La apasionante y aventurera vida de la Baronesa de Wilson
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Emilia Serrano nació en Granada; vivió en París con la reina exiliada María Cristina de Borbón; recorrió sola toda América durante treinta años
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Fue una de las primeras feministas, defensora de los derechos de la mujer, publicó decenas de libros de viajes y siempre predicó su granadinismo
Conocí la existencia de la escritora y aventurera Emilia Serrano García hace unos veinte años, a través de escritos de la profesora Amelina Correa. Me interesó su apasionante vida de aventurera y prolífica escritora, quizás no reconocida suficientemente por estas tierras andaluzas. Después he profundizado en la infinidad de escritos que nos dejó en su larga existencia, sobre todo relacionados con América, sus gobernantes decimonónicos y, sobre todo, sus mujeres. Gracias a esta granadina, Europa pudo conocer la historia de muchos de aquellos países hermanos.
La vida de esta granadina tan adelantada a su tiempo es de película. Emilia vivió una vida glamurosa en el París de Eugenia de Montijo y el Madrid convulso de Isabel II, pero nunca se olvidó de su Granada natal, de la que partió muy pequeña y sólo regresó una vez
La vida de esta granadina tan adelantada a su tiempo es de película. Su historia me ha interesado aún más al verificar que sus relaciones románticas y amorosas fueron tan reales con José Zorrilla que hasta tuvieron una hija de sus amores furtivos. Emilia vivió una vida glamurosa en el París de Eugenia de Montijo y el Madrid convulso de Isabel II, pero nunca se olvidó de su Granada natal, de la que partió muy pequeña y sólo regresó una vez.
Granadina por casualidad
Emilia Serrano García nació en Granada casi por casualidad. Su madre –María Purificación García Cano– llegó a la ciudad en el otoño de 1833 en avanzado estado de gestación. Venía acompañando a su esposo Ramón Serrano García. La niña nació el 3 de enero de 1834. La pareja era originaria de Valladolid, aunque los últimos años habían residido en Madrid; él procedía de familia hidalga pucelana, con fortuna considerable. Ramón reunía los requisitos necesarios para ser oficial de la Guardia de Corps del rey Fernando VII. Sirvió en el Palacio Real durante unos pocos años.
Oficialmente, la familia llegó a Granada anunciando que el militar, ya retirado, también era notario y venía a establecerse como tal. Pero, en realidad, Ramón Serrano jamás llegó a ejercer de escribano en Granada durante los casi cinco años que residió en ella (no figura en el archivo de protocolos notariales del Colegio). Este oficial de Corps era compañero de armas de Agustín Fernando Muñoz Sánchez en el Palacio Real de Madrid y, por tanto, muy cercano a la reina regente María Cristina de Borbón Dos Sicilias. Y Agustín Fernando acabó siendo amante y segundo marido de María Cristina, tras la muerte de Fernando VII.
Lo más probable es que Ramón Serrano García viniese a Granada en calidad de enviado político/espía de la reina regente, ya que por entonces esta ciudad era considerada un nido de liberales. El antiguo guardia de Corps fue siempre colaborador fidelísimo de la regente y su esposo, el Duque de Riánsares; efectuó algunas gestiones para la causa realista por Andalucía durante la primera guerra carlista (1836-39)
En suma: lo más probable es que Ramón Serrano García viniese a Granada en calidad de enviado político/espía de la reina regente, ya que por entonces esta ciudad era considerada un nido de liberales. El antiguo guardia de Corps fue siempre colaborador fidelísimo de la regente y su esposo, el Duque de Riánsares; efectuó algunas gestiones para la causa realista por Andalucía durante la primera guerra carlista (1836-39). Incluso compartió negocios con Agustín Fernando y el Marqués de Salamanca.
De todo este preámbulo sólo debemos quedarnos con el hecho de que Emilia Serrano García nació en Granada y permaneció aquí durante los primeros años de su infancia. A partir del exilio francés de la regente María Cristina de Borbón (1840), la familia Serrano García también se marchó a vivir a París con la cohorte. El cabeza de familia fue empleado por la joven reina Isabel II como miembro de su cuerpo diplomático. Este cargo real hizo que la familia tuviese la ocasión de viajar en el futuro por ciudades de Alemania, Irlanda, Bélgica, Italia, etc. A la hija única Emilia Serrano García la ingresaron en uno de los mejores colegios de París –Sagrado Corazón de Jesús–, donde recibió una formación bastante completa. El hecho de viajar a varios países durante su adolescencia también le facilitó el dominio de varios idiomas. Además, Emilia demostró ser inteligente y precoz, pues a los catorce años ya escribía en revistas y publicaba poemas.
