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Entrevista

Miguel Ríos: "Hay que reconocer que el mundo es otro desde la llegada del rock and roll"

Cultura - JTG - Miércoles, 4 de Octubre de 2023
El cantante granadino actúa el sábado en la plaza de toros celebrando los cuarenta años del ‘Rock & Ríos’.
El incombustible Miguel Ríos durante una actuación reciente.
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El incombustible Miguel Ríos durante una actuación reciente.
¿Dónde estaba usted en el 82? Miguel Ríos batiéndose el cobre embutido en unos apretados pantalones de rayas, recapitulando lo que había sido su carrera en la música, ya de veinte años. Una vez más se reinventaba y esta vez la cosa funcionó ¡y cómo! El invento se llamó ‘Rock & Ríos’, y por segunda vez, tras ‘el Himno de la alegría’, rozó el cielo. El detallado cronista de aquella aventura, Josemi Valle, cuenta que fue contra todos los elementos posibles, y que se logró "por que no sabían que era imposible". Con ese doble vinilo el granadino consiguió que el Rock fuera el lenguaje de una generación, la que ahora mayormente se reúne para revivir aquellas canciones, que eran casi más auténticos himnos vitales de los que tenían por delante nada menos que construir un país libre, abierto y amplio para todos. Cuarenta años después, un muy esforzado Miguel Ríos las ha puesto nuevamente en pie, para goce de aquellos que estuvieron allí y de los que no, para recordar a los que ya no están, y no olvidar la potencia de la música, cuando era mucho más que un iconito en un móvil. El sábado a la plaza de toros vuelve el Rock, vuelve Miguel Rock & Ríos.   

─ 40 años después… ¿Cómo van esas sienes plateadas?.... ¿y el resto?

─ En cuanto a la cabeza no me puedo quejar, sigo teniendo pelo que para un rockero no es asunto menor. El resto sí tiene los achaques propios de la edad tardía. Pero subir a un escenario me mantiene peleando contra la decrepitud.

─ Josemi Valle asegura que hubo un antes y un después del ‘R&R’ en la música de este país… ¿Está de acuerdo?

─ No me atrevo a ser tan rotundo con mi propia carrera. Solo sé que hicimos un buen disco, para los baremos patrios y para el estándar sajón, según me contó alguien tan sabio en esto del rock and roll como Tom Dowd. 

"El análisis de lo que pasó en el 82 depende de la ideología en la que milites. Claro que estaba todo por hacer, entre otras cosas vivir en libertad"

─ Entre otras cosas, en 1982 estaba todo por hacer, también en este país ¿Y lo hemos hecho bien… o no tanto?

─ Para gustos, colores. El análisis de lo que pasó en el 82 depende de la ideología en la que milites. Claro que estaba todo por hacer, entre otras cosas vivir en libertad. Cuatro décadas dan para mucho deterioro, sobre todo para los que pensábamos que la historia no se repetía. Nos habría venido muy bien leer a Ángel González: “la Historia y la morcilla de mi tierra: se hacen las dos con sangre, se repiten”.

─ Viendo lo de Madrid el año pasado, (risas), nadie dudaba de que hubiera una gira ‘rock de una noche de veroño’?

─ (carcajada) En este oficio tiene mucho riesgo meterte en la carretera a celebrar un disco hecho hace 40 años. Hay que tener unas reservas energéticas, una materia impropia de un casi octogenario. Pero los viejos rockeros fagocitamos de maravilla el chute emocional que viene del público, y aquí estamos.

─ Lo ha vuelto a hacer ¿porque no sabía que seguía siendo imposible?

─ Lo que siempre supe es que es imposible hacerlo sin sufrimiento e incertidumbre, aunque ahora las ventajas técnicas y logísticas pertenecen a otra dimensión. Ahora el equipo aquel siempre suena bien.

─ ¿Y qué tal en ruta con sangre fresca? ¿Se hace transfusiones de José Nortes y los demás, como Keith Richards, o no llegamos a tanto? 

─ (carcajada) La verdad es que tocar con algunos músicos que pueden ser tus hijos mola mucho. Si la energía que recibimos del público hace esos milagros cuasi psicotrópicos conmigo, que estoy curado de masas, figúrate lo que hace con almas vírgenes receptivas. Los pone como motos y me arrastran. Ahora, mis transfusiones parecen mejores que las de Keith, el pobre está hecho una ‘pasica’. (Risas)

"Lo que le debo a mis paisanos es muy importante para mi construcción como artista. Recibir el constante apoyo a mis proyectos y, de una forma, financiarlos, los convierte en mis mecenas. Granada siempre ha estado conmigo" 

─ Aquí, aquel año fue impresionante: en el campo de fútbol de La Chana antes muchos miles de personas, pero es que antes había llenado en Motril con La Noche Roja, en el teatro Isabel, la carpa Alhambra de Agustín, el Paseo de los tristes o aquel Corpus ante más de 10.000 personas antes de ‘El rock de la noche’… Caray, ¡Al margen de lo que dibujó el querido Martinmorales con su acidez, ha sido y es de los pocos granadinos que profetizan en casa y le escuchan! 

