Los proyectos solares y eólicos previstos en Granada ocuparán 18.000 hectáreas, el doble que todo el término municipal de la capital
Los proyectos fotovoltaicos y eólicos previstos para la provincia de Granada ocuparán una superficie en conjunto de 18.051 hectáreas. O lo que es lo mismo, 180 kilómetros cuadrados. Para hacerse una idea de lo que abarca esa superficie, el municipio de Granada capital tiene 88 km2, así que sería más del doble que todo el término municipal de la capital.
El cálculo lo han elaborado los investigadores de la Universidad de Granada Luis Villodres Ramírez, Celia Jiménez Martín, Alberto, Matarán Ruiz, Josefa Sánchez Contreras, Álvaro Campos,
Guillermo Gámez Rodríguez y Rafael Martín Pérez, del Laboratorio de Investigación y Acción Territorial de la UGR, en su libro 'Colonialismo energético' (documento resumen aquí) y es una superficie que puede quedarse corta, pues se basa en el centenar de proyectos solicitados a Red Eléctrica en 2022, una cantidad que se ha ido incrementando posteriormente.
De esas 18.051 hectáreas, 8.757 corresponden a parques eólicos y 9.294 a plantas fotovoltaicas. Si se unieran todos, se convertirían en el 16º municipio más grande de la provincia, tras Gor (181 km2) y por delante de Cortes de Baza (140 km2). Tendrían más superficie que los términos de Huétor Santillán y Monachil juntos (que contienen parte de los parques naturales de Huétor y Sierra Nevada).
En relación con el conjunto de la provincia esas más de 18.000 hectáreas (o 180 km2) significan el 1,44% del total (la provincia de Granada tiene 12.531 km2). Quizá no parezca mucho, pero los megaparques no se distribuyen homogéneamente por la provincia, sino que los proyectos se concentran en determinadas áreas, muchos pegados unos a otros, lo que eleva su impacto en el territorio, hasta el punto de que varios municipios quedarán prácticamente rodeados por plantas fotovoltaicas, como el caso de Ventas de Huelma, o por molinos eólicos, como sucederá en el Valle de Lecrín o en el noreste de la provincia, como Huéneja.
Concentración de proyectos fotovoltaicos en la comarca de Alhama-Temple, con Ventas de Huelma y Cacín en círculo rojo, dos de las localidades más afectadas. archivo
A esa superficie que ocuparán molinos eólicos y placas fotovoltaicas hay que sumar el terreno que necesitan los cientos de kilómetros de llíneas eléctricas de evacuación, con sus torretas, para llevar la energía a las subestaciones eléctricas, y que los investigadores de la UGR cuantifican en 861 hectáreas, con lo que en total la implantación de megaparques de energía renovable implica una ocupación del territorio granadino de casi 19.000 hectáreas.
La tabla, extraída del documento resumen de 'Colonialismo enegético', indica el tipo de terreno afectado por los proyectos de megaparques eólicos y fotovoltaicos, así como por sus líneas de evacuación eléctrica.
El 43% son tierras de labor en secano, pero también hay un 13% de frutales, un 8,5% de olivar, un 6% de regadío, también pastizales, zonas de arbustos, bosques de coníferas... Una gran variedad y cantidad de terreno de alto valor, a lo que se une el impacto en la fauna y el paisajístico. En definitiva, en la biodiversidad de la provincia.
Todo ese territorio de sacrificio tiene un fin último que se enmarca en la llamada transición energética, que busca incrementar la generación de energía renovable para reducir el uso de combustibles fósiles cuya quema y emisión de CO2 es la principal causa del cambio climático. Pero esa es la teoría. Porque la realidad es bien distinta.
Más del doble de las necesidades de electricidad
Hasta el momento, Junta de Andalucía y Ministerio han autorizado ya al menos 2.634 megavatios (Mw) en proyectos fotovoltaicos y eólicos en la provincia de Granada. Eso supone más del doble de la potencia eléctrica ya instalada en la provincia.
A 31 de diciembre de 2023 Granada contaba con 1.405 Mw de potencia eléctrica, según los datos de la Agencia Andaluza de la Energía. De ellos, 137 Mw de fuentes no renovables (plantas de cogeneración que usan gas, como las de Torras Papel o Puleva) y 1.268 Mw de energía renovable (minicentrales hidroeléctricas, fotovoltaica, termosolar y eólica).
Con esos 1.268 Mw de fuentes renovables, Granada es capaz de producir más del 60% de la energía eléctrica que consume la provincia (en 2022, últimos datos disponibles, generó el 57% con los 1.208 Mw que había entonces).
Cuando estén en funcionamiento los 2.634 megavatios ya autorizados, Granada generará mucha más electricidad de origen renovable que sus necesidades de consumo. Tendrá una potencia eléctrica renovable de unos 3.900 megavatios (3,9 gigavatios), capaces de generar el doble de electricidad que la que se consume en la provincia. Y todavía faltan por contar los proyectos de megaparques fotovoltaicos y eólicos que se están tramitando a la espera de contar con aprobación ambiental, con lo que, de autorizarse y llevarse a cabo, podrían incluso multiplicar por tres las necesidades eléctricas de Granada.
