Antonio Trescastro:“Podemos utilizar la liofilización para conservar órganos y tejidos humanos"
Hace 20 años, Antonio Trescastro construyó su primera máquina liofilizadora con una bombona de butano y un aparato de aire acondicionado. Comenzó como técnico de mantenimiento en la Estación Experimental del Zaidín, Centro de investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Actualmente combina su trabajo con la divulgación científica.
Bajo el paraguas de este organismo obtuvo la primera patente para liofilizar setas. En este momento está esperando respuesta a la solicitud de otra patente que abarca todo el proceso de liofilización de productos que contengan agua, incluida también la liofilización de órganos y tejidos de seres humanos.
Hasta el viernes 10 de noviembre se podrá visitar la colección de setas liofilizadas en el patio del Ayuntamiento de Granada. La exposición cuenta con más de 200 especies, además de carteles e infografías explicativas sobre el proceso de liofilización y la importancia de los hongos en el medio natural.
La exposición se puede visitar hasta el viernes, 10 de noviembre. maría alonso
Entró a trabajar en la EEZ para realizar tareas de mantenimiento, y ha terminado siendo un experto en liofilización y divulgador científico. ¿Qué le impulsó a iniciar sus estudios sobre liofilización?
Había un científico, Ignacio Martín, que trabajaba en el laboratorio con heces de cabra. Le pregunté qué estaba haciendo, y me explicó que las congelaba y las metía en una máquina, la liofilizadora. Esta máquina trabaja al vacío y por frío, y extrae toda el agua. Metemos las heces salen totalmente deshidratadas. A través de esto y mi afición a la micología le pregunté si se podrían liofilizar setas. Probamos, funcionó, y a partir de ahí comenzamos a liofilizarlas.
¿En qué consiste exactamente el proceso de liofilización?
El agua tiene 3 estados: sólido, líquido y gaseoso. Nosotros utilizamos un proceso de sublimación: metemos en la máquina, que está funcionando a una temperatura de -50 grados aproximadamente, una seta congelada, o lo que queremos liofilizar. Le provocamos el alto vacío con una bomba de vacío y el agua pasa de sólido a gaseoso sin pasar por el estado líquido. Se queda atrapada en el serpentín de congelación. Una vez que hemos liofilizado, apagamos la máquina y nos sale el agua que tenía la seta o lo que sea que hayamos liofilizado.
Además de las setas, ¿qué otras cosas podemos liofilizar?
Todo lo que tenga agua. Yo empecé con setas, luego pasé a las frutas, pájaros, insectos, los reptiles. Fui probado y viendo que funcionaba. Lo bueno que tiene la liofilización es que sirve para consumo humano y que los alimentos no pierden ningunas propiedades. No es lo mismo que la congelación, que con el tiempo sí que afecta a las propiedades. Una vez liofilizado el producto, lo hidratas, vuelve a su estado natural y te lo puedes comer.
De hecho, algunos chefs, como Ferran Adriá, lo utilizan como técnica culinaria. Sí, Ferran Adriá aprendió de nosotros. Nosotros después de patentar este proceso nos pusimos en contacto con algunos chefs, en este caso Ferran Adriá. Lo utilizan porque potencia el sabor. Por ejemplo, al liofilizar una fresa o cualquier fruta y quitarle el agua, potencias los azúcares, y por esto estará más dulce.
¿Podrían liofilizarse órganos o tejidos humanos con alguna finalidad práctica o beneficiosa para la salud?
Científicamente sí, podemos utilizar la liofilización para conservar órganos, tejidos humanos y células. Obtenemos una conservación para todo el tiempo sin que pierdan propiedades. No sería en nitrógeno líquido, y sería bastante más barato. De hecho en la EEZ algunos investigadores me han pedido que liofilice proteínas para sus ensayos a nivel científico. Tenéis en la exposición un cartel que habla del Niño del cerro El Plomo, un niño inca, el primer descubrimiento de un cuerpo excelentemente conservado.
¿La liofilización es entonces un proceso natural?
Sí, se puede liofilizar naturalmente, sin máquinas. El niño del cerro El Plomo es un ejemplo. A 5.400 metros de altura tenemos baja presión y frío, entonces poco a poco se va haciendo el proceso de liofilización. Antiguamente ya los incas y los mayas liofilizaban frutas, y este niño quedó liofilizado de forma natural.
Ha llegado a liofilizar basura, ¿con qué objetivo?
Sí, hicieron un proyecto (CEAMA), que se inauguró en el Parque de las Ciencias. Liofilizamos unas gafas, redes, una sartén con pequeños moluscos incrustados, un botellín vacío de cerveza… No tenía agua pero sí restos de haber estado en el mar: alguitas, conchitas…
Entonces, ¿es un proceso similar a la disecación?
Es un poco diferente. La disecación se utiliza para animales, peces, montería... Es un proceso más laborioso, porque tienes que quitarle la piel y las vísceras. En cambio, para liofilizar puedes coger una cabeza de gato o un pez y lo único que tienes que hacer es ponerle la postura que quieras, congelarlo y meterlo en la máquina.
¿Qué patentes han obtenido?
Hace unos 16 años se aprobó la primera patente que tuvimos de liofilización, con los investigadores Julio López Gorgé, Ángel Iriarte y Ana Chueca. Un 50% era nuestro y el resto del CSIC. Pero esta ya es de dominio público. Ahora estamos esperando a que nos respondan desde Madrid, porque hemos solicitado una segunda patente que abarca todo el proceso de liofilización de productos que tengan agua.
Con el problema de la sequía que estamos teniendo, ¿puede ser la liofilización una de las soluciones para ayudar a garantizar las cosechas? Claro, es una manera de conservar los alimentos. Puedes liofilizar un tomate, y lo metes en una bolsa al vacío y lo tienes para toda la vida. Ya están vendiendo productos industriales liofilizados, como guisantes, y no encarece el precio porque utilizan grandes máquinas.
¿Alguna otra utilidad práctica de la liofilización?
Para la divulgación científica y en educación. En la EEZ tenemos un museo donde se exponen también aves, reptiles,… Es una manera de incitar a los jóvenes a la investigación, o que conozcan La Amanita phalloides que la puedes confundir con un champiñón, pero es totalmente venenosa.