajal, donde hace diez años ocurrió el terrible suceso. Un espigón de rocas que penetra en el mar, una valla de cinco metros y una torre de vigilancia nos separan de Marruecos.
¿Qué pasó aquí en la mañana del 6 de febrero de 2014?, pregunto a Patuca Fernández, abogada de la acusación popular en el caso Tarajal. Y me responde;
"Más de 200 personas inmigrantes intentaron entrar en Ceuta, desde Marruecos. Unas 90 alcanzaron la zona fronteriza de la playa del Tarajal e intentaron cruzar a nado. Mientras estas personas se encontraban en el agua, agentes de la Guardia Civil intentaron evitar que alcanzaran tierra firme, mediante el uso excesivo de la fuerza y de material antidisturbios, como pelotas de goma, salvas detonadoras y botes de humo. Al menos 14 murieron ahogadas y 23 fueron devueltas a las autoridades marroquíes desde la misma playa, sin tener en cuenta el derecho de asilo y sin acceso a ningún procedimiento formal".
Patuca denuncia el vergonzoso silencio de la Administración: "Silencio de la fiscalía, que no ha sido capaz de abrir una investigación. Silencio de Jorge Fernández Díaz, entonces ministro del Interior, que visitó la playa del Tarajal y no rindió homenaje a las víctimas. Silencio de los consulados, que se niegan a ofrecer visados a las familias para visitar a sus seres queridos en el cementerio a sus seres queridos. Un procedimiento judicial doloroso que acabó en impunidad".
Un año más, y ya van diez, los colectivos de Derechos Humanos ponen velas en la playa con los nombres de los 14 inmigrantes ahogados en en el Tarajal: Yves, Samba, Daouda, Armand, Luc, Roger Chimie, Larios, Youssourf, Ousmane, Keita, Jeannot, Oumarou y Blaisse. Todos menos uno, que aún no ha podido ser identificado. Quieren reivindicar así que eran personas como nosotros y con los mismos derechos. También clavan en la arena un cartel que dice: "En Memoria de catorce personas que, el 6 de febrero de 2014, en busca de una vida mejor, encontraron la muerte". Un homenaje cargado de emociones y de solidaridad que termina con el lema más repetido: "Verdad, Justicia y Reparación" para los 14 del Tarajal.
Quiénes son los activistas del Tarajal
El Independiente de Granada ha entrevistado a varios activistas de los Derechos Humanos para saber quiénes son y por qué han participado en la Marcha del Tarajal.
Abogada de las víctimas del Tarajal.
Las familias de las víctimas han interpuesto un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para que investigue la masacre del Tarajal, pero ese recurso todavía no ha sido admitido a trámite.
Ludovik es un superviviente de la masacre del Tarajal, cuyo testimonio no ha sido escuchado. Por eso, ha demandado al Estado español ante el Comité contra las Torturas de Naciones Unidas, pidiendo que se reabra la investigación.
Médico cooperante, fue testigo del genocidio de Ruanda, en el que fueron asesinadas a machetazos más de 800.000 personas. Tres meses incomunicada y protegida por los cascos azules de la ONU, no fue consciente del peligro, hasta que volvió a Granada.
“Participo en la Marcha del Tarajal porque fue una masacre que no debe quedar impune. Venían cientos de personas, pero no se preparó la acogida a nivel logístico ni sanitario. El Ministerio del Interior no llamó a la Cruz Roja y autorizó a la Guardia Civil a usar material antidisturbios tan peligroso, como pelotas de goma o botes de humo, que les tuvo que desorientar, provocando que catorce inmigrantes murieran ahogados. Y todavía hay cuatro víctimas sin identificar, es algo que no debemos olvidar. Estoy aquí para pedir justicia”.
Artista camerunés, autor de la pintura Un mar de lágrimas, dedicada a los inmigrantes que mueren ahogados, cuando intentan cruzar el Estrecho.
“Estoy aquí para protestar contra el racismo, pues con los refugiados de Ucrania, que son blancos y rubios, hubo solidaridad europea, pero los refugiados de Malí o Burkina Faso son expulsados, a pesar de que estos países africanos también están en guerra. Existe negrofobia. Por eso, en la Marcha del Tarajal decimos que las vidas negras también importan”.
Activista de AMANI y de la Asociación Pro Derechos Humanos de Granada.
“Estoy en la Marcha del Tarajal porque creo que todas las fronteras, a lo largo de la historia, lo único que han traído han sido problemas. En la playa del Tarajal han matado a personas inocentes a pelotazo limpio, simplemente por querer vivir una vida mejor, es algo inhumano e irracional. Estoy por la abolición de todas las fronteras. La humanidad tiene derecho a vivir dignamente, donde quiera que podamos vivir y en igualdad de condiciones. La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que todos los seres humanos nacen libres e iguales en derechos y dignidad, y las fronteras matan ese derecho. Por eso estoy aquí.
Miembro de Médicos del Mundo.
"Participo en esta Marcha para protestar contra la impunidad y exigir a las instituciones verdad, justicia y reparación para las víctimas del Tarajal. Aquí han venido muchas personas comprometidas con los Derechos Humanos, para pedir que se respeten los derechos de los migrantes. Por tanto, el Tarajal representa un momento de dolor, pero también un momento de esperanza. Y por eso hay que estar aquí.
Voluntario de la Asociación pasa la Solidaridad y la Paz de Andalucía (ASPA).
Estoy aquí porque me parece importante exigir verdad, justicia y reparación para las víctimas del Tarajal. Como migrante colombiano que soy, siento que la mayoría de la sociedad es indiferente a lo que pasó en la playa del Tarajal y pienso que no se puede olvidar este crimen por parte del Estado".
Estudiante de Psicología Social.
“Para mí es muy dolorosa la masacre del Tarajal y no podemos permitir que quede en el olvido. Vendré a esta marcha todos los años que hagan falta, hasta que se haga justicia, e iré al cementerio de Ceuta para poner unas flores en las tumbas de las víctimas”.
Estudiante de Segundo de Bachillerato con 17 años, el más joven de los activistas granadinos. Darío hace su primera Marcha al Tarajal, siguiendo el ejemplo de su tío Pablo Fernández, veterano activista de los Derechos Humanos, ya fallecido.
“Participo en esta Marcha para protestar contra la injusticia del Tarajal. Hubo racismo por parte de los guardias fronterizos españoles que, en vez de socorrer a los inmigrantes, dispararon pelotas de goma contra esas personas indefensas que intentaban llegar a nado. Considero que fue una injusticia tremenda”.
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