Zorrilla la conquista en París
José Zorrilla era un joven poeta consagrado desde que en 1844 publicó Don Juan Tenorio. Pero, a pesar de su fama nacional, continuaba siendo un muerto de hambre porque en España no se podía vivir de las letras. Decidió irse a París en busca de mejor fortuna. Nada más llegar a la capital de Francia asistió a unos exámenes en el Colegio del Sagrado Corazón. Le encargaron entregar un premio a una jovencita muy despierta que le llamó la atención. Se trataba de Emilia Serrano García, hija precisamente de un matrimonio vallisoletano conocido del poeta.
Varios años después, en una sesión en el Teatro Italiano de París, José Zorrilla asistió a una sesión de Rigoletto. En un palco de enfrente divisó a la familia Serrano García acompañada de su hija Emilia, que ya tenía cumplidos los catorce años y llamaba la atención por sus cualidades personales. Zorrilla procuró reanudar su antigua amistad con la asistencia periódica a casa de la joven a recitarles poemas. Era evidente que Zorrilla (que superaba la treintena y estaba casado) bebía los vientos por la precoz adolescente.
El poeta la convirtió en su Leila particular. Comenzó a inspirarle versos y a dedicarle obras enteras. Cuando la madre fue consciente del encelamiento que tenía el poeta con su hija, comenzó a llevársela de viajes para apartarla de él. Zorrilla la seguía por todas partes y procuraba citarse con ella en secreto. Era evidente que la joven Emilia era receptiva al galanteo y a los requiebros del autor de versos tan románticos. Siguió a la familia a Londres con tal de estar cerca de Emilia; los Serrano regresaron a París y Zorrilla volvió a tener permiso para recitar a la niña. Fue el tiempo en que el poeta escribió La Rosa de Alejandría y la Serenata a Leila, ambos libros inspirados y dedicados a Emilia, su secreta musa.
Por aquellos años, Emilia –con sólo catorce años– había sido dada en matrimonio a Heinrich Wilson, un barón de acaudalada familia alemana. Pero Zorrilla continuaba frecuentándola para leerle versos. El resultado final fue que Emilia dio a luz una niña, a la que bautizaron como Margarita Aurora. ¿De quién fue fruto aquel embarazo: del Barón de Wilson o de José Zorrilla?
Por aquellos años, Emilia –con sólo catorce años– había sido dada en matrimonio a Heinrich Wilson, un barón de acaudalada familia alemana. Pero Zorrilla continuaba frecuentándola para leerle versos. El resultado final fue que Emilia dio a luz una niña, a la que bautizaron como Margarita Aurora. ¿De quién fue fruto aquel embarazo: del Barón de Wilson o de José Zorrilla? A raíz de las cartas que cruzó Emilia Serrano con el biógrafo de José Zorrilla en 1918 (Zorrilla, su vida y sus obras, de Narciso Alonso Cortés), resulta más que evidente que la niña fue resultado de los amores secretos del poeta con la muchacha. José Zorrilla emprendió veloz huida a México (en 1855) lamentando no tener valor para hacer frente a aquella situación. Ese mismo año volvió a dedicar otra obra a Leila (La flor de los recuerdos). El día de la despedida, Emilia acudió al muelle con la niña en brazos. Tiempo después le remitió una fotografía, que Zorrilla guardó durante toda su vida y apareció en su escritorio cuando falleció en 1893. La fotografía se la había hecho el año 1854, cuando la dejó embarazada.
El Barón de Wilson falleció a los tres años de matrimonio. Emilia Serrano García recibió en herencia el apellido de su marido (Wilson) y una considerable fortuna. A los 18 años de edad se encontraba viuda. Para mayor desgracia, poco tiempo después falleció la pequeña Margarita Aurora.
Fue el momento en que Emilia y su madre emprendieron una serie de viajes por Europa con el pretexto de distraerse. También por España. Se le acrecentó la vocación de escritora. Fundó una revista, La Caprichosa. Publicó todo tipo de crónicas en periódicos de París y Madrid. Empezó a sonar el nombre de una mujer escritora-periodista
Fue el momento en que Emilia y su madre emprendieron una serie de viajes por Europa con el pretexto de distraerse. También por España. Se le acrecentó la vocación de escritora. Fundó una revista, La Caprichosa. Publicó todo tipo de crónicas en periódicos de París y Madrid. Empezó a sonar el nombre de una mujer escritora-periodista. No era habitual que la mujer fuese aceptada en aquel oficio de cronista de viajes. Pero Emilia contravino las costumbres del momento, firmó con su nombre, pero también lo hizo mayoritariamente como Baronesa de Wilson, Gil Paz, Leila, Leilach, Manuel Lescano y Angulo, In Nova, etc.
