UNA GRAN MUJER AL LADO DE UN GRAN PERSONAJE

Ana Gutiérrez, la motrileña que ‘tanto monta/ monta tanto’ con Alonso de Contreras

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 5 de Septiembre de 2021
Gabriel Pozo Felguera recupera en este gran reportaje a una mujer excepcional, la motrileña Ana Gutiérrez de Contreras, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, injustamente olvidada, mientras su esposo, Alonso de Contreras, que llegó a ser el más rico y poderoso de la zona y alcalde del municipio, bien honrado que está, aunque su mujer logró no solo ampliar con talento la fortuna familiar, sino también provocar el primer cabildo predemocrático de Motril, que decidió, finalmente, a favor de sus intereses. Una historia que debes conocer para hacer justicia a una singular dama.
Convento e iglesia de la Victoria, hacia finales del XIX, en una foto tomada desde el Santuario de la Cabeza.
Convento e iglesia de la Victoria, hacia finales del XIX, en una foto tomada desde el Santuario de la Cabeza.
  • La que fue mujer más emprendedora, rica y poderosa entre finales del siglo XVI y principios del XVII permanece injustamente olvidada

  • Ganó un pulso al ayuntamiento de Motril al forzar un cabildo abierto del municipio para construir un molino en la acequia principal

  • Sufragó la construcción de la iglesia de la Victoria para su enterramiento y construyó el palacio conocido como Casa de Eugenia de Montijo

Detrás de un gran hombre siempre suele estar una mejor mujer. Pero en el caso de Ana Gutiérrez de Contreras quizás habría que decir que delante de un gran hombre siempre iba una gran mujer. Doña Ana Gutiérrez fue una motrileña a caballo entre los siglos XVI y XVII, de iniciativa, actividad y personalidad más que sobresalientes; casada con el hombre que consiguió ser el más poderoso y rico de Motril. Impulsores de la producción de dos ingenios azucareros preindustriales y constructores de la Iglesia de la Victoria. Ana sobrevivió bastantes años a su esposo; le quedó tiempo para aumentar su fortuna y poner de rodillas al Ayuntamiento de Motril en uno de los pocos concejos abiertos “predemocráticos”. Aquella gran mujer está un tanto diluida en la Historia, mientras su marido ha dejado infinidad de rastros como alcalde de Motril, constructor de ingenios, dueño de la Casa de Contreras, patrono del desaparecido convento de la Victoria, etc, etc. El matrimonio actuó tanto monta/ monta tanto durante toda su vida, pero a ella le ha tocado ser injustamente olvidada.

Cuando al Ayuntamiento de Motril se le ocurrió, ­hace ahora tres décadas­, rebautizar una calle con el nombre de Alonso de Contreras, quizás hubiera sido mejor haberla dedicado al matrimonio Alonso y Ana de Contreras. Pero por entonces no había sido suficientemente estudiada la historia de aquella desconocida familia de la eclosión urbana y poblacional que registró Motril a finales del XVI con el cultivo y exportación del azúcar de caña. No se conocía que Ana había jugado un papel tan importante, o más, que Alonso en los negocios familiares y en la toma de decisiones del matrimonio. E incluso es muy probable que la fortuna inicial de las inmensas riquezas que amasó la familia la aportase ella al provenir de una saga con mayores posesiones, tanto en la capital como en la Costa.

Calle dedicada a Alonso Contreras en Motril.

No se conocía que Ana había jugado un papel tan importante, o más, que Alonso en los negocios familiares y en la toma de decisiones del matrimonio. E incluso es muy probable que la fortuna inicial de las inmensas riquezas que amasó la familia la aportase ella al provenir de una saga con mayores posesiones, tanto en la capital como en la Costa

Alonso de Contreras fue uno de los personajes más sobresalientes en el Motril de entresiglos XVI y XVII. Ocupó cargos representativos y públicos en instituciones, gremios y el gobierno del Concejo motrileño, incluido el de alcalde mayor, además de actuar como prestamista a la ciudad y representante ante Granada y la Corona. Le tocó vivir la guerra de las Alpujarras (1568-70) y las dos expulsiones de los moriscos (la de 1571) y la definitiva de 1609, siendo ya alcalde. Fue precisamente a partir del primer extrañamiento de los moriscos de Motril cuando Alonso de Contreras empezó a adquirir propiedades y tierras desaforadamente, la mayoría de ellas habían pertenecido a los antiguos mudéjares.

