Borja Niso: “Cambié la ingeniería por la felicidad”
─ Recordando unos cursillos por correspondencia antiguos… ¿A la felicidad por la informática…? Porque usted era ingeniero informático…
"Mi carrera me gustaba, mis proyectos también, y mis compañeros, pero cambié por algo más grande, por mi propósito de vida"
─ Efectivamente, lo soy, estuve trabajando 16 años, y si la pregunta es que dejé la informática por la felicidad. La respuesta es que sí, cambié la ingeniería por la felicidad. Mi carrera me gustaba, mis proyectos también, y mis compañeros, pero cambié por algo más grande, por mi propósito de vida.
─ ¿Y también algo así como presidente del club de fans de Ludovico Einaudi, o no es para tanto?
(carcajada) No para nada, todavía no ostento ese cargo (carcajada).
─ La última vez que vino decía que no había sido posible conocerle aún… ¿Ya sí lo han hecho?
Sobre Ludovico Einaudi: "Yo lo único que quiero es darle las gracias, por haberme cambiado la vida y por haberme descubierto mi propósito de vida"
─ Intentamos conocerle, pero por cuestiones de agenda no pudo ser. Antes de la pandemia, conseguimos hablar con su mánager, cogí un vuelo a Milán y, no pudo ser. No le conozco personalmente, aunque le hemos hecho llegar mi historia. Pero vamos, no me considero un fan loco, yo lo único que quiero es darle las gracias, por haberme cambiado la vida y por haberme descubierto mi propósito de vida.
─ ¿Qué descubrió, en modo flash bíblico, en la música de este compositor para que le cambiará la vida?…
"Y no se dio mal, llevo cuatro años de gira, y en 350 conciertos hemos superado los 70.000 espectadores"
─ Todo empezó hace seis años, en mi casa, en 2015, pusieron un anuncio en TV, que seguro que recuerdan, el de ‘Justino y la fábrica de maniquís’, y cuando lo vi me impactó mucho su música, me pareció mágica y brutal, y la seguí. Descubrí a Ludovico, le vi en el Teatro Real, y lo que sucedió en aquel concierto cambió mi vida. Dejé la ingeniería, y pensé que mi futuro era emocionar a la gente, y que tenía que aprender a tocar el piano para conseguirlo, soy autodidacta desde cero, pero tenía que hacerlo para poder tocar y emocionar a las personas que venían a verme. Y no se dio mal, llevo cuatro años de gira, y en 350 conciertos hemos superado los 70.000 espectadores.
"Hay que hacer caso a esa voz interior, y estoy convencido de que con esfuerzo y sacrificio, poniendo cariño y amor, se puede conseguir todo"
─ ¿Usted es un buen ejemplo de que 'si se quiere se puede'?
─ Lo suscribo, y lo digo en mis conciertos. Todo el mundo tiene un sueño. Hay que hacer caso a esa voz interior, y estoy convencido de que con esfuerzo y sacrificio, poniendo cariño y amor, se puede conseguir todo. En aquel concierto yo me vi, y la verdad es que me encanta ser esa persona que transmite ese mensaje tan esperanzador.
─ Y de lo que ‘el que la sigue la consigue’… Porque en esta segunda vida llena hasta la bandera… ¿Justicia poética?
"No sé si es justicia poética, pero cuando encuentras sentido a la vida, qué más poético puede haber que encontrar la plenitud. Sinceramente no cambiaba esto por nada en el mundo"
─ (carcajada) Es curioso todo lo que me ha pasado. Pero es importante señalar que no cambié porque no fuera feliz, tenía buen trabajo, una casa, una familia, tenía 35 años con todo lo que la vida te va y no necesitaba ningún cambio, pero efectivamente, ese 16 de abril, de 2016, escuché mi voz interior y cambió todo. No sé si es justicia poética, pero cuando encuentras sentido a la vida, qué más poético puede haber que encontrar la plenitud. Sinceramente no cambiaba esto por nada en el mundo.
─ Es curioso, cada vez que hablan de usted hablan del músico ‘autodidacta’, pero casi todos lo son: John Lennon, Dylan, Paco de Lucía… y nadie lo añade...
"No me importa, lo digo a la gente, que se puede conseguir, ser autodidacta no es malo, al menos en otras culturas. Lo importante es transmitir"
─ Así es. Cuando hablan de mi me dicen eso, en un tono dubitativo, pero la gran mayoría de los músicos los son, incluyo a Pavarotti, que no sabía leer partituras. No sé cuál es el motivo y no hace falta decir nada, porque están ahí por su talento, y han llegado de una forma autodidacta, estudiando por nuestra cuenta, aprendiendo. Pero a mí me lo ponen, y a ellos no (risas). Ha sucedido con muchos de los más grandes en todas las artes. Parece que ser artista no está muy bien visto, y llegar a serlo sin apoyos ni conocimiento, buscándotelo todo tú… Pero es la realidad y es con lo que tenemos que luchar los que vivimos de esto. No me importa, lo digo a la gente, que se puede conseguir, ser autodidacta no es malo, al menos en otras culturas. Lo importante es transmitir.
─ Dejó la informática, sí, pero veo que lleva usted personalmente sus redes… ¿Qué tal se lleva con esos canales?
"Llevo mis propias redes personalmente. Al final, ser músico son muchas cosas: estudiar mucho, y también tienes que crear conciertos, y hacerlo todo, porque en mi caso soy autodo: automúsico, autopatrocinador, autopromotor, autosello discográfico…"
─ Así es, llevo mis propias redes personalmente. Al final, ser músico son muchas cosas: estudiar mucho, y también tienes que crear conciertos, y hacerlo todo, porque en mi caso soy autodo: automúsico, autopatrocinador, autopromotor, autosello discográfico… Y no me importa. Da igual lo que esto crezca, siempre, siempre seré yo el que atienda las redes, el que responda a la gente y que tenga contacto directo con ellos. Lo tengo muy claro, siempre seré yo el que mantiene ese contacto, requiere muchísimo esfuerzo, pero el contacto directo con mi gente lo es todo.
─ ¿Cómo es el concierto ‘El sueño’?
─ Es el cierre de una primera etapa como artista. He venido varias veces a Granada, tanto con música de Ludovico y mía, pero este año pensé que había que presentar mi música, a través de los sentidos, no como una presentación al uso. Es una experiencia sensorial y audiovisual. Trabajamos los sentidos, con el olfato, con la vista, se trabaja con el tacto y el gusto… Y quería tener algo my familiar, con niños y gente joven, y así creamos un concierto para ellos. Es el sueño, el que hay que cumplir. El final, la última media hora me la reservo porque no lo puedo contar. Granada es uno de los primeros sitios donde me presenté y mejor se me acogió, y sigo fiel al mes de febrero, quizás porque es el mes de los enamorados.