La tragedia se consuma: cuatro muertos, tres de ellos extranjeros, que buscaban un futuro mejor
Artículo de opinión
La hipócrita solidaridad
"Una opinión que a nadie agradará", Por Juan Ignacio Pérez
Hasta pasadas las 13.00 horas no se confirmó lo que se temía desde que el lunes se le echó en falta. El cuerpo sin vida que flotaba en el mar, frente a la playa de La Rijana, entre Calahonda y Castell de Ferro, es el del tercer foráneo, al que se le buscaba por tierra, mar y aire.
Una embarcación avistó el cadáver y dio aviso al servicio de emergencias del 112. Una patrullera de la Guardia Civil, que participaba en las labores de búsqueda, lo subió a bordo y lo trasladó hasta el Puerto de Motril, donde se procedió al levantamiento del cadáver.
Pese a que el acceso a la playa de La Rijana se realiza a pie por un túnel, lleno de piedras y restos vegetales arrastrados por la riada, varias decenas de bañistas disfrutaban del sol de septiembre y pudieron presenciar las maniobras del rescate en alta mar del cadáver.
Las paradojas de la plácida vida. La que buscaban los tres lituanos, empleados en los que podían; ya sea en carga y descarga de camiones, en la recolección o de guardas de invernaderos ocasionales. Junto a ellos, en esa inmunda vivienda habilitada en un colector que hasta el lunes, cuando cayeron hasta 80 litros por metro cuadrado, apenas vertía agua, vivía una mujer que el azar le salvó. Porque salió a comprar. Fue ella quien dio la voz de alarma.
Imaginarse cómo podían dormir y descansar en ese zulo estremece. Y eso que eran conocidos, en un municipio, Albuñol, en el que más de 30 por ciento de sus 7.000 habitantes son extranjeros de múltiples nacionalidades, muchos, sin documentación en regla.
La riada también se llevó la vida de un almeriense residente en Los Gualchos que se guareció en su coche cuando empezó a caer la tromba. Algunos vieron el vehículo arrastrado por la riada y avisaron a las emergencias. Solo se pudo encontrar el cadáver.
En el Ayuntamiento de Albuñol, donde ayer las autoridades provinciales que se volcaron en la tragedia guardaron un minuto de silencio, comenzaron las gestiones con la Embajada de Lituania en España para tratar de darles un entierro digno.
Aún hay vecinos aislados en pagos de la zona por el corte de caminos rurales.
Condiciones infrahumanas
Ninguna de los responsables de las administraciones que trabajan sobre el terreno para seguir limpiando y reparando la zona, que sufrió cuantioso daños, se pronunció sobre las condiciones de vida inhumanas en las que vivían los tres fallecidos lituanos , como si no fuera con ellos, y en las que, con toda seguridad, malviven muchos de los extranjeros que residen en la comarca, a la espera de trabajos ocasionales, vinculados con las campañas agrícolas.
Solo la Asociación Pro Derechos Humanos de Granada solicitó que esclarecieran las condiciones de vida de tantos extranjeros.