Macroinstalación fotovoltaica en la comarca del Temple, zona de Ventas de Huelma. francisco contreras parody/archivo
A nivel nacional sucede algo parecido, las fuentes renovables aportaron en 2023 el 55% de la demanda eléctrica del país, que tiene ya una sobrecapacidad eléctrica (la potencia instalada es muy superior a las necesidades de consumo) y que será aún mayor con los proyectos fotovoltaicos y eólicos en marcha.
Es conveniente, no obstante, contar con más capacidad de la necesaria, porque las energías renovables son intermitentes, producen cuando hay viento, sol y agua (en el caso de la hidroeléctrica) y su energía no se puede almacenar, por lo que se necesita contar con el respaldo de otras energías más 'controlables', como la nuclear y, especialmente, las centrales de ciclo combinado (gas), que cubran los periodos en que no hay suficiente energía renovable.
Pero la avalancha de instalaciones fotovoltaicas y eólicas ya está provocando problemas y distorsiones tanto en la propia red eléctrica como en los precios, con muchas horas del día en que la electricidad cuesta 0 euros o incluso tiene precios negativos, y molinos eólicos o parques fotovoltaicos que se paran porque ya no entran en la red por motivos técnicos (curtailment) o de falta de demanda, con lo que se desperdicia energía.
Sobra electricidad
¿Y qué se va a hacer con ese gran exceso de energía eléctrica que van a generar todos los megaparques eólicos y fotovotaicos en marcha? Porque no hay demanda para tanta electricidad. De hecho, el consumo eléctrico, en Granada y en España, lleva años en ligero descenso. En Granada, en 2008 el consumo final de electricidad era de 3.482 gigavatios/hora (GWh) y ha ido bajando hasta los 3.034 GWh de 2022, último año con datos disponibles.
La transición energética pretende incrementar la electrificación de la actividad económica, ya que actualmente la electricidad solo supone alrededor de un 20% de la energía total que utiliza la sociedad. Y para aumentar la demanda de electricidad se confía en el coche eléctrico o en proyectos como el hidrógeno verde (generado a partir de la electrólisis del agua mediante electricidad renovable), pero el coche eléctrico no acaba de arrancar, en Granada solo representa un 0,27% del parque automovilístico (solo algo más a nivel nacional) y resulta una quimera que pueda incrementar la demada eléctrica de forma significativa. Y el hidrógeno verde es un proceso en el que se pierde hasta el 80% de la energía en el proceso de obtención y, además de requerir un gran consumo de agua, cada vez más escasa, tiene un un uso incierto y complicado para el transporte y solo resulta útil en ciertas aplicaciones industriales.
De esta forma, la realidad es que la implantación masiva de grandes instalaciones eólicas y fotovoltaicas recuerda al anterior 'boom' del ladrillo a principios de siglo. En aquel entonces se construyeron cientos de miles de viviendas que no se necesitaban y el resultado fue el que todos conocemos: una burbuja que estalló y dejó miles de urbanizaciones vacías o sin terminar y un sector en quiebra que acabó contagiando a otros como el bancario.
Ahora se está llevando a cabo una acelerada carrera por implantar megaparques renovables impulsada por las Administraciones al calor de los fondos europeos que solo beneficia a grandes empresas y que se asemeja al anterior ladrillazo. Un colonialismo energético sin control ni planificación, impuesto de arriba a abajo, sin contar con los territorios, con recurso incluso a las expropiaciones y la aquiescencia de la mayoría de ayuntamientos al incrementar sus ingresos por las tasas y licencias de los megaparques. Un modelo que está recibiendo cada vez mayor contestación social, encabezada por colectivos ambientales y zonas rurales que ven alterado su territorio sin que se aprecien los beneficios para sus habitantes, más allá de los puestos de trabajo que se generan durante su construcción.
En Granada, el colectivo 'Di no a las Torres' fue el primero en cuestionar el modelo e, integrado en la asociación nacional Aliente, que ha hecho famoso el lema 'Renovables sí pero no así', reclama el uso de tejados y espacios ya urbanizados para la instalación de placas fotovoltaicas, en lugar de terrenos agrícolas o forestales, y está consiguiendo sensibilizar a cada vez más ciudadanía en pueblos de la provincia.
A ellos se han unido otras organizaciones, especialmente a raíz de la megaplanta fotovoltaica autorizada a Ence en Santa Fe (dividida en tres: Atarfe I, II y III), cuya línea de evacuación conllevará expropiaciones en la Vega, lo que ha elevado la contestación social al afectar a un espacio tan sensible. Colectivos como Ecologistas en Acción, 'Somos Vega. Somos Tierra', Auca Santa Fe (asociación de vountariado ambiental), Salvemos la Vega-Vega Educa o Adepa Genil (Asociación de Defensa del Paisaje del Genil) se oponen a esta macroplanta, que ha logrado un nivel de contestación social que hasta el PSOE, partido que impulsa desde el Gobierno central este modelo de colonialismo energético, se ha quejado a la Junta, ya que hasta ahora solo Izquierda Unida y Podemos han levantado la voz a nivel político contra el modelo industrial de energías renovables.