'Allí donde queman libros, acaban quemando hombres"
Ningún memorial recuerda en la Plaza de Bib Rambla los graves sucesos que allí acontecieron, a cargo de la Inquisición. En cambio, la Plaza de la Ópera en Berlín, si ha dedicado un memorial a la quema de libros por el régimen nazi. El recital poético-musical Arde la Memoria, que Granada Abierta organiza el sábado a las 18:00 horas, dentro de la Feria del Libro de Granada, quiere rendir homenaje a los libros y hombres quemados vivos en esta emblemática plaza.
Sólo un cartel informativo recuerda a granadinos y visitantes dónde estuvo ubicada la Puerta de Bibarrambla (en árabe: Bab al-Ramla), también conocida como Arco de las Orejas: “Fue una de las puertas principales de acceso a la Granada medieval, construida en el siglo XI, reformada de forma muy importante por los almorávides en el siglo XII y, más tarde, en época nazarí, siglo XIV. Tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos - señala el cartel -, siguió manteniendo su carácter simbólico e importancia. Se construyó una pequeña capilla en su interior, muy venerada por los vecinos, y era paso obligado en las procesiones del Corpus Christi. También era el lugar por donde hacían su entrada los caballeros que participaban en los juegos de toros y cañas, que se celebraban en la Plaza de Bibarrambla”.
Este cartel no dice nada sobre los episodios históricos más dramáticos que se vivieron en esta plaza. No menciona, por ejemplo, que el cardenal Cisneros decidió imponer en 1499 la fe cristiana en Granada, incumpliendo las Capitulaciones que los Reyes Católicos se habían comprometido a respetar “para siempre jamás”
Este cartel, sin embargo, no dice nada sobre los episodios históricos más dramáticos que se vivieron en esta plaza. No menciona, por ejemplo, que el cardenal Cisneros decidió imponer en 1499 la fe cristiana en Granada, incumpliendo las Capitulaciones que los Reyes Católicos se habían comprometido a respetar “para siempre jamás”. El cardenal ordenó el asalto a la Biblioteca de la Madraza y arrojó más de 5.000 libros a una hoguera en la Plaza de Bib Rambla. No conforme con eso, mandó requisar todos los libros que hubiera en casas particulares para arrojarlos igualmente a las llamas. Juan de Vallejo, cronista de Cisneros, lo describe así: “Y para desarraigarlos de su perversa y mala secta, mandó a los alfaquíes tomar todos los coranes y otros libros particulares, hacer grandes fuegos y quemarlos todos”.
El alfaquí Barhum también nos dejó una crónica en la que describe la desesperación de los moriscos, ante este ataque a la cultura andalusí: "La situación se hizo insostenible cuando Cisneros, por mandato de la reina, les obligó a renegar de su cultura y de su fe. Un edicto ordenaba la entrega a la autoridad de todos los libros arábigos, amenazando con severos castigos a los que no lo hicieran… Miles de libros del Corán y otras ciencias fueron quemados en una plaza pública de Granada, a la vista de todo el mundo".
Asimismo, en su libro Los moriscos y el racismo de Estado, Rodrigo de Zayas demuestra que Isabel y Fernando conocían el plan diseñado por Cisneros para poner fin a la convivencia pactada con los musulmanes granadinos: "Las bibliotecas y los archivos del reino nazarí fueron quemados. Una vez destruida su memoria escrita, sólo les quedaba la transmisión oral para conservar su identidad histórica…". Más tarde, también prohibieron hablar en lengua árabe. Y un especialista en la Inquisición española, como Joseph Martín Walker, asegura que el cardenal contaba con el beneplácito de Isabel y Fernando para llevar a cabo su perverso plan, destinado a provocar la rebelión de los moriscos y justificar así la expulsión.