Precisamente por aquellos años de intensa actividad comercial, agrícola y empresarial fue cuando contrajo matrimonio con una joven unos cuantos años más joven que él. Se trataba de Ana Gutiérrez Ruiz (de la familia de los Ruiz Gutiérrez, riquísimos propietarios en Granada capital y en tierras de la Costa, llegados a Motril también tras la expulsión de los moriscos. Su hermano Alonso Ruiz Gutiérrez repartió gran parte de su herencia entre su hermana Ana y sus sobrinas, cuando falleció en 1625). Al matrimonio Ana/Alonso les nació su primera y única hija, Mariana, hacia 1580-1.

Plano de Motril en el siglo XVII. Se conservaba entera la muralla medieval y los arrabales extramuros que crecieron rápidamente a partir de mediados del XVI. Con el 1 se marca dónde estuvo la Casa de Contreras; el 2 marca la iglesia y convento de los Mínimos.

Alonso de Contreras apenas había aparecido en documento público alguno hasta que no casó con Ana Gutiérrez; a partir de entonces, adquirió uno de los cinco molinos de caña que había en Motril (el del expulsado Luis Abelhucey), situado en la Carrera y conocido más tarde como Molino Viejo de Contreras. El matrimonio empezó a comprar solares en la zona de la Carrera, 700 marjales en el pago de Trafamarral, el pago de Sarracín, casas en la Rambla del Manjón, viñas en Magalite, etc., etc. En aquellos primeros años de matrimonio, iniciaron la construcción de la que sería su casa solariega, el Palacio de los Contreras, ubicado intramuros en un amplio solar lindando con la Puerta de Granada y a espaldas del cementerio de la iglesia mayor; en la parte trasera ubicaron el Mesón de la Puerta de Granada. También por aquellos años construyeron o repararon otro molino de caña que se llamó el Molino Nuevo de Contreras. Ambos molinos, el Viejo y el Nuevo, prolongaron su vida útil hasta casi mediado el siglo XVIII.

El matrimonio empezó a comprar solares en la zona de la Carrera, 700 marjales en el pago de Trafamarral, el pago de Sarracín, casas en la Rambla del Manjón, viñas en Magalite, etc., etc. En aquellos primeros años de matrimonio, iniciaron la construcción de la que sería su casa solariega, el Palacio de los Contreras, ubicado intramuros en un amplio solar lindando con la Puerta de Granada y a espaldas del cementerio de la iglesia mayor; en la parte trasera ubicaron el Mesón de la Puerta de Granada

En suma, el matrimonio formado por Alonso de Contreras y Ana Gutiérrez había conseguido alzarse con la fortuna más considerable de Motril a finales del siglo XVI. Además de ricos, reconocidos y poderosos, sus grandes aspiraciones eran garantizarse el cielo y mezclar la sangre de sus descendientes con la nobleza española. Y por entonces eran cuestionas fáciles si se tenía dinero en abundancia para comprar los deseos, como era su caso.

Sus principales actuaciones se encaminaron a sufragar la construcción de una iglesia-monasterio para utilizarla como panteón familiar de enterramiento, y a casar a su única hija con algún hidalgo adinerado y, a poder ser, con título nobiliario. Las dos estrategias las pusieron en marcha prácticamente al mismo tiempo, hacia 1599-1600.

Casamiento de su hija única y mezcla con la nobleza

La hija Mariana de Contreras y Gutiérrez fue casada en el año 1601 con el joven Mateo Lisón y Viedma. Era hijo de Francisco Lisón y Saorín, X Señor de Lisón y II Señor de Algarinejo. Al igual que los Contreras de Motril, los Lisón de origen murciano habían recalado en Granada con su fortuna con la intención de incrementarla a partir de la compra de los bienes expropiados a la comunidad morisca expulsada del Reino de Granada.  (Ver: Mateo Lisón y Viedma, un 'republicano tocapelotas' en la corte de Felipe IV)

Los Lisón se convirtieron rápidamente en nuevos acaparadores de tierras y negocios en la Costa, aprovechando en parte las buenas relaciones de poder que mantenían sus consuegros los Contreras. Aunque los Lisón nunca ubicaron su casa solariega en Motril, sino que se mantuvieron en sus posesiones de Montefrío, Algarinejo y Granada capital. De hecho, el yerno Mateo Lisón y Viedma compró el cargo de Caballero XXIV del Concejo de Granada con parte de la dote que había aportado Mariana a su matrimonio, en 1601. Mariana de Contreras había obtenido a cambio derechos sobre buena parte de las tierras del Señorío de Algarinejo.