─ Lo que le debo a mis paisanos es muy importante para mi construcción como artista. Recibir el constante apoyo a mis proyectos y, de una forma, financiarlos, los convierte en mis mecenas. Granada siempre ha estado conmigo. Supongo que se ven como parte de mi aventura vital: un chavea que sale a buscar el triunfo es una proyección muy romántica y por eso me apoyan. Y la ciudad oficial me ha premiado con todo lo que tiene, ¿no voy a estarle agradecido?

Un documento histórico: entrada para el 'Rock&Ríos' de 1982 en Madrid. jtg

─ Algunas de sus frases: ‘Bienvenidos..’, ‘Los viejos rockeros…’ son ya lenguaje popular, su ‘Es el tiempo del cambio’ fue lema, a Amaral se la citó en el Congreso, Coque Malla encuentra que un estribillo suyo lo usaba un partido político, un titulo de los Cero dio nombre a un programa de TV (¡de Intereconomía!), el presidente del Gobierno se fotografía con Lori Meyers… ¿El rock está ya completamente asimilado y ha perdido su capacidad de incordiar?

─ Lo que ha perdido es influencia, como la cultura en general. Solo en parte de la década de los ochenta el rock (y sucedáneos) se postuló como la música hegemónica de este país. Desde entonces se ha ido asentando y creciendo con la gente que lo descubrió entonces. Pero, por desgracia, es el deseo de incordiar el que desaparece, no el rock and roll. Ahora hay que ver el género como un continente, el contenido lo ponemos ciudadanos con más o menos conciencia política.

─ Se lo pregunto porque dicen (una vez más) que ha muerto, pero esta vez parece que va en serio: casi nadie menor de 30/40 años lo escucha… ¡se ha quedado en un elemento generacional!

─ Recuerdo las Matinales del Price, no había ni un calvo. Todos éramos jóvenes. Mirándolo desde su nacimiento en España, peleando contra la censura y el Ministerio de Orden Público, me doy cuenta que se generó una vivencia generacional, que hoy sigue llenando los locales de ensayo con chavales en busca de un sueño. Y eso de que no viene gente joven…

"Nosotros, los jóvenes de los sesenta, nos metimos en un cambio cultural sin saberlo. Sí sabíamos que la cultura oficial no nos movía, y abrazamos la fe de Memphis sin saber (al menos yo), de una forma mimética"

─ Paradójicamente, buena parte de la bibliografía reciente que repasa la música española de los años 60 y 70 en España inciden en la potente capacidad ‘revolucionaria’ que ha tenido el rock en los cambios sociales/culturales de este país… ¿es como un bumerang, de verdad?

─ En la vida todo es pendular, todo es bumerang. Nosotros, los jóvenes de los sesenta, nos metimos en un cambio cultural sin saberlo. Sí sabíamos que la cultura oficial no nos movía, y abrazamos la fe de Memphis sin saber (al menos yo), de una forma mimética. Pero fuimos creciendo en número y claro que influimos, empujados por el éxito planetario de los Beatles y otros, se nos empezó a tener en cuenta. Pero lo importante es que seguimos y somos legión. Hay que reconocer que el mundo es otro desde la llegada del rock and roll.

─ Tengo un Mundo Joven de 1973 donde decía en la portada… “No me echan, me voy”… y aquí estamos (risas).

─ No recuerdo esa entrevista. Por la fecha, puede que fuera por algo que estuviera relacionado con los hechos de mi detención por fumar canutos. Pero es curioso cómo se relaciona mi carrera con el abandono. No digo que yo, desde mis inseguridades, no lo haya facilitado. La primera vez fue cuando escribí ‘Vuelvo a Granada’. Esa canción está escrita desde la premonición de que mi carrera estaba al borde del fracaso y volvía a casa. Claro que luego vino el salvavidas de ‘El río’ y todo cambió.

─ Hasta hace nada solo el blues y le jazz permitía morir con el micrófono puesto… En cualquier caso, ¡ahí está usted, Jagger, Stewart, Neil Young, o el abuelo Dylan entre otros muchos ampliando la vida útil de rock como forma de vida y comunicación!

─ Claro, todo viene de aquella frase, algo pretenciosa, de la genial My Generation de The Who: ‘I hope I die before I get old’. Cuando la gente se dio cuenta de que lo de ‘dejar un bello cadáver’ no molaba y que ellos y su música crecían con sus seguidores, dijeron carretera y suite. Y siguieron haciendo buenas canciones y contándoles a la gente sus emociones.

Miguel Ríos, con un cartel de su Fundación Rock y Solidaridad. jtg

─ Le pusieron aquí su nombre a un parque. ¿Le hubiera hecho más ilusión un auditorio, por aquello de que el movimiento se demuestra tocando?

─ Yo nunca pido, y acepto lo que me place. Un parque es un lugar al que le he cantado en un par de temas, que ahora recuerde. Quizá por ahí venga la inspiración municipal que me honró.

─ Y tras el ‘Rock and Ríos II (el regreso)’, ¿qué?, porque no le veo de todólogo opinando en debates y tertulias, ni ejerciendo de sabio en su Fundación sin poder decir ‘1, 2, 3, probando’…

─ Yo tengo como tarea pendiente, ayudar al desarrollo de la Fundación para la Solidaridad y el Rock, que han puesto en marcha algunos miembros de mi familia, con el propósito de ordenar, archivar y cuidar el legado de mi carrera. Y claro, mientras tenga garganta, fuerzas y pelo, algo habrá que hacer, para volver al one two three!