Una bola de fuego procedente de un cometa cruza el cielo de Granada
En la noche del 11 al 12 de octubre, pudieron observarse dos brillantes bolas de fuego cruzando el cielo nocturno. La primera de ellas fue vista a las 21:37 (hora local) del 11 de octubre. El fenómeno fue visto por multitud de personas, la mayoría de ellas en Andalucía. La segunda bola de fuego se registró a las 2:59 (hola local) de la madrugada del 12 de octubre. Las dos fueron grabadas por los detectores del proyecto SMART, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
El análisis llevado a cabo por el investigador responsable del proyecto SMART, el astrofísico José María Madiedo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), ha permitido determinar que la roca que originó la primera bola de fuego entró en la atmósfera a unos a unos 58.000 kilómetros por hora y procedía de un asteroide. El choque con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que la roca se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 84 kilómetros sobre la zona este de la provincia de Córdoba siguiendo una trayectoria prácticamente vertical. Terminó extinguiéndose a unos 37 kilómetros de altitud sobre dicha provincia.
La que sobrevoló Granada entró en la atmósfera a 86.000 km/h y se extinguió sobre la vertical del Cubillas a una altura de 73 kilómetros
La segunda bola de fuego fue producida por una roca que procedía de un cometa. Esta segunda roca entró en la atmósfera a unos 86.000 kilómetros por hora, generando una bola de fuego que se inició a unos 101 kilómetros de altitud al sureste de la provincia de Jaén. Desde allí avanzó en dirección sureste, sobrevolando la provincia de Granada para terminar extinguiéndose a una altura de unos 73 kilómetros sobre la vertical del embalse granadino de Cubillas.
Las dos bolas de fuego ha sido registradas por los detectores del proyecto SMART desde los observatorios astronómicos de Calar Alto (Almería), La Sagra (Granada), La Hita (Toledo), Sierra Nevada (Granada) y Sevilla. Estos detectores operan en el marco de la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (SWEMN), que tiene como objetivo monitorizar continuamente el cielo con el fin de registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.