“Se quemaron todos, sin quedar memoria, excepto los libros de medicina y botánica. Su señoría mandó traer 30 o 40 volúmenes, que están hoy puestos en la librería del insigne Colegio y Universidad de Alcalá de Henares”, según Juan de Vallejo
No obstante, Juan de Vallejo añade: “Se quemaron todos, sin quedar memoria, excepto los libros de medicina y botánica. Su señoría mandó traer 30 o 40 volúmenes, que están hoy puestos en la librería del insigne Colegio y Universidad de Alcalá de Henares”. El cronista se refiere al expolio que sufrió la Biblioteca de la Madraza, unos 40 libros que Cisneros salvó de la quema para llevárselos y que deberían ser devueltos a la Universidad de Granada. También se salvaron algunos coranes particulares que sus dueños ocultaron hábilmente, logrando burlar los registros de la Inquisición. Uno de estos coranes fue descubierto en 1996, en la alacena de una casa del Albayzín, donde había permanecido oculto más de cinco siglos. Este Corán fue restaurado por los Padres Escolapios, como gesto de tolerancia y reconciliación. Y por este gesto, recibieron el Premio Granada Abierta de Carlos Cano.
Un joven, de 19 años, quemado vivo en Bib Rambla
Como nos dice Juan Manuel Barrios Rozúa, profesor de la Universidad de Granada, hay noticias de autos de fe en esta plaza, en los años 1593, 1595, 1653 y 1672. Y es posible que hubiera más, añade
El cartel de la Plaza de Bib Rambla es muy distinto del que podemos ver en la Plaza de la Opera de Berlín, que sí recuerda la quema de libros por el régimen nazi, el 30 de mayo de 1933. Y además, el Ayuntamiento berlinés ha dedicado una placa al poeta alemán Heinrich Heine, que nos hace reflexionar cuando dijo: “Allí donde queman libros, acaban quemando hombres”. Cuánta razón tenía. Pues bien, los autos de fe fueron otro episodio histórico estremecedor, que también oculta el cartel de la Plaza de Bib Rambla. Como nos dice Juan Manuel Barrios Rozúa, profesor de la Universidad de Granada, hay noticias de autos de fe en esta plaza, en los años 1593, 1595, 1653 y 1672. Y es posible que hubiera más, añade. Para celebrar dichos procesos, se levantaban gradas y púlpitos, colocaban toldos y erigían un alto cadalso al que se traía una cruz en procesión. Constituía, pues, una celebración costosísima, lo que explica que sólo en autos con muchos procesados se eligiera la Plaza de Bib Rambla para poder acoger a la muchedumbre de curiosos y a los nutridos grupos de representantes de todas las instituciones locales. La Casa de los Miradores servía de balcón principal y en él se preparaba comida para que los inquisidores pudieran tomar un tentempié durante las largas ceremonias. Es decir, la Inquisición convertía estos multitudinarios autos de fe en un espectáculo macabro.
El profesor Barrios Rozúa ha documentado en su artículo, La plaza mayor de Granada, teatro barroco de la ciudad, uno de los autos de fe más escalofriantes, celebrado en la Plaza de Bib Rambla, el 30 de mayo de 1672: “Fue muy espectacular en su escenografía y terrible en sus escarmientos” y añade: "El proceso, uno de los más numerosos jamás celebrados en Granada, estuvo dirigido contra noventa personas de origen portugués, acusadas de judaizantes. Tras una procesión que partió de las Casas de la Inquisición, pasó por el convento de Santo Domingo y concluyó en la engalanada Plaza de Bib Rambla. Allí se celebró el auto de fe, en el que un muchacho de 19 años fue quemado vivo por no arrepentirse, cinco personas fueron agarrotadas, a pesar de que se habían retractado, y otras personas, que habían muerto en la cárcel o estaban huidas, fueron quemadas en efigie". Todo esto sucedió en la Plaza de Bib Rambla, aunque intenten ocultarlo, pues el Ayuntamiento de Granada no ha colocado ningún cartel o memorial que recuerde absolutamente nada. La plaza más emblemática de la ciudad, podría llamarse también la Plaza de la desmemoria.
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