Historias de cáncer
Elena manda un whatsapp a las 4,35 horas de un lunes de invierno: “No puedo vomitar más. ¿Me mandas una canción?”. Tiene 14 años, no tiene pelo, ni cejas, ni fuerzas hoy, pero sí leucemia, desde hace 14 meses y cuatro días. A Juan le gustaría romper el silencio de su noche con buena música para las penas, pero le parece poco apropiado para una niña a la que, a pesar de los esfuerzos, le remueve el reguetón. Lo intenta con Rosalía, como lo más parecido a los gustos de ambos, pero no acierta: “Qué pesá es”…
Desvelarse o el insomnio forman parte de su vida. El duermevela, sin demasiados dolores, ni angustia, guarda el privilegio secreto, al menos, de poder vigilar los sueños de los que más quieres y se esfuerzan por cuidarte. No sin antes asegurarte de que no hay monstruos bajo tu cama, ni en el armario, y creer otra vez que la noche que te amenaza con sus inconvenientes, también pasará.
El cáncer te llega, sin saber de verdad que cambiará tu vida. Ves su rostro con pinturas de guerra y su decidido propósito de robarte la merienda y los sueños. De nada sirve mirar hacia otro lado. Es cáncer, con sus seis letras y su tilde.
Lo peor, cuando te visita, no saber respuestas, ni tan siquiera a veces querer elaborar preguntas adecuadas. Es un latigazo en la cara, pero también para las personas que te rodean. Como si no tuviera suficiente con lo suyo, la paciente o el paciente afronta con más dolor la comunicación a sus seres queridos: su familia, sus amistades, con el sobreesfuerzo de calmarlos, de trasladarle una esperanza que aún no lleva ni su firma, conmocionados por el shock.
La pareja de Miguel trabaja en el mismo hospital donde acude para las sesiones de quimioterapia. En una de ellas comenta en la sala de espera en voz baja que está peor que él. “Llevamos cinco años juntos, pero creo que solo es real los siete meses desde el diagnóstico. Cuando se pone tan mal, no sé qué hacer, cómo actuar (…). Hay días que me siento una auténtica inútil”.
Rosario recibe atención psicológica de la Asociación Española contra el Cáncer. Todo son alabanzas para el trabajo de la entidad, pero reconoce que a veces que le cuesta “la vida” mostrarse firme, sonriente, atenta…
Rosario recibe atención psicológica de la Asociación Española contra el Cáncer. Todo son alabanzas para el trabajo de la entidad, pero reconoce que a veces le cuesta “la vida” mostrarse firme, sonriente, atenta… Un paciente de 64 años, que acude solo a sus sesiones, escucha, y pidiendo perdón por su intervención le dice disculpándose: “Déjalo estar a su aire. Que pida lo que necesite. No te mortifiques”. Rosario aguanta las lágrimas, le mira y le coge la mano.
La otra se la lleva a una pequeña muñeca que saluda desde la solapa izquierda de su chaqueta. Se la regaló su hija, de 12 años, poco después de contarle que su padre estaba “bastante malito” y lo que les esperaba por pasar.
— "¿Se va a morir?"
— "No lo sé"
Otro drama: contárselo al más pequeño, de 6 años, tan apegado a su padre, que se negaba en rotundo a ir al cole si él no le acompañaba. Le ayudó su hija, ante su falta de palabras. Mencionó películas infantiles como ejemplo de superación. Y completó su discurso con un “se va a curar, ya verás”, mientras le miraba de reojo con una sonrisa cómplice. “Ah, vale”, contestó el pequeño. “Cuánto han madurado los dos”, dice orgullosa la madre, que se deja acompañar encantado al cole, desde entonces, cuando su padre no tiene fuerzas.
A Jose, que afronta la enfermedad “currando mientras pueda” -es autónomo-, como tantos y tantas, detesta dar lástima. Y esos encuentros fortuitos en los que le interrogan por “cómo estás”, seguido de una loa complaciente a su aspecto. “Como si el cáncer lo tuviera en la cara”, dice que piensa cada vez que le sucede.
“Cuídate mucho”; “te alimentas bien, ¿verdad?”; “duerme, descansa”;” “no pienses más que en ti, concéntrate en curarte”… son otras de las fastidiosas frases que recibe con buena intención, que hartan. Y más si quien te lo dice apura un cigarrillo.
Ir cayendo en cámara lenta desde la azotea de un edifico de treinta plantas y contestas “por ahora bien”, cuando vas a la altura de la vigesimonovena planta, la vigesimoctava… al preguntarte: “cómo vas”. Este el sentir de otro paciente, poco antes de recibir radioterapia. En su caso, sufre recidiva. La tercera. Y promete ya no celebrarlo como en las otras dos.
La paciente o el paciente tiene derecho a quejarse de su estado. Y no es un fracaso de sus cuidadores. Hay dolores tan profundos a los que les pones nombres, de tanto visitarte, y días, momentos, en los que te derrumbas y nada te sirve para reponerte. Cada una o uno lo supera como puede. “Ahí te encuentras a ti mismo. Yo prefiero la soledad absoluta. No molestar a nadie y que pase, intentando hacer todo o sin hacer nada. Es devastador. Me muerde por dentro. Lamento que sientan que les doy la espalda. Pero ahora soy egoísta”, dice Jose.
La depresión es otro de los daños colaterales del cáncer. También para los más cercanos. La realidad del día a día de pacientes y familiares es infinitamente mucho más más dura de la que se puede percibir: miedo, tristeza, pérdida de autoestima, problemas de comunicación, preguntas incesantes, ansiedad…
Como ir cayendo en cámara lenta desde la azotea de un edifico de treinta plantas y contestas “por ahora bien”, cuando vas a la altura de la vigesimonovena planta, la vigesimoctava… al preguntarte: “cómo vas”.
Alma ahonda en la sexualidad de las personas con cáncer, un asunto casi tabú. Habla con cariño de su pareja y de la compartida nula apetencia de sexo, “más por mí”. Y sobre todo de que no se gusta.
Me acuerdo de mi amiga Mati, capaz de plasmar en fotografías con su mirada la belleza, a veces, radical, de las personas. Lo que solo está al alcance de un pequeño grupo de profesionales. De nuestras conversaciones sobre sus trabajos, de una sublime serie de mujeres mastectomizadas, y de uno de sus últimos, en el que la modelo le daba las gracias por reencontrarse y sentirse bella.
Pero soy incapaz de convencerla.
Sirva este reportaje de homenaje a todas y todos que luchan contra el cáncer, a sus familiares y amigos, a sus cuidadores, y a todo el personal sanitario que le atiende con dedicación y humanidad. Con ‘Historias del cáncer’, el www.elindependientedegranada.es se suma a la campaña de la Asociación Española contra el Cáncer, en el Día Mundial, que se conmemora el 4 de brero, ‘Acércate a mi realidad y descubre mis emociones’. #ContigoDamoslaCara.