El matrimonio de Alonso de Contreras y Ana Gutiérrez vio nacer muy pronto (en 1603 y 1605) a sus dos únicas nietas. Ambas nacieron en la casa familiar que tenían los Contreras en la calle Verónica de la Magdalena de Granada, donde había ido a vivir su hija tras el casamiento

El matrimonio de Alonso de Contreras y Ana Gutiérrez vio nacer muy pronto (en 1603 y 1605) a sus dos únicas nietas. Ambas nacieron en la casa familiar que tenían los Contreras en la calle Verónica de la Magdalena de Granada, donde había ido a vivir su hija tras el casamiento. Precisamente las dos niñas colmarían muchos años después, ya cuando los abuelos Alonso y Ana estaban muertos, sus deseos iniciales de mezclar su sangre con la nobleza española: la mayor, Mariana Lisón y Contreras, casó con Luis Fernández de Córdoba y Bustamante, cuyo hijo consiguió el título de Marqués de Algarinejo. Es decir, la sangre azul deseada por los Contreras motrileños llegó a la familia a partir de su biznieto.

El apellido Contreras del matrimonio motrileño desapareció pronto de los primeros lugares del linaje de los Fernández de Córdoba, pero no así sus inmensas posesiones en Motril, que continuaron en manos de sus descendientes hasta principios del siglo XX. Por ejemplo, en 1752, en el Catastro de la Ensenada, los Condes de Bornos aparecen como los mayores propietarios de tierras en Motril; el Marquesado de Algarinejo continuó como administrador de las antiguas propiedades de los Contreras; incluso el Condado de Luque acabó mezclando su sangre con los antiguos Contreras de Motril. De hecho, gracias al celo de este último condado en guardar toda documentación relativa a Alonso y Ana Contreras podemos conocer muchos avatares de sus propiedades y negocios en Motril.

En cuanto a la segunda nieta, Francisca Lisón y Contreras, contrajo matrimonio en Granada el 21 de marzo de 1622 con el noble Sebastián de Prado y Vivero. Este joven era hijo del que fuese aposentador de los Reyes Católicos y alcaide de la Alhambra por un tiempo; esta familia poseyó el Mesón del Carbón hasta el siglo XIX (cuando pasó a llamarse Corral del Carbón), además de numerosas casas en Bibarrambla y El Fargue. Su abuela ostentó el título de Condesa de Medellín (posteriormente agregado a la casa Medinaceli).

Casualidades de la vida han querido que la actual condesa consorte de Bornos, la XVI, sea Esperanza Aguirre, la expresidenta de la Comunidad de Madrid (está casada con Fernando Ramírez de Haro y Valdés, lejanísimo descendiente de los Contreras de Motril)

El desaparecido Palacio de los Contreras motrileño fue utilizado durante muchos años por estas casas nobiliarias como residencia cuando iban a ver sus propiedades a la Costa. Aquella casa señorial levantada por Alonso y Ana entre finales del siglo XVI y principios del XVII ya no existe, pero fue conocida también como Casa de la Música y Casa de Eugenia de Montijo. Casualidades de la vida han querido que la actual condesa consorte de Bornos, la XVI, sea Esperanza Aguirre, la expresidenta de la Comunidad de Madrid (está casada con Fernando Ramírez de Haro y Valdés, lejanísimo descendiente de los Contreras de Motril). Los Bornos actuales descienden de Francisco Ramírez de Haro y Otazo, un alférez mayor de Motril (1638-43); el cargo de alférez mayor recaía en la familia Ramírez de Haro desde el inicio de la guerra de los moriscos, en 1568 (fueron descendientes de Beatriz Galindo, la Latina, que fue tutora de Isabel la Católica). Esta familia también se había ocupado de la alcaidía de Salobreña desde 1492.

De este modo fue cómo el deseo de Alonso y Ana de Contreras de mezclar su sangre roja con la azul se ha cumplido plenamente. No obstante, en su testamento dejaban muy claro su deseo de que siempre antepusieran el apellido Contreras al de la rama masculina. Pero no le hicieron nada de caso.

Patronos de la iglesia de la Victoria

También tras la expulsión de los moriscos de la Costa granadina empezaron a llegar las órdenes religiosas para establecerse en la comarca. Hacia 1579 ya estaban los Mínimos buscando lugar donde levantar su casa. Lo hicieron a partir de 1580 en un solar que les regaló el matrimonio Alonso y Ana de Contreras muy cercano a su molino de la Carrera (actual zona de Jardincillos). Allí comenzaron los frailes a levantar su convento de la Victoria, casi lindero por encima con la acequia principal. Nuestro matrimonio protagonista les protegió y ayudó continuamente.

