Hacer ejercicio mejora la microbiota intestinal, según un estudio de la UGR

E+I+D+i - IndeGranada - Lunes, 28 de Septiembre de 2020
Los tres autores del trabajo: Huiwen Xu, Lourdes Ortiz Álvarez y Borja Martínez Téllez.
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Los tres autores del trabajo: Huiwen Xu, Lourdes Ortiz Álvarez y Borja Martínez Téllez.

Un estudio de la Universidad de Granada señala que practicar ejercicio mejora la microbiota intestinal. Investigadores de la UGR ha realizado la revisión sistemática más completa hasta la fecha sobre este tema, que analiza 18 artículos científicos. Según informa la UGR, los resultados muestran una asociación positiva entre la actividad física y la capacidad aeróbica sobre la diversidad y composición microbiana, mientras que las intervenciones en ejercicio parece que influyen positivamente en la composición microbiana.

Según explica la UGR, actualmente la microbiota intestinal (las bacterias que tenemos en nuestro intestino) ha adquirido mucha importancia en investigación, ya que interviene en la nutrición, en diversas funciones metabólicas, y en el desarrollo y maduración del sistema inmune. Cuando estas bacterias se encuentran en equilibrio, estado conocido como “eubiosis”, nuestro sistema se halla en un estado de buena salud, pero cuando este equilibrio se rompe, dando lugar a un desequilibrio bacteriano, denominado “disbiosis”, nos encontramos ante un estado de posible patología.

Varios estudios han observado que las personas que sufren patologías como la obesidad, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares presentan un desequilibrio bacteriano en su intestino. Además, en modelos animales se ha visto que el ejercicio restaura el estado de eubiosis, es decir, el equilibrio bacteriano, mejorando así su salud.

Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han realizado la revisión sistemática más completa hasta la fecha sobre este tema, en la que han analizado los resultados de 18 artículos: 9 estudios observacionales, donde se mide la actividad y condición física; 4 estudios con intervención de ejercicio de corta duración y 5 estudios con intervención de ejercicio de media o larga duración, en adultos sanos.

Los resultados, publicados en la revista Clinical and Translational Gastroenterology, muestran una asociación positiva entre la actividad física y la capacidad aeróbica sobre la diversidad y composición microbiana, mientras que las intervenciones en ejercicio parece que influyen positivamente en la composición microbiana.

Infografía sobre la investigación realizada en la Universidad de Granada. ugrdivulga

Pero ¿cuál es la razón de que esto ocurra? Varios estudios han sugerido que existe una comunicación entre el músculo esquelético (sistema afectado directamente por el ejercicio) y el intestino, de manera bidireccional. El músculo esquelético durante el ejercicio es capaz de liberar moléculas antiinflamatorias, llamadas mioquinas, que son capaces de modificar la función del intestino. A su vez, el intestino produce ácidos grasos de cadena corta (AGCCs), que intervienen en la función muscular, creando así el término eje músculo-intestino o intestino-músculo.

Más diversidad y composición bacteriana

En conclusión, según los 18 estudios incluidos en la revisión realizada en la UGR, cuanto mayor es el nivel de actividad física y de capacidad aeróbica mejor es la diversidad y composición bacteriana y se aumentan los AGCCs en las heces de adultos sanos.

Además, las intervenciones de ejercicio parecen influir positivamente en la composición bacteriana. Sin embargo, la heterogeneidad de los estudios examinados impide sacar conclusiones más sólidas. Por lo tanto, aunque la evidencia actual apunta a que el ejercicio tiene un efecto positivo sobre la microbiota intestinal humana, se necesitan más y mejores estudios para confirmarlo. Por último, además, es necesario seguir estudiando los mecanismos involucrados.

Este estudio ha sido realizado en el seno del Grupo de Investigación PROFITH-CTS977 y de la Unidad Científica de Excelencia Ejercicio, Nutrición y Salud (UCEENS) por las investigadoras Lourdes Ortiz Álvarez y Huiwen Xu,en colaboración con Borja Martínez Téllez, de la Universidad de Leiden (Leiden University Medical Center).