La misma moneda
La historia y el presente nos recuerda que la mujer ha sido y es el pilar fundamental en el desarrollo humano. Relegada a funciones reproductivas dentro de la sociedad de clases (la familia como unidad básica de producción y consumo capitalista), la mujer ha sido y es la pieza fundamental de la estructura económica y social en todo el planeta.
La producción de las mujeres en todas las esferas vitales resulta indispensable para la evolución de la humanidad, pero, sin embargo, el pago por ello siempre ha sido y es el desprecio y la explotación, castigadas sistemáticamente por intentar “destacar” en un mundo dominado por los poderes patriarcales, el papel de las mujeres nunca ha sido reconocido (y nunca lo será, a menos que sigamos luchando) porque va en contra de los intereses del capital, cuando lo cierto es que nosotras somos la clave del desarrollo humano de todas las civilizaciones. Con todo, ¿cómo se explica que siendo las mujeres las que producen el 70 por ciento de los alimentos en todo el planeta, el 60 por ciento de ellas, mujeres y niñas, pasen hambre? Resulta aterrador.
Con todo, ¿cómo se explica que siendo las mujeres las que producen el 70 por ciento de los alimentos en todo el planeta, el 60 por ciento de ellas, mujeres y niñas, pasen hambre? Resulta aterrador
El desprecio por la vida de este sistema patriarcal, depredador y destructor de los recursos naturales, no supone problema alguno para el actual modelo económico neoliberal, al contrario, es fortalecido por los estados y sus políticas patriarcales, e impuesto a toda costa en todos las esquinas de este planeta, con mayor ahínco en aquellas zonas castigadas históricamente por los estados imperialistas dentro de sus juegos de dominación geopolítica: (Oriente Medio, Latinoamérica, África,..): La mitad de las mujeres refugiadas son mujeres jóvenes y niñas que además sufren la violencia sexual en los traslados (cuando excepcionalmente se hacen), 60.000 mujeres en el mundo mueren a causa de los abortos inseguros, prohibidos y perseguidos en sus países; en el mundo hay 500 millones de mujeres analfabetas,.. solo por poner unos ejemplos.
Este modelo económico neoliberal de carácter global, necesita de una mayoría social trabajadora explotada y sometida, algo que se consigue muy fácilmente mediante la aplicación de los distintos regímenes patriarcales que conocemos en todo el mundo. En el caso de las mujeres, esta explotación es doble, incluso triple: El rostro social de la mujer es el del paro o la precariedad laboral, el de la discriminación salarial respeto al hombre, el de la dependencia económica a éste, el de la desigualdad social. La ausencia de medidas que con carácter urgente combatan los procesos de exclusión unidos al factor género, la falta de políticas de igualdad, prevención y atención a la violencia machista, (reflejo de la desidia gubernamental y patriarcal), pone a las mujeres al borde del abismo de la exclusión y la marginación social. Precariedad laboral y exclusión social también son dos las dos caras de la misma moneda, el patriarcado:
La brecha salarial entre hombres y mujeres ha aumentado un 24 por ciento en los últimos 5 años; una mujer debe trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre. España encabeza el paro femenino en la Unión Europea y un cuarto de las mujeres en paro en Europa son españolas. Los hombres en Andalucía cobran un 34 por ciento más que las mujeres, la brecha salarial más alta de España, el 32 por ciento de las empleadas andaluzas tiene un contrato temporal; las pensiones de las mujeres son un 23 por ciento más bajas que las de los hombres, y a menor sueldo menor prestación por desempleo, 711 euros al año menos cobran las mujeres… y sí, estos son solo unos ejemplos, podríamos poner miles.
La lucha para que estas cifras desaparezcan pasa necesariamente por la inversión pública en materia de derechos sociales: articulando medidas contra la brecha salarial que sufrimos las mujeres, recuperando la negociación colectiva, con administraciones y gestiones púbicos contrarias a la lógica y la práctica neoliberal, priorizando los objetivos públicos que ataquen las causas de la desigualdad laboral y social
La lucha para que estas cifras desaparezcan pasa necesariamente por la inversión pública en materia de derechos sociales: articulando medidas contra la brecha salarial que sufrimos las mujeres, recuperando la negociación colectiva, con administraciones y gestiones púbicos contrarias a la lógica y la práctica neoliberal, priorizando los objetivos públicos que ataquen las causas de la desigualdad laboral y social.
El derecho a la participación política de las mujeres, la protección de los derechos sociales y laborales, no es algo que preocupe a los que ostentan el poder y toman las decisiones en las instituciones alimentadas de patriarcado: Solo el 20 por ciento de las parlamentarias en el mundo son mujeres y solo el 17 por cioento de ellas ocupan cargos ministeriales. Del total de escaños en los países miembros de Europa el 24 por ciento corresponde a mujeres, frente al 76% de hombres. Solo el 11 por ciento de los ejecutivos regionales son mujeres. La desidia compasiva y el ataque a nuestros derechos se convierte así en la práctica diaria en muchas instituciones políticas, claras aliadas del patriarcado, los estado y sus gobiernos, Unión Europea, etc...
Violencia machista, terrorismo patriarcal
El 40 por ciento de los asesinatos de mujeres en el mundo son cometidos por sus parejas o ex pareja. Solo 1 de cada 3 víctimas de violencia denuncia las agresiones debido a la falta de un sistema de protección adecuado, a la desinformación y al miedo. Una de cada 10 mujeres en el mundo ha sido agredida sexualmente, 1 de cada 20 ha sido violada, pero solo el 14 por ciento de las víctimas en todo el mundo denuncia, por lo que la mayoría de las agresiones sigue ocultas y los delincuentes no son confrontados. El 45 por ciento de las mujeres ha sufrido acoso sexual, 1 de cada 5 mujeres no sabe dónde acudir en busca de ayuda. El 12% de las niñas europeas ha sido víctima de abuso sexual… Podríamos seguir, pero no queremos “¿aburrir?” a los lectores.
Para combatirla necesitamos una respuesta feminista contundente desde la calle y desde las instituciones: Organización y revolución democrática y feminista, empoderamiento para la participación política, Feminismo y República
La falta de servicios para las víctimas de la violencia, la precarización laboral, la ineficacia de las políticas públicas contra la desigualdad, el sometimiento a procesos de empobrecimiento y de exclusión es la trágica realidad de muchas mujeres cada día, en todo el mundo. Para combatirla necesitamos una respuesta feminista contundente desde la calle y desde las instituciones: Organización y revolución democrática y feminista, empoderamiento para la participación política, Feminismo y República, ANTI-PATRIARCADO. Todas las conocemos, también nuestros camaradas hombres, muchos de ellos ya nos acompañan en tan ardua tarea. Debemos de entender y llevar a la práctica, cada día, en los pequeños actos cotidianos, la REVOLUCION FEMINISTA.
Las mujeres no queremos ser “cifras” que sirvan de argumento (para luego no hacer nada), de unos informes o de una comparecencia del cargo público de turno, en el gobierno, también de turno. Somos las víctimas de este régimen patriarcal que nos oprime, nos explota, nos humilla y nos maltrata. Nosotras lo denunciamos, lo explicamos, lo repetimos, una y otra vez, no nos cansamos, ahora toca seguir luchando con más fuerza aun, llevaremos la solidaridad y la unión de todas las mujeres por bandera, ya nadie nos puede parar. Avisamos: La respuesta feminista será proporcional a los ataques que las mujeres sufrimos. Sigamos adelante.