En 1599, los Mínimos decidieron levantar una iglesia aneja a la fachada Oeste del convento. Y allí estuvieron Alonso de Contreras y Ana Gutiérrez para poner el dinero que hiciese falta. Prácticamente sufragaron la parte principal de la fábrica eclesial; a cambio, el capítulo provincial de los Mínimos acordó cederle la capilla principal como panteón fúnebre para la saga de los Contreras y sus descendientes

En 1599, los Mínimos decidieron levantar una iglesia aneja a la fachada Oeste del convento. Y allí estuvieron Alonso de Contreras y Ana Gutiérrez para poner el dinero que hiciese falta. Prácticamente sufragaron la parte principal de la fábrica eclesial; a cambio, el capítulo provincial de los Mínimos acordó cederle la capilla principal como panteón fúnebre para la saga de los Contreras y sus descendientes. El acuerdo fue elevado a varios documentos de patronazgo, en los que posteriormente también fueron incluidos sus hijas y yernos. Esta iglesia de la Victoria fue construida entre 1600 y 1604.

La práctica se plasmó horadando una cripta bajo el altar mayor en la que en años sucesivos se irían enterrando los patronos y descendientes. En los testeros del Evangelio y la Epístola figuran sendos carteles donde se explica este patronazgo. En el último testamento que hizo Alonso de Contreras antes de morir, el 20 de noviembre de 1622, dejó una serie de mandas eternas que habían de cumplir sus descendientes y la comunidad religiosa. Cientos de misas y velas anuales en las casas de Mínimos de Motril y Granada. También una serie de censos que deberían pagar sus sucesores, que de hecho pagaron los Marqueses de Algarinejo hasta comienzos del siglo XIX.

Aquella cripta bajo el altar de la iglesia de la Victoria, la de los Contreras, fue la más grande de las cinco con que contó este edificio hasta su desamortización. Los Contreras, Lisón, Algarinejo, etc. se fueron enterrando en esta cripta en número y fechas desconocidas

Aquella cripta bajo el altar de la iglesia de la Victoria, la de los Contreras, fue la más grande de las cinco con que contó este edificio hasta su desamortización. Los Contreras, Lisón, Algarinejo, etc. se fueron enterrando en esta cripta en número y fechas desconocidas. Los únicos enterramientos que conocemos con exactitud que se produjeron en la cripta de los Contreras fueron los de Mariana de Contreras y Gutiérrez, la única hija de los fundadores, que falleció en 1617; el segundo en ser enterrado allí fue un prior del convento de Mínimos; el 25 de noviembre de 1622 le tocó el turno a Alonso de Contreras, el patriarca. Después debió seguir Ana Gutiérrez de Conteras, hacia el año 1638 (hizo testamento a favor de su bisnieto mayor el 23 de enero de aquel año). A partir de aquella fecha ya no hay certeza de qué descendientes continuaron la tradición de enterrarse bajo el altar mayor. Los Fernández de Córdoba no lo hicieron; los Algarinejo prefirieron hacerlo en tierras del Marquesado de Algarinejo o Granada. Ramas posteriores ya se fueron a Córdoba, Málaga y, sobre todo, a Madrid. A comienzos de 1700 ya no quedaba rastro directo de los Contreras en Motril, todos sus descendientes de sangre, directa o indirectamente, gobernaban sus posesiones desde el absentismo madrileño.

Avatares de los Mínimos

La tranquilidad del convento e iglesia de la Victoria de los mínimos sólo duró dos siglos. Cuando la ocuparon los franceses en 1810, convirtieron el complejo en cuartel y cuadras. Paralelamente se dedicaron a expoliar y robar todo lo que hallaron de valor. Es probable que incluso revolviesen los cadáveres de sus criptas en busca de anillos y otros valores, comportamiento que fue habitual entre la soldadesca gabacha.

Nuevamente, la Victoria fue objeto de asalto y destrozos a partir de la desamortización eclesiástica de 1835. A partir de aquel año, los Mínimos fueron expulsados de sus posesiones y la iglesia pasó por etapas de teatro, taller de seda, almacén de azúcar, cuadra...

Nuevamente, la Victoria fue objeto de asalto y destrozos a partir de la desamortización eclesiástica de 1835. A partir de aquel año, los Mínimos fueron expulsados de sus posesiones y la iglesia pasó por etapas de teatro, taller de seda, almacén de azúcar, cuadra, etc. Hacia 1855, Martín Larios y Herreros de Tejada (Marqués de Larios) llegó a Motril a invertir en el negocio del azúcar y alcoholes; y adquirió la antigua iglesia y convento de la Victoria para alojar a sus temporeros de la zafra y utilizar las naves como almacén.