Entre 1859 y 1860 se dio a conocer en la prensa madrileña a través de sus poemas y crónicas de todo tipo. Su madre y ella viajaron por Galicia y Andalucía. Recalaron en Granada, quizás por vez primera desde que se ausentaron antes de 1840. En Granada dio a conocer el himno guerrero La Granadina, compuesto para arengar a las tropas españolas en la guerra contra Marruecos (1859-60) emprendida por O´Donnell. Emilia Serrano siempre fue predicando por todos sitios que ella era granadina, a pesar de que vivió en esta ciudad solamente los primeros años de niñez,
Feminista y pionera del periodismo de viajes
La familia Serrano García solía pasar algunas temporadas en una residencia junto al Lago di Como. Allí tenían por vecino a un tal Don Máximo, erudito de gran biblioteca en la que la adolescente Emilia pasó infinidad de horas leyendo libros de viajes. Y de tribus indígenas. Sobre todo del desconocido por entonces continente americano. Allí le nació el gusanillo por conocer América y sus gentes.
El momento oportuno le llegó en 1865, tras el fallecimiento de su madre. Viuda y sola en la vida vio el momento oportuno, a sus 31 años, de emprender la aventura anhelada. Se embarcó rumbo a Buenos Aires dispuesta a vivir experiencias reservadas sólo al sexo masculino y escribir sobre América, sus gentes y, sobre todo, sus mujeres anónimas. Ya no pararía de viajar por las Américas durante los siguientes treinta años de su vida. Recorrió todos los países americanos, desde la Patagonia a Canadá. Realizó al menos seis travesías entre Europa y América, de manera que sumó estancias americanas durante más de catorce años, que alternó con periodos en Europa.
Fue una mujer muy avanzada para su tiempo, ya que no viajaba sólo como turista acompañada de un séquito de sirvientes, como era habitual en la aristocracia europea. Era toda una aventurera a pie, en caballería o en diligencia. Conoció y se codeó con la mayoría de presidentes de las jóvenes repúblicas americanas. Estudió su historia, sus costumbres, sus personajes y los hechos más importantes
Fue una mujer muy avanzada para su tiempo, ya que no viajaba sólo como turista acompañada de un séquito de sirvientes, como era habitual en la aristocracia europea. Era toda una aventurera a pie, en caballería o en diligencia. Conoció y se codeó con la mayoría de presidentes de las jóvenes repúblicas americanas. Estudió su historia, sus costumbres, sus personajes y los hechos más importantes. Los fue publicando en la prensa europea. Gracias a ella comenzaron a conocerse muchas características americanas en el viejo continente europeo.
En 1870 recaló un tiempo en Sevilla, donde conoció a la escritora Fernán Caballero (Cecilia Bohl de Faber), quien al contrario que Emilia no se atrevía a firmar con su verdadero nombre. En uno de sus regresos a España, en 1874, conoció al médico catalán Antonio García Tornel. Contrajo matrimonio con él y fijó su residencia en Barcelona, pero aun así continuó viajando a América en soledad o acompañada de Tornel, conocido proselitista de la masonería. Cuando enviudó del médico unos años después, también solía adoptar el apellido Tornel como firma literaria (Serrano García de Tornel).
Su vida creativa fue fecundísima. Publicó más de veinte tomos sobre la historia de América, sobre América y sus mujeres; miles de artículos en torno a etnografía americana. En cantidad, ha sido la periodista con mayor número de artículos, reportajes y libros publicados. Algunos de sus libros alcanzaron tiradas de 150.000 ejemplares (Almacén de señoritas, dedicado a su hija fallecida).
Ha sido la periodista con mayor número de artículos, reportajes y libros publicados. Algunos de sus libros alcanzaron tiradas de 150.000 ejemplares (Almacén de señoritas, dedicado a su hija fallecida)
Permaneció en activo hasta prácticamente el día de su fallecimiento, ocurrido en Barcelona el 1 de enero de 1923.
Ya en 1911, Colombine (Carmen de Burgos) reconoció sus méritos en la Revista la Alhambra calificándola de granadina ilustre injustamente olvidada. Y todavía no había fallecido. Hoy, esta pionera granadina, feminista sin saberlo, continúa estando un tanto olvidada por sus paisanos.