Estado del Claustro y plano del complejo levantado por los Agustinos tras su restauración de 1917. LOS AGUSTINOS DE ANDALUCÍA.

Hacia 1899 vendió los edificios a la comunidad religiosa de los Agustinos, que realizaron obras para devolverle su aspecto original como complejo monacal y eclesial. Pero les duró poco, pues con la II República (1931) ya regresaron los problemas de ocupaciones. Hasta que finalmente durante la guerra civil de 1936-39 fue afectado por destrozos e incendios. El claustro quedó prácticamente destruido y la iglesia tres cuartos de lo mismo. A partir del año 1952, ya recuperado por los Agustinos, el Plan de Restauración de Regiones Devastadas se hizo cargo de su restauración. Las obras fueron concluidas inicialmente en 1955, para dejar la iglesia prácticamente como está, pero en el lugar del claustro está el colegio y pista deportiva actuales.

Estado en que quedó la iglesia en 1936. TORRES MOLINA/BNE.
El convento de Agustinos quedó tan destrozado que hubo que demolerlo por completo. TORRES MOLINA/BNE.

Milagrosamente se salvaron las inscripciones que recuerdan a sus fundadores, aunque sufrieron una profunda restauración. En cuanto a la cripta de los Contreras bajo el altar, todo son misterios y conjeturas: se comentó que la cripta fue vaciada a partir de su desacralización en 1835; en 1917, los Maristas las cegaron y se supone que ya no había restos dentro. Los milicianos de la guerra civil aseguraron haber bajado al panteón y ver cadáveres. Pero nada hay seguro. No hace muchos años, la comunidad marista procedió a renovar la solería de la iglesia de la Victoria, pero no se acometieron excavaciones o prospecciones para conocer si los restos de los Contreras y algunos de los priores del convento yacen aún enterrados allí.

Fachada de la iglesia de la Victoria, que no es la original, sino la resultante de la restauración que hizo Prieto-Moreno en los años cincuenta.
En estas fotos actuales se ve el estado de la iglesia de la Victoria y las cartelas restauradas en las que se explica el patronazgo de sus fundadores y las fechas de construcción. Bajo este altar estuvo la cripta con los enterramientos de los Contreras. PAULA V.M.
Escudo en piedra de los Contreras que se conserva sobre la puerta lateral. PAULA V.M.

Mujer de armas tomar

Volvamos a la trama principal del relato: A partir del 25 de noviembre de 1622, Ana Gutiérrez quedó viuda de Alonso de Contreras. Dueña y titular de un inmenso patrimonio agrícola, industrial, inmobiliario y bancario. Recordemos que el matrimonio había actuado también como prestamista del Concejo de Motril y de la propia Corona para la defensa del litoral de los ataques berberiscos. A pesar de la muerte de su marido y de la llegada de otras fortunas a Motril, los Contreras seguían siendo los más ricos del lugar. De los entre 5-7 trapiches que molían azúcar cada temporada, dos eran de su propiedad; y de los 1.500 braceros que llegaban a hacer la campaña de la zafra, entre 300 y 400 los empleaba ella.

Tal como estaría haciéndolo desde que contrajo matrimonio y fue “alcaldesa” de Motril en la sombra. Pero la legislación y la costumbre del momento eran muy restrictivas en cuanto a la capacidad de actuar de la mujer; siempre debía estar tutelada por un padre, un marido o un hermano

Ana debía ser bastante más joven que Alonso de Contreras y conservar energías suficientes para continuar sola al frente de toda la administración de su patrimonio. Tal como estaría haciéndolo desde que contrajo matrimonio y fue “alcaldesa” de Motril en la sombra. Pero la legislación y la costumbre del momento eran muy restrictivas en cuanto a la capacidad de actuar de la mujer; siempre debía estar tutelada por un padre, un marido o un hermano. Todos los cargos concejiles de la ciudad y de la poderosa comunidad de regantes de Motril eran los mayores propietarios de la villa… pero a Ana de Contreras (que cuando se quedó viuda dejó de utilizar su apellido de Gutiérrez) no se le permitía ser alcaldesa mayor, ni edila, ni alguacila, ni contadora de rentas públicas. Y eso que era la mujer más representativa de la comarca y la que más empleo seguía dando.

Aunque como mujer no se le permitía ostentar ni representar cargos, al menos consiguió colocar a algunos de sus parientes en puestos clave del municipio. El principal de ellos fue su yerno Mateo Lisón y Viedma (contador) y su nieto político Luis Fernández de Córdoba (edil y alguacil mayor). Su sobrino Baltasar de Contreras también ocupó la alcaldía en 1613. Una muestra más del poderío y nepotismo de esta familia.

Ana de Contreras, ya viuda, debió contar con enormes influencias en Motril, grandes apoyos de quienes fueron amigos de su marido, pero también íntimos enemigos que esperaron el momento apropiado para vengarse

Ana de Contreras, ya viuda, debió contar con enormes influencias en Motril, grandes apoyos de quienes fueron amigos de su marido, pero también íntimos enemigos que esperaron el momento apropiado para vengarse. Entre 1622 en que enviudó y 1638 en que desapareció, continuó una frenética actividad compradora y vendedora; al menos eso cabe pensar por la infinidad de escrituras de censos y tratos que dejó en los archivos de sus descendientes.

Para el año 1629 ya había cedido cada uno de los trapiches de caña a sus nietas, además de repartir buena parte de sus tierras. No obstante, todavía tuvo ganas de promover un nuevo negocio que fue el que la acabó echando el famoso pulso al Concejo de Motril: el del molino de papel. Todavía hoy quedan restos físicos de aquella obra y edificio en el Pago del Molino de Papel, a las afueras de Motril.

El Concejo le concedió licencia para construir el molino con la fuerza motriz de la acequia principal de la ciudad, aunque se permitió desviar un ramal para darle más fuerza motriz. Ahí comenzaron sus problemas

El asunto comenzó en 1629, cuando la emprendedora Ana de Contreras solicitó licencia al Concejo para construir un molino de papel de estraza para suministrar a la industria azucarera; hasta entonces se importaba de fuera a unos precios abusivos. Ella pretendió bajar el precio y ganar dinero. El Concejo le concedió licencia para construir el molino con la fuerza motriz de la acequia principal de la ciudad, aunque se permitió desviar un ramal para darle más fuerza motriz. Ahí comenzaron sus problemas, ya que algunos ediles –propietarios y vecinos de su industria incipiente– se opusieron desde el principio a la licencia y le pusieron todas las zancadillas posibles.

La acequia principal de Motril sólo se cortaba unos 20 días al año para limpiarla y repararla. Ana de Contreras contrató a unos ochenta obreros y tuvo acopiada madera y materiales para levantar el molino aprovechando las tres semanas de limpieza. Pero cuando estaba la obra a medio y llena de obreros, sus adversarios abrieron las compuertas del agua llevándose lo construido y causando víctimas entre los operarios.

Lo mejor era recurrir a una medida excepcional de justicia, de la que Motril no tenía antecedentes hasta entonces: celebrar cabildo abierto para que todos los vecinos pudiesen decidir democráticamente, no sólo la quincena de ediles

Comenzó un tira y afloja entre el Concejo, controlado por sus enemigos, y Ana de Contreras, con acusaciones por ambas partes. Unos la acusaron de no ajustar la obra a lo solicitado (ahondar la acequia, hacer un molino de pan en vez de papel), mientras ella se defendía. Ana de Contreras llevó el asunto ante el Rey y la Real Chancillería de Granada, solicitando el procesamiento de los diputados de aguas y la correspondiente indemnización por los cuantiosos daños causados. Además, Ana de Contreras veía que sus enemigos personales le habían puesto en contra al consistorio de Motril. Lo mejor era recurrir a una medida excepcional de justicia, de la que Motril no tenía antecedentes hasta entonces: celebrar cabildo abierto para que todos los vecinos pudiesen decidir democráticamente, no sólo la quincena de ediles. Es decir, pedía democracia directa del pueblo.

Estábamos ya en septiembre de 1630 cuando Felipe IV concedió autorización para celebrar cabildo abierto, mediante cédula delegada en el presidente de la Real Chancillería de Granada. Los propietarios, el clero y los jefes de la milicia podrían pronunciarse (Por aquellos años Motril tenía unos 700 vecinos, aproximadamente 3.500 almas, de las que podían votar en concejo abierto sólo los propietarios y cargos públicos, pocos más de 100).

Subrayado en rojo, texto de la provisión real que ordenaba celebrar cabildo abierto en la villa de Motril para que decidiesen todos los vecinos. AHNobleza.

El cabildo abierto fue convocado para la tarde del 22 de septiembre en la Plaza Mayor. Según el relato que se conserva, todos los presentes se explayaron en explicaciones, justificaciones y acusaciones, de manera que llegó la noche casi convertida la sesión en una batalla campal entre motrileños. Todo el populacho estaba arremolinado en los alrededores tomando posición por uno u otro partido. A las mujeres que eran cabeza de familia, viudas como Ana de Contreras, no se les permitió votar. Ana exigió que tampoco votasen aquellos propietarios que la habían denunciado. De todas formas, en los días anteriores se habían registrado movimientos “precaciquiles” presionando y comprando voluntades.

El alcalde mayor decidió dejar la sesión en suspenso y continuar el día 26, pero esta vez ya dentro de la casa consistorial y con la sola asistencia de quienes tenían derecho a voto y los 15 ediles. Con guardias previniendo alteraciones del orden

La primera parte de la sesión de aquel histórico concejo abierto de Motril hubo de suspenderse al llegar la noche y ante el temor que la oscuridad facilitase un serio altercado. El alcalde mayor decidió dejar la sesión en suspenso y continuar el día 26, pero esta vez ya dentro de la casa consistorial y con la sola asistencia de quienes tenían derecho a voto y los 15 ediles. Con guardias previniendo alteraciones del orden.

La primera parte de la votación resultó un mal augurio para Ana de Contreras y sus partidarios, pues de los 14 vecinos que lograron dar su voto en la plaza, solamente cinco se pusieron de su parte. La votación se continuó el domingo 26, ya más calmada y con parlamentos y explicaciones más breves. Pero el concejo se prolongó durante casi todo el día. Al final, emitieron sus votos 81 vecinos de “buena condición” de Motril. El resultado fue ajustadísimo, pues 40 votaron contra la construcción del molino de Ana de Contreras y 41 lo hicieron a favor. El asunto dividió a Motril y a su Concejo (11 concejales se opusieron y 4 la apoyaron).

La testaruda Ana de Contreras había hecho hincar la rodilla a la corporación municipal de Motril ante su vecindario. En adelante tendría su molino de papel en la acequia principal de la ciudad. Se gastó una fortuna en su construcción y en abogados, pero al final lo dejó en herencia para la historia de sus descendientes y de Motril

La testaruda Ana de Contreras había hecho hincar la rodilla a la corporación municipal de Motril ante su vecindario. En adelante tendría su molino de papel en la acequia principal de la ciudad. Se gastó una fortuna en su construcción y en abogados, pero al final lo dejó en herencia para la historia de sus descendientes y de Motril. Entre la fecha de terminación, 1630, y la de 1638 en que falleció, Ana de Contreras continuó pleiteando para reconvertir varias veces el molino en cuestión en una fábrica de papel de estraza a partir de trapo o, alternativamente, aceña para harinas, según le conviniera. En mayo de 1637 fue el último cambio que hizo, conseguido sin ningún impedimento municipal por haber entrado ya su nieto Luis Fernández de Córdoba como edil y alguacil mayor. Tras aquellos trapicheos queda patente el aire de nepotismo que impregnaba la vida de los municipios en las clases altas adineradas.

El malogrado Palacio de los Contreras

La Casa o Palacio de los Contreras fue construida por Alonso y Ana en estilo renacentista a finales del siglo XVI, junto a la Rambla de Manjón. En la parte trasera y junto a la muralla ubicaron el Mesón. Colocaron en el dintel el típico escudo señorial de los Contreras, con su raro castillo almenado invertido, muy similar al que aún hoy continúa en la puerta lateral de la iglesia. Ese escudo del apellido Contreras se remonta a los orígenes de Castilla, procedente de Salas de los Infantes. Es el mismo que utilizaron como sello de algunos documentos e hicieron imprimir en el último de sus testamentos (en noviembre de 1622), a partir de una plancha de metal grabada por el taller de Francisco Heylan.

Grabado del escudo de los Contreras elaborado por el taller de Francisco Haylan en 1622 para imprimir el testamento. ARCHGR.

La Casa de Contreras fue utilizada por los marqueses de Algarinejo y otras casas nobiliarias emparentadas. Incluso se la llamó casa de Eugenia de Montijo, como si el duque de Teba, su padre, la hubiese habitado. Lo más probable es que la emperatriz Eugenia de Montijo no la pisara jamás, ya que se marchó muy joven a Madrid y París y no regresó a Granada. A lo sumo, de niña sí estuvo tomando las aguas en el balneario de Lanjarón alguna vez y, probablemente, pasara por ahí si es que su familia se acercó a Motril.

En el siglo XIX la Casa Contreras también fue llamada Casa de la Música. Seguramente porque serviría para ensayar a alguna banda. Fue casa de vecinos durante el siglo XX, cada vez en condiciones de habitabilidad, pero no ruinosa

En el siglo XIX la Casa Contreras también fue llamada Casa de la Música. Seguramente porque serviría para ensayar a alguna banda. Fue casa de vecinos durante el siglo XX, cada vez en condiciones de habitabilidad, pero no ruinosa. Llegó al año 1978 con daños en su parte trasera causados por las tormentas y falta de conservación. Hasta que fue demolida. Sus elementos principales, como el escudo, fueron pasto del expolio o venta. Al menos las columnas de su patio quedaron en Motril.

Fachada de la Casa de Contreras o Palacio de Eugenia de Montijo, derruida en 1978.

Triste final para el apellido de una pareja que lo fue todo en Motril hace cuatro siglos. Ahora los únicos restos y recuerdos que quedan de ellos son las cartelas de la iglesia que pagaron, quizás ni sus huesos estén debajo. Al menos queda el nombre de Alonso de Contreras a una calle (gracias a la iniciativa del concejal Manuel Domínguez); y el nombre Pago del Molino de Papel por el que tanto pleiteó la olvidada Ana Gutiérrez de Contreras.

NOTAS:

PRIMERA. El origen de Alonso de Contreras es controvertido. Alguna fuente (Manuel Domínguez, historiador y cronista oficial de Motril) sostiene que existe su partida de nacimiento, que demuestra haber nacido en esta ciudad en 1525. De haber sido así, habría tenido a su única hija a los 56 años y, por tanto, Ana Gutiérrez era al menos veinte años más joven que él. Aunque es posible esta tesis, resultaría que Alonso de Contreras accedió a la alcaldía mayor de Motril con 83 años (el 27 de junio de 1608) y habría fallecido con 97 años de edad.

En cambio, otras fuentes (Encarna Escañuela, archivera municipal, y el historiador J. P. Cruz Cabrera) sostienen que su origen es de Granada capital y debió llegar a Motril tras la expulsión de los moriscos. Habría nacido en la casa de los Contreras en la calle Verónica de la Magdalena, el mismo lugar donde vivió su hija Mariana y nació su nieta del mismo nombre en 1603. Así lo dejó claro en su último testamento de 20 de noviembre de 1622, conservado en el Archivo de la Real Chancillería de Granada.

En este caso, este Alonso de Contreras estaría emparentado con la familia de funcionarios del Concejo de Granada que se encargaban de la contaduría municipal en el último tercio del siglo XVI. Uno de sus hermanos habría sido el cobrador de censos Luis de Contreras, quien además desempeñó el cargo de administrador de aguas.

SEGUNDA. El sistema de concejos abiertos es una fórmula medieval de gobierno en los municipios pequeños, prácticamente ubicados en Aragón y Castilla. Continuó utilizándose hasta 1523 en algunos lugares del Reino de Granada. En la actualidad son sólo 106 los ayuntamientos que aplican este tipo de democracia directa y total. Es decir, los votantes no ceden sus votos a representantes intermedios (ediles, diputados). Son ayuntamientos en los que todos los vecinos pueden votar en todas las sesiones, no existen concejales, sólo el alcalde. En Andalucía sólo tienen la condición de concejo abierto dos municipios pequeños, siempre menores de cien habitantes: Benitagla (Almería) y Cumbres de Enmedio (Huelva). Cualquier otro municipio que desee celebrar un concejo abierto será considerado por la ley como un referéndum o consulta popular; en este caso, está regulado por el artículo 149 de la Constitución y desarrollado por la Ley 2/2001 de la Junta de Andalucía. En el caso de Motril, los concejos abiertos de los que hay indicios de celebración fueron rarísimos durante los siglos XVI y XVII, y siempre estuvieron relacionados a asuntos de gran trascendencia de la comunidad de aguas (según las ordenanzas aprobadas por Felipe II).

BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL:

  • Los mínimos de San Francisco de Paula de Motril, de Domingo A. López Fernández (Capítulo del libro Los Mínimos en Andalucía).
  • Archivo Histórico de la Nobleza, Toledo, fondo de la Casa de Luque. Recoge infinidad de documentos de la familia Contreras de Motril. El más interesante, el pleito del concejo abierto de 1630.
  • Aproximación histórica a la figura de Don Alonso de Contreras, un mecenas motrileño, de Encarna Escañuela y J. P. Cruz (en Revista Guadalfeo, año 2001).
  • De piedra, harina y papel. El proyecto de Ana Gutiérrez (Motril, S. XVII), de María Encarnación Hernández López. (Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, año 2020).
Mi agradecimiento por los datos aportados por Encarna Escañuela, archivera municipal de Motril; Manuel Domínguez, cronista oficial de Motril; Anunciatta Vinuesa, bibliotecaria municipal de Motril; y José María Azuaga, catedrático